Ocho de la tarde de un día de mediados de verano. Una figura alta y morena se deslizaba por las acaloradas calles de Konoha. Era Iruka, que tras un largo y agotador día de trabajo en la academia ninja primero y en la oficina central después regresaba a su casa. El chunnin saludó a algunos conocidos por el camino, parándose a charlar con el padre de uno de sus alumnos.

Tras varios minutos, Iruka llegó silbando a la puerta de su casa, feliz por la idea de poder darse una buena ducha fría. Hizo los sellos necesarios para desactivar los jutsus de protección, introdujo la llave y esquivó hábilmente las trampas en la entrada.

Dejó su cartera y los rollos que había estado sosteniendo en el suelo y se estiró con un suspiro de satisfacción. Miró a su alrededor, rascándose la parte trasera del cuello.

"Uhm… "Había algo fuera de su sitio. El profesor no estaba muy seguro de qué era, pero sabía que algo no estaba como debería estar. Sus ojos escanearon el pequeño apartamento, pero siguió sin saber que era lo que estaba mal. Dejó que su chacra se extendiera por la estancia, y no sintió la presencia de nadie. Y sin embargo…

Iruka negó con la cabeza. Debían de ser imaginaciones suyas.

El chunnin entró en su cuarto de baño y se desvistió. Entró en la ducha y encendió el grifo. Ah, el agua caliente se sentía genial contra sus músculos agarrotados… Iruka estuvo varios segundos bajo el chorro de agua antes de comenzar a enjabonarse.

Varios minutos después, El chunnin salió del cuarto de baño empapado y con una toalla atada alrededor de la cintura. Al pasar junto a la puerta se fijó en la cesta de la ropa sucia, que estaba llena hasta los bordes.

"¡Mierda!", pensó Iruka, golpeándose en la frente con la palma de la mano, "¡Se me ha vuelto a olvidar hacer la colada!". El hombre suspiró. "Bueno, tampoco es para tanto. Si no recuerdo mal, aún me queda una muda de calzoncillos limpia… "

Abrió la cajonera a los pies de la cama.

"¿Uh?"

El cajón de la ropa interior estaba vacío.

Con un gruñido, Iruka se puso su último par de pantalones limpios y se dispuso a poner una lavadora.

Desde que Sunagakure se fundó, en la academia ninja de esta villa perdida hubo siempre un mes de vacaciones en agosto. Sin embargo, la razón de esto era meramente climatológica: en agosto las temperaturas podían llegar fácilmente a alcanzar los 60ºC.

Cuidar de un grupo de niños sobreexcitados por el calor y armados con shurinkens y kunais a una temperatura así era considerado una tortura destinada sólo a ninjas exiliados de nivel S.

En Konoha, donde "sólo" llegaban a los 35ºC, no había vacaciones en la academia ninja.

Iruka salió de la susodicha academia, resoplando. El sensei estaba rojo de furia… literalmente.

Konohamaru le había intentado hacerle la típica broma de colocar un cubo de pintura sobre una puerta. Pero gracias a sus reflejos de ninja y a que sus años de bromista le habían otorgado un profundo conocimiento sobre los hábitos de sus alumnos, Iruka había conseguido detener el cubo de pintura justo antes de que este se volcara. El sensei le había ordenado a Udon que colocara el cubo sobre su mesa y había comenzado a echarle la bronca pertinente a Konohamaru.

Iruka había experimentado una sensación de orgullo por haber sido capaz de coger el cubo. Y precisamente por ello, el chunnin se enfadó bastante cuando Udon tropezó, haciendo que el cubo de pintura roja se derramara sobre los pantalones de su profesor.

Al llegar a casa, el sensei consultó su reloj. No tenía tiempo para ducharse, cambiarse de ropa y llegar a la oficina a tiempo, así que se conformó con limpiarse la poca pintura que había llegado a mancharle la piel y cambiarse de cintura para abajo.

Iruka se quitó las sandalias, los pantalones y los boxers, y abrió el cajón de la ropa.

El chunnin entornó los ojos inquisitivamente. "¿Pero qué…?"

Fue a mirar la cesta de la ropa sucia. Esta estaba casi vacía, ya que había hecho la colada hacía un par de días. Contó el número de calzoncillos que había en la cesta y luego volvió al cajón para contarlos también.

A continuación miró bajo la cama, bajo la cajonera, bajo la mesa, en la bañera… registró la casa entera y no encontró ningún calzoncillo más.

Aquella era la primera vez que al chunnin se le había ocurrido contar cuantos calzoncillos tenía. Pese a todo, Iruka estaba bastante seguro de que siempre había poseído más de tres mudas.

El chunnin pensó en seguir buscando, pero entonces miró la hora y se dio cuenta de que no tenía tiempo para eso. Se terminó de vestir rápidamente y salió corriendo en dirección a la oficina.

Iruka entró sigilosamente en su casa. Cerró la puerta tras de sí y caminó lentamente hasta la cajonera. El mueble de madera le pareció frío y cruel, así que Iruka cerró los ojos. Cuando volvió a abrirlos, la cajonera había vuelto a convertirse en un objeto completamente inofensivo.

Tomó aire y lo expulsó lenta, deliberadamente.

Abrió el cajón…

Era oficial. Alguien estaba robándole la ropa interior.

- ¡Animo, Iruka! – Anko le pegó al de la coleta una palmada en la espalda, y la fuerza del impacto hizo que este se doblara sobre su mesa - ¡A lo mejor sólo es un pervertido!

Iruka parpadeó.

