Hola, queridos lectores. Este es mi primer fic GrimmNell (long fic, tengo otro one-shot xD) y está dedicado a ankapoar (señorita, espero que le guste), la portada es de ella TuT me encantó, pueden encontrar más dibujos aquí:
kathyana .deviantart
kathyanadraws .tumblr
(ambos con .com y todo junto)
Creo que es la primera vez que escribo un fic tan elaborado en cuanto al Universo Alterno y la temática (aventura, ciencia ficción estilo steampunk y romance TuT). Fue todo un reto, qué fácil es sacar a los personajes de su contexto pero qué difícil es crear uno nuevo.
P.D. Quise meter a los Sternritter en mi fic porque lamentablemente casi siempre se les deja de lado, supongo que se debe a que no muchos leyeron el manga. No soy súper fan de ellos, la verdad me gustaron más los Espadas, pero creo que hay algunos bastante interesantes. Además de que "Shinigamis vs. Arrancar" ya está muy trillado.
Disfrútenlo y díganme qué les pareció. Nos leemos la próxima semana, ¡saludos!
Los personajes de Bleach no me pertenecen, son propiedad de Tite Kubo.
LA JOYA PERDIDA
No puedo permanecer impasible junto a los encantos de esa mujer feliz. Y ella lo sabe y le agrada, pero no siente nada.
-David Walker (El camino solitario).
Capítulo uno: Karakura.
La última noche de octubre la taberna "Rukongai" estaba llena. La mayoría de los presentes se encontraban ya borrachos, pese a que eran únicamente poco más de las ocho. El tabernero, un hombre llamado Jidanbo, servía licor a sus clientes. Aquella noche en particular un grupo de viajeros se hospedaba en la posada de al lado, por lo que casi todas las mesas estaban ocupadas por ellos. ¿Cuánto tardarían en irse? Nadie lo sabía, pero mientras tanto debían atenderlos como era debido. Ese tipo de clientes traía problemas, pero también tenían los bolsillos repletos de monedas para gastar a manos llenas.
Ciertos días las carcajadas y la música llenaban el lugar, las bailarinas y la orquesta proveían un buen ambiente, sin embargo los clientes de vez en cuando se ponían en una actitud difícil, más bien pedante, y ofendían a las meseras y al resto de los clientes debido a la cantidad de alcohol en su cuerpo. Cuando la Fortuna sonreía, estas personas se daban por bien servidas luego de unas copas y se iban sin causar molestias, pero otras veces armaban tal escándalo digno de una manifestación que en más de una ocasión había involucrado a las autoridades y algo más de violencia. Esa noche todo pintaba a que sería lo segundo.
La puerta se abrió sigilosamente debido al ruido proveniente de adentro y dio paso a una figura encapuchada que caminó directo hacia la barra. Tomó asiento en la orilla, ya que era uno de los pocos lugares disponibles; nadie notó su presencia, todos estaban absortos en sus asuntos.
-Quisiera un poco de ron, por favor –pidió con voz queda.
Jidanbo tuvo que acercarse más para escuchar lo que le había dicho.
-Habla más fuerte, con todo este ruido no escucho ni mis propios pensamientos.
-Sírvame un ron, por favor –exclamó con voz más alta.
Jidanbo le acercó una jarra despostillada (cuyo olor y procedencia eran altamente cuestionables) y tomó las monedas de la mesa sin hacer otro comentario.
La bebida fue bien recibida por su cuerpo y le quemó la garganta al descender. No era el mejor que había probado, pero no estaba en condiciones de ser exigente. La figura se levantó un poco la capucha y volteó hacia la ventana; la luz de la luna iluminó tenuemente sus ojos color verde oliva. Nelliel miró directo hacia el castillo en la cumbre, se veía diminuto a esa distancia. Calculó que tardaría unas horas en llegar a pesar de que tenía un caballo cuya raza era de las más rápidas de la zona y se movía ágilmente entre las rocas. Tenía que atravesar el bosque y el pantano, lo cual no le preocupaba en lo absoluto, sólo esperaba no encontrarse con bandidos.
Nell tenía mucha práctica con la espada y el revólver. Desde hacía algunos meses se había visto envuelta en muchas riñas y su habilidad había mejorado bastante. Ya fuera por disputas en la calle o problemas típicos de cantinas, no había tenido muchas noches tranquilas últimamente.
Uno de los viajeros que se encontraban en la taberna se puso de pie sobre la mesa con sus botas manchadas de lodo y pidió silencio. La música se detuvo a la mitad y el resto de los clientes dejaron lo que estaban haciendo para escuchar.
-¿Quién quiere otra ronda de cervezas?
Los integrantes de su grupo prorrumpieron en vítores y aplausos. Algunos golpeaban la mesa con las jarras vacías.
-Tabernero, ya escuchó a mi gente –prosiguió el mismo hombre.
Jidanbo sacudió la cabeza.
-Amigo, creo que es suficiente por esta noche. Tú y tus camaradas pueden retirarse tan pronto como me hayan pagado todo lo que consumieron –exclamó.
-¿Estás echándonos? –Cuestionó el hombre-. Queremos más cerveza, eso es todo. Tenemos dinero para pagar.
-Lo que yo quiero es que se larguen porque están molestando al resto de mis clientes.
