Antes que nada, quería aclarar que esta historia también la publiqué en Cemzoo, o Fanficslandia como se llama ahora, así que no me denunciéis que soy la misma jaja. Lo que ocurrió es que me quitaron el ordenador y entre eso y los estudios... deje bastante de lado la historia, que ni siquiera terminé en la página de antes. Lo bueno es que he añadido cosas y corregido errores, así que habrá cambios con respecto a la otra.
Por último y no menos importante, hago este fic sin ánimo de lucro. Tengo imaginación y en algo tendré que emplearla, ¿no? xD
Cap. 1 – Nueva protectora y nuevo mundo
Una chica 15 años caminaba alegremente hacia su aldea mientras tarareaba una canción. Las miradas se posaban en ella sin poder evitarlo, los hombres admiraban en silencio cada detalle de la muchacha, que sonreía y pasaba de largo sin percatarse de nada. Y es que resultaba difícil no mirarla… su cabello, negro azabache, recogido con una cinta casi al final, era mecido por una suave brisa, que a su vez le acariciaba el rostro. Y esta parte era el mayor asombro de los que no la conocían, pues su tez era blanca como la nieve, y sus ojos azules como el anochecer, con un porte angelical, casi divino. Y era tal la ternura que desprendía, que muchos viajeros al verla, la adoraban como si de una diosa se tratase. Su cuerpo, escondido bajo un kimono azul cielo, se movía graciosamente, casi con torpeza, anhelando llegar lo más rápidamente posible a su destino.
— ¡Ya estoy en casa! Mamá, ¡he vuelto! —se apresuró a decir al entrar en su casa.
— ¡Kagome! —exclamó su madre contenta de que hubiera regresado sana y salva, y se acercó para abrazarla— ¿Cómo es que has vuelto tan pronto? —le preguntó mientras le dirigía hacia el interior de la cabaña.
— Llegué allí muy rápido, mamá. Me encontré con unos carros de comerciantes y me llevaron hasta la entrada de la aldea —explicó contenta.
— ¡Hermana! —llamó una voz desde la entrada, y acto seguido una sombra se abalanzó hacia ella.
— ¡Souta! —exclamó mientras reía y abrazaba a su hermano— Ya estoy aquí.
El pequeño levantó la cabeza desde el vientre de su hermana, pudiendo así apreciarse sus ojos, del mismo color a los de ella, algo enrojecidos y al borde de las lágrimas.
— Ay, no llores tonto, ¿no ves que ya he llegado? —dijo sonriendo Kagome mientras lo apretaba más contra ella. Lo había echado tanto de menos, aunque solo se hubiese ausentado durante tres días… Había ido al pueblo vecino para vender parte de la cosecha.
— ¡Ah! Toma, mamá… —rebuscó algo en el obi de su kimono, y se lo entregó a su madre. Era un saquito de tela. Su madre vació el contenido en sus manos y puso cara de asombro. Se trataba de una pequeña cantidad de monedas.
— Kagome, hija, ¿cómo es que te dieron tanto dinero?
— Convencí al mejor postor mamá —sonrió satisfecha Kagome.
En ese momento llamaron a la puerta, y al recibir permiso, el jefe de la aldea entró a la cabaña.
— Kagome, tenemos que hablar contigo.
— ¿Ocurre algo malo? —preguntó preocupada Kagome, mirando a su madre quien se había puesto muy seria repentinamente.
— Quedamos en que se lo iba a explicar yo, ¿no? —replicó la madre de Kagome.
— Lo siento, de verdad, pero tú sabes que no tenemos más tiempo —suplicó el jefe.
— ¡¿Me puede explicar alguien qué está pasando?! —preguntó confusa Kagome.
— Ven, acompáñame —dijo el jefe haciéndose a un lado para que pasara ella primero— y por favor que venga también tu madre —añadió mirando a esta.
Ante un asentimiento de su madre, Kagome salió de la cabaña, donde para su sorpresa, se encontraban los ancianos sabios de la aldea. Su madre salió inmediatamente detrás de ella, no sin antes decirle a Souta que se quedara y vigilara la casa. Por último salió el jefe, que las guió hasta el santuario. Allí, un aldeano trajo algo protegido por un pedestal. Un objeto pequeño y esférico de un color rosado brillante.
— ¡¿La esfera de las cuatro almas?! —se sorprendió Kagome— ¿Qué tiene que ver esto conmigo?
— Kagome, tú conoces la leyenