LOS PERSONAJES DE LOS PINGÜINOS DE MADAGASCAR SON ORINALES DE TOM MCGRATH Y ERIC DARNELL, NO ME PERTENECEN. LOS PERSONAJES NO CONOCIDOS Y QUE NO PERTENECEN A LA SERIE SON PERSONAJES ORIGINALES CREADOS POR MI (OC), SU USO REQUERIRÁ PERMISO PREVIO (**excepto por quienes ya fue extendido).
ESTA OBRA CONTIENE UNA LIGERA INSINUACIÓN RAPE, NADA GRAVE QUE AMERITE UBICARLA EN CLASIFICACIÓN M, PERO QUE PUEDE MOLESTAR A LA SENSIBILIDAD IDEOLÓGICA DE ALGUNAS PERSONAS. A PESAR DE ESO SERA CLASIFICACIÓN T.
ACEPTO TODO TIPO DE COMENTARIOS, LA ADVERTENCIA ES POR PURO FORMALISMO.
ESPERO QUE SE DE SU AGRADO ;)
EL RECUERDO DE HANS
Él era un ave sagaz, calculadora, de sangre fría y muy egoísta. Lo que quería lo conseguía, causándole dolor y sufrimiento a sus víctimas al manejarlas a su antojo, encausando todo su actuar por el camino que él quería que siguieran, hasta que finalmente le daban aquello que deseaba, no importaba si era algún objeto, alguna acción, algún sentimiento, incluso ellos mismo, siempre lo conseguía.
Pero en toda su infeliz vida, jamás le había ocurrido algo así, en esa ocasión no contemplo todos los posibles escenarios, ni mucho menos cubrió todos los ángulos, por lógica no logro medir las consecuencias de sus actos y, por primera vez, le había salido el tiro por la culata.
Estaba bien enterado de la peligrosidad de ese sujeto, misma que motivó su sed de peligro, le había parecido bien jugar con aquello como si de un reto se tratase… decidió llevar a otro nivel sus tácticas, decidido de superarse él mismo, con la finalidad de provocar que surgieran los peores temores que cargaba el alma de aquel individuo.
Todo fue una mala idea, sus tácticas fallaron rotundamente, convirtiéndose de victimario a víctima.
Quién hubiese imaginado que, tan afable y gracioso pingüino ejecutaría en su cuerpo lo que él mismo buscaba hacerle… debió haber escuchado a sus instintos en el momento en que le indicaron huir del lugar, en vez de querer continuar con aquel "jueguito", pensando que, con un poco más de esfuerzo, recobraría el control de la situación.
Un escalofrío recorrió su cuerpo al recordar lo ocurrido, gruño impotente al saberse ultrajado de aquella manera, como solía hacérselo a sus víctimas, dejando huellas psicológicas que lo convertían en un ser temido por ellos, logrando controlar sus mentes y encausando sus actos a donde él quería, a pesar del transcurrir del tiempo.
Dejo salir un suspiro, al darse cuenta que aquel pingüino le había dado una cucharada de su propia medicina, pero con la salvedad de que vigiló que el daño psicológico fuera algo mucho más duradero que los recuerdos mentales y corporales que se solían dejar.
No! Ese desgraciado había dejado un recuerdo material que le seguiría hasta el final de sus días, un recuerdo que no podía desechar porque era parte de él mismo y, por alguna extraña razón, estaba seguro que su victimario lo sabía bien.
Tronó su pico mientras cerraba los ojos, el infeliz le había advertido, con una gran sonrisa, que le dejaría un recuerdo de aquella experiencia, sin llegarse a imaginar a lo que se refería con eso.
"Disfruta tu regalito…", aquellas palabras resonaban una y otra vez en su mente, desde que descubrió aquello que crecía dentro de su cuerpo... ahora estaba plenamente seguro del tipo de droga que le dio a tomar, cuando inició todo.
Sin hablar, sin conocerse a profundidad, aquel pingüino había logrado desentrañar todas sus emociones en un solo momento, haciéndole sentir aquello que deseaba, manejando sus sentimientos y su cuerpo a su antojo, como si se tratase de un trabajo hecho por él mismo. Para finalmente, dejarlo en aquel rincón oscuro y retirarse satisfecho de su actuar, sin decir nada, sin darle una mirada, sin siquiera preguntar o fijarse en su estado... llevando todo al olvido.
Por dentro, maldijo su nombre como ya era costumbre, deseando que algún día se volviesen a encontrar para hacerle pagar aquello, aunque, tal vez se invertirían los papeles como le sucedió la primera vez… porque, aunque no quisiera admitirlo, era alguien más fuerte y experimentado.
Unos pasos ligeros se escucharon en su espalda, haciéndole voltear, ahuyentando sus pensamientos y trayéndolo de nuevo a su realidad.
– Mami? – preguntó un pequeño polluelo, ya emplumado, parecido a un pingüino, con ojos de color azul claro, pero con la salvedad que eran rodeados de una mancha amarillenta como la que tenía en su rostro y un pico colorido.
– Que sucede pequeño? – contestó con una sonrisa y una mirada que trataban de ser tiernas, sin tener mucho éxito dada su naturaleza.
El pequeño, conociendo bien a su madre, le sonrió – en qué piensas? – preguntó curioso, viéndolo a los ojos.
El ave le sonrió ampliamente dándole un mirada dulce – sólo me preguntaba algo? – dijo colocando sus aletas en su espalda e inflando el pecho, provocando una mayor curiosidad en el pequeñito.
– En serio? – dijo el polluelo con un brillo en los ojos, que le demostraba ser su hijo – qué te preguntabas? – preguntó con voz dulzona y tierna, dando algunos brinquitos en dirección a su madre.
– Bueno… me preguntaba quién era el bebé de Hans? – dijo con una amplia sonrisa, llevando sus alas al frente para recibir al polluelo que había saltado en su dirección.
– SOY YOOOO! – gritó el pequeño riendo divertido por el juego que su madre frecuentaba realizar.
Hans estrechó al pequeño entre sus alas meciéndolo un poco en su regazo – vamos, es hora de volver a casa – dijo comenzando el camino de regreso a su morada, mientras la cría se acomodaba entre sus plumas para dormitar un poco.
Tal vez de todos los resultados aquel no había sido previsto, pero era el que más feliz lo había hecho… aquel pequeño llenaba su vida, dándole la oportunidad de establecer nuevos proyectos en su camino… y sólo por eso, lo protegería y cuidaría hasta el final de sus días, no importaba quien era su padre.
Pero, de igual forma, jamás renunciaría a su deseo de devolver aquel favorcito al culpable, estaba dispuesto que para la próxima, procuraría dejarle un "recuerdito" que le siguiera para toda su vida.
