Eran las tres de la mañana cuando sonó el teléfono. Estaba lavando los platos de la cena con Quinn, quería que ella se quedara a dormir, pero al otro día ella tenía una sesión de fotos y debía estar bien descansada además de que necesitaba sus materiales.
Estaba tan concentrada en lo que hacía que el sonido hizo que pegara un salto en el lugar. Cuando me di cuenta que el sonido provenía del teléfono mi mente comenzó a trabajar a toda velocidad.
"¿Quién sería a esta hora? No creo que sea mi padre, es muy tarde y sabe que por cualquier emergencia debe llamarme al celular. Santana no es porque hoy tenía una cita con Britt, así que deben estar muy ocupadas. Kurt esta de luna de miel con Blaine por lo que queda desechado. Quinn se fue hace 15 minutos y tiene un viaje de 45' hasta su casa, por lo que no creo que sea ella, después del accidente es totalmente precavida a la hora de conducir…"
El segundo tono me sacó de mis pensamientos. A paso inseguro me acerqué hasta el aparato y descolgué.
– ¿Hola? – pregunté asustada.
– ¿Es usted la señorita Rachel Berry? – dijo una voz masculina.
– Sí, soy yo. – contesté.
– Usted aparece como contacto de emergencia de la señorita Quinn Fabray... – me informó.
– Si, si, es mi novia, ¿le sucedió algo? – interrumpí desesperada.
– La señorita ha sufrido un accidente. – sentí como mi corazón se detenía. – Un conductor borracho se ha salteado un semáforo en rojo y ha embestido el carro de la señorita por el lado del conductor. – yo no lloraba ni hace nada, estaba en estado de shock. – La joven fue trasladada al Hospital Central de Nueva York. Si quiere más información le recomiendo que se acerque hacia allí.
Creo que antes de colgar le di las gracias, pero no estoy segura. Recuerdo vagamente haber tomado las llaves de la casa, un poco de dinero y el celular. Bajé corriendo las escaleras y paré el primer taxi que paso; le dije al conductor mi destino y dirigí toda mi atención a la ventanilla.
En cuanto el automóvil se detuvo le arrojé al hombre un billete de 50 dólares y salí corriendo.
En recepción pregunté por Quinn y me dijeron que la estaban operando. Cuando, luego de un rato, iba a preguntar por más información escuché que un médico preguntaba por algún familiar de mi rubia.
– Yo… yo soy la novia. – susurré con la voz rota. Lo miré a los ojos y comencé a llorar. Ya sabía lo que había pasado, solo ver la expresión del doctor me lo había dicho.
El medico dijo algo sobre haber hecho todo lo que habían podido pero que el golpe había sido demasiado directo. La verdad es que no estaba prestando atención. Solo podía pensar en el dolor que sentía en el pecho y en el anillo que tenía en el dedo anular de mi mano izquierda. Mi mente me torturaba repitiendo una y otra vez la escena que había sucedido en mi casa unas horas antes.
Quinn con su rodilla derecha en el piso, mirándome a los ojos mientras me preguntaba si quería ser su esposa y yo respondiendo…
"Siempre".
