FUEGO INFERNAL
A veces hay momentos en la vida de una mujer que nunca se olvidan, que permanecen grabados en nuestra mente para siempre. Tras una existencia llena de constantes guerras, violencia y destrucción, crees que tu corazón se ha convertido en hielo, que eres incapaz de sentir "algo" que no sea sed de sangre y poder. Miedo, tristeza, compasión…son palabras que no tienen ningún significado, aquí… en el planeta Vegeta.
Sin embargo, ese día… ese maldito día… en el que "él" regresó, todas mis fuerzas, toda mi voluntad…todo mi orgullo… se vinieron abajo nada más verle.Intenté odiarle con toda mi alma, con todo mi ser, sólo Dios sabe cuanto me he esforzado… tanto….. para nada.
Un dolor agudo me recorrió el pecho, como si mi corazón me quisiese hacer saber, que aún existía dentro de mí.
Le odiaba… y odiaba en lo que me había convertido por su culpa. Angustia, desesperación, cinismo… pero sobre todo… desconfianza…
Había creado un muro a mi alrededor y no iba a dejar que nadie lo traspasase… jamás volvería a sufrir…nunca más me harían daño.
Sin embargo, y por mucho que lo intentase, siempre venían a mi mente las imágenes de ese beso robado frente al inmenso estanque del palacio real.
Los recuerdos de esas manos fuertes, que recorrían con ansiedad el cuerpo tembloroso y cálido de una mujer, tendida sobre el frío suelo de una sala de entrenamiento.
Los gemidos de placer que se confundían con el sonido de los truenos y la lluvia que golpeaba el techo con fuerza
La sonrisa malévola de un hombre, al sentir las piernas de la Saiyan enroscándose alrededor de su pelvis
La perdiciónpara ella… la victoria para él…
Levanté la vista intentando reprimir las ganas de irme de allí o de arrojarme a sus brazos a la vez, pero ante la contradicción de mis sentimientos, opté por no hacer ninguna de las dos cosas.
Allí estaba "Él"… tan altivo, tan orgulloso, tan arrogante… y tan sensual… que hacía daño mirarlo. Descendiendo de su nave con la gracia propia que le caracterizaba a alguien de su posición… un verdadero príncipe
Poderoso, serio y seguro de sí mismo… no había cambiado nada desde la última vez que lo vi.
Y ese cuerpo… ese cuerpo que conseguía arrancarme un escalofrío de placer cada vez que lo observaba... Con unos músculos de acero, que parecían esculpidos por un artista, tez morena y rostro de facciones marcadas.
Pero sobre todo… destacaba su mirada… una mirada dura y penetrante que lograba hacer estremecer hasta al más valiente, pero que con las mujeres podía conseguir otros efectos…
No pude evitarlo. Nuestros ojos se cruzaron durante más tiempo del deseado, y sentí como mi "revivido" corazón volvía a latir con fuerza.
Una sonrisa sensual, perversa, curvó lentamente sus labios… esos labios que tantas veces había besado y anhelado.
Y entonces me di cuenta. Me di cuenta de que el infierno en que se había convertido mi vida no había hecho más que empezar…
Seis meses antes…
Noté como las frías gotas de agua me mojaban la cabeza y se deslizaban por mi cuello, sintiéndome un poco más fresca en aquel caluroso día de verano. Las temperaturas habían ascendido unos cinco grados respecto al día anterior y el calor era insoportable.
- ¿Por qué siempre que te encuentro te veo con la cabeza debajo del chorro de la fuente?
Abrí los ojos y levanté la cara, sonriendo al Saiyan que se acercaba abanicándose con las manos. Llevaba su largo y abundante cabello sujeto con una coleta, pantalón corto ceñido y una camiseta azul oscuro que en sus buenos tiempos probablemente hubiese tenido mangas.
- ¡No me digas que estabas entrenando con el calor que hace! Bueno… ¡por mucho que te esfuerces nunca llegarás a ser tan fuerte como yo, pequeña! – exclamó inclinándose y poniendo su cara al nivel de la mía
- Quizás si sigo así algún día llegue a serlo ¿no Raditz?- dije siguiéndole el juego, pues ambos sabíamos que desde el momento de mi nacimiento yo ya superaba su potencial.
- ¡Qué seas una guerrera de clase alta no te da derecho a pisotear a los pobres "plebeyos" como yo! - bromeó como hacia siempre en lo referente al tema
Me eché la toalla por los hombros y sonreí levemente. ¡Estaba tan agotada…! Llevaba todo el día entrenando haciendo una parada solo para comer un poco y mi intención era quedarme en la sala de gravedad hasta bien entrada la noche, pero por hoy ya había llegado al límite de mis fuerzas.
