¡Wolaaa a todo el mundo! :D ¡He vuelto!
Después de la crisis que han tenido Kageyama y Hinata en Haikyuu!, me he visto obligada a escribir otro fic Kagehina. Sí, lo necesitaba, porque no puedo ver a mis preciosos cuervos sin dirigirse la palabra T.T, y como no tengo ni idea de hasta cuándo van a estar así- espero que sea poco tiempo, porque si no me los cargo *inserte carita de ángel*- pues eso, que se me ha ocurrido esta idea y tenía que soltarla.
Espero que os guste y os entretenga hasta el final :)
DISCLAIMER: Haikyuu! pertenece a Furudate Haruichi, esa personita que juega con nuestros sentimientos y nos da falsas esperanzas haciéndonos creer que un día, en una galaxia muy lejana, habrá feels entre nuestros queridos polluelos de Karasuno.
-Tres semanas y media-
Un trueno.
Dos truenos.
Tres truenos.
Cuatro truenos.
Cinco truenos.
...
Cincuenta y seis truenos.
Cincuenta y siete truenos.
Cincuenta y ocho truenos.
...
Ciento veintiséis truenos.
Ciento veintisiete truenos.
Ciento veintiochomilcuatrocientossesentaysietemillonesde…
...
Vale, ahora podía admitirlo. Kageyama no conseguía pegar ojo. Llevaba largo rato intentando dormir, dando vueltas en la cama, observando el techo aburrido, cambiando la posición de la almohada una y mil veces para que estuviera fresquita durante todo el rato, etc., etc., etc.…pero la maldita tormenta de verano no le dejaba conciliar el sueño, y eso que a él le gustaban- adoraba- los días lluviosos, pero joder…
Parecía que el cielo reventaría de un momento a otro y sería el fin del mundo. ¿Quién demonios iba a lograr dormir con tanto jaleo?
Escuchó en ese momento un ronquido proveniente de la habitación de al lado. Ah sí, sus padres. Ya podía caer un meteorito encima de la casa, que no se darían ni cuenta.
Volviendo al tema principal. Tobio, por más truenos que contaba y más que lo intentaba, no lograba dormir. Y si no dormía aunque sólo fuese algo, al día siguiente sería un maldito zombi. Lo que equivaldría a muchas ojeras, perder la carrera contra el idiota de Hinata por ver quién llegaba antes a la escuela y pifiarla en los entrenamientos, así que empezaba a estar hasta las narices.
Estaba a punto de perder la paciencia- que no es que tuviera mucha- cuando de repente, sonó un ruido muy extraño que venía de la planta baja.
Kageyama se puso en pie de un salto. Bueno, quizás he exagerado un poco, pero sí que se levantó muy rápido porque aquello se salía de toda lógica.
Miró el reloj de su habitación. La una de la madrugada. Y juraría que aquel ruido había sido alguien aporreando la puerta principal.
Pero no. ¿Quién iba a ir a visitarle a esas horas? Además, dudaba que se tratase de un ladrón porque no iba a ser tan sumamente imbécil de llamar a la puerta de su casa, ¿no?
O quizá… ¿era un vampiro? ¿El fontanero tal vez?
Pum, pum, pum. Esa vez los persistentes golpes sonaron con más fuerza.
Kageyama tragó saliva.
En fin. Aquello por lo visto no era producto de su imaginación creado por el cansancio, no… así que tendría que bajar para ver qué ocurría, algo que no le hacía nada de gracia.
No es que tuviese miedo. No, nada de eso. Miedo... ¿él? ¡Já! Debía pensar en positivo, por mucho esfuerzo que le costase salir de su habitación, bajar las escaleras y verse forzado a deambular por la casa en plena penumbra. Pero, ¿y si se trataba de un pobre cachorro desamparado que estaba acariciando la puerta con sus pequeñas patitas para que le dejase entrar? ¡No podía abandonarle bajo aquel diluvio!
Angustiado, aligeró el paso, bajó las escaleras a toda prisa y abrió la puerta sin pensarlo.
La siguiente acción que realizó fue… abrir la boca sorprendido, fruncir el ceño y volver a cerrar la puerta.
Hinata, nuevamente, llamó con intensidad.
—¡K-Kageyama, ábreme!
Tobio, muy molesto, obedeció y le permitió entrar, sin dejar de soltar maldiciones por lo bajo como buen cascarrabias.
