¿Sabes, Ren? Nunca podré olvidar la primera vez que te vi, hace toda una vida, en lo alto de aquel escenario de instituto. Si cierro los ojos aún llegan a mis oídos las notas que le arrancaste a la guitarra antes de empezar, un grito mudo que me atravesó de parte a parte y me dejó marcado para siempre. Brillabas con luz propia allí arriba, encaramado al precipicio abrumador de tu solo, inalcanzable a mis manos de niño. El mundo se paró por un momento y sólo quedó tu guitarra, que aún vibra incombustible en mi interior. Fue una revelación. Por fin me había encontrado a mí mismo.
A partir de entonces te convertiste en mi modelo a seguir, mi meta en la vida. Sólo pensaba en ser como tú, y me esforzaba al máximo para que llegara el día en que pudiera enfrentarme a ti de igual a igual y dejar atrás ese abismo que te alejaba de mí irremediablemente. Soñaba con conseguir tu aceptación y tu respeto. Mis manos aprendieron a reconocer la guitarra; mi corazón, a amarla. Tú la volviste mi vida.
Hoy puedo decir con orgullo que soy quien soy gracias a ti. Nana y sus locuras llegaron después, Blast y mi sueño más adelante; pero tú has estado siempre ahí, en lo alto de mis expectativas, iluminándome el camino.
Dime, Ren, dime cómo voy a seguir adelante ahora que te has ido. Cómo si sólo queda un cuerpo destrozado, una cara que no es la tuya, un vacío irremplazable en mitad de mi pecho. Cómo si sólo sé llorar desesperado al verte ahí, inmóvil por primera vez, con esas manos impolutas que me llaman a gritos. Son tus manos, Ren, ésas capaces de hacer gemir a una guitarra como nadie volverá a hacerlo nunca. Lo único que queda de ti, lo que perdurará por siempre. Quisiste darme una lección antes de irte: la guitarra antes que la vida. Esta vez no puedo darte las gracias.
No puedo entenderlo. Mi héroe invencible no puede haber caído. Dime que no es cierto, que vas a levantarte de golpe y a tomarme el pelo entre risas una vez más. Dímelo, Ren. Dime que no has muerto. No me abandones. Por favor, no nos abandones. Que me quede para siempre tu guitarra.
Que tu luz no deje nunca de brillar.