- ¿Vendrás a la fiesta de esta noche en la Corte? – me preguntó Raditz sacándome de mi ensimismamiento – Nappa y el escuadrón que partió hace tres días regresan hoy por fin. La conquista del planeta Milt fue más fácil de lo previsto ¡y un completo éxito!
- Yo… esto… lo siento Raditz… pero hoy no me siento con fuerzas… para fiestas… - odiaba negarle algo precisamente a él, que siempre había sido tan bueno conmigo, que siempre había estado a mi lado – dile a Nappa que me disculpe, por favor… y que enhorabuena ¿vale? – hice un gesto con la mano a modo de despedida y me fui a paso rápido, justo a tiempo para no ver la mirada de lástima y compasión que me dedicaba…
Hacía semanas que "otros pensamientos", no relacionados con conquistas de planetas ni entrenamientos, ocupaban mi mente. Pensamientos que quería sacar de mi cabeza, y sentimientos que intentaba borrar de mi corazón.
Nunca me lo hubiese imaginado… ni por asomo, que ese hombre conseguiría trastornarme de tal manera.
- Debería odiarle por lo que me "está haciendo" - pensé en voz alta – ya sé que tengo veinte años y es más que normal que me fije en chicos… pero… ¿por qué precisamente "él"? – me dejé caer pesadamente sobre la cama y miré al techo suspirando.
El príncipe Vegeta…. el hombre más "peligroso" de todo el planeta, y el más misterioso de cuantos había conocido.¡Hasta cuando iba a seguir así! ¡hasta cuando iba a perdurar ese maldito sentimiento en mi corazón! ¿es que nunca conseguiría olvidarle?Dicen que el tiempo lo cura todo, pero ya había pasado un año y medio desde que el príncipe se había ido con su escuadrón a conquistar varios planetas y todavía no parecía que fuese a regresar. No es que temiese por su vida, porque hasta la fecha nadie había conseguido vencerle en un combate pero… la espera se estaba haciendo interminable y yo ya no aguantaba más con este dolor…
**Flashback**
Notaba como el cansancio se iba apoderando de mí y los pies comenzaron a dolerme a horrores. No estaba acostumbrada a llevar este tipo de zapatos tan incómodos para bailar y cada cinco minutos tenía que sentarme a descansar. ¡Hasta el vestido me pesaba ya!.
La música, la comida y la bebida fluían sin cesar. Cientos de estandartes color rojo vino con el símbolo de la familia real colgaban por todas partes, y un gran número de sirvientes corrían de un lado para otro con jarras, cántaros y bandejas.
El palacio estaba precioso. Llevaban casi una semana decorándolo y preparando la fiesta para celebrar la victoria del príncipe Vegeta y su escuadrón en el planeta Nagano.
Y ciertamente estaba resultando todo un éxito.
Sin embargo se estaba haciendo muy tarde y sentía como los ojos se me iban cerrando.
-"¿Dónde demonios se habrá metido este hombre?" – pensé cansada – "¡siempre me hace lo mismo… desaparecer en el peor momento!"
Por aquel entonces yo estaba saliendo con un chico de mi edad… un Saiyan de cara bonita, mentiroso, posesivo y seductor… al cual había perdido de vista para variar. Supuse que estaría coqueteando con alguna otra mujer y la verdad no andaba muy descaminada. A los dos minutos le vi flirteando con una chica de pelo ondulado y con cara de no haber roto nunca un plato
- "Esas son las peores" – pensé yo para mis adentros mientras me llevaba la copa de vino a los labios
Una amiga mía se acercó y me señaló a "la parejita" poniendo los ojos en blanco. Yo hice un gesto con la cabeza como restándole importancia… la verdad es que me daba igual… estaba tan acostumbrada y tenía tanto sueño que ya no me quedaban fuerzas ni para enfadarme.Estuve dando vueltas durante cinco minutos y luego me alejé un poco del bullicio para ver si me despejaba, cuando sentí que una mano me sujetaba por fuertemente la muñeca. Fruncí el ceño pensando que sería mi novio pidiéndome explicaciones de "con quién" había estado esta media hora final cuando irónicamente él había estado tonteando con otra.Pero me equivocaba… era el mismísimo Vegeta con cara de haber bebido más de la cuenta el que "me importunaba". Sentía que se me paraba el corazón cuando dijo mi nombre con una sonrisa descarada recorriendo mi cuerpo de arriba a abajo con la cabeza ladeada
- ¿Eres "tú" verdad? – me volvió a preguntar entrecerrando los ojos.