—¡¿Se puede saber qué narices haces aquí a estas horas, idiota?!— inmediatamente bajó la voz al ser consciente de que sus padres aún seguían durmiendo. ¿Aunque qué más daba? Parecían marmotas— Quiero una explicación. Ahora.
Hinata, empapado y algo tembloroso dejó su mochila en el suelo y se llevó la mano a la nuca.
Un momento, ¿su mochila?
—Es una larga historia.
—Pues ya puedes empezar a contármela. Y después quiero que te largues.
Hinata lo miró con expresión de cordero degollado.
—Eso no va a ser posible, je je.
—¿Cómo?
—Bueno, verás…— Hinata comenzó a observar la estancia, sin atreverse a mirarle directamente a los ojos— Van a reformar mi casa y… como no vamos a poder quedarnos ahí durante dos o tres semanas, mis padres y mi hermana se han ido con mis abuelos… y…ellos viven casi a tres horas de aquí… y… lo he hablado con mi familia y…
—¿Y qué?— Kageyama rechinó los dientes. Hinata lo ponía de los nervios. Además, se notaba que estaba alargando la conversación deliberadamente y aquello no le gustaba ni un pelo.
—Pues… que mis abuelos… viven muy lejos, Kageyama. Y si me hubiera ido con ellos, no hubiese podido asistir a los entrenamientos durante dos o tres semanas. ¡¿Cómo voy a permitir eso ahora?! ¡Precisamente ahora!
Kageyama se palmeó la cara intentando calmarse. Los engranajes de su cabeza no dejaban de dar vueltas y había empezado a atar cabos.
—Es decir, que te quieres quedar en mi casa. O más bien, te has auto invitado sin mi consentimiento… ¡Largo de aquí!— furioso, volvió a abrir la puerta con brusquedad queriendo echarle de allí a patadas pero Hinata se aferró a su cintura con todas sus fuerzas.
—¡No puedes abandonarme, Kageyama! ¡Mis padres y mi hermana se fueron ayer y mañana por la mañana empiezan las reformas en mi casa! ¡Dónde quieres que viva! ¿Debajo de un puente?
Kageyama bufó y desistió al ver que no podía quitárselo de encima como si de un insecto se tratase. Lo del puente no era mala idea, debía reconocerlo.
—¿Y esperas a este momento para decírmelo? Es la una de la madrugada, Hinata.
Hinata suspiró y comenzó a tiritar de frío.
—Iba a venir mañana por la mañana, pero…
—Pero qué.
El pelirrojo dudó unos segundos antes de dar una respuesta.
—¡Que no me gusta la lluvia! ¡Ni los truenos! ¡Y me da miedo estar solo en mi casa!
Kageyama, pese a que estaba bastante enfadado, tuvo que ahogar una carcajada.
—Menudo cobarde, Hinata. No sé qué van a opinar mis padres de esto, en serio. Dudo mucho que permitan que te quedes— comentó pero se dio cuenta de que Hinata temblaba demasiado. Después de todo estaba empapado. Iba a pillar una pulmonía si no se cambiaba—Bueno...— carraspeó con cierta molestia en la voz— Sólo por esta noche.
A Hinata se le iluminaron los ojos.
—¿De verdad?
—No te emociones. Mañana hablaré con mis padres. Pero lo más seguro es que tengas que irte. No hay espacio en mi casa y mucho menos para personas tan ruidosas como tú— mentira. Mentira.
MENTIRA.
Si por cada mentira que hubiera dicho le hubiese crecido la nariz, a esas alturas ya sería Pinocho-Kagemocho.
Sabía de sobra que sus padres dejarían que Hinata se quedase porque estaban deseando conocer a algún amigo suyo y no es que abundasen precisamente. Con lo insociable que solía ser normalmente, no había llevado nunca a nadie a su casa. Nunca. Ni siquiera para tomar el té o jugar a las cartas, así que tenía la certeza absoluta de que acogerían a Hinata como si fuese su propio hijo. Además, en la casa había más que espacio suficiente.
¡Pero maldición! ¡Él ya tenía bastante con aguantar a aquel idiota en la escuela! ¡Si tenía que convivir con él durante dos o tres semanas, acabaría siendo ingresado en un manicomio!
Aunque por otra parte, tampoco podía abandonarle solo a su suerte en la calle. Si lo mataba un rayo y la policía encontraba el cadáver, la culpa recaería en su conciencia y no podría convivir con ello durante el resto de su vida.
Cabeceó hecho un lío. Ya pensaría en qué hacer con Hinata al día siguiente. Ahora debían dormir.
