Disclaimer: Todo para Jotaká.
Este mini-longfic de tres capítulos y un epilogo está dedicado a mi AI Silvers Astoria Malfoy con mi amor de ficker lunática. Espero que le guste y que me perdone por ser tan corta de palabras.Y por supuesto a mi beta, Sol
– ¿Y qué te dijo Draco? –La voz unos tonos más arriba de lo normal, nerviosa. La chica tira del saco gris a su novio, alto, rubio, pálido, y orgulloso. Aunque aquella fuerza vital que le hacía creer que estaba por encima de todos los demás desaparecía paulatinamente, sin corazas que le protegieran de los embastes que le ha dado la vida real los últimos meses.
– ¡Draco! –El aludido no le presta atención, mientras abre y cierra cajones de la cocina en busca de algo indefinido. Parece un tanto perdido. La ex-Slytherin sigue jalándole de la ropa, intentando que se dé la vuelta.
Ambos están parados en medio de una cocina demasiado pequeña para albergarlos.
Paredes grises, cerámicas blancas y desesperación en sus rostros. Malfoy finalmente enfrenta a su pareja. Gira su cuerpo para encontrarla pegada a su rostro. Hastiado, camina con paso firme hasta la sala de estar y se deja caer en el sillón.
Pansy sigue en su lugar. Desde allí y por la ventanilla que comunica con la sala, decide increpar al rubio.
– ¿Y bien? –Los brazos le cuelgan a los lados y la boca, contraída en un gesto de disgusto. Trata de alcanzar los ojos del hombre frente a ella
–Mmm… –pasea la mirada por la pintura desgastada, el metal oxidado y las manchas en el piso. Suspira y Pansy es inflexible –Se lo han dado a Blaise. Traté de hablar con el gerente, pero…-la frase se pierde en el aire, ambos saben que lo siguiente será una retahíla de excusas, lugares comunes repetidos una y mil veces.
– ¿Hasta cuándo Draco?, ¿Hasta cuándo? –El Malfoy entiende a lo que se refiere. Lleva seis meses sin trabajo. Es cierto que ofertas no le han faltado, pero hay ciertas ocupaciones que no se rebajara a considerar. Como ser un subordinado de Potter, por ejemplo y es esa la llaga que Pansy escoge para abrir luego.
–Potter ya es un auror. Entró al Ministerio un año después de la batalla –escupe Pansy en su cara. Su voz ahora está cargada de amargura, especial para rencores. Sus ojos parecen muertos, como de piedra. Se retira de la escena hacia el dormitorio, resignada, indignada o incluso tranquila. Draco no lo sabe con certeza.