- ¿Qué?
- ¡Que a lo mejor el que te está robando los gallumbos sólo es un pervertido! – repitió la chica.
- ¡Por supuesto que…! – El sensei se interrumpió - ¿Quién, si no un pervertido, va a robarme la ropa interior?
- Alguien que quiera robarte un vello púbico para hacer un muñeco de vudú – sugirió Anko alegremente.
- ¿… cómo?
- ¿Quién quiere robarle a quién un vello púbico para hacer un muñeco de vudú? – preguntó Genma, que acababa de llegar a la oficina central, mientras mordisqueaba la aguja que había entre sus labios.
- El que le ha robado los calzoncillos a Iruka – explicó Anko, sonriente.
- ¿Q…¡Anko! – protestó el chunnin.

Junto a Genma, Raidou arqueó las cejas.

- ¿Alguien le ha robado los calzoncillos a Iruka? – dijo, ladeando la cabeza con curiosidad.
- ¡No! – gritó Iruka, sonrojándose.
- Sí – insistió Anko.
- ¿Y no podían haberle quitado un pelo de la cabeza para hacer el muñeco de vudú? Habría sido más fácil… - dijo Genma, y se rascó pensativo la barbilla.
- El vello púbico es más efectivo que el pelo de la cabeza en al menos cuarenta y dos de los métodos habituales de hacer muñecos de vudú – explicó la chica con calma.

Durante varios silenciosos segundos, los hombres presentes consideraron lo peligroso que podía llegar a ser que Anko conociera ni tan siquiera un método para hacer muñecos de vudú.

- ¿Y para qué quieren hacer un muñeco de vudú de Iruka? – pregunto Raidou tras el corto silencio.
- ¡Para nada¡Nadie está haciendo ningún muñeco de vudú! – gritó el de la coleta, molesto - ¡El que me está robando la ropa interior es un pervertido, eso es todo!
- ¡Exacto! – corroboró Anko al tiempo que asentía con la cabeza, y luego – Probablemente…
- Anko… - avisó el sensei, furioso.
- Bueno, tampoco es como si Iruka tuviera ningún enemigo que quisiera hacer un muñeco de vudú de él… - comentó Genma distraídamente.
- ¡Eh¡Que yo tengo muchos enemigos! – protestó el moreno, sintiéndose ligeramente ofendido. Iruka tenía razones para estarlo. Para muchos ninjas, el tener un gran número de enemigos era una prueba de fuerza y valía. El sensei siempre había pensado que aquello era una tontería, pero eso no significaba que el comentario fuera menos insultante.
- ¿Por ejemplo? – preguntó Anko, desafiándolo a darle nombres.
- Bueno, está Mizuki… - Comenzó a decir Iruka.
- Sigue en la cárcel¿no?
- ¿Y que hay de sus alumnos? – sugirió Raidou.
- ¡Eso! Iruka¿has suspendido a algún alumno últimamente? – preguntó Anko, agitando un brazo en el aire.
- ¿Estáis de broma, verdad¡Tengo trampas en casa¡Trampas que ninguno de mis estudiantes sabría desactivar!

El de la coleta frunció el entrecejo. Estaba seguro de ello. Al fin y al cabo, sus estudiantes habían sido uno de los factores que había considerado al diseñar las trampas. Esa era una de las razones de que, por ejemplo, ninguna de ellas fuera mortal.

- ¡Vaaale, vaaale…¡No te pongas así! – dijo la chica.
- Ha sido un pervertido, y no se hable más – dio por finalizada la discusión Iruka, cruzándose de brazos con un gesto de determinación.
- ¿Quién ha sido un pervertido? – preguntó alguien. El chunnin alzó la mirada, y vio que era Kakashi.
- El que le ha robado a Iruka los… - comenzó Anko, pero se vio forzada a detenerse cuando Iruka le tapó la boca.
- ¡Anko¡Deja de contárselo a todo el mundo! – gritó el moreno, y luego apartó las manos de Anko cuando esta le mordió los dedos con unos dientes sorprendentemente afilados.
- ¡Tranquilízate, tío! – dijo Anko, haciéndole un gesto obsceno – Total, tampoco es para tanto. Sólo te han robado los calzoncillos…
- ¡Anko! – protestó Iruka, cubriéndose el rostro con las manos.
- Vaya. Sí que parece obra de un pervertido… - comentó Kakashi sin mucho interés. Acto seguido, le entregó el informe de su última misión a Iruka. - ¿Has probado a poner trampas?
- ¿Hm? Ya tengo – contestó lacónicamente el sensei.

Empezó a revisar el informe al tiempo que ignoraba a Anko, Genma y Raidou, que discutían sobre quién podría ser el ladrón.

El chunnin notó que el informe estaba manchado de barro y algo que probablemente era salsa barbacoa, escrito con una letra pequeña e inteligible para cualquiera que no tuviera que corregir diariamente los deberes de un grupo niños pequeños. "¿Tan difícil es redactar algo con claridad?", se preguntó. Además, comprobó que varios datos del informe de Kakashi estaban en la casilla errónea. Iruka comenzó a hacer una lista mental con todos los errores que había en el informe.

- Quizá deberías renovarlas – sugirió Kakashi.
- Oh, va a hacerlo – Anko hizo una breve pausa en la conversación que estaba manteniendo con Genma y Raidou para responder a Kakashi - Se ha pedido un día libre pasado mañana para eso.
- Mm. Pasado mañana no tengo nada que hacer. Podría ayudarte…
- Gracias por la oferta, Kakashi-san, es muy amable por tu parte, pero…
- Entonces nos vemos pasado mañana – contestó rápidamente el jounin, al tiempo que realizaba varios sellos.
- …pero no es necesario, y… - Iruka se detuvo al darse cuenta de que Kakashi había desaparecido en una nube de humo – Hmph. Odio cuando hacen eso.
CONTINUARÁ...