Otro hombre de la compañía se acercó a una pareja de ancianos que estaban sentados en una esquina muy tranquilos y le quitó el sombrero al viejo, que no dijo nada y únicamente miró con incomodidad a su esposa.
-¿Tienes algo que decir, abuelo? –Preguntó girando su sombrero con un dedo.
Al ver que no hubo respuesta golpeó la mesa con la mano y ambos ancianos se sobresaltaron. Luego le puso nuevamente el sombrero y se alejó. El que estaba sobre la mesa sonrió y abrió los brazos como reafirmando lo que su compañero acababa de hacer.
-¿Lo ves? Nadie opina que los estemos molestando. Ahora sírvenos otra ronda de cervezas o vamos a saquear tu taberna de porquería y nos llevaremos a tus meseras como premio. Tal vez algún comerciante las compre a buen precio.
Jidanbo lo miró furioso y metió una mano debajo de la barra. Al lado de la caja del dinero guardaba una pistola de cañón corto que utilizaba únicamente cuando era necesario.
Nelliel se dio cuenta a tiempo y pensó que el tabernero no tenía por qué tratar con escoria como aquella. Metió la mano en su manga derecha y la cuchilla salió volando, rozó la oreja del hombre que estaba de pie sobre la mesa y se clavó en la pared de atrás.
El silencio era sepulcral. Todos voltearon a verla, pues su brazo seguía extendido. El hombre bajó de un salto, con la cara roja de cólera. Se limpió la gota de sangre que salió de su oreja, se acercó a Nelliel y exclamó:
-Hazlo de nuevo si te atreves.
Al ver que no hubo respuesta le dio un empujón y derramó el ron sobre la barra.
-¿Tienes algún puto problema, amigo? Mejor lárgate antes de que nos encarguemos de ti también –se giró hacia Jidanbo-. Tabernero, no veo esa ronda de cervezas.
-Largo de aquí, imbécil –exclamó Nelliel.
-¿Qué dijiste?
Nelliel se levantó y se giró de cara al hombre. Se quitó la capucha y su largo cabello turquesa cayó en cascada por su espalda. Su piel blanquecina parecía casi traslúcida a la luz de la luna.
-Creo que me escuchaste perfectamente –su voz era suave pero su expresión felina helaba la sangre.
-No me interesa si eres mujer –exclamó con rabia, aunque a la vez estaba un poco sorprendido.
Lanzó un golpe que Nelliel esquivó fácilmente, lo tomó del brazo y le hizo una llave en su espalda. Lo estrelló de cara a la pared, provocando que un hilo de sangre corriera desde su nariz hasta su labio superior. El hombre sacó una daga de sus ropas y se abalanzó contra ella, pero el cañón de la Colt en su frente lo hizo frenarse en seco.
-Yo no haría eso si fuera tú –dijo Nelliel conteniendo las ganas de sonreír, había actuado más rápido que de costumbre.
Jidanbo y el resto de los clientes observaban todo con la boca abierta. El hombre estaba a punto de girarse e irse al ver que no tenía oportunidad.
-Ah, ah, ah, no tan rápido –exclamó Nelliel tomando el costal con monedas que el hombre tenía atado al cinturón para luego dejarlo sobre la mesa como pago de su consumo en la taberna-. Ahora sí, largo de aquí. Y llévate a esa escoria contigo –añadió señalando al resto de su grupo-. Si vuelvo a ver sus feos rostros por aquí, te arrepentirás.
Los viajeros salieron de la taberna como alma que lleva el diablo. Jidanbo se acercó a ofrecer sus agradecimientos.
-No lo hice por ti, detesto a ese tipo de gente.
Jidanbo le ofreció otra bebida gratis ya que la suya se había derramado sobre la barra, pero ella declinó la generosa oferta. Sería mejor irse antes de que fuera más tarde.
Recuperó su daga y le dio un asentimiento a Jidanbo antes de salir del lugar, donde la fría noche la envolvió y el viento alborotó su cabello. El grupo de viajeros estaba sacando sus cosas de la posada y montaban apresuradamente en sus caballos para alejarse de ahí.
Nelliel sonrió y pensó que tal vez nunca tendría una noche tranquila en la que pudiera sentarse a beber un poco se alcohol sin verse envuelta en algún tipo de pelea. Siempre habría gente como ese hombre de la taberna que querría sacar provecho de los demás. Pero si ella se encontraba cerca, estaba dispuesta a impedirlo.
Después de todo, parte de lo que hacía en sus tiempos como mercenario era defender a los que no podían hacerlo por su cuenta. Le había ocasionado problemas con los miembros de su grupo, pero sus ideales estaban primero. A pesar de que había pasado un año desde ese entonces, las viejas costumbres no se borraban tan fácilmente.
Se acomodó la capucha y montó en su caballo rumbo al castillo. Sería un largo camino.
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Era cerca de medianoche cuando el barco descendió y se detuvo junto al rocoso puerto. El mástil crujió en respuesta al estirón de las velas, la corriente de aire tomó por sorpresa al capitán, que se mantuvo firme junto al timón mientras sus subordinados descendían para amarrar el navío a tierra firme.
