Akane, sé que te dolió lo que paso, ya que entre todos, tú eras la más cercana a ella y sé que ustedes eran inseparables, pero no veas esto como un final, piensa en esto como un comienzo. _ dijo triste una señora mayor, esta misma era la madre de todos los niños de aquella casa, es nombrada por todos como la Madre Superiora, una mujer sonriente y alegre, solo que en ese momento se encontraba consolando a una niña que sufrió la pérdida de un ser querido. _ Talvez eres muy pequeña para sentir esta clase de emosiones, pero tienes que seguir adelante.
Que tenía sentido seguir ahora, ella lo era todo para mí, no quiero un nuevo comienzo, quiero estar donde ella ésta, quiero seguir a tu lado de nuevo.
Akane, talvez estés preguntándote que será de ti ahora. _ Que será de mí? Para ser sincera es lo que menos me importa ahora, solo quiero estar con ella, y jugar como siempre lo hicimos, perdernos en nuestro mundo, hacer de ese mundo algo realidad, pero ahora mismo eso es imposible, mi mundo fue roto aquel día en que me separaron de ti, ¿ya no hay donde perderse? Ya no tengo con quien perderme, con quien ser regañada, con quien sonreír, con quien reír, no, ya no tengo nada.
No me interesa, quiero irme a mi cuarto. _ Fue lo único que pude decir.
No, pequeña tienes que entender, escúchame, encontré a alguien que puede cuidar de ti. _¿Qué?, había escuchado bien, alguien acepto adoptarme.
¿Por qué?
No entiendo a qué te refieres.
Porque alguien viene adoptarme justo ahora, después de todo lo que pase crees que me iré, así como así _ conteste enojada_ Tienes que estar loca.
Akane, hoy a la mañana llego una carta confirmando tu adopción, vendrán mañana en la mañana_
Entienda madre, no me iré. _No me importa si no está de acuerdo, pero no pienso abandonar el lugar en donde compartí cada momento con ella.
Lo siento Akane, pero te irás, ya lo preparé todo _dijo mientras caminaba hacia la puerta, cabizbaja. _mañana vendrán por ti. _tras decir eso se fue.
Y nuevamente me quede sola en mi habitación, solo que esta vez tenía la esperanza que Yūki apareciera en mi puerta con una gran sonrisa como antes, sin poder evitarlo mis ojos se llenaron de lágrimas, de que servía contenerme, ¿que ganaba con eso?, si ya estoy rota, sentí como cada parte de mi cuerpo temblaba y ardía de furia a la vez. Sentía rabia, impotencia, desesperación y más que todo sentía tristeza.
Me caí al piso de rodillas, oprimido mis puños tan fuertes que empezaron a tornarse blancos. Y lloré, lloré como si no hubiera un mañana, grité, grite tan fuerte que me estaba empezando a doler la garganta. Tenía que desahogarme, tenía que sacar este dolor de mí.
Estuve toda la noche así, no podía hacer nada, dentro de unas cuantas horas me iría de este lugar, me iría del orfanato, del que ella hizo mi hogar.
Miré la hora, eran las 3:30 a.m. sin poder evitarlo solté una risa sarcástica. Me acorde del porque termine aquí, desde muy pequeña sufría maltrato de mis padres, pero aun así yo los quería mucho, me acuerdo como me golpeaban, me insultaban. Pero de alguna forma los seguía queriendo, hasta que un día mi mamá me dijo que no quería a una niña tan débil, e insoportable como yo. Así que ese mismo día me trajo aquí, como olvidar ese día, se grabó en mi mente.
Una y otra vez intentaron hacerme adaptarme aquí, pero ellos no podían. Paso tanto después de esos tiempos en donde no hacía más que meterme en problemas. Hasta que la conocí, nos llevamos tan bien, nos queríamos tanto.
Era tan libre, tan divertida, tan ella que me encantaba, aunque a ella tampoco le gustaba estar aquí. Habíamos jurado que si alguien venía a adoptarnos nos negaríamos, que solo nos iríamos de ahí juntas. Sonreí ante aquello, de que sirve ahora esa promesa, se rompió, ya no existe.
Así que antes de dormir me di por vencida, de todos modos, soy sólo una niña pequeña de 9 años, no creo que a la madre le presté mucha atención a mis quejas, pero por lo menos me pude desahogar. Respire hondo y lo acepte, me iré. Solo que aquellos momentos que compartimos juntas jamás se borraran de mi corazón, lo prometo.
Yūki.