Me quedé muda de asombro y asentí… ¿el príncipe me conocía a mí?... es cierto que algunas veces que nos habíamos encontrado casualmente nuestras miradas se habían cruzado y cuando él estaba con su amigos y yo pasaba a su lado, los murmullos y cuchicheos se hacían más perceptibles. Pero solo eso… un inocente coqueteo de sonrisas perversas y miradas penetrantes sin malicia alguna… ¿o tal vez no?
Comencé a ponerme muy nerviosa y sentí como un calor abrasador me recorría el cuerpo y el rostro. Entonces se inclinó sobre mí y me susurró al oído con su seductora voz:
- Diviértete ahora cuanto puedas mujer… porque algún día volveré a buscarte para hacerte mi esposa…
Y tan misteriosamente como había llegado, se dio la vuelta y se perdió entre la multitud, dejándome confundida y con el corazón latiendo rápidamente en el pecho.
Aún a día de hoy sigo dándole vueltas a la frase… porque lo que hace tiempo interpreté como una propuesta de matrimonio… ahora intuyo que se trataba de una advertencia…
- ¡Vaya, vaya! ¿a quién tenemos aquí? – gritó Raditz levantando el vaso a modo de saludo - ¿así que al final te has dignado a venir?
- No te confundas…- le advertí sentándome en la silla que estaba enfrente de la suya – he venido al bar a tomar algo para que tengas el privilegio de pasar un rato conmigo peroa la fiesta de después vas a tener que buscarte a otra acompañante…
- De acuerdo preciosa, ya lo he captado… - dijo sonriendo - ¿qué te parece si se lo pido a esa chica que está en la barra con tu encantador "ex"?
Me giré para mirar a donde me señalaba y vi a una mujer con el pelo corto hasta la barbilla, nariz aguileña y boca gruesa, que coqueteaba con él de una forma tan descarada, que daba vergüenza ajena. El susodicho levantó la vista cruzando su mirada con la mía, y cual fue mi sorpresa que a los cinco segundos los tenía plantados a ambos al lado de nuestra mesa. Él me la presentó como "una amiga" por supuesto, a lo que yo respondí levantando la ceja irónicamente, aunque Raditz no se pudo contener, y soltó el comentario de la noche
- ¿Sólo sois amigos? vaya… y yo que pensaba que estabais saliendo por la forma en que vais cogidos del brazo
Intenté ahogar una risa que se convirtió en un ataque de tos al ver que los dos se sonrojaban y se separaban a una distancia prudencial de "sólo amistad"
- Y ahora si nos disculpáis… - prosiguió mi amigo en un tono educadamente peligroso – estoy teniendo una conversación "privada" ... así que, por favor… - hizo un gesto con la mano para que se marcharan y yo me tapé los ojos con la mano para evitar ver sus caras y estallar en carcajadas.
¡Por Dios, si hasta me estaba dando pena de mi ex-novio! ¿cómo podía Raditz ser tan cara dura? ;)
Lo cierto es que ya estaba acostumbrada… cansada de que los hombres sólo se fijasen en mí por mi aspecto y no tuviesen en cuenta mis sentimientos. Mi ex-novio me había vuelto a pedir que saliese con él en cuanto se enteró que yo estaba "involucrada sentimentalmente" con alguien… lo que no se imaginaba, era que ese "alguien" se trataba nada más y nada menos que del príncipe de los Saiyans.
Hacía ya un tiempo, que me había enamorado como una chiquilla de un compañero de escuadrón bastante poco agraciado, pero con una labia y un desparpajo que me hacía reír hasta que se me saltaban las lágrimas. Sin embargo un día se enteró de mis sentimientos hacia él y me besó en una fiesta pillándome totalmente por sorpresa.
Después de aquello perdimos casi todo el contacto y nos limitábamos a saludarnos cuando nos veíamos… nada importante… él empezó a salir con otra Saiyan pero aún así, podía notar su mirada… clavada fijamente sobre mí al verme en los bailes organizados en la Corte, a los que yo solía acudir con bastante frecuencia.
- "O eres mía, o no serás de nadie"… esa es la frase que he ido escuchando a lo largo de los años desde que dejé de ser una niña.
No hace falta que la digan siquiera… pues se les nota. Los celos hacia una mujer no tienen por qué significar "amor"… sino posesividad… como quien tiene un juguete nuevo entre las manos y no quiere que los demás lo toquen.