Grimmjow se caló la chaqueta de cuero y bajó del barco de un salto, con sus pesadas botas levantando una nube de polvo, paseando la mirada a su alrededor. La camisa tenía los dos primeros botones desabrochados, el chaleco iba cerrado y lucía un reloj de bolsillo de maquinaria suiza que había conseguido en uno de sus numerosos viajes. Llevaba guanteletes de cobre en ambas manos que guardaban pequeñas herramientas que le habían sido útiles en más de una ocasión, además de su espada y el revólver firmemente sujetos en el cinturón. Ichigo lo siguió y suspiró mirando hacia el castillo.
A lo lejos, más allá de la ciudadela, la ciudad de Karakura estaba cubierta por una densa nube de esmog proveniente de las fábricas.
-Demasiada nostalgia –exclamó Ichigo.
-Andando, Yoruichi nos espera –respondió Grimmjow haciendo caso omiso del comentario.
Avanzaron por el largo camino de tierra. Ichigo volteó hacia atrás consciente de la peligrosa barranca que se encontraba debajo del barco, pero que había servido de puerto para el Noir Kaizoku innumerables veces en el pasado. De alguna forma se sentía como si volvieran a casa.
Ese puerto era uno de los pocos accesos que utilizaban barcos y dirigibles para entrar al castillo. Ya que se encontraba en la cima de la montaña, el resto de los visitantes, luego de obtener la autorización para pasar, tenían que cruzar primero el bosque pantanoso y la ciudadela.
Un soldado de la guardia real los detuvo cuando los vio aproximándose y les pidió que se identificaran. Grimmjow sonrió arrogantemente.
-Debes ser nuevo por aquí. Venimos a ver a la princesa.
-Las órdenes son claras, si no tienen permiso no pueden pasar –respondió el muchacho.
Grimmjow lo tomó del cuello de la camisa y lo acercó a su rostro. Sus pies se levantaron unos centímetros del suelo, era un palmo más bajo.
-Entonces corre adentro y dile que el capitán Jaggerjaquez acaba de llegar –exclamó antes de soltarlo.
El chico retrocedió para no tropezar y abrió los ojos sorprendido.
-¡C-Capitán! No sabe cuánto lo siento. Por favor, pasen. La princesa Yoruichi los está esperando.
El resto de los guardias abrieron la puerta y ordenaron que bajaran el puente levadizo que les daba acceso. Grimmjow pasó al lado de él y lo chocó intencionalmente con el hombro. Ichigo se detuvo con el chico y le dio un golpe amistoso en el brazo.
-No lo tomes personal, así es con todos. Te acostumbras con el tiempo –le guiñó un ojo y siguió a Grimmjow al interior.
Otro grupo de guardias los detuvo para que entregaran sus armas tan pronto como pusieron un pie en el vestíbulo ya que, aunque sabían de quién se trataba, no podían arriesgar la seguridad de la princesa después de lo sucedido. Entregaron sus pistolas y espadas y el mayordomo los recibió al cruzar la estancia. Los saludó con una leve inclinación y los guió por una de las escalinatas laterales.
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La música del piano llegaba con un sonido ahogado a través de las paredes. En el salón principal del castillo Shihouin, la princesa Yoruichi esperaba pacientemente recostada en el diván. A su lado se encontraba su prometido, un hombre de origen humilde pero prodigio en el arte de la maquinaria y los portales, además de ser el primer oficial al mando de sus tropas e inventor de artefactos especiales.
-No pensé que tardarían tanto –exclamó Urahara recargando la cabeza en las piernas de Yoruichi.
-A mí me pareció que su respuesta fue bastante rápida, considerando que Soi Fong tardó una semana en encontrarlos.
-Son mercenarios, sólo hay que ir a donde hay problemas y los encontrarás fácilmente.
Yoruichi lo tomó de la barbilla y le dio un casto beso en los labios.
-Sí, recuerdo cuando formabas parte de su tripulación.
-Mucho antes de que me secuestraras –bromeó Kisuke.
La puerta se abrió silenciosamente y el mayordomo tuvo que carraspear para que notaran su presencia.
-Su Majestad –anunció antes de hacer una reverencia-. Ichigo Kurosaki y Grimmjow Jaggerjaquez.
-Gracias, Chojiro, hazlos pasar.
Ichigo y Grimmjow entraron al salón y se detuvieron frente al diván. Se inclinaron ante Yoruichi y le besaron la mano.
-Ha pasado un tiempo, princesa –exclamó Ichigo con una sonrisa.
-¿Acaso tus guardias nos desconocen? Nos confiscaron todas las armas antes de entrar aquí –se quejó Grimmjow.
Urahara se puso de pie y vio a Grimmjow se pies a cabeza con una sonrisa burlona antes de agacharse a quitarle la daga de plata de la pernera, oculta entre la bota y el pantalón.
-Como si no conociera tus escondites secretos, Grimmjow –exclamó antes de arrojar el arma encima de la mesita.
-Llegaron justo a tiempo –prosiguió Yoruichi-. Los demás están por llegar.
Ichigo y Grimmjow tomaron asiento en los sillones contiguos al de Yoruichi y comieron ávidamente del plato de bocadillos que Chojiro dejó encima de la mesa de centro antes de salir de nuevo de la habitación. Había también algunas copas y una jarra con vino. Grimmjow se levantó y se sirvió un poco. Tomar algo bueno de vez en cuando era como la gloria misma luego de sobrevivir semanas con whisky y ron.
