Hola, gracias por tomarte la molestia de leerme, si tienes algún pedido, adelante, se aceptan sugerencias de todo.

Pd:Notas al final, disfruta de la lectura

Algo que caracterizaba a Nathalie Sancouer era lo impecable y ordenada que podía ser cuando se trataba de agendar todos los eventos, citas y reuniones que pudiera tener su jefe. Y no solo de él, desde la muerte de su esposa, el señor Agreste la había nombrado como encargada de su propio hijo a la edad de 10 años.

Por lo que su trabajo se había duplicado, sesiones de modelaje, arreglo de vestuario, agendar citas con los posibles inversionistas, atender a los proveedores de telas, entrevistar a cada una de las modelos que fuera utilizadas para la línea de ropa y la lista seguía y seguía.

Y si pensaban que ella no sería capaz de lograr todo, estaban equivocados, pues la mujer mejor conectada París había sobrevivido ya a seis años de trabajo constante. Retrasando sus vacaciones y utilizando ese valioso tiempo para actividades de mayor productividad. El mismo tiempo que llevaba su jefe sin descanso alguno, aunque claro, a ninguno de los dos parecía molestarle aquello.

Ahora que, por otro lado, también estaba ese secreto, mejor guardado que solo conocía ella de su jefe, y es que si ya tenía mucho trabajo de por medio, que su jefe fuera el supervillano Hawkmoth no mejoraba el panorama, pues tenía que cubrir sus ausencia en cualquier caso y excusarlo con su propio hijo cuando era necesario.

Pero había llegado el día en que eso se acabaría, o al menos, el día en el que ella no podría hacer nada más que mentirle en absoluto a su propio jefe por un bien común.

—Señor, vamos retrasados para la reunión de padres de familia..—comento la mujer, mientras deslizaba táctil mente el dedo sobre su tablet.

—Repiteme por qué debo asistir a esa..."reunión" ¿No le dijiste a Adrien que estaba muy ocupado?..—el ofuscado hombre se encontraba cruzado de brazos sin dirigirle la mirada a la mujer sentada a su lado.

—Lo siento señor, pero Adrien reviso su agenda con anticipación una semana antes y noto que no tenía ninguna reunión pidiéndome de favor, que dejara disponible este horario—argumento ante la postura infantil que estaba tomando el hombre. Solo era una reunión de padres y maestros, nada del otro mundo y algo de lo que el diseñador llevaba escapando ya dos años.

El hombre se digno por fin a mirarla por fin, pues desde que subieron al automóvil, ninguno de ellos se había dirigido la palabra.

—Podrias haber inventado una buena excusa...—replico con el ceño fruncido.

La mujer le miró de forma detenida por unos cuantos segundos, siendo la única capaz de enfrentarse a la mirada sería y arrogante del hombre.

—Señor, si me permite...ha esquivado este tipo de reuniones por dos años y el joven Adrien se veía muy ilusionado por su asistencia..¿No sería bueno que se presente solo por esta ocasión?—contesto la mujer con seriedad. Si era insistente, era porque el joven modelo se merecía aquello, ya bastante sufría por la indiferencia de su padre y la ausencia de su madre, siendo ella la única con la que tenía total libertad para hablar.

Si, se había vuelto la confidente del menor hace un año atrás cuando lo había encontrado llorando en su habitación, tirando todas sus cosas gritando en el silencio de su habitación todo lo que llevaba por dentro. En ese momento, la asistente lo supo, el chico lo único que requería era cariño y amor, nada de dinero o lujos, con el que su padre solía "demostrar" su afecto, un abrazo, una palabra de ánimo o una simple sonrisa sería suficiente para él, lo sabía.

El hombre decidió guardar silencio, si bien lo pensaba, últimamente evitaba todo lo relacionado con su hijo, o en cada ocasión, dejaba que Nathalie ocupará su lugar tanto en reuniones como eventos, algo que siempre debió hacer el.

El silencio volvió a surgir entre ambos y cuando menos lo esperaba el agreste, se encontraban ya en la entrada del instituto. No habría vuelta atrás, tendría que enfrentarse a estar rodeado de los padres y compañeros de su hijo, con tal de compensar aunque fuera un poco su ausencia en cada una de sus invitaciones.

—Señor Agreste... Nathalie, bienvenidos..pasen por favor..—la profesora de su hijo fue la anfitriona a la entrada del lugar. La reunión se llevaría acabo en el patio principal dado que tanto padres e hijos estarían conviviendo juntos y el salón no era lo suficientemente grande para abarcar a todos.

El rubio platinado arqueo levemente una ceja ante la informalidad con la que se había dirigido a su asistente. Ella decidió ignorarlo y le mostró a la pelirroja una de las pocas sonrisa sinceras que guardaba para ocasiones especiales.

