¡Hola hola!
En un pequeño momento de inspiración, y como si se tratase de una visión pensando en el tema, decidí escribir ésto porque me parecía tan perfecto y tan acorde, que no pensé que hiciese falta fuese un lugar a ciencia cierta, puesto que... ¿Quién conoce todos los rincones de su corazón?
Sin más dilación, espero que disfrutéis con el pequeño one-shoot.
Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenecen, todos son propiedad del magnífico George RR Martin.
El viento atizó su largo pelo negro. Un gemido ahogado de placer salió de su garganta cuando pudo dejar caer su cuerpo cansado y entumecido contra aquel suelo helado que tan familiar le era. No podía creer que lo había conseguido... Lo había conseguido... Cerró los ojos un instante, intentando recobrar el aliento perdido, jamás se hubiese imaginado que fuese tan duro.
De pronto, sintió un aliento contra el suyo, tan caliente que no notaba el viento frío que lo golpeaba, se obligó a sí mismo a abrir los ojos.
Ahí, yacía ella. Recordaba como la había tomado para no caer al vacío, totalmente desesperado, e inmediatamente, ambos habían caído rendidos.
La observó detenidamente, aún tenía los ojos cerrados, y dejaba exhalar todo el aire por su pequeña boca. ¿Cómo había llegado hasta allí? Deslizó su mirada por todo su rostro, evaluando algún rasguño que pudiese haber sufrido. ¿Cómo había llegado hasta allí? Su pelo estaba tapado por aquella capucha que, incluso con ella, podía decir era la mujer más preciosa que había encontrado fuera de la que consideró algún día su casa.
Ahora... ¿Dónde estaba su casa? Tragó saliva dubitativo, todavía con la mirada puesta en la mujer que tenía junto a él.
¿De verdad... Había abandonado la que había sido su tierra por ella? ¿Todo lo que creyó y por lo que luchó algún día? ¿Ahora, dónde pertenecía? ¿Le pertenecía a ella?
Su mano se deslizó lentamente hacia él, colocándola con cuidado sobre su pecho. Algo confundido, aguardó a alguna reacción por su parte. Lentamente, la pelirroja esbozó una suave sonrisa, manteniendo la mano en su cuerpo... ¿Se había asegurado de que estaba bien? ¿Se había asegurado de que... No había huido?
Comido por la impaciencia de saber si se encontraba bien, se acercó un poco más a ella, rodeando con sus brazos su cuerpo, dándose cuenta que el temporal había pasado, ¿cuánto tiempo había pasado desde que tocaron la cima?
- Ygritte...- Murmuró suavemente, sin saber si estaba despierta.
- Jon Nieve...- Respondió de la misma forma, entrecerrando los ojos con lentitud.
- ¿Estás bien?- Preguntó el hombre, evaluando a su mujer.
- Éso debería de preguntártelo a ti.- Sonrió de oreja a oreja.
Aquella visión, maravillaba los ojos de Jon, a veces solo con mirarla, entendía qué hacía allí junto a ella. Algo conmovido y emocionado, acercó sus labios a los suyos con urgencia, buscando cerrar su boca contra la de él mismo, los brazos de Ygritte rodearon su torso apretándose contra él, sin querer un mísero centímetro separándolos.
- Veo que alguien tiene energía para continuar después de todo.- Mordió el labio de Nieve con algo de fuerza, aún sonriendo entre medias, volviéndolo a besar con la misma furia.
- No te imaginas.- Sus labios se estiraron inconscientemente, devolviéndole la sonrisa mientras la besaba.
Se separaron tras minutos, nadie se atrevió a interrumpirles. Si algo había demostrado, es que ya no era un Cuervo, era uno de ellos. Sus ojos grises azulados eran... Hipnotizantes. Llevó una de sus manos, envueltas en manoplas, hasta su rostro, acariciando su piel aunque no la sintiese. Ella cerró los ojos contra su mano, disfrutando de su tacto, de su calor. Se deleitaba con aquella visión encima de ella...