-¿Cómo va todo? –preguntó Urahara caminando hacia la ventana con los brazos a la espalda.
Jaló la manivela y la cubierta de latón se contrajo como un abanico, revelando un enorme ventanal de cristal cortado y moldura de titanio reforzado.
-Lo de siempre, guerras sin cuartel –respondió Grimmjow.
-Salen trabajos aquí y allá pero ninguno paga como la legendaria y hermosa princesa Yoruichi –afirmó Ichigo.
-¿Desde cuándo la lambisconería es lo tuyo, Ichigo? No pienso pagarte un centavo más de lo que acordamos –se burló la Shihouin.
-Oh, vamos, creí que todavía estábamos negociándolo.
-Sus servicios serán bien remunerados, no tendrán que batallar durante algún tiempo.
-Qué lástima, me gustan las batallas –intervino Grimmjow.
-Eso no será problema –exclamó Urahara contemplando la ciudad desde la ventana.
-Sí, hablando de eso, ¿cómo fue que robaron la joya? –preguntó Ichigo mirando a Yoruichi- Creí que la tenían bien asegurada.
Ichigo y Grimmjow sólo habían escuchado una parte del relato, pero no habían dudado en aceptar el trabajo debido a que su amistad y relación con Yoruichi era bastante buena. Eso y que Urahara solía pertenecer a su grupo unos años atrás.
-Preferiría entrar en detalles cuando estemos todos. No quiero tener que explicarlo dos veces.
Chojiro volvió a entrar a la habitación.
-Su Majestad, el resto de grupo ha llegado. ¿Los hago pasar o prefiere que los conduzca directamente a la sala de juntas?
-Llévalos a la sala de juntas –respondió Yoruichi. Chojiro asintió y se retiró.
Unos minutos después los cuatro salieron del salón, Yoruichi y Urahara iban adelante. Ichigo y Grimmjow intercambiaron una mirada rápida y los siguieron detrás. El pasillo era amplio y estaba iluminado con lámparas de gas cada dos metros. El tapiz rojizo contrastaba con el dorado de la cenefa, toda la ornamentación era antigua pero se conservaba en buen estado.
Chojiro abrió las puertas del salón cuando los vio llegar y se apartó para que pasaran. La sala estaba iluminada en cada rincón por un elegante candelabro que colgaba del techo, del que pendían cristales en forma de gota. Las ventanas, cubiertas de un protector de latón al igual que las de la sala anterior, se mantenían cerradas. En el centro de la habitación había una mesa redonda, con acabado de cobre y el emblema de la familia Shihouin grabado en alto relieve con tonos plateados y dorados. Las pinturas colgadas en las paredes pertenecían a generaciones anteriores a la de Yoruichi, desde que el primer miembro de la dinastía había llegado a la ciudad.
En la mesa se encontraban tres personas. Yoruichi y Urahara se sentaron y les indicaron a Grimmjow e Ichigo que hicieran lo mismo.
-Caballeros, ya que estamos todos me gustaría presentarles al resto del grupo con el que van a trabajar –exclamó.
Todos se miraron en silencio, esperando que Yoruichi continuara.
-Rukia Kuchiki –comenzó señalando a la pequeña morena a su derecha-. Miembro actual de mis Fuerzas Especiales, probablemente uno de los soldados más fuertes e inteligentes del escuadrón. Su especialidad son las armas de fuego
Rukia se puso de pie y saludó a todos con un gesto de la cabeza. Cuando reparó en Ichigo, éste le sonrió de lado, pero Rukia simplemente lo ignoró y volvió a sentarse. Ichigo pensó que era muy atractiva. Su blanca piel relucía bajo la luz artificial y sus ojos de un tono violáceo destellaban intensamente. Usaba un vestido que le llegaba a medio muslo, las medias negras sujetas por los ligueros cubrían sus piernas y el corsé hacía resaltar bastante sus pequeños pechos y su hermosa clavícula adornada por un collar de cuentas. Los googles en la cabeza coronaban el atuendo.
-Ulquiorra Cifer, vicepresidente de Industrias Arrancar, la empresa con mayor producción de dirigibles y autómatas en el reino. Es un especialista en combate cuerpo a cuerpo y experto con la ballesta de propulsión de aire.
Ulquiorra se puso de pie y asintió sin sonreír. El chaleco negro combinaba con el pañuelo de lazada que dejaba al descubierto el primer botón de la camisa blanca. Su sombrero de copa reposaba encima de la mesa frente a él.
-Orihime Inoue, esposa de Ulquiorra y directora ejecutiva de Corporación Inoue. Es muy buena en infiltraciones y misiones de reconocimiento, además de habilidades curativas.
Todos asintieron en respuesta. Orihime usaba un vestido de seda color verde que le llegaba a los muslos, pero el faldón caía por la parte trasera hasta sus pies. Los holanes estaban decorados con lazos de oro y combinaban con su corsé de listones a la espalda. Su cabello iba recogido en un moño adornado por una elegante pluma, algunos mechones enroscados como tirabuzones enmarcaban su rostro. Sus grandes pechos sobresalían lo necesario para volver loco a cualquier hombre. Pese a todo, Orihime no se incomodó por las miradas que recibió.