—Gracias Caline...¿A llegado ya los Dupain-cheng?... Sabrine prometió traer mis macarons con la receta que le había encargado..—respondio la mujer, sonriendo internamente por el gesto de sorpresa que mantenía su acompañante. Luego de haber sido ella la que asistió a cada una de esas reuniones, era obvio en que conocía a cada uno de las personas presentes. Además...Caline y ella se conocían de años, desde el colegio hasta la universidad, aun cuando las carreras de ambas les había separado, reanudaron el contacto a la par en que Adrien ingreso al instituto, teniendo ella, mucho que ver, conque su amiga fuera la responsable de impartir clases al grupo en donde se encontraba Adrien.

—Oh si..justo me pidio que te buscará...Tom quiere tu opinión ya que fuiste quien le dio la idea de hacerlos..—la mujer siempre alegre y feliz, se sentía entusiasmada por la presencia del padre de su mejor alumno.

—Bien...¿supongo que Adrien está con su hija, cierto?—con ligera burla en su voz, tomo el brazo de su acompañante y comenzó, adentrándose en el lugar.

—Solo tú lo conoces..—replico la mujer antes de despedirse para asegurarse de que todo estuviera en orden.

El hombre, quién se encontraba en un estado similar al shock, se dejó llevar por la mujer, esperando estar a una distancia prudente para preguntar.

—¿Desde cuando la maestra de mi hijo y tú se hablan de esa forma?...¿Y quiénes son esos tal Dupain-Cheng?—si bien su semblante se mantenía impávido, no podía evitar sentir curiosidad, pues comenzaba a conocer una actitud que jamás pensó de su asistente.

—Caline fue mi mejor amiga en el cole..luego fuimos a diferentes universidades pero mantuvimos contacto, fui yo quien la recomendó para que fuera ella quien se encargará del grupo de su hijo..—aclaro paso por paso. —Y el matrimonio Dupain-Cheng son los padres de la chica que diseño el bombín para Adrien..—termino por disipar sus dudas, dejando que ella se perdiera momentáneamente en sus pensamientos.

Esta noche no serían jefe y empleada, solo sería Nathalie Sancouer y Gabriel Agreste, si bien ella no era madre del joven, sí que le quería como una y le había prometido asistir a cada uno de sus evento, siempre y cuando pudiera.

—He escuchado a Adrien hablar maravillas de su profesora..—respondio el hombre al rememorar las pocas veces en que su hijo hablaba con él y en las cuales le prestaba atención.

—Si bueno, a Caline le inspiró ser educadora desde joven, así que esa fue su vocación..—dijo sin más, mientras continuaba caminando, si bien otros padres de familia saludaban cortésmente a la mujer, al hombre de su lado, no sabía siquiera como dirigirse hacia él.

—¿Y a ti Nathalie?...¿Que te inspiraba de joven?..—pregunto por curiosidad, si bien su noche no había sido para nada lo planeado, tal vez ahora podría aprovecharla de distinta forma.

—Nada en especial... practicaba gimnasia por gusto, pero tuve que dejarlo a causa de una lesión..—concluyo sin profundizar mucho en el tema.

Cuando Gabriel se disponía a replicar, la voz de su hijo le hizo detenerse.

—¡Nathalie! Te hemos buscado por todas partes...tienes que probarlos, al papá de Marinette parece darle un ataque de saber si van a gustarte o no los macarons—el joven modelo apareció a las espaldas de los mayores, haciéndoles sobresaltarse y separarse para disgusto de ambos.

—Adrien, ¿Que forma de llamar la atención es esa..?—algo que no le agradaba de aquello, era la falta de respeto al interrumpir su conversación. Fue entonces cuando la mujer decidió intervenir antes de que una futura discusión surgiera.

—Yo también me muero de ganas por probarlos...supongo que están en la mesa de postres..—comenzando a caminar sola(para su ligera decepción) reanudó su andar hasta el lugar en el que predijo, podían encontrarse los padres de la novia de Adrien.

—Supones bien..—respondio el ojiverde con una sonrisa antes de verle marchar en silencio. —Padre... muchas gracias por venir..sé que tendrías muchas cosas más importantes pero..en verdad me alegra que estés aquí..—el adolescente se dirigió hacia su progenitor con la misma sonrisa que le había dedicado a la mujer que le había cuidado por años.

El hombre en silencio, correspondió automáticamente a la sonrisa de su primogénito, una de las pocas que había recibido en mucho, mucho tiempo.

—Esta bien, Nathalie fue quien me convenció al final de asistir, deberías agradecerle a ella..—justifico a su presencia en el lugar, después de mucho tiempo de su ausencia.

—Lo se...ella es increíble...y le estoy muy agradecido—contesto apresuradamente. No tenía duda, la mujer del mechón rojo se preocupaba por él, mas de lo que debería una asistente normal.

Ambos Agreste's sonrieron ante la descripción, pues sus vidas serían muy diferentes sin esa mujer a su lado. En silencio, siguieron sus pasos, hasta que la encontraron platicando con una pareja de padres en la mesa de los postres. Una mujer de baja estatura y con una vestimenta extranjera que sonreía abiertamente y un hombre alto y formido, que hablaba con alegría y jovialidad mientras abrazaba a la mujer más baja. A su lado, se encontraba la hija de ambos, quién traía entre manos la bandeja con lo que parecía ser macarons de un color poco usual.

