JenRuki


Después de la despedida de nuestros digimon, ya no habían excusas para volver a reunirnos y tenía que admitir que sentí un dolor en mi corazón, porque ellos lograron llegar a mi a pasar de mi carácter, con el objetivo de solucionar problemas que realmente no eran los de ellos, lograron arrastrarme a la que había sido la aventura de mi vida. Y no podía estar más agradecida, gracias a ellos mi relación con Renamon cambió y había llegado a ser lo que siempre sería, aunque ella no estuviera cerca de mí.

Los días comenzaron a pasar y no sabía nada de ellos, aunque de todas formas todo era aún un caos en la ciudad, suponía que era muy probable que ni siquiera se encontraran en las cercanías.

Más pronto de lo que creí la ciudad volvió a ser lo que era, y me sorprendió lo frágil de la memoria de la gente, lo que en un principio me molestaba, pero a la larga comprendí que era lo mejor, la gente olvida lo que no necesita saber.

Desperté con el llamado de mi abuela, dijo algo de que me esperaban para tomar el desayuno. Había oído a mamá que tendría que viajar para una sesión de fotos muy temprano esa mañana, tal vez algún imprevisto surgió y finalmente aquello no se dio. No me gustaba ser despertada, pero ya no había vuelta atrás. Fui al baño, me vestí y fui por el desayuno, pero no me encontré a mamá ahí, si no a Takato y Jenrya. Estaba sorprendida de verlos, y más ahí conversando con mi abuela con tanta familiaridad. Mi corazón se agitó y me sentí feliz de que estuvieran ahí.

—Chicos ¿qué están haciendo aquí?
—¡Ruki! – gritó entusiasmado Takato.

Él se levantó y corrió a abrazarme a pesar de la mirada que le dirigí, él la ignoró y de todas formas lo hizo. Takato seguía siendo muy demostrativo con sus sentimientos y lo quisiera o no era la persona más cálida que había conocido.

Jen se levantó y se acercó a mí, me sonrió e hizo una reverencia a modo de saludo. Por un segundo creí que me abrazaría, casi lo esperé… pero tan pronto lo pensé lo descarté. Él no era así, él no se dejaba llevar y no transgredía los límites y sentí algo que asimilé al disgusto.

—Es bueno ver que estás bien – dijo Jen.
—Gracias, lo mismo digo – respondí.

Terminamos de comer y salimos a caminar. Tal como había pensado supe que tanto Takato como Jen no estuvieron en la ciudad por un tiempo, pero que ya habían vuelto y prometieron, más bien Takato lo hizo, compensarme por el tiempo perdido.

El tiempo comenzó a pasar más rápido de lo que fui capaz de notar y Takato y Juri finalmente se confesaron sus sentimientos y comenzaron una relación. Me alegré por ambos, porque ella era una persona que necesitaba mucho afecto, dedicación y comprensión, y Takato era la persona correcta para sanar todas sus heridas porque él la quería de verdad y siempre le gustó, por lo que cuidaría bien de ella, pero aquello significó que nuestras salidas dejaron de ser prioridad para él. Los cambios eran algo a lo que yo ya había asumido que me asustaban y me costaba adaptarme a ellos.

Creí que Jen y yo dejaríamos de juntarnos porque siempre creí que era nuestro amigo en común quién lo arrastraba, pero al contrario de lo que pensé, él y yo nos acercamos más. No era extraño verlo conversar con mi abuela mientras me esperaba y que ella lo arrastrara a comer con nosotras, o que paseáramos por ahí con Shuichon o en muchas ocasiones también solos. No solíamos conversar mucho, sin embargo aún así me gustaba, con él no tenía que fingir alguien quien yo no era, no ocultaba mi desagrado hacia lo que estuviera de turno y por lo que viví después ese mismo día, él no se molestaba en reprimirse más. Me asusté, nunca esperé que él tendría esa reacción violenta y menos por mi causa, pero por un segundo… le temí. Un tipo me pasó a llevar y me lastimó, el sujeto se percató, pero aún así no pidió disculpas, lo que le iba a reclamar, pero Jen se adelantó. No comprendí por qué estaba tan enojado y estaba exigiéndole que se disculpara de una forma muy demandante, no obstante ante su negativa, Jen lo golpeó, sin ninguna otra clase de provocación. No se detuvo hasta que le pedí por favor que parara. Él se sintió avergonzado, y yo no sabía qué decir, Jenrya se excusó y se marchó. Yo estaba tan sorprendida que no fui capaz de retenerlo.

Sí, lo sabía. Él tenía algo oscuro en su interior que en contadas ocasiones salía a relucir, y cuando lo hacía era alguien muy distinto a quien solía ver.