Yoruichi suspiró divertida antes de continuar.
-Y por último –señaló primero a Grimmjow-: Grimmjow Jaggerjaquez, capitán del Noir Kaizoku, a él le debo la mayoría de mis batallas ganadas contra las organizaciones rebeldes del reino. Experto en combate cuerpo a cuerpo, doble catana, lanza y armas de fuego de alto calibre.
Yoruichi pensó que era redundante decir que era un mercenario. Su reputación lo precedía. Grimmjow no se puso de pie, simplemente sonrió arrogante y se cruzó de brazos.
-Vaya, creo que me conoces mejor que yo mismo, Yoruichi.
-Te sorprenderías –respondió la princesa-. Ichigo Kurosaki, teniente de la tripulación de Grimmjow, experto en ataques sorpresa, combate cuerpo a cuerpo, espada y armas de fuego. Gracias a su colaboración con Urahara pudimos crear las bombas de munición aerodinámica que están a bordo de los dirigibles creados por Ulquiorra.
Rukia observó a Ichigo de reojo. A diferencia de Grimmjow, no había sonreído arrogantemente. Pensó que sería un fastidio trabajar con miembros problemáticos, así que agradeció que al menos uno de ellos fuera modesto. Ichigo usaba una camisa blanca al igual que Grimmjow, pero estaba completamente abotonada, llevaba el pañuelo desanudado y un guante de cobre con reloj integrado. La correa de la mochila donde guardaba sus municiones y herramientas de emergencia le cruzaba el pecho y caía sobre su espalda.
Yoruichi contó mentalmente a los integrantes y se dio cuenta de que todavía faltaba uno. Esperaba que no tardara demasiado, ya que era imprescindible que les explicara a todos en qué consistía la misión.
La puerta se abrió con un chirrido y entró Chojiro.
-Disculpe la interrupción, Su Alteza –se hizo a un lado y formó una reverencia-. Nelliel tu Odelschwank –anunció.
Nelliel se quitó la capa de viaje al entrar en la habitación. Hizo una reverencia a la princesa y se sentó en la única silla que quedaba disponible, entre Orihime y Rukia. Usaba una blusa blanca de holanes en los hombros que resaltaba sus atributos debido al corsé, el short incluía un liguero negro para sus medias que cubrían gran parte de sus largas y torneadas piernas. Sus botas tenían broches de metal a juego con los googles en la cabeza.
Eran tantas las emociones que invadieron a Grimmjow de pronto. Había pasado mucho tiempo desde que la vio por última vez, pero no había olvidado su rostro ni por un momento. Buscaba su mirada, pero ella permaneció con la vista clavada en la mesa. Quería acribillarla de preguntas, pero no era el momento. ¿Cuándo será, Grimmjow?, pensó.
-Princesa, me disculpo por la tardanza. Tuve un inconveniente en la taberna Rukongai –explicó.
Yoruichi le sonrió y asintió con la cabeza.
-Descuida, Nell. Apenas estábamos comenzando –la aludida asintió en respuesta-. Como saben, mi familia es propietaria de muchas reliquias. Una de ellas es el Hougyoku, una joya ancestral que permitió la captura de los Hollows de Hueco Mundo, bestias sin razonamiento utilizadas como armas durante la Guerra de los Cien Años, precedente del inicio de la dinastía de mi familia. Hace algunos días, un grupo de rebeldes conocido como los Sternritter se infiltró en el castillo y la robó. Dejaron una nota en la bóveda en la que estaba guardada.
Urahara sacó un pedazo de pergamino y lo leyó:
-"Muerte a la princesa y fin a la dinastía Shihouin. El nuevo orden será impuesto por los Sternritter. J.H."
-¿J.H.? ¿De quién se trata? –preguntó Ulquiorra.
-Jugram Haschwalth. Es descendiente directo de Yhwach, ese maldito anciano al que mi familia derrotó durante la guerra.
-¿Y quiénes son los Sternritter? Nunca había oído de ellos –intervino Ichigo.
-Son un montón de anarquistas que se dedican a hacer armas ilegales y juntas a escondidas. Nadie sabe su propósito con exactitud, pero si quieren terminar conmigo y la dinastía de mi familia me atrevería a decir que nada bueno se puede esperar de esto. La última vez que escuché algo sobre ellos fue cuando asesinaron a los duques del Seireitei, Gin Ichimaru y su esposa Rangiku. Si lograron burlar la seguridad de mi castillo quiere decir que se han hecho fuertes, y por lo tanto representan un peligro.
-Si lograran abrir el portal sería el fin, no sólo de la dinastía, sino de todo lo que conocemos –exclamó Urahara.
-¿Y qué los detiene de hacerlo? Si robaron la joya hace varios días, ¿por qué no han hecho nada? –preguntó Grimmjow recargándose en la mesa.
Nell lo observó por el rabillo del ojo, sin atreverse a verlo directamente a la cara. No estaba lista, no cuando tenía cosas más importantes que hacer en ese momento. Le había prometido a Yoruichi que la apoyaría en la misión y eso haría. Grimmjow y todo lo relacionado con él podía esperar un poco más.
-En primer lugar porque desconocen la localización exacta del portal. Seguro tienen una idea aproximada, pero la verdad es que la última persona que lo supo con certeza fue mi tatarabuelo. Lo demás son leyendas y rumores. Urahara sabe un poco más sobre este portal de los Hollows llamado Garganta, pero nunca nos habíamos planteado estudiarlo más a fondo. Es un caso especial así que los llevaré también al archivo del castillo para recopilar toda la información que les pueda ser útil.
-¿Y en segundo lugar? –preguntó Ulquiorra.
-Necesitan mi sangre para poder abrirlo.
-Tu sangre como… ¿tú eres la única que puede abrirlo o…literalmente…tu sangre…roja y espesa? –preguntó Ichigo.
-La nota decía "muerte a la princesa", ¿tú qué crees? –enfatizó Urahara.
-La leyenda dice que mi tatarabuelo utilizó un sello especial para encerrar a los Hollows. El ritual consiste en sacrificar a una persona para ofrecerla como tributo. Es un precio alto, pero necesario. Mi tatarabuelo renunció a su vida para ponerle fin a la guerra, por lo tanto mi sangre, que también corría por sus venas, es la única que puede abrir el sello.
-Ese tipo de rituales son completamente paganos. No me sorprende que requieran un sacrificio para llevar a cabo sus planes –intervino Urahara.
El silencio en la sala era absoluto. Si los Sternritter estaban tan decididos a terminar con el reinado de Yoruichi al costo que fuera, lo primero que harían sería utilizar su sangre para un fin aún peor.
-Ya veo. En ese caso, ¿qué tenemos qué hacer? –preguntó Orihime.
-Quiero que recuperen la joya antes de que sea demasiado tarde. Si por alguna razón encontraran otra forma de abrir el portal…
-Ya, ya, sería el fin del puto mundo –la cortó Grimmjow-. Sólo necesito saber dos cosas: ¿cómo y en dónde encontramos a esos bastardos?
-No es tan sencillo, Grimmjow. Si por mí fuera, ya los habría encarcelado. No sabemos exactamente dónde está su sede o quiénes son sus miembros. Es por eso que los llamé. Necesito que presten sus servicios para evitar este caos. Se los ordeno como Yoruichi Shihouin, princesa de Karakura, y se los pido como amiga y aliada –sentenció.
Todos asintieron en conformidad. Más allá del deber como ciudadanos, su amistad con Yoruichi era incuestionable. Habían estado con ella desde hacía mucho tiempo, habían hecho tratos y nuevas alianzas, y sobre todo, la reconocían como la mejor soberana desde el inicio de la dinastía.
Yoruichi se puso de pie y todos la imitaron.
-Vayan al sótano, Urahara les explicará lo siguiente. En seguida los alcanzo.
Salieron de uno por uno de la habitación. Grimmjow se giró para hablar con Nell, pero al ver que ni siquiera le prestó atención se acercó a Ichigo y quedaron rezagados del grupo.
-¿Qué rayos hace Nelliel aquí? –susurró.
Ichigo se encogió de hombros, igual de sorprendido que su amigo.
-Estoy tan asombrado como tú. Ha pasado mucho tiempo.
-Deja de repetir lo mismo como un idiota, ya sabemos que ha pasado mucho tiempo desde que trabajamos con Yoruichi y con Urahara. Pero ¿qué hay de Nelliel? No creí que la volvería a ver. ¿Cómo rayos la encontró? La he buscado por meses sin encontrar nada.
-No lo sé, Grimmjow, Yoruichi es una princesa, tiene más poder del que te puedas imaginar.
-Y yo soy el capitán del Noir Kaizoku, no te atrevas a menospreciar mi barco y mi tripulación, Kurosaki.
-Sí, ya, pero de todas formas tu influencia no va más allá de unos cuantos favores. La prueba está en que Yoruichi la encontró y tú no. Además somos buscados en más de la mitad de los distritos que conforman el reino, ¿eso no te dice algo?
-Si nos buscan para asignarnos misiones, entonces no hay problema.
-Deja de bromear, sabes bien que los cargos son serios.
-Bueno, entonces espero que la princesa Yoruichi nos dé amparo en la capital, porque no pienso pasar el resto de mi vida en prisión.
-Créeme, considerar la prisión como un castigo es ser demasiado optimista.
Alcanzaron al resto del grupo en el sótano y desde las escaleras que descendían vieron a Urahara abrir la reja con la llave que llevaba colgada al cuello. Llegaron a una sala con paredes de piedra. A diferencia del castillo, esa zona estaba tenuemente iluminada; había mesas por todos lados cubiertas de herramienta, planos, esquemas y prototipos. Al fondo había otra puerta de hierro con una cadena a modo de clausura. Todos se abstuvieron de preguntar su función.
Urahara los guió a través de un marco que conducía a otra sala similar. En las paredes estaban colgados varios ejemplares de armas distintas con una lámina debajo de cada una a modo de descripción.
-Damas y caballeros, bienvenidos a mi laboratorio. Aquí podrán escoger el arma que mejor se acomode a su experiencia y habilidad, todas ellas ya han sido probadas y aceptadas por el concejo. Por ejemplo este hermoso neutralizador de hielo. Algunos de ustedes recordarán el problema que nos ocasionó conseguir el material.
Ichigo asintió. Grimmjow y Nelliel intercambiaron una mirada furtiva y desviaron la vista hacia la pared.
