Dicen que no existe el amor primera vista, que solo es una ilusión de la mente y nada más. Quizás pueda ser cierto entre personas, pero definitivamente lo que sentí la primera vez que vi a Guitah, mi guitarra, fue amor. Desde que mis ojos se posaron en ella, supe que esa era la guitarra con la que quería tocar en la banda. Trabajé duro para pagarla, aun con el gran descuento que Mugi-chan consiguió gracias al hecho de ser la hija del dueño de la tienda.
Desde que la tuve en mis manos, Guitah se convirtió en una extensión de mi cuerpo. Puse bastante empeño en aprender a tocarla y me frustraba cada vez que olvidaba algún acorde; sentía que la defraudada cuando eso pasaba.
Azu-nyan y Akira-chan no entienden del todo la forma en la que me relaciono con mi guitarra. Cada una había elegido la suya de diferente forma. Mientras que Azu-nyan eligió a Muttan por ser liviana y de escala corta, adecuada para sus manitas, Akira-chan escogió a Rosalie por ser del mismo modelo que usa el guitarrista favorito del chico que le gusta. Y se queja de la forma en que escogí a Guitah...
Fue grande mi alegría cuando supe que otra chica, Maho Sawabe, había escogido su guitarra de la misma forma que yo. En cierta medida, era como si estuviéramos conectadas por ese aspecto, a pesar de ser tan diferentes. La he escuchado tocar un par de veces y puedo decir que está al nivel de Akira-chan, algo impresionante tomando en cuenta que ella dice haber aprendido hace relativamente poco tiempo.
Una tarde, estaba a solas en el salón del club. La banda que normalmente ensayaba a esa hora tenía una presentación fuera de la universidad. Traía a Guitah en su estuche y solo observaba el lugar, por si venía alguien que pudiera molestarse por hallarme ahí. Al notar que nadie venía, suspiré, tomé asiento y desenfundé mi guitarra. Tras afinarla, lo primero que toqué fue la melodía inicial de Tenshi ni Fureta yo.
Pensar en que Azu-nyan estaba próxima a graduarse y que entraría en esta misma universidad me emocionaba. Extrañaba abrazarla, tenerla a mi lado enseñándome lo que ella sabe... Incluso extrañaba sus regaños. Cerré los ojos mientras continuaba tocando y tarareando. Su imagen se iba haciendo cada vez más nítida en mi mente. Su cabello negro atado en dos coletas, sus expresivos ojos cobrizos, su sonrisa...
—¡Qué linda canción! —Aquella voz me sacó de mis pensamientos. Detuve mi tocar y giré a ver a la persona que me había hablado—. ¿Es tuya?
—Es de las cuatro —respondí con una sonrisa—. La escribimos para una compañera de la banda que se quedó atrás por ser un año menor que nosotras.
—Es un gran gesto hacia ella, Hirasawa. Algún día deberían tocarla. Me gustaría escucharla con toda la banda.
Ver ese brillo en sus ojos me hizo sonreír. Nunca me había planteado que tocásemos Tenshi en público. Era una especie de pacto silencioso que esa canción no saliera de nosotras cinco.
—Lo pensaremos, Maho-chan.
Retomé mi práctica mientras ella caminó junto a la puerta. Creí que se iría, pero regresó junto a mí con su guitarra en mano y comenzó a acompañar lo que tocaba. Fue muy divertido improvisar con ella. A pesar de estar en bandas diferentes, sentí que nos complementábamos a la perfección. A diferencia de Akira-chan, Maho-chan no buscaba competir contra mí, solo se dejaba guiar por lo que mis notas le decían. Por un breve instante, incluso con la diferencia de estilo, sentí que tocaba con Azu-nyan. Permanecimos así hasta que llegó la banda que le correspondía ese horario de ensayo.
—Yukari y Kaede van a envidiarme cuando se enteren de que toqué contigo —comentó Maho-chan cuando salíamos del salón.
—¿En serio?
—Sí. Ellas son grandes fans de ustedes. De hecho, fue por haberlas visto tocando que se animaron a hacer la banda... y terminaron contagiándome su entusiasmo.
—Me alegra saber eso —dije sonriente. Luego nos despedimos y separamos nuestros caminos.
Me alegró saber que nuestras bandas estén tan conectadas.