El torneo nacional de cartas Digimon se aproximaba y yo había sido personalmente invitada por la organización a participar por mi título obtenido años antes. Ellos no entendían el por qué había dejado de jugar, y cada año me llegaba una invitación; la diferencia de este año era que Akiyama jugaría también. Seguía siendo muy competitiva en esencia y con él tenía un enfrentamiento pendiente. Después de consultar con mis amigos supe que Takato no estaba interesado en participar, Hirokazu no tenía ninguna ambición en especial y participaría hasta donde pudiera llegar, y Jenrya aunque era muy bueno con ellas, prefería no jugar. Después de muchas batallas, me encontraba en la semifinal y todos estaban expectantes porque la batalla entre el "Rey" Akiyama, y la "Reina Digimon", yo, se llevaría a cabo. Yo no buscaba el reconocimiento de ese montón de nerds, lo que yo quería era saber era si yo hubiese obtenido el título si él hubiese estado desde un principio, aunque por supuesto el sentimiento no era el mismo, ganar ya no tenía el significado de ese entonces. Era impresionante el apoyo que recibía Akiyama ¿nadie más acaso percibía su actitud fanfarrona que trataba de ocultar bajo esa careta de humildad mal disimulada?

Él me dejó ganar, lo supe de inmediato al quitarle la otra carta que tenía en la mano. Aquello me dejó irritadísima y cuando los nerds comenzaron a pedir un beso entre nosotros, yo ya no cabía en mi ira, eso hasta que Ryo Akiyama efectivamente me besó. Eso no fue lo peor, si no que en el fondo me gustó, pero lo empujé al abrir los ojos y ver que Jenrya miraba desde el público con un rostro bastante serio. No sé por qué, pero no me gustó que él viera eso.

Akiyama me dijo sonriente y acercándose a mi nuevamente, que no hiciera un escándalo de eso y que él se debía a su público, y que por eso lo había hecho, pero bajo esa piel bronceada y resplandecientes dientes blancos, pude percibir un leve sonrojo. Me pidió hablar con él en un momento, lo que acepté porque tenía mucho que decirle.

—¡Como me vueltas a besar te vas a enterar! – Lo amenacé
—Admite que no estuvo tan mal – dijo sonriendo.
—¿Por qué me dejaste ganar? – pregunté más triste que enojada.

Él no me respondió, pero pude ver cómo se acercaba y reconocí la mirada como la misma que tenía no hace mucho rato atrás, cuando osó besarme y aunque pude evitarlo, no lo hice. Acepté su beso e incluso dejé que me abrazara. Cerré los ojos y me dejé llevar por él.

—Yo sé que te gusto, pero sé que también no me soportas y realmente no comprendo por qué, pero me gusta provocarte esos sentimientos ambiguos.
—¿Tú crees que caeré como las demás con tus palabras?
—¿Qué otras? Pareces tener una idea equivocada de mí.

Sí claro, una idea equivocada de él… pero no tuve tiempo de pensarlo, porque nos miramos y volvimos a besarnos, y fue cuando supe que ya no podría detenerlo, estaba empezando a conocer una faceta desconocida de mi, la clase de faceta que no había manera de que descubriera por mí misma. Escuchamos voces y nos separamos y reconocí una de las voces como la de Jen y los demás y me puse muy nerviosa. Después de una conversación entre todos con Akiyama, nos retiramos del lugar.

Estuve ida todo el camino de retorno a casa, Akiyama besaba increíble, era muy atractivo y era mayor ¿qué habría visto en mi? Él podía tener a la mujer que él quisiera a su lado, pero llevaba años provocándome y de alguna manera siempre intuí que era para lo que había pasado y yo finalmente caí en sus garras. Me molestaba ese hecho, pero me gustaba también y decidí darle un voto de confianza.

Sentía que me observaban, pero cuando buscaba en los alrededores no había nadie prestándome atención, eso hasta que mis ojos se encontraron con los de Jen y me sentí escrutada por él. Su mirada me parecía especialmente sobrecargadora y traté de ignorarla, pero no me resultaba demasiado fácil.

Pensé que lo acontecido con Akiyama se mantendría en lo que quedó ese día, en nada. Pero me equivoqué, llamaba a mi móvil casi a diario y a veces me encontraba a mi misma esperando su llamado cuando pasaba de la hora habitual en la que siempre lo hacía y poniéndome más contenta luego de eso, y cuando me anunció que vendría a la ciudad no pude mas sino inquietarme. Él no me estaba dejando tomar decisiones ni me daba tiempo para responder, porque él sabía que sería una negativa por mi parte, y Akiyama no daba lugar para titubeos.