-Las armas que tuvieron alguna falla o están incompletas se encuentran en la sala anterior –prosiguió Urahara-. Por favor, acérquense a la pared y observen con cuidado. Si tienen alguna pregunta no duden en venir a mí.
Orihime, Ulquiorra, Rukia y Nelliel se acercaron a la pared y tomaron las armas de una por una, medían su peso sosteniéndolas en una mano y otra para comprobar su agilidad y destreza una vez que las tuvieran en su poder. Rukia estaba un poco más familiarizada con el trabajo de Urahara ya que era el principal proveedor de las Fuerzas Especiales de Yoruichi, pero había pasado un tiempo y Urahara había creado muchas armas nuevas. Ichigo y Grimmjow se acercaron a Urahara.
-Es una mierda tener que lidiar con grupos como los Sternritter. No son más que un dolor en el trasero –exclamó Grimmjow.
-Y que lo digas. Poco me importa lo que hagan, pero si Yoruichi está en peligro no dudaré en aniquilar a toda su raza –respondió Urahara.
-Hablando de eso, ¿cómo va todo entre ustedes dos? Creí que para estas alturas ya estarían casados.
-La realeza es un asco, Yoruichi cree que el concejo no tardará en aceptar mi propuesta, pero hasta entonces no podemos hacer nada. El matrimonio entre una princesa y alguien que no pertenece a la nobleza está prohibido.
-¿Ni siquiera por todo lo que hiciste por ella?
Urahara sonrió amargamente recordando los últimos años que perteneció a la tripulación de Grimmjow. En más de una ocasión se habían visto envueltos en conflictos diferentes, guerras entre miembros del clan, invasiones de reinos vecinos y golpes de estado. En todas y cada una de esas ocasiones Urahara se había sacrificado por Yoruichi. Había recibido disparos, lo habían golpeado y torturado, pero en ningún momento dudó al momento de defenderla. No entendía de donde había surgido su amor por ella, pero se alegró mucho cuando le fue correspondido. Abandonó la tripulación y quedó al servicio directo de Yoruichi, como su primer oficial, proveedor de armas, maestro de arquitectura e inventor.
Pasó un tiempo hasta que Urahara se decidió y le pidió matrimonio. No tenía mucho qué ofrecerle, debido a sus orígenes, pero a Yoruichi no le importó nada de eso. El único impedimento era el concejo. No podían hacer nada sin su consentimiento, aun cuando ella fuera la princesa y tuviera la última palabra. Siempre le ponían más excusas debido a que era la única heredera y era mujer. A sus ojos, debía casarse con un noble que heredara el título de rey, y por lo mismo a ella no le habían dado el de reina aunque técnicamente era la que gobernaba. Tenía que estar casada para poder ser reina, pero justo ahí residía el problema. Ella amaba a Urahara, y no estaba dispuesta a abandonarlo sólo por un título.
-A ellos no les importa si di la vida por ella en más de una ocasión. Sólo les importa el número de títulos y tierras que poseo. Me odian, Grimmjow. Me odian por ser un plebeyo y un antiguo mercenario. Los he provisto de armas y soluciones a sus estúpidos conflictos, pero ni así cambian de parecer. No me interesa la estúpida corona; si por mí fuera, Yoruichi y yo ya nos habríamos largado desde hace tiempo, pero su obligación con Karakura es aún mayor.
Ichigo le puso una mano en el hombro a modo de consuelo. Sabía lo que se sentía ser rechazado por todos y no pertenecer a la nobleza, pero estaba feliz de que su verdadera familia estuviera a bordo del Noir Kaizoku. Ahí no les importaba la procedencia, únicamente la lealtad y las habilidades de combate.
-Oye –le preguntó cambiando de tema-, ¿qué me dices de la chica de cabello negro?
Urahara volteó a ver a Rukia y reprimió una sonrisa.
-No me digas que estás interesado en Kuchiki.
-Bueno, pensé que sería recomendable conocer bien a las personas con las que voy a trabajar.
-Y un carajo, Kurosaki.
-Bien, de acuerdo, estoy interesado, ¿ya? Ahora dime.
-¿Era tan difícil admitirlo? Bueno, como ya dijo Yoruichi, es miembro de las Fuerzas Especiales. Me parece que se unió cuando era niña. Su única familia era su hermano Byakuya, que sirvió al padre de Yoruichi. Fue un soldado muy leal, antes de morir le pidió que la aceptara en el grupo, ya que no tenía a nadie más. Es bastante habilidosa en todas las artes. Ella y Soi Fong son las mejores y las más confiables.
-¿Sabes si está con alguien?
-No, ni lo estará. Ser parte de las Fuerzas Especiales significa estar completamente al servicio de la princesa. No puede tener relaciones sentimentales con nadie, hijos o propiedades. Son como fantasmas para el resto del reino.
-Estás de broma –Ichigo no podía creer lo que acababa de escuchar.
-No, esa es la verdad. Es por eso que son tan excepcionales. Se dedican a su oficio al cien por ciento, no se permiten distracciones de ningún tipo.
Grimmjow sonrió divertido al ver la cara que puso Ichigo. Era rara la ocasión en la que lo había visto así, siempre obtenía lo que quería, cundo quería. Eran bastante similares en ese aspecto.