Así es como me siento yo… deseada… pero no amada… Creía que a lo largo de los años iría acumulando experiencia en combate y… ¿por qué no?... con los hombres, sin embargo, en esto último he fracasado estrepitosamente…
Un día un amigo, Turles, me dijo: "muchos de ellos sólo te quieren para acostarse contigo mujer… a ver si te enteras"
En esos momentos sentí en mi interior una rabia tan grande que le di una bofetada y estuve una semana sin hablarle. ¡Cuanta razón tenía…! Pero yo ya lo sabía… por eso me enfadé con él… porque en el fondo intentaba autoconvencerme a mi misma de que "él" me quería… de que significaba algo más que un mero pasatiempo. El problema es que mi amigo tenía razón… y yo me di cuenta de ello después de que se desatara el infierno…
**Flashback**
La lluvia caía con fuerza golpeando el cristal de las ventanas con insistencia y me estremecí al escuchar el sonido del viento que soplaba en el exterior.
Me incorporé en la cama al ver a Vegeta calzándose sus botas blancas de combate y miré el despertador
"Las seis y media de la mañana" – pensé apesadumbrada – "quién lo diría con eldía tan horrible que hace"
A pesar de todo, sonreí con picardía, y con lentitud abracé la espalda de mi príncipe que se encontraba sentado al borde de la cama mientras acababa de vestirse.
- ¿Qué es lo que quieres mujer? – me preguntó secamente
A modo de respuesta le di un beso en la nuca y entrelacé las manos alrededor de su musculoso pecho. Él hizo ademán de soltarse y se puso de pie bruscamente frunciendo el ceño. Me quedé extrañada porque si bien era cierto que todas las mañanas después de nuestros "encuentros nocturnos" él se levantaba pronto para entrenar, nunca había mostrado una actitud tan "despectiva" hacia mí.
- Vegeta… ¿te encuentras bien? – le pregunté saliendo de la cama - estás… muy raro… no me digas que vas a entrenar tan temprano y con eldía tan horrible que hace…
-¡Cállate mujer! ¡por supuesto que haré lo que me plazca! – me gritó sacando la armadura del armario
Me quedé estática mirándole fijamente sin atreverme a decir nada y poco a poco comencé a atar cabos…
-"El scouter… y la armadura… - pensé- pero…¿para qué?... ¿no se iba a entrenar?... no será que…"
- Vegeta…. vas a ir a una misión… ¿verdad? – le pregunté intentando disimular el temblor de mi voz - ¡responde! – le grité al ver que me daba la espalda y no contestaba - ¿Por cuánto tiempo?
- Eso no te incumbe niña… - dijo peligrosamente – deja ya el interrogatorio… - se dio la vuelta y me miró fijamente entrecerrando los ojos.
Notaba como me recorría el cuerpo con la vista y su camiseta de la cual me había adueñado durante la noche empezaba a quedarme "demasiado" corta
¡Pero… se puede saber que te pasa Vegeta! ¡ te vas de misión así… de repente… y sin decirme nada antes, y además te estás comportando de esta manera tan…!
No me dio tiempo a acabar la frase, y escuché un gruñido de rabia a la vez que unos brazos me tendían con fuerza sobre la cama cortándome la respiración por segundos.
Noté el sabor de mi propia sangre cuando me besó salvajemente mientras me desgarraba la camiseta con fiereza. Sentí como la adrenalina impulsada por el miedo recorría mi cuerpo y le imploraba entre sollozos que se detuviese cerrando las piernas con fuerza al notar sus dedos recorriendo mis muslos. Evidentemente él era mucho más poderoso que yo y podía acabar con mi vida con solo mover un dedo, sin embargo, pareció cambiar de opinión y se separó de mí jadeando y apretando los dientes.
Levanté la cabeza con lentitud y me tapé con la fina sábana mirando fijamente al suelo mientras el corazón me latía de forma salvaje en el pecho.
Sentí como los ojos se me llenaban de lágrimas y se deslizaban por mis mejillas sin parar.
- Ve…ge…ta…. – conseguí decir a duras penas entre hipidos - ¿por… qué… me haces… esto?
- ¡Bah! – gruñó él poniéndose la armadura dándome la espalda como si hace unos segundos no hubiese pasado nada
- ¿Por qué juegas conmigo… de esta… manera? – cerré los puños con fuerza al notar que nuevamente un hilillo de sangre me recorría el labio - ¿Es que no te importan mis senti…?
- ¡¡Sentimientos!! ¡¡ja!! ¡no me hagas reír mujer! – exclamó esbozando una sonrisa cínica – ¡¡eso que dices no existe aquí… no en el planeta Vegeta!!
- ¡¡Pero..!
- ¡¡Llorar es de débiles!! ¡¡los sentimientos también nos hacen débiles!! ¡¡métetelo de una vez en la cabeza!!... ¡bah… no eres más que una cría que parece no saber lo que es el mundo real!
