Disclaimer: los personajes pertenecen a Stephanie Meyer, la trama es de mi completa autoría.

- Sr. Masen… - Titubeó Yorkie antes de continuar, rodé los ojos porque ya imaginaba lo que iba a decir – ¿Está seguro de liquidar Deepcom company? Quiero decir, si hacemos una inyección de capital o buscamos socios capitalistas que estén interesados…

- Podríamos sacar la compañía adelante en… ¿Siete meses? ¿Doce? – Interrumpí con voz monótona, a lo que el hombre asintió – No Yorkie, ya fue demasiado tiempo esperando resultados, quiero que liquide la empresa para final de mes.

- Pero señor, cerca de diez mil personas trabajan allí y…

- Que bueno que apenas empieza el mes ¿verdad? Así tendrán tiempo de buscar otro empleo – Dije con sarcasmo – y usted también tendrá suficiente tiempo para realizar toda la labor; le recomiendo que se dé prisa ya que si Deepcom company no está acabada para el ultimo día de este mes la primera cabeza que rodará será la suya.

Giré mi asiento hacia el escritorio y sin mirar al hombre que tenía delante apreté uno de los botones del teléfono, la voz de una mujer sonó al otro lado de la línea.

- Señorita Weber quiero que aplace la reunión que tenía esta tarde y la pase para mañana a primera hora y dígale a Banner que necesito el informe completo para esa junta.

- Ahora mismo lo hago – Por su tono de voz sabía que había algo que dudaba en decirme.

- ¿Que sucede? – Pregunté.

- Es Jason Jenks nuevamente, ha estado llamando toda la tarde; tal como usted me indicó he estado evadiéndole, pero no creo que se vaya a dar por vencido hasta que consiga lo que quiere.

- Comuníqueme con él – Mientras colgaba vi que Eric Yorkie permanecía aun en el asiento tieso como una tabla y sudando a mares – Que espera Yorkie? No le estoy pagando para que se quede viéndome trabajar.

- Ehh… si, lo siento Sr. Masen, con permiso – Dijo mientras saltaba del asiento y salía tropezándose con sus propios pies.

- Idiota – Resople entre dientes cuando cerró la puerta.

Me levanté de mi asiento y fui a contemplar la extraordinaria vista que ofrecía el ventanal de mi oficina mientras esperaba que Weber hiciera lo que le pedí.

Masen Company era la empresa que mi abuelo había fundado hace 70 años y que heredé de mi padre cuando cumplí 19 años, pero como aún no había terminado mis estudios profesionales no pude tomar las riendas del negocio hasta dos años después, en ese lapso de tiempo descubrí que en veinte años en que estuvo al frente de la compañía, mi padre había arruinado el esfuerzo de mi abuelo convirtiendo la empresa en nido de contrabandistas y mafiosos y que su muerte prematura se debía precisamente a algunos de esos negocios turbios habían salido terriblemente mal.

Durante los primeros cinco años todos mis esfuerzos estuvieron dirigidos exclusivamente a finalizar todos los negocios turbios que rodeaban a la compañía, lo cual casi nos llevó a la ruina y me dejó con algunos enemigos en el bajo mundo, pero gracias a mi esfuerzo y a una disciplina de hierro levanté la empresa, y ahora, siete años después Masen Company era una de las compañías más lucrativas a nivel mundial y yo era uno de los hombres más poderosos e influyentes del mundo; por supuesto que esto me enorgullecía, logré demostrar que no necesitaba un montón de corruptos y ratas de alcantarilla para llegar a donde estaba, había logrado limpiar el nombre de la familia, pero al parecer para la prensa aquello no era suficiente; constantemente iban detrás de mí como esperando el momento justo para saltarme encima como un montón de hienas; ya fuera para alabarme o criticarme, tal como lo leía en algunos periódicos, un día era el "guapo empresario que estaba al frente de la compañía más prometedora de los últimos diez años" y al otro día era un "el hombre más despiadado del mundo de los negocios, al cual no le importaba pasar por encima de quien fuera", lo último no era del todo cierto, era implacable, sí, pero siempre me mantenía dentro de los límites legales, no había llegado hasta aquí para cometer los mismos errores de mi padre.

El ruido del teléfono me sacó de mis pensamientos, me dirigí al escritorio y ví que la lucecita parpadeante correspondía a la línea de mi eficiente secretaria.

- Señorita Weber

- Sr. Masen, tengo esperando al señor Jenks en la línea 3.

- Pásemelo – Un pitido repicó un par de veces y luego escuché la voz profunda de Jenks.

- Señor Masen le agradezco que me dedique unos minutos de su tiempo.

- Que sea breve, ¿que desea? – Hablar con alguien de la prensa era lo más parecido a hablar con la policía, todo lo que dijese podía ser utilizado en mi contra, así que lo mejor sería hablar lo menos posible.

- Iré al grano, me gustaría poder concertar con usted una entrevista para hablar sobre las nuevas políticas tributarias que estableció el gobierno en el sector minero y puesto que su compañía maneja el 70% de esa industria… - Dejó la frase sin terminar.

Si había algo a lo que podría atribuir mi éxito era a mi habilidad de ver más allá de lo que decían los personas y sabía perfectamente que Jason Jenks, iba detrás de algo más aunque no lo dijera, por eso había estado incordiando a mi secretaria durante dos semanas seguidas todos los días, y tal como Weber lo había dicho, este hombre no se iba a dar por vencido, era admirable su tenacidad, el problema radicaba en que estaba intentando morder algo más grande de lo que podía abarcar, me reí internamente, si quería enfrentarme lo haríamos a mi manera y en mi terreno.