Estaba a poco de salir cuando me encontré con Jenrya tomando té con mi abuela y observé cómo conversaban amenamente. Me quedé observando un momento la imagen. Jen y mi abuela se llevaban genuinamente bien y una sonrisa se apoderó de mis labios, la cual la no duró demasiado ya que pronto recordé que Akiyama me estaba esperando y yo iba a tener que declinar la visita de Jenrya porque él no me avisó que vendría. Sería la primera vez y no sabía cómo decírselo. Me acerqué a ellos y Jen me sonrió de un modo que hizo que mi estómago sufriera un retorcijón, y desde ese momento me costó mirarlo a los ojos, ni siquiera pude hacerlo cuando le dije que sentía no poder quedarme, pero que ya tenía un compromiso. Él me dijo que todo estaba bien, pero yo sentí como si estuviera todo mal, fue por un momento pero pude apreciar su decepción y no me gustó.

Llegué un poco tarde pero Akiyama me estaba esperando y al verme hizo un gesto, él no me recriminó que llegara tarde más de treinta minutos. Lo que me alegró, porque no era muy buena inventando excusas y no me encontraba especialmente animada, lo que él notó.

Pasar el rato con él fue mejor de lo que pude haber creído en un principio, él no trató de besarme, ni de tomar mi mano, ni hizo nada de lo que pensé que podría hacer que me pudiera incomodar, de hecho trató de animarme y a la larga lo consiguió. El tiempo pasó rápido y ya era hora de volver a casa, Akiyama insistió en ir a dejarme a casa pero yo no quería que lo hiciera, aunque su insistencia nuevamente superó mi porfía. Cuando nos fuimos acercando a casa yo comencé a arrepentirme de haber aceptado su compañía. Insistí en que vivía cerca y que no era necesario que me dejara justo afuera, él captó algo pero me condicionó. Me dijo que sólo lo pensaría si lo besaba, aquello me provocó un poco de risa, ya me parecía que había algo escondido tras su insistencia, pero no me importó, yo de todos modos deseaba hacerlo, así que el que lo incitara él me facilitó las cosas. Me acerqué a él y frente a él noté la diferencia de tamaño, él estaba cerca de cumplir los diecisiete años y su altura lo delataba, tuve que empinarme para lograr mi objetivo, y él no me lo facilitaba, pero cuando estuve a punto de rendirme, él me tomó sorpresivamente del mentón y me dio un beso que nada tuvo que ver con los que nos dimos con anterioridad.

Mientras caminaba el poco trecho que quedaba de vuelta a casa pensaba en que me sentía contenta, yo sabía que era bonita, no era ciega y pero cuando él me dijo "eres hermosa" eso tomo una connotación realmente distinta. Al llegar a casa mi abuela me preguntó si de vuelta me había encontrado a Jen, que no hacía mucho se había ido, no supe cuál fue su intención al agregar que le parecía que él me había estado esperando, pero aquel comentario me bajó de la pequeña nube de ego en la que me hallaba, y tuve un mal presentimiento. ¿Por qué estaría aún él en mi casa? y aún más importante ¿cabía la posibilidad de que me hubiese visto con Ryo? Quería creer que no, pero había algo en mi interior que me decía que era muy posible que así había sido. Aún cuando escuchaba a mi abuela preguntarme a dónde iba, yo sólo corrí sin pensar mucho excepto en ir en dirección a la ruta por la que sabía que Jen solía tomar para ir a su hogar, pero no lo encontré. No podía evitar sentir la incomodidad pensando en que tal vez me hubiese visto y lágrimas se comenzaron a acumular en mis ojos, pero las controlé para que no salieran pensando que no tenía motivos para estar llorando, me convencí a mí misma.

Una vez de vuelta a casa, busqué a mi abuela que estaba chateando con sus amigos, lo que me parecía extraño porque había estado diciendo que había algo más en su equipo, pero no fue necesario que formulara la pregunta, porque ella me respondió que Jenrya lo había solucionado por ella. Perdí la paciencia al escuchar su nombre nuevamente y le grité que lo adoptara si era tan bueno. Oír una risilla burlona proveniente de ella que fue como echarle más leña al fuego, pero preferí ir a mi habitación, antes de decir algo de lo que luego me podría arrepentir.

Estábamos a poco de iniciar las clases y Jen ya no iba a verme. Las preguntas de mi abuela al respecto me sacaban de quicio porque yo misma no quería enfrentar los hechos y podía darme una ligera idea del por qué. Ese día debía ir a comprar una mochila nueva ya que la anterior estaba muy desgastada y aunque odiaba ir de comprar intenté llamar a Jenrya, pero no me contestó. Lo que no era demasiado extraño en esos días, pero pronto supe por qué, Jen estaba siendo acompañado por una chica que parecía mayor que yo y Shuichon estaba un poco más allá. Aquella visión no me gustó ni un poco… siempre éramos él y yo acompañando a Shuichon. Mi abuela que decidió que quería acompañarme al centro comercial divisó a Jen y estuvo a poco de acercarse a él, pero comprendió que yo no quería eso y se contuvo.