Cuando ambos subieron las escaleras procurando no hacer mucho ruido y entraron en la habitación, el poco optimismo que Kageyama había logrado reunir se fue por el desagüe.
—¡Woooaa! ¡Así que este es tu cuarto!— exclamó Hinata abalanzándose sobre la cama con toda la confianza del mundo.
—¡Eh, qué haces! ¡Cámbiate de ropa de una vez! ¡Vas a empaparlo todo, imbécil!
Hinata obedeció al ver que su compañero le lanzaba una mirada asesina y se puso el pijama a toda prisa.
Kageyama suspiró. Empezaba a sentirse agotado y Hinata ni siquiera llevaba media hora allí. Pobre de él, su salud ya estaba viéndose afectada. Definitivamente no había sido buena idea dejar que se quedase.
—Kageyama… — murmuró Hinata devolviéndolo a la dura realidad— ¿Dónde… voy a dormir?
Tobio empezó a reírse cual psicópata desquiciado.
—¿Dónde crees? En el suelo.
—¡¿Hah?! ¡Ni hablar! No es justo— dijo contrariado— ¡Ah! Ya sé. ¡Tu cama es muy grande!
—Olvídate.
—¿Por qué?
— Porque es mi cuarto. Es mi casa. Por si no lo sabías, yo mando aquí, Hinata.
—Y yo soy tu invitado, rey— soltó de forma mordaz, cerrándole la boca de una vez por todas.
Kageyama apretó la mandíbula y cedió. Sí invitado, claro.
—Es-tá-bi-en. Pero como me roces sólo un milímetro o me des alguna patada o me ronques en el oído o hagas cosas raras o me toques…
—Lo sé, lo sé, Kageyama. Me echarás de la cama.
—De un puñetazo. Bien, lo has entendido. Aunque ahora que lo pienso... con lo enano que eres dudo que el espacio sea un problema.
Zas.
Cinco puntos para Kageyama.
Ahora estaban empatados.
Hinata entrecerró los ojos y estuvo a punto de empezar otra de sus interminables discusiones pero en ese momento sonó un fuerte relámpago y se metió en la cama como una exhalación. Kageyama inhaló intentando mantener la compostura, o más bien, la cordura y apagó la luz.
Luego se aproximó a la cama y le pegó un fuerte empujón a Hinata para que se hiciera a un lado, apretujándolo contra la pared.
—No puedo respirar. ¡Me estás aplastando, K-Kageyama! ¡ Tienes casi toda la cama para ti solo!
—Te aguantas. Es mi cama.
Pero cuando pasaron unos minutos y Hinata se quedó dormido, Kageyama ya no pudo decir lo mismo, porque el chico se había apoderado de su territorio por completo, se le había echado encima, le estaba roncando en el oído y no dejaba de darle patadas, como él, efectivamente, se había imaginado.
La vena de su frente palpitó con fuerza.
Sí.
Le esperaban, lamentablemente, unas semanas muy duras.
Sin embargo, Kageyama no tenía ni idea de que… que Hinata Shōyō se quedase en su casa como inquilino no deseado iba a ser la menor de sus preocupaciones.
Y os preguntaréis, ¿por qué?
Pues resulta, lectores, que dos cuervos, intentando resguardarse de la lluvia bajo un cochambroso paraguas, contemplaban, desde la calle, la casa de Kageyama con total estupor. Habían presenciado todo lo sucedido desde lejos y habían sacado sus propias conclusiones.
Conclusiones… no muy acertadas, la verdad.
—¿Has visto, Tsukki? ¿Qué hacía Hinata en casa de Kageyama a estas horas? Oh, mira… las luces de su cuarto ya no están encendidas. ¡Eso quiere decir que están… juntos… en su habitación!
—Quizá… el rey egocéntrico y Hinata tienen… un romance. Ahora que lo pienso es demasiado obvio. No sé cómo no nos hemos dado cuenta antes.
Yamaguchi continuaba perplejo.
—Tienes razón… pero, ¿por qué no nos lo han contado?
—¿Tú qué crees, Yamaguchi? Imagínate el escándalo que se armaría en Karasuno si alguien descubriese que dos miembros del equipo de vóley masculino están enrollados.
Yamaguchi se quedó en silencio, asimilando la información.
—Entonces… es mejor que no digamos nada, ¿no? Esto… esto es muy impactante.
Tsukishima lo miró a los ojos y sonrió maliciosamente.