No podía dar crédito a lo que estaba oyendo… cada segundo que pasaba notaba como el corazón me dolía a horrores y me daba la impresión de que estaba a punto de romperse en mil pedazos. Tenía la mente embotada completamente y de lo último que me acuerdo fue de la mirada que me echó antes de salir por la puerta. Una mirada penetrante y dura, a la vez que curvaba los labios en una sonrisa perversa y lasciva, como si ya hubiese obtenido lo que él quería… como si ya hubiese cumplido su misión…
Me arrebató lo más importante para un Saiyan… su orgullo y su dignidad. Después de tanto tiempo aún me dolía pensar en él y en lo que me hizo… sin embargo no podía odiarle… me conquistó sin apenas esfuerzo, y lo que no me decía con palabras yo "creía" que me lo demostraba con actos.
- ¡Qué tonta he sido! ¡qué ingenua soy! – gemí ahogando un sollozo – ¡él nunca me quiso, sólo me utilizó para su satisfacción!
Sólo quería mi cuerpo… no me quería "a mi"… quizá intenté autoconvencerme de que ese deseo desenfrenado y posesividad que mostraba era también algo más… pero me equivoqué… me equivoqué cada vez que me besaba, cada vez que me abrazaba… y cada vez que me repetía lo preciosa que era.
- Nunca sentirá nada por nadie… sólo se "quiere" a sí mismo…. él…. ¡¡¡él es un monstruo!!!
Lancé con rabia la almohada hacia el otro extremo de la habitación rompiendo estrepitosamente la lámpara de la mesa, quedándome a oscuras. Noté como me fallaban las piernas y caí de rodillas al suelo llorando hasta que no me quedaron más lágrimas… igual que aquella vez… como esa maldita noche en la que se marchó sin darme ningún tipo de explicación… haciéndome sentir la mayor humillación de toda mi vida…
- ¡Ten cuidado chiquilla! ¡cómo sigas a este ritmo no llegarás viva ni para la hora de la cena!
Esbocé una sonrisa mientras descendía levitando hasta el suelo y vi a Raditz entrando en la sala de entrenamiento con dos refrescos en la mano
- Y tú vas a echar barriga si continúas con esa vagancia – reí medio en broma a sabiendas de que tratándose de mi amigo eso jamás ocurriría
Él hizo un ademán con la mano como restándole importancia y se apoyó contra la pared
- Sigo pensando que tienes que divertirte guapa… ¡aprovecha que no tenemos ninguna misión a la vista y que podemos relajarnos un poco! – me dijo mientras me lanzaba una de las latas de bebida que llevaba.
La cogí al vuelo y bajé la mirada sintiéndome mal conmigo misma. Él debió notarlo porque se acercó hacia mí, y me sujetó por los hombros con suavidad.
- Raditz yo… entrenar me relaja… yo… - intenté decir a modo de disculpa – lo siento…
Me separé del Saiyan dándome la vuelta para que no viera la tristeza reflejada en mi cara y suspiré. "¿Es que acaso nadie me entendía? ¿no se daban cuenta de que ya no podía seguir viviendo en paz como si nunca hubiese pasado nada?"
Él apretó los puños y los dientes con rabia, y agarrándome por las muñecas me volteó para mirarme a los ojos. Pude ver en ellos una mezcla de ira y compasión que me dejó totalmente descolocada y un escalofrío recorrió mi cuerpo
- ¡Ya basta mujer! – gritó - ¡no puedes seguir así! ¿no te das cuenta que desde que Vegeta se marchó, andas como si te hubiesen robado el espíritu?
"Así es como me siento, Raditz… has dado en el clavo" – pensé yo
- ¡¿Dónde están tus ganas de vivir eh?! ¡¡vuelve a ser tú!!
- Por favor… me haces daño… - dije con voz débil al notar el dolor que sentía en los brazos, aunque ni por asomo se podía comparar con el del corazón
- ¡¡Maldita sea niña!! ¡¡espabila!! ¡¡tienes que pensar en el futuro!! ¡el príncipe se ha portado horriblemente y no se merece que sufras por él!
Demasiadas verdades estaban siendo reveladas… pero dichas en voz alta aún hacían más daño. Nunca había visto a Raditz tan enfadado… el problemas es que no sabía si era con su amigo, o conmigo. Me miró con intensidad y noté como una rabia aún contenida fluía en su interior.
- Olvídale porfavor… olvídate de Vegeta
Me puso una mano detrás de la nuca y me besó con fuerza.
Noté como una descarga eléctrica recorría mi cuerpo y abrí aún más los ojos sorprendidísima. Me estrechó entre sus brazos y mis piernas comenzaron a flaquear.