De pronto pensó en Nelliel. Desde que se separaron y ella decidió seguir por su cuenta, Grimmjow sentía un enorme vacío; Nelliel había tirado por la borda todos esos años que pasaron juntos. Una parte de él se hacía responsable por lo sucedido, pero la otra no sabía cómo lidiar con la soledad y el sentimiento de no estar con la única mujer a la que había amado. Era más fácil lidiar con la culpa que aclarar las cosas. Se odió por eso y por no tomar cartas en el asunto.
Sin darse cuenta la estaba observando fijamente. Nelliel seguía absorta en las armas sin prestarle atención. Ichigo le dio un codazo para que disimulara.
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-¿Qué piensas de los reclutas de Yoruichi? –le preguntó Orihime a Ulquiorra discretamente.
El pelinegro se encogió de hombros, indiferente.
-Kuchiki es inteligente, puedo verlo por su forma de comportarse. Kurosaki me parece un tanto impulsivo, pero Grimmjow es arrogante. Eso indica problemas.
-No creo que sea el caso –Ulquiorra levantó una ceja, interrogándola-. O sea, sí, es…un poquito…falto de modestia, pero Yoruichi confía en él.
-No me refiero a eso. Es la clase de persona que no sabe trabajar en equipo.
Orihime asintió, dándole la razón. La verdad ella también pensó eso cuando lo escuchó hablar. Sobre Ichigo, Rukia y Nell no tenía problema alguno.
Yoruichi entró a la habitación en ese momento. Llevaba un montón de planos debajo del brazo y Urahara hizo espacio para que los pusiera sobre la mesa.
-Veo que ya se están familiarizando con todo esto –anunció-. De acuerdo, ya que estamos todos me gustaría hablarles del siguiente paso. La última vez que los Sternritter atacaron, y me refiero antes de irrumpir en el castillo, fue cuando asesinaron a los duques del Seireitei. Su primera tarea consiste en investigar el lugar y recaudar toda la información que puedan. A partir de entonces podrán planear una ruta de viaje. Toda la información que necesitan sobre el reino y sus alrededores se encuentra en los archivos que les daré.
-¿Qué haremos si encontramos la base de los Sternritter? –preguntó Ulquiorra.
-Capturarlos y traerlos aquí.
-¿No sería mejor aniquilarlos a todos en el mismo lugar? –preguntó Grimmjow.
-Queremos recuperar la joya sin derramar sangre, si es posible –respondió Yoruichi.
-Esto no es una puta utopía, princesa. Los rebeldes jamás hablarán si saben que eso te puede destruir. Si nos deshacemos de todos ellos no habrá riesgo alguno de que nos jodan con o sin la joya.
-Grimmjow, apégate al plan –respondió Urahara. Grimmjow rodó los ojos.
-Saldrán mañana a primera hora. Viajarán en uno de los dirigibles de Ulquiorra, ha sido previamente equipado con todo tipo de armamento que pudieran utilizar –prosiguió Yoruichi mostrándoles los planos del dirigible y toda la maquinaria interna.
-Alto ahí –interrumpió Grimmjow-. No voy a viajar en una maldita píldora de metal. Si haremos esto será en mi barco.
-Tu barco no es ni la mitad de rápido que uno de mis dirigibles –exclamó Ulquiorra, molesto por el comentario.
-Será mejor que te retractes, enclenque, o vas a viajar en pedazos.
Orihime detuvo a Ulquiorra del brazo para que no hiciera algo de lo que después se arrepentiría. Ichigo hizo lo mismo con Grimmjow.
-Silencio los dos –sentenció Yoruichi-. Si siguen así no hará falta que peleen con los Sternritter, se matarán entre ustedes. No quiero escuchar otra discusión.
-Si vamos a hacer esto, iremos en el Noir Kaizoku. No lo repetiré una tercera vez –afirmó Grimmjow cruzándose de brazos.
Yoruichi suspiró derrotada, sabía que era inútil tratar de convencer a Grimmjow. Era más fácil equipar todo el barco diez veces que hacerlo cambiar de opinión.
-De acuerdo –miró a Grimmjow molesta-. Si pones en peligro la misión por otro de tus berrinches, los Sternritter serán el último de tus problemas –la fiereza de su amenaza no aceptaba réplicas.
Salió de la habitación y todos la siguieron. Nell detuvo a Ulquiorra del brazo y se aseguró de hablar lo suficientemente fuerte.
-Ignóralo. No sabe cuándo dejar de ser un niño. Siempre quiere tener la última palabra –miró a Grimmjow de soslayo y abandonó la habitación tras ellos.
Grimmjow bufó molesto y los siguió. Sabía que era cuestión de tiempo para que ese reencuentro inevitable terminara en caos.
Continuará…
7u7 Gracias por leer :3 espero que lo hayan disfrutado. No estoy acostumbrada a los capítulos tan largos xD usualmente los hago de 3k o 3.5k palabras, este es un caso especial.
Tal vez ahorita no entiendan algunas cosas pero les prometo que en los siguientes capítulos hablaré más de los Sternritter, la tripulación de Grimmjow y su pasado con Nell. El IchiRuki también irá evolucionando poco a poco, y por supuesto un poco de UlquiHime ;) No olviden dejar su review lml ¡Hasta pronto!