—No seas ridículo, Yamaguchi. Tanaka y el resto del equipo deben saberlo. He de admitir que me molesta que nos hayan mantenido al margen y no nos hayan contado su secreto.
En realidad le importaba un bledo. Y quizá ni siquiera existía algo entre Kageyama y Hinata. No tenían pruebas consistentes… aunque la imagen que acababa de presenciar le hacía albergar serias dudas.
—¿Se te ha ocurrido algo, Tsukki?— preguntó Yamaguchi sin dejar de sostener el paraguas. Habían salido muy tarde del cine y no esperaban encontrarse a nadie en la calle. Así que ver a Hinata invadiendo misteriosamente la casa de Kageyama a esas horas de la noche lo había pillado por sorpresa.
—De hecho… sí. Si no nos quieren decir la verdad, entre todos haremos que acaben confesando a la fuerza.
Yamaguchi esbozó una sonrisa.
— Oh, ya sé, podemos secuestrarlos, llevarlos al gimnasio, atarlos y hacerles cosquillas en los pies hasta que confiesen. O… también podemos ponerles un saco en la cabeza, quitarles la ropa, lanzarles los balones de vóley y amenazarlos con no ir a Tokio hasta que reconozcan que están saliendo juntos.
Tsukishima miró muy serio a Tadashi y se ajustó las gafas.
—Oye Yamaguchi… ¿estás bien? Creo que la película de esta noche te ha afectado seriamente a la cabeza— susurró revolviéndole el cabello, algo que no solía hacer muy amenudo.
Tadashi, al notar el calor de su mano acariciándole el pelo, se sonrojó haciendo que sus pecas resaltasen más de lo habitual pero Tsukishima no se percató gracias a la oscuridad de la noche.
—He exagerado un poco, Tsukki, tienes razón— murmuró desviando la mirada.
—Aunque lo de amenazarlos con no ir a Tokio es buena idea. Imagínatelo. El rey egocéntrico seguramente se volvería loco. En fin, será mejor que volvamos de una vez a nuestras casas antes de que nos caiga un rayo encima. Ya tomaremos medidas mañana. Esto va a ser entretenido.
Yamaguchi asintió y ambos se marcharon apresuradamente al notar que la lluvia caía con mayor intensidad que antes.
En conclusión… si Kageyama hubiera sabido lo que se avecinaba, quizá hubiera hecho las maletas, se hubiese dado a la fuga cual preso y hubiese abandonado la ciudad, pero esa noche… esa noche mis queridos lectores…sólo se limitó a criticar, a maldecir y a despotricar contra Hinata por estar robándole un pequeño, frío y minúsculo hueco de su cama.
Absurdo, ¿no? Pero viniendo del rey, ¿qué esperabais?
Bueno, bueno. Estaba pensando en dejar esto como one-shot pero una cosa ha llevado a la otra y cuando lo he terminado me he dado cuenta de que daba para más.
Para mucho más. A ver qué opináis vosotras. Estoy replanteándome incluir otras parejas porque realmente me gustan casi todas aunque el Kagehina siempre será mi favorita *-* Después el Tsukiyama... se nota, ¿verdad? :) Por otra parte, de momento voy a dejar el fic en rate T, porque hay veces que he escrito escenas subiditas de tono, pero si os digo la verdad, lo que es lemon yaoi… nunca he escrito ninguno. Eso sí… tengo ganas, no os voy a mentir. Ahora...me da miedo, lo admito, porque no sé lo que puede salir.
Por otro lado… en caso de que hubiese lemon en la historia, será más adelante, porque soy masoquista-mucho- y me gusta que las cosas vayan avanzando poco a poco, que así hay más feels y fangirleo loco. Pues eso, cualquier sugerencia, petición, etc. serán bien recibidas y bueno, hablando de un futuro… ¿qué pensarán Tanaka y el resto del equipo de todo esto? ¿Los secuestrarán y les harán cosquillas en los pies hasta que confiesen? XDD A todo esto, qué perverso es Tsukki, pero a mí me encantan los malentendidos así que le hago la ola jajajaja Y en cuanto a Hinata y Kageyama, madre mía los dos viviendo bajo el mismo techo, va a ser catastrófico. Si el moreno sobrevive a todo esto, será un milagro. Y a saber cómo se toman sus padres la larga visita de Hinata. Qué ganitas de que empiecen a existir feels entre mis polluelitos bonitos.
En fin, os dejo que si no me enrollo cual persiana y no paro. ¡Muchos besos Hinatosos y alabado sea Kagemocho… err Kageyama! xDD