—Vamos Nathalie, ¿Podrías hacernos el honor de ser la primera en probarlos?—hablo el hombre castaño con entusiasmo no solo en su voz, si no también en sus gestos corporales.

—Hazlo Nathalie, o Tom no dejará de perseguirte por el resto de la noche..—bromeo la mujer de cabello azulado, mientras codeaba el cuerpo del hombre a su lado.

—¿Pero porque yo?...solo te di la sugerencia del sabor..pero deberías ser tú el primero en probarlos..—replico al mirarle, aunque su mirada se intercalaba entre los macarons en frente de ella y el hombre de playera azul.

—No y no, Nathalie, fuiste tú quien me sugirió usar tu receta familiar, solo tú conoces su saber...dime..¿Se asemeja o le faltó algún ingrediente?—pregunto el repostero preocupado.

—Papá, verás que sabrán bien, te esforzarte mucho por hacerlos—motivo la primogénita del matrimonio de panaderos con una sonrisa entusiasta y optimista.

Para entonces, ambos rubios había llegado ya hasta la mesa, colocándose respectivamente a cada lado de la pelinegra.

—Bien, pero también deberán probarlos Adrien y el señor Agreste—no quería gozar de ningún privilegio y además, no sería la única comiendo de aquello que le traería los únicos buenos recuerdos de su infancia.

—Hecho—con una sonrisa enormes espero a que ambos hombres y la mujer, tomarán cada uno y lo degustarán.

Los dos hombres parecieron un poco sorprendidos por la petición, pero encantado de saborear algo preparado por el padre de su novia, le hacía agua la boca. Gabriel parecía algo renuente, y si bien parecía no mostrarlo, el saber que el sabor tendría relación con el pasado de su asistente, parecía picar su vena de conocimiento con respecto a ella, por lo que se vio también con un macarons en su diestra.

Nathalie fue la última en tomar uno, la nostalgia le azotó por unos cuantos segundos al tenerlo en su mano, donde solo buenos recuerdos parecían surgir en su mente, logrando que una sonrisa sincera apareciera en sus labios.

Al probarlo, cada uno actuó de diferentes formas, si bien Adrien tenía predilección por los pasteles y croissant, de ahora en adelante serían los macarons sus favoritos.

Gabriel se mantuvo limitado de las cosas dulces desde joven, sin embargo, el macarons tenía un sabor único, ni muy dulce, pero con una esencia que parecía parecía prevalecer sin ser empalagoso. Sonrió ligeramente cuando lo trago por completo.

Nathalie tuvo que aguantar las ganas que presuponía mostrar sus emociones aún más con su jefe a su lado. El sabor era idéntico al que su abuela preparo mucho, mucho tiempo atrás y del que ahora recordaba gracias a la ayuda del mejor repostero de toda París.

—El..sabor es...idéntico... gracias Tom..—agradecio sinceramente la mujer, al dedicarle una sonrisa, un tanto nostálgica pero que gozaba de buenos recuerdos.

Los Dupain-cheng sonrieron orgullosos de lograr su cometido, por lo que, habiendo inaugurado un nuevo sabor, le pidieron a su hija que repartiera los macarons sobrante, junto con la ayuda del modelo.

Dejando así a ambas parejas platicar, Gabriel trataba de acostumbrarse al entusiasmo y alegría con la que hablaba el hombre repostero, saliendo Nathalie a su rescate solo cuando era necesario, un tanto divertida de la situación. Pero si de algo estaba segura, es que aquella noche fue la mejor que había tenido en mucho tiempo, aún más porque vio al hombre que amaba, abrirse lentamente (aunque fuera solo con el matrimonio Dupain-Cheng y la profesora de su hijo) y mostrarse como el hombre que había sido antes del fallecimiento de su esposa.

Sin ser consciente de que los ojos azul-grisaseo del diseñador le miraban, continuo platicando y bromeando abiertamente con Sabrine y Caline. Gabriel Agreste era un hombre afortunado y eso lo descubrió al notar lo brillante y hermosa que se veía ese tipo de sonrisas en su asistente.

Gracias por leer, aclarando un poco, por si hay confusión, cambié un poco la fecha en que Emilie muere(si, así si muere ) Adrien tiene 10 años cuando ese sucede y desde entonces, Nathalie se ha hecho cargo de él, ahora bien, siguiente el orden "cronológico" Adrien asiste al colegio a los 14 años, así que en el fic ya cuenta con 16 y ah, es novio de Marinette. Si, también habrá Miraculous pero más adelante. Los capítulos siguientes podrán tener relación o no, aún lo estaré pensando.

Pd: si se lo preguntaban... Nathalie muestra interés romántico por su jefe y Gabriel, tal vez no le sea tan indiferente.