"No… Raditz… ¡¡pero él es mi amigo!!... ¡¡qué estoy haciendo!! – grité mentalmente al darme cuenta de que mis brazos comenzaban a moverse solos rodeando su cuello
Llevaba demasiado tiempo sin ese tipo de contacto físico… tanto tiempo… y tantos recuerdos, en esa misma sala de entrenamiento…
**Flashback**
No conseguía dormirme. El sofocante calor que hacía en la habitación y el sonido de los truenos que retumbaba a través de las ventanas no me dejaba conciliar el sueño.
Me levanté de la cama con lentitud y me vestí con el ajustado traje de combate pero sin la armadura. Eran más de las dos de la mañana, y dudaba mucho que hubiese alguien entrenándose tan tarde.
El viento me golpeó el rostro en cuanto salí al exterior, y cuando llegué a la sala ya estaba completamente empapada.
"¡Estas malditas tormentas de verano! ¡lo que me faltaba ahora sería coger un resfriado! – pensé molesta - ¡oh vaya! Al parecer no soy la única que se ha desvelado…
El príncipe Vegeta se giró al escuchar que la puerta se abría, y me miró con sorpresa. Desde luego que no se esperaba encontrarme allí a esas horas de la noche.
Nos observamos mutuamente durante unos segundos, como evaluándonos, a ver quien aguantaba más. Mis ojos recorrieron su cuerpo perfecto, aunque sería más apreciable si se hubiese quitado la camiseta, lo que me indicaba que había llegado poco antes que yo y todavía no había comenzado con el entrenamiento. Sus labios se curvaron en una sonrisa descarada al notar mi escrutinio y a modo de respuesta me miró de arriba abajo con detenimiento… sin perderse detalle. Fácilmente adiviné a que se debía. La ropa se me pegaba al cuerpo ahora que estaba calada hasta los huesos y pude ver un destello de lujuria en sus ojos.
Un escalofrío, mezcla de miedo y deseo, me recorrió la espalda. Ese hombre emanaba "peligro"… y el peligro siempre era lo más excitante. Sin embargo, empecé a ponerme nerviosa, rezando mentalmente para que él no se diese cuenta, pues de lo contrario, se percataría del enorme poder que ejercía sobre mí.
A pesar de mis esfuerzos, me vinieron a la mente imágenes de esos labios posándose sobre los míos por primera vez, de esos brazos alrededor de mi cintura… pero de aquello hacía casi un mes.
Yo volvía a caer una, y otra vez en sus redes… como si fuese una droga, y luego me arrepentía por haber sido tan débil y me enfadaba conmigo misma. Gracias a Dios él no había intentado pasar deahí… simples besos y coqueteo…
- ¿Qué haces aquí a estas horas "niña"? – me preguntó al fin, pero con su indiferencia de siempre, como si en realidad le importase lo más mínimo
- No podía… dormir… - dije intentando controlar el nerviosismo de mi voz – la tormenta… y eso…
Me sentía tan estúpida que parecía que no sabía decir una frase de forma coherente… y eso era preocupante… pues solo me ocurría cuando estaba con él. Empecé a tiritar no sé si por el frío o por los nervios… o quizá por la mezcla de ambos. Crucé los brazos sobre el pecho para darme calor y noté como se acercaba hacía mi.
- Como no te quites eso pronto vas a coger una pulmonía, mujer… - me advirtió frunciendo el ceño a cinco centímetros de mi persona
Las alarmas se dispararon en mi cabeza, pues "esa inocente frase" dicha por "él" podría convertirse en algo muy peligroso.
- "Con este hombre paso de "niña" a "mujer" en menos de dos minutos" – pensé con sarcasmo – "soy lo que él quiera, cuando él lo desee…"
El corazón empezó a latia rápidamente en el pecho y notaba como un calor abrasador recorría mi cuerpo. Me sujetó por los hombros fuertemente y me besó con pasión haciendo que mis piernas casi dejasen de sostenerme. Quedé atrapada entre la pared de la sala y sus musculosos brazos, pero en esos momentos tenía la mente completamente obnubilada. Respondí a sus caricias y a sus besos con un ardor que creía que no poseía e intenté ahogar los gemidos de placer que pugnaban por salir de mi garganta, aunque a duras penas lo conseguí.
- Conozco también otro tipo de entrenamiento con el que se obtienen resultados muy "satisfactorios"… - me dijo al oído con esa voztan sensual que hacía perder la razón a cualquier mujer
- "¡No puede ser!" - me puse rígida e intenté soltarme de su agarre pero estaba bien acorralada por esa jaula de músculos de acero y no lo conseguí – Vegeta… por favor… no...