- Espera.- Susurró de pronto la salvaje cuando trató de moverse, por lo que Jon se apartó y la dejó incorporarse bajo su atenta mirada.- Ven.- Le tendió la mano de forma convencida, por lo que no pudo hacer si no tomarla sin pensarlo ni si quiera.
Tomado de la mano, lo condujo hasta uno de los bordes del Muro, haciéndolo mirar hacia donde en algún lugar, se encontraba Invernalia y todo lo que creyó conocer algún día.
- ¿Qué ves?- Preguntó Ygritte aún con su mano entrelazada con la de Jon.
- Veo...- Murmuró para callar un instante, pensando, añorando partes de su infancia.- Mi pasado.- Terminó deleitando a sus ojos con aquellas vistas que meses atrás, había acabado aborreciendo.
¿Cuánto tiempo había estado fuera?
- ¿Y tú qué ves?- Preguntó Jon ahora, pegándose más a la pelirroja.
- Yo veo belleza... e injusticia.- Susurró en un hilo de voz casi mudo, no había ninguna pizca de odio en su tono, simplemente una profunda tristeza. Rodeó con uno de sus brazos su cintura, en símbolo protector.- No creo que ésta Tierra fuese para nosotros...
- ¿Por qué?- Nosotros. "No creo que ésta Tierra fuese para nosotros", aquellas palabras, calaron dentro del bastardo.
- ¿Fuiste feliz aquí?
- No estoy seguro.- Torció la boca algo dubitativo, sin saber exactamente qué decir, o qué no.
- ¿Fuiste feliz conmigo?
- Sí.- Asintió, ésta vez totalmente decidido, y un pequeño hueco se creó frente a él mismo. ¿Ya no... pertenecía a aquel lugar?
- Entonces... ¿Por qué querías volver a un sitio... Que ya no conoces?- Preguntó mirando en la misma dirección que Jon.- ¿Quién eres?
- Yo...- Cortó sus palabras mirando a la pelirroja. ¿Quién eres? El aire de la altura, mecía el cabello de Ygritte y el sol de un nuevo día bañaba todo su rostro, dejando que sus ojos brillasen de alguna forma mágica para él. Nunca había visto unos ojos así. ¿Serían los ojos de la libertad? Sabía que siempre había querido ver lo que había al otro lado del muro... Y allí estaba... compartiendo aquel momento con él.
¿Qué me has hecho Ygritte?
Y volvería a escalar cientos de muros, por ver aquellos ojos brillando emocionados de nuevo.
- No quiero saber quién fuiste allí.- Negó sin dejarlo hablar.
Despertó de su ensoñación de pronto. ¿No quería saber quién era? ¿No quería saber lo que le había estado ocultando tanto tiempo? ¿No quería saber... Por qué había accedido a entrar a la Orden?
- Quiero saber quién eres ahora, Jon Nieve.- Continuó volteando su mirada hacia él.
Impactado, trató de poner algo en claro y de buscar el lugar en su cabeza donde se encontraba tal incógnita, ¿quién era él?
- Soy...- Mantuvo sus ojos fijos en los suyos, confundido.
- Soy tuya.- Terminó sus palabras, refiriéndose a ella misma.- Y éso ningún lugar, por tórrido que sea, podrá cambiarlo, ni si quiera la muerte.
- Soy tuyo.- Habló de la misma forma, entendiendo el llamado de su corazón.- Y éso nada ni nadie en éste mundo, podrá cambiarlo.
Aquello sonó como una especie de confesión, alguna especie de voto matrimonial, uniéndose en un beso tan intenso como necesitado, lleno de todas las promesas que no hacían falta ser pronunciadas.
Pero lo más importante fue que encontró el secreto escondido en algún lugar misterioso de su corazón.
Él era Jon, el compañero de vida de Ygritte, y no Jon Nieve, el bastardo de Ned Stark.
Y si iba a morir, prefería hacerlo bajo ése nombre.
¡Espero antes todo que os haya gustado y también que me dejéis una review para saberlo! Sabéis que me encanta saber vuestra opinión.
Muchas gracias por leerme, de verdad.
¡Hasta pronto querides lectores!
