El amor es el sentimiento más pecaminoso que existe. Odias a quien trata de hacer daño a la persona que amas. Envidias a quien trata de robártela. Te vuelves egoísta: tu amado es tuyo, y solo tuyo. Te lo comerías a besos, una y otra vez. Le deseas con locura.

Por esa sencilla razón, un dios no debería ser capaz de albergar semejante sentimiento.

Aunque sea un dios con aspecto, cuerpo y corazón humano.

Pero ahí esta. Y no puede hacer nada por evitarlo.

Su divinidad no le ha salvado de caer preso de ese sentimiento. De amar a quien No deberia amar. No solo por el echo de que sea un obispo -los obispos tienen prohibido tener pareja, ya se sabe, todo el rollo del celibato y demás. Un incordio.-, si no por que ademas se ha enamorado de quien menos deberia enamorarse. Maldición.

Todos saben que es suyo. Hasta el collar en el cuello de Teito atestigua la verdad: Frau es su amo. Hicieron un pacto de sangre -sin el consentimiento del pequeño, pero un pacto de sangre después de todo.- y el mocoso sabe que no puede marcharse de la Iglesia sin el.

La idea de tener a Teito bajo su control -una cama y unas cuerdas aparecen en su mente- hacen que una sonrisa en extremo perversa cruce el rostro del rubio, provocando la confusión de sus compañeros. Castor le mira con esta demasiado centrado en sus flores como para darle importancia.

Frau les ignora. Su mente está mas concentrada en otra cosa - Tal vez haría que Teito le llamara amo. Suena tan increíblemente bien-. Su mirada sigue clavada en el chico de ojos verdes. Ah, a veces es tan tierno. Sobretodo cuando se acompleja por su estatura.

-Frau, espero que no estés pensando nada deshonroso con ese niño-

-No, por supuesto que no. - ¿deshonroso? Ese concepto no entra en el vocabulario de Frau- Solo pensaba en algo. ¿Por quien me tomas?.-

Silencio incomodo.

- Teniendo en cuenta tu historial…-

-Oh, por favor. Soy un obispo, después de todo-

-Solo eres un maldito pervertido-

Frau observa de reojo al pequeño intruso que acaba de llegar, acompañado -faltaria mas- por su inseparable mascota y su amigo rubio. Ese maldito rubio que tanto tiempo le roba con Teito. Su Teito.

-Gracias por tu opinión, pequeño mocoso. -

- ¡No me llames mocoso! ¡No soy un niño!-

-Tu reacción demuestra lo contrario-

-¡Bah!-

- ¿Ah? ¿tienes algún problema? Mo-co-so. -

-¡¡Frau!!-

-Calma, por favor. - Labrador interviene en la pelea antes de que la cosa pase a mayores- Teito-kun, ¿serias tan amable de acompañarme al jardín? Tu también puedes venir, Hakuren.- se gira hacia el rubio con su acostumbrada sonrisa.

Frau les observa marcharse. Suspira y sonríe. Castor le mira de reojo.

-Espero que sepas lo que estas haciendo.-

-Claro que lo se.-

-¿Puedo preguntarte algo?-

- No creo que pueda negarme a responder.-

-¿Por qué él?-

Frau levanta la mirada, observando el cielo. Recuerda la primera vez que le vio, cuando Teito calló inconsciente en sus brazos. Si Frau no hubiera sido tan rapido, seguramente ambos habrian acabado realmente mal.

Aunque ahí todavía no lo sabia, ese fue uno de los mejores días de su vida.

- Es sencillo.-

Después de todo, no todos los días caen ángeles del cielo.