Le rogué que se detuviese entre suspiros entrecortados al notar que su mano descendía por mis hombros mientras me bajaba lentamente los tirantes de la camiseta. Debió sonar muy poco convincente, pues él siguió con su tarea sin hacerme caso.
Mi mente se debatía entre un par de opciones, lo que "quería" hacer, y lo que "debía" hacer. ¡Oh, por supuesto que lo deseaba! Y sin embargo… ¡por Dios! ¿qué me está pasando? ¡estoy a punto de entregarle mi virginidad en el suelo de una sala de entrenamiento!. Todo el cuerpo me temblaba, mi sentido común me gritaba que no lo hiciese, que algún día me arrepentiría… Me usaría a su antojo y cuando se cansase de mi buscaría a otra. Además, él era el príncipe, podría tener a cualquier mujer con solo un gesto de su mano… pero… me había escogido "a mi".
La pregunta era "para que"… ¿sólo para una noche de locura? De ser así mi orgullo no lo soportaría. Sin embargo en ese momento todos los impedimentos con los que intentaba salvar mi honor se esfumaron como el humo. Sus caricias se volvieron más frenéticas e impacientemente me rasgó la camiseta en dos mitades sin ningún esfuerzo. Sus labios descendieron rápidamente por mi cuello y no pude evitarlo más. Apoyé la cabeza contra la pared y los ojos se me pusieron en blanco por el deseo. Le volví a rogar que por favor se detuviese, pero mi voz me sonaba tan lejana que no parecía mía.
No aguanté más. Mis brazos rodearon su cuello de manera posesiva y respondí a sus besos con la misma furia que él. Acabamos medio recostados en el suelo y le quité la camiseta intentando controlar el temblor de mis manos. Vegeta levantó los brazos para facilitarme la tarea y me dio la vuelta colocándose encima de mi. Arqueé todo el cuerpo hacia el suyo al sentir las frías baldosas debajo mi espalda gesto que él interpretó como "de urgencia".
El sonido de los truenos y la lluvia se mezclaba con los gemidos de placer de ambos, y la sala se iluminaba tenuemente con destellos de luz cada vez que caía un relámpago. Noté como la mente se me quedaba en blanco, y mis ojos sólo percibían imágenes confusas. Una sonrisa perversa y sensual adornaba los labios del príncipe, parecía el mismísimo diablo que había salido de los infiernos sólo para hacerme pecar.
- "¡¡Maldita sea!! ¿por qué? – me repetía una y otra vez –" ¡esto no debería estar pasando! ¡no! ¡él me ha obligado!"
Pero yo sabía perfectamente que no era así… le deseaba con tanta intensidad que hasta me daba vergüenza. Se inclinó sobre mí, e instintivamente mis piernas respondieron enroscándose alrededor de su cintura. Notaba como las lágrimas fluían por mis mejillas y como si de un acto reflejo se tratase eché la cabeza hacia atrás apretando los dientes. Me abracé con fuerza a su cuello al sentir como unos tenues espasmos recorrían mi cuerpo. Creía que la cabeza me iba a estallar y la sangre me quemaba por dentro.
Pero ya no había vuelta atrás… la decisión había sido tomada… no sólo se había apoderado de mi cuerpo, sino también de mi corazón… para siempre.
Las manos de Raditz descendieron por mis hombros hasta detenerse posesivamente sobre mi cintura y me atrajo hacia él. Sus besos se volvieron más intensos, frenéticos, y entonces abrí los ojos al darme cuenta de "quién" me estaba besando en realidad.
Las lágrimas comenzaron a surcar mi rostro e intenté soltarme de los brazos de mi amigo.
- ¡Raditz, noooo, basta! – lo aparté de un empujón y me cubrí los labios en un acto reflejo y colorada de vergüenza.
¡Dios mío… no podría volver a mirarle a la cara! ¡había respondido a sus caricias y a sus besos como una mujer desesperada y falta de cariño!. Él empezó a disculparse pero yo me tapé los oídos con fuerza. ¡No quería escucharle! ¡yo había traicionado a Vegeta! ¡ambos… los dos, puesto que Raditz era uno de sus mejores amigos!
- ¡Maldita sea, mírame a los ojos mujer! ¡no puedes pasarte el resto de tus días queriendo a alguien que te hizo sufrir tanto… Vegeta nunca te amará como te mereces! – me gritó como leyendo mis pensamientos - él ya desaprovechó su oportunidad… yo… yo sabré como hacerte feliz…
Se acercó a mí y me sujetó por los hombros. Raditz tenía razón. Vegeta volvería… pero no para declararme su amor. El príncipe siempre fue así… obtenía todo lo que quería costase lo que costase. No sabía lo que era un "no" por respuesta.