- De acuerdo, mi secretaria se comunicará con usted para decirle el día y la hora, ahora si no hay nada más que discutir, debo atender otros asuntos.

- Por supuesto señor Masen – Dijo Jenks triunfalmente – Muchas gracias.

Pulsé otro botón en el teléfono.

- Señorita Weber busque un espacio en mi agenda para una entrevista con Jenks aquí en la oficina.

- Sí señor ¿algo más?

- No. – y colgué

El resto del día estuve revisando toda la información para la junta del día de mañana y exactamente a las 6 de la tarde Weber entró a mi oficina para recordarme los compromisos del día siguiente e informarme que la entrevista con Jenks había quedado para pasado mañana en la tarde. Procuraba rodearme de personas altamente eficientes en su trabajo y Weber era la claramente la mejor en lo que hacía; minutos después de que se marchara escuché unos golpecitos en la puerta.

- Siga

- Disculpe señor Masen – Una cabellera rubia se asomó por la puerta, se trataba de Lauren, mi otra secretaria – Ya me iba y quería saber si necesitaba algo – Dijo con una sonrisa ladina mientras entraba del todo en mi oficina.

Tenía dos secretarias por una simple razón. Angela Weber y Lauren Mallory tenían funciones tan diferentes como el sol y la luna, la primera era increíblemente eficiente, se encargaba de mi agenda, de todos mis archivos, básicamente era mi mano derecha, su trabajo era como mínimo impecable, pero lastimosamente no podía estar en el escritorio que quedaba frente a presidencia; no es que fuera fea, más bien era una belleza promedio y para una secretaria de presidencia de una empresa tan prestigiosa como lo era Masen Company lo menos que se esperaría, y por lo menos lo que yo exigía, era que fuera monumentalmente atractiva y allí era donde entraba Mallory; lo que Weber tenia de inteligente, Mallory lo tenía de atractiva; así que Lauren era la encargada de recibir a quienes iban a mi oficina y de asegurarse que tuvieran algo de beber o comer si era el caso y de ir al restaurante de la esquina y traer mi almuerzo, jamás le pondría una tarea que involucrara una neurona más, pues aquella mujer tenía la inteligencia de una ameba, de todas formas no necesitaba que pensara, para eso estaba Weber.

Como había dicho me gustaba rodearme de personas eficientes en lo que hicieran y si Weber era buena como secretaria, Lauren Mallory era buena en otros aspectos; me levanté de mi asiento y me asome por la puerta, no había nadie, así que cerré la puerta de mi oficina con seguro, me situé detrás de la joven, y empecé a recorrer sus costados lentamente con mis manos de arriba abajo.

- Dígame señorita Mallory, qué imagina que pueda necesitar a estas horas – Dije con voz seductora.

- Seguramente una manera de relajarse, hoy lo he visto muy tenso – Ronroneó mientras se daba la vuelta y me miraba sugerentemente.

Como era costumbre todos los días Lauren entraba a mi oficina a últimas horas de la tarde y me ofrecía su compañía, si no estaba de humor la despachaba inmediatamente, pero si lo estaba, como era el caso hoy, nuestra "reunión" podía terminar a altas horas de la noche y no había lugar en esa oficina que no hubiéramos utilizado para nuestras sesiones, el día de hoy apenas habíamos alcanzado a llegar al sofá antes de que la tomara con brusquedad.

- Anthony eres… - Jadeó Lauren mientras arqueaba su espalda debido al placer.

- Cuantas veces tengo que recordarle que jamás me llame por mi nombre señorita Mallory, para usted y para todos en esta oficina soy el señor Masen y tráteme de usted, le queda claro? – La reprendí mientras la tomaba del cabello jalándola hacia atrás para acercar mi boca a su cuello y atacar esa zona de su anatomía con mi lengua.

- S… si… si señor…– Apenas logró articular la joven que se movía hábilmente al ritmo de mis embestidas que cada vez eran más profundas.

Seguimos así unos instantes más hasta que un orgasmo invadió todo mi cuerpo, era el tercero de la noche, por lo que ya había tenido suficiente por ese día, salí rápidamente de su cuerpo, retire el preservativo y lo eché en el bolsillo de mi chaqueta; había aprendido a ser bastante cuidadoso y no dejar nada al azar, ya que mujeres como ella para lo único que les servía la cabeza era para atrapar algún incauto que se hubiera descuidado lo suficiente.

Me vestí y usé el reflejo de la ventana para revisar que mi apariencia estuviera en orden, y también para ver como Lauren se inclinaba para colocarse su vestido dándome una vista de su redondeado y perfecto trasero, estaba seguro que lo hacía con esa intención.

- Podríamos continuar en mi apartamento, así tendríamos toda la noche – Sonrió pícaramente mientras recogía su bolso.

- Señorita Mallory no se haga ilusiones – Dije tomándola del mentón y mirándola fijamente a los ojos – lo único que hay entre usted y yo son estos encuentros sexuales en la oficina, así que si en algún momento piensa que puede haber algo más, tal vez que haya llegado el momento de conseguir una nueva… secretaria.

Sonreí internamente cuando vi su expresión aterrada, inmediatamente negó con su cabeza.

- Lo siento señor, no era mi intención.

- Que no se repita – Advertí mientras me sentaba nuevamente al frente de mi escritorio – Ahora por favor, déjeme solo.

La joven abandonó en silencio la oficina, y cuarenta y cinco minutos después salí de allí rumbo a mi casa.

Hola a tod s ¿Qué les pareció la historia? Espero que les haya gustado.

Es la primera historia de mi completa autoría así que estoy súper emocionadísima.

Un abrazo al estilo Emmett