Akiyama debía tener alguna clase de sensor porque llamó cuando me encontraba más complicada, no era mi intención aceptar una cita pero él sabía que si esperaba a recibir un sí de mi parte seguramente todo se quedaría en nada.

Me costó conciliar el sueño, me encontraba a mi misma con demasiada energía y cuando finalmente logré desconectarme de mis pensamientos, recibí una llamada en mi celular, contesté sin siquiera mirar el identificador de llamadas y fue a Jen a quién oí al otro lado. Él me pidió si podía salir en ese momento y su tono de voz sonaba más bien a exigencia que a petición, así que accedí de inmediato y no le pregunté por qué. Me vestí rápidamente y era muy temprano en la mañana, apenas si se veía algo afuera. Sin hacer ruido salí y él se encontraba ya afuera. Apenas se dio cuenta de que yo estaba ahí empezó a caminar a grandes zancadas y yo apenas era capaz seguirlo. Mi cuerpo entero temblaba pero no estaba completamente segura de si sólo era por la fría madrugada. Seguí su ritmo lo más que pude hasta que comprendí que Jenrya no se detendría y tuve que pedirle que parara. Él no se volteó, pero dejó de caminar. Me acerqué a él y ya había aclarado suficiente para poder ver bien su rostro y pude apreciar sus ojos llorosos. Me tomó un momento decidir si debía o no acercar mi mano para limpiar la humedad de sus ojos, lo que finalmente intenté, pero antes de que pudiera tocarlo él rechazó mi toque y de una manera no muy cortés, fue incluso un tanto violento y me sentí mal ante su reacción, pero lo volví a intentar y la segunda vez él me lo permitió. Jen no me miraba directo a los ojos y quise que lo hiciera, quería ver mi reflejo en sus grises ojos ya no tan acuosos, pero que brillaban más de lo que había nunca antes había notado. Observé el contraste de su piel y la mía y quedé un poco embelesada con la suavidad de su rostro. Nunca habíamos tenido esa clase de acercamiento pero lo sentía natural, yo quería memorizar con el tacto todo de él. Jen rozó sus labios con los míos, como pidiéndome permiso y sentí un hormigueo muy similar a las cosquillas y de pronto necesité más que ese simple toque y rocé yo también con mis labios los suyos, y sin darnos cuenta comenzamos a besarnos ávidos uno del otro. Mi corazón palpitaba agitado y no estaba segura de dónde debía colocar mis manos, algo debió intuir él, porque con sus propias manos tomó las mías y las entrelazó con las suyas. Nunca me habían tomado de la mano y sentir mis dedos separados por los suyos era, cuando menos, extraño. Pronto comencé a sentir una sensación de saciedad que no había experimentado antes, no tenía hambre, no tenía frío, estaba como quería con quien quería estar. Descubrí que me gustaba Jen más que un amigo, aunque lo había sospechado con anterioridad, no pensé que fuera algo más que una atracción, pero no sabía bien qué decir luego de lo acontecido.

Él me miraba ahora a los ojos y no era capaz de desviar la mirada, cuando él juntó su frente y la mía, y comenzó a hablar, supe que lo que temía había definitivamente ocurrido, él si me había visto.

—Pertenezco una familia grande. Tengo tres hermanos y me he visto obligado a intentar destacar dentro de mi familia para obtener la atención que a veces egoístamente buscaba, pero qué puedo hacer si también la necesito. Conozco a la perfección los conceptos de compartir y ceder… y yo no quiero compartirte, Ruki.
—Yo… - intenté decir algo pero no estaba segura de qué.
—No sé qué es lo que tengas con Ryo pero no me gusta. Si estás con él no habrá un lugar en tu vida para mí y sólo me di cuenta de esto después de ver como lo besabas.
—No es que yo te guste… sólo tienes miedo de perderme como ya ocurrió con Takato ¿es eso? ¿no?
—¡No! ¿Por qué estás tergiversando lo que digo?-dijo molesto y extrañado
—Escúchame tú ahora. No tienes ningún derecho a hacer esto. No vuelvas a besarme ni a acercarte a mí.

Salí corriendo luego de ver su cara de estupefacción y agradecí que no me siguiera. No pude manejar lo que sentía por él y si él decía lo que yo creía que terminaría diciendo no sabría cómo reaccionar. Busqué la salida más fácil y fue no enfrentar lo que estaba pasando, pero internamente yo ya había resuelto todo: a mi me gustaba Jenrya, pero también tenía sentimientos por Akiyama; la diferencia era sutil pero abismante… con Jen me sentía totalmente expuesta y con Akiyama me sentía en terreno seguro... por muy contradictorio que fuera…


Había mirado muy por encima del hombro a Digimon Tamers, pero lamenté haberlo hecho. ¡Me encanta ahora!
Espero que les agrade, y agradecería su opinión al respecto.