"A veces hay momentos en la vida de una mujer que nunca se olvidan, que permanecen grabados en nuestra mente para siempre"
Entonces el príncipe Vegeta regresó… una fría noche de primavera, tras dos largos años de luchas y conquistas de planetas. Dos largos años de masacres y destrucción, que le habían cambiado. Su mirada ahora era más dura… su sonrisa más cruel…
Una oleada de calor y nerviosismo me recorrió el cuerpo. Mi sufrimiento no había hecho más que empezar…
"La perdiciónpara ella… la victoria para él…"
¿Por qué había ido al recinto donde aterrizaban las naves de los guerreros?... pues muy sencillo… para verle a "él"…
Me encontré con Nappa por los pasillos de palacio y me había dicho que el escuadrón que lideraba el príncipe llegaría al planeta Vegeta dentro de diez minutos. Sabía que no debería haber ido… pero fui tan estúpida que decidí acompañarle.
- "Bueno, con toda la gente que acudirá a darles la enhorabuena lograré pasar desapercibida" – pensé – "no creo que se de cuenta de si estoy o no"…
Sin embargo me equivoqué… su mirada se cruzó con la mía a los pocos segundos de que él hubiese salido de la nave. Intentó disimular, pero lo conocía bien. El asombro quedó reflejado en su cara durante unos segundos… el tiempo suficiente como para que yo me diese cuenta. Uno a cero a mi favor… el príncipe no se lo esperaba… no había previsto que yo me pudiese encontrar allí. La multitud estalló en vítores y observé como Nappa se acercaba a Vegeta para hacer una reverencia y estrecharle la mano con una gran sonrisa. Muy arrimada al príncipe se encontraba una mujer Saiyan bastante bonita que miraba con arrogancia al gentío y que en cuanto podía le rodeaba el brazo con los suyos en un gesto de posesividad
- "Así que esa es su nueva amante… vaya, vaya… este hombre no pierde el tiempo aún estando de misión" – pensé con ironía
Ya no podía ni entristecerme de lo resignada que estaba… sólo me quedaba el resentimiento y la rabia para poder "sobrevivir" a esta situación. Vegeta se abrió paso entre la gente escoltado por varios soldados y su siempre fiel Nappa, para dirigirse al encuentro del rey, que lo esperaba en la sala del trono para recibir los informes sobre la misión.
Por azares del destino (o quizá no), el príncipe pasó justamente muy cerca de mí… tan cerca, que uno de sus musculosos brazos rozó imperceptiblemente el mío durante un segundo. Ni una mirada… siguió con la vista fija al frente como si no me conociese absolutamente de nada. Me dolió… más de lo que me esperaba… me sentía peor que si me hubiesen dado un puñetazo en la boca del estómago. Era imposible….lo había intentado todo… pero nunca jamás lo superaría.
Uno a uno. Empatados… pero en realidad sentía que había vuelto a perder otra vez.
Siempre he sido una persona muy orgullosa… y me jactaba de ello. Todos mis amigos me lo decían… que ya éramos una raza muy soberbia de por sí, pero que yo les superaba a todos. Hasta ahora… había perdido totalmente mi orgullo por ese hombre… sentía por él una pasión tan abrasadora que me daba incluso miedo. Siempre intenté que los hombres nunca adivinasen lo que estaba pensando… y menos aún que supiesen si sentía o no algo por ellos. La simple razón era que si algún día se daban cuenta de mis sentimientos, intentasen aprovecharse de ello, para divertirse, como ya me pasó una vez. Sin embargo, había conocido a Vegeta y se rompieron todos mis esquemas acerca de los hombres. Él no era como los demás… o al menos eso pensaba en un principio. Era arrogante, orgulloso, fuerte, sarcástico, perseverante, e irradiaba una sensualidad y una fuerza que nunca antes había visto en nadie. Tenía mucha confianza en sí mismo y nunca se rendía ante nada. A su lado me sentía muy segura, pero probablemente el mayor peligro para mí lo representaba él.
Quizá estuve siempre equivocada… y no era como yo pensaba. Me negaba a creer que podría ser como muchos hombres que yo conocía, cuyas máximas aspiraciones eran beber alcohol y acostarse con el mayor número de mujeres posible. Debajo de esa fachada de hombre malo ¿quién se escondía? ¿tendría yo la capacidad de soportarlo todo por descubrirlo?
- "No voy a dejar que esto siga así… no volveré caeré en la misma trampa… ya va siendo hora de que las reglas de juego las ponga yo"
Nunca más me verían derrotada, no iba a darles esa satisfacción… a ninguno… pues todavía me quedaba algo de orgullo...
CONTINUARÁ....
