Disclaimer: Los personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto.

Nota de autora: ¡Dirgad! Después de un par de años, de ausencia, no tan ausencia, ruedo de vuelta acá. Un nuevo fic, nuevo trama, nueva expectativa... ajá. Veremos. Me muerdo las uñas por continuar este fic. Además, puse un nuevo poll, que me gustaría que contestasen. Me ayudará a tomar un par de decisiones. Les dejo leer con tranquilidad.

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Júpiter, Adiós

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Prólogo

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SAKURA

8 de agosto.

Abrí los ojos, más temprano de lo normal. La alarma no sonó. La puse a las 7:00... y aún eran las 6:44. Me desperté antes de tiempo. Qué martirio. Tomé el celular y apagué la alarma con un resoplido. Me estiré en la cama, y sentí un tibio bulto a mi lado. Era Sasuke. Respingué, sorprendida. Estaba cubierto de pies a cabeza con la colcha, apenas podía ver su cabello negro sobre la almohada. El corazón se me apretó en un puño. Estaba en casa. Llegó a casa. Aunque no sabía a qué hora había ocurrido eso. Casi me pongo feliz, pero la amargura me dominó un segundo después. Pensar en lo que pudo estar haciendo toda la noche, me caló en el alma.

Salí de la colcha. Me levanté con cuidado, pisando la alfombra verde. Llevaba puestas las bragas blancas y la camisita rosa con la que solía dormir. Me detuve para mirarlo un poco. Tenía ganas de verlo despierto, pero también me asustaba descubrir lo que escondía en la mirada. Me daba la sensación que me miraría con sus despiadados ojos negros y me aniquilaría al instante. La mirada más fría que podía congelarme el corazón. Ese era el Sasuke de ahora. El que me veía como una molestia. El que no me hablaba a menos de que fuera necesario. El que me confesó que le daba igual si me iba del departamento o no.

Me di un baño. El chorro de agua tibia me empapó por un rato, mientras yo recordaba cómo lloré ayer por la noche antes de dormir. Ninguna llamada de su parte. Ni idea de cuál era su paradero. Con quien estaba. Mierda, ¿por qué nos estaba pasando esto? La soledad me asfixiaba. Estar a su lado me hacía sentir sola. No podía escapar de esa sensación. Tampoco podía ver más allá de mi miseria. ¿Yo tuve la culpa? No quería reconocer mi co-dependencia. Él era el maldito sol donde yo giraba. Y a pesar de eso, me sentía escabullida en la oscuridad. No sé a qué me sujetaba. Luchar por él me sabía a un desafío letal. Temía desangrarme en el intento. Sasuke podía ser tan cruel a veces.

SASUKE

7 de agosto

Estaba recargado en el escritorio. Mi madre me llamó a las 8:05. Estaba preocupada por Itachi. Tenía dos semanas que no podía comunicarse con él. Me pedía ayuda para que intentara localizarlo. Le dije que sí, pero que seguro estaba ocupado haciendo meditación en una montaña. Mi madre no entendió el chiste sarcástico. No dejaba de decir que tenía miedo. Su hijo favorito podía estar muerto. Sonreí por su paranoia. Me deshice de su llamada hasta las 8:26.

Casi al instante el teléfono móvil sonó en mi pantalón. El remitente: Mei Terumi. Sonreí. Mierda, cómo podía ser tan ofrecida esa mujer. Era escabroso lo que algunas mujeres podían hacer por sexo. Inclusive, menos que eso. Mei era bastante habilidosa y le alcanzaba con darme una felación a cambio de nada. Mezclaba negocios con placer. No tenía ética laboral. No tenía una moral digna. Sabía lo que quería y era clara al pedirlo. Se jactaba de ser una mujer mayor que podía conseguir lo que quisiera. Y mierda, casi lo lograba conmigo. Era sorprendente verla desvivirse por colmar sus deseos sexuales.

«Ingeniero, necesito verlo esta noche. Mi servidor se volvió loco. Usted es el único que puede ayudarme».

No tenía planes esa noche ni apuro por llegar a casa. Tenía trabajo que hacer. La empresa de Mei Terumi era nuestro mejor cliente. Su negocio estaba a diez minutos a pie, sólo cuatro seis cuadras de distancia. Me metí el celular en el bolsillo y al salir de la oficina, noté que Konan seguía pegada a su computador. Me miró y sonrió. Le dije que se fuera a casa, que le iban a explotar los ojos porque ya los tenía rojos. Cuando respondió con que estaba a punto de terminar el diseño de su último proyecto, percibí el olor a alcohol en su aliento. Fruncí el ceño. Me acerqué a su rostro. La vi fijamente, y ella se asustó. Me reí por dentro. Konan podía ser perfecta a veces, y en otras, le daba por comportarse patéticamente. Qué lástima. Ahora que lo pensaba, Sakura se parecía un poco a Konan cuando no era tan patética.

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NEJI

9 de agosto

No tenía interés en salir a comer con Lee. Eran las 3:05 y aún no terminaba de organizar el nuevo contrato para la sociedad con Pro Textil. Era un milagro que el director se hubiera ofrecido a venir una vez más. Después de que el viejo Onoki estuviera a punto de destrozar el trabajo que tanto nos tomó construir, el estrés estaba en su punto más colosal. Necesitaba un trago. Y estaba dispuesto a ir por el al salir de este lugar. Algo fuerte, después una cerveza fría. Pero mierda, necesitaba terminar esto. Era sencillo, no era la primera vez que lo hacía. Pero esta vez se me estaba haciendo difícil. Quizá si ella no hubiera aparecido ayer aquí, todo fuera menos complicado.

No la odiaba, por Dios. Era un sentimiento diferente. Lo que Sakura Haruno me provocaba, eran unas ganas enormes de gritarle lo estúpida que era. Pero luego me la imaginaba mirándome con esos ojos tan expresivos que le hacían creer a todos que ella era una víctima de las circunstancias. Jamás aceptó la realidad. Y yo no era nadie para ponerla en su lugar. Ni siquiera estaba a mi cargo. Por suerte.

No pensaba demostrarle a todos lo falsa que podía ser Sakura Haruno. El mundo por sí solo se iba a enterar. Todo mi enfoque estaba en la empresa que trataba de salvar. Lo que sí debía hacer, era llamar a mi hermana. Avisarle que ella estaba viva. Pero no, mejor no. Ahora que lo recordaba, Hinata siempre pensó que Sakura era inocente. Era posible que quisiera venir a la empresa a verla. Luego todo se revelaría. No habría forma de mantener nuestro trato a la raya de lo profesional. Ella podía ser tan… dramática. Qué fastidio. Era mejor que Sakura no me recordara. Podíamos llevarla así, mirándonos como si los dos conociéramos el mismo secreto. Pero mierda, ¿y si sólo estaba fingiendo que no me recordaba?

Pero joder, eso no debería significar un problema. Ignorarla siempre me había funcionado.

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Gracias por leerme.

Miss K