Correr. Solo puedo hacer eso. Correr. Correr lejos del distrito. Correr lejos de mi familia, dejarlos morir. Correr lejos de mi hogar, de las bombas, de todos. Alcanzar a los que serán salvados. Traspasar los muros, la alambrada. Salir a los bosques, la pradera. No puedo mirar atrás.
Busco el grupo. He visto a Gale conducir a la gente a los bosques. Los he seguido, pero no soy tan rápida. Mis piernas no responden, estoy a punto de caer al suelo. He pasado demasiado tiempo en la mansión intentando rescatar a mi madre. Me he dado cuenta demasiado tarde de que hacía rato que no respiraba.
Mi padre tampoco ha escapado. Lo he visto. Estaba corriendo hacia mí cuando una viga le ha caído encima. Esta muerto. Todos están muertos. Los únicos supervivientes escapan, lejos de mí. No puedo alcanzarlos. No puedo gritarles que me ayuden. Me voy desplomando en el suelo, entre los arbustos.
Levanto horas después. Allí, entre los mismos arbustos. Junto a las fresas. Fresas. Quiero llorar. Nunca más volveré a esperar a Gale y Katniss por las fresas de mi padre. Nunca más volveré a ver sus rostros. Nunca más volveré a ver los rostros de nadie. Nada volverá a ser lo mismo.
Empiezo a inspeccionarme buscando las heridas y quemaduras que no forman parte de mis sentimientos. Tengo una quemadura un poco fea en la pierna derecha, y varias rascadas en los brazos. Por fuera estoy bien. Pero por dentro no. Empiezo a sentir una especie de escozor debajo del estómago, y la cabeza me da vueltas. Pero me obligo a seguir pensando. A seguir despierta, con vida. No puedo aflojar, no puedo ser débil. Nadie va a ayudarme, tengo que valerme por mi misma.
Me levanto todo lo rápido que puedo, tengo que encontrar al grupo. Encontrar a Gale, a la señora Everdeen, a Prim, a los del distrito. No sé que hacen ahora, pero debo encontrarlos rápido. Me exijo seguir andando, aunque no pueda gritar. Aunque no pueda llorar. Aunque no encuentre razones para seguir. Soy cobarde hasta para dejarme morir.
A cada paso me doy cuenta de que tengo hambre. Mucha hambre. Quizás algo de comida me ayude a apaciguar el dolor. Tomo el fruto de un árbol al que no se darle nombre y al instante lo vomito todo en el suelo. Estoy hecha un desastre.
Mientras avanzo con rumbo desconocido veo humo que sale de las ruinas del distrito. Esto me da nostalgia y me hace sentir miedo. Un miedo que surge del corazón y se bombea por toda la sangre. Por cada extremidad. Por cada fibra de mi ser. No puedo volver a ningún sitio, no tengo donde ir. Pertenezco a lo que ya no existe.
No me permito desmoronarme hasta encontrarlos, pero no puedo verlos. La visión es borrosa, y las horas pesan y duelen como puñaladas. Tengo que encontrar un lugar donde cobijarme.
Busco una cueva y me hago una bola. Y allí lloro. Lloro por mi madre que no pude salvar, la cual no sé si murió por el fuego que nos rodeaba o por una sobredosis de los calmantes del capitolio. Lloro por mi padre, que murió por mi culpa. Todos están muertos por mi culpa. Mis padres, los criados y el jefe de los agentes de la paz. No me da pena la muerte de este último. Me alegra. Por su culpa Gale sufrió.
Gale. Ha sobrevivido. Él junto a sus seres queridos está vivo, pero está a quilómetros de mí. No puedo alcanzarlo aunque, bueno, Gale siempre ha sido una figura inalcanzable para la malcriada de la hija del alcalde. Lloro al ver que no formo parte de sus seres queridos, al ver que no le importo.
Pero despierto. Ha llegado el momento de madurar. El distrito ha muerto. El capitolio lo ha matado. El capitolio, que ha sido mi sustento invisible durante estos años ha matado a mi mundo. Mi pequeña burbuja ha sido estallada. No me queda nada. Empiezo a comprender a Katniss.
Katniss Everdeen. Mi amiga. La admiro. Desde bien pequeña ha sido el sustento de su familia sin ser ayudada por nadie. Por eso le regalé el pin del sinsajo. El pin de Mayslee, mi tía. Mi tía, ella era una valiente. Vi sus juegos. Yo quería ser como ella, como Katniss, valiente e independiente. Ellas eran luchadoras, duras y sabían mantener la cabeza fría en las situaciones difíciles. Por eso le di el pin a ella. Yo no merecía ni merezco llevar el sinsajo.
Me siento, despegando mis manos del rostro. No sé cuánto tiempo ha pasado desde que me he derrumbado. Pero el día se ha hecho de nuevo. Y tengo que salir de aquí.
Salgo de la cueva y veo el primer rayo de esperanza después del bombardeo. Aerodeslizadores. No son del capitolio, y se acercan a un punto del bosque, lejano, pero no inalcanzable. Empiezo a correr por el bosque, esquivando las ramas, los arbustos y las piedras. Pero voy a llegar tarde. Lo veo justo cuando estoy a punto de llegar. Los aerodeslizadores despegan, y se llevan a mi esperanza.
Empiezo a gritar y a zarandear los brazos, pero es inútil. Soy demasiado pequeña. Insignificante, insulsa. No es nada nuevo para mí. Pero me acaban de dejar sola, en medio de un campamento olvidado, con las cenizas de las fogatas y las pequeñas cabañas hechas para cubrirse del frio como última compañía. Tropiezo con algo. Un arco y unas flechas.
Me lo tomo como una señal, algo simbólico. Agarro el arco y las flechas e intento disparar a un árbol cercano. Katniss me ha enseñado como se hace, hicimos unas cuantas clases. No soy buena, pero tampoco lo había necesitado. Una nueva determinación me asalta cuando la flecha se clava en el árbol esperado. Sonrío y empiezo a soñar en una nueva vida.
N/A
Bueno, este es el primer capítulo de mi nuevo Fic largo. Las sujerencias son agradecidas, no sé como moldear la mente de este personaje.
Nos vemos en "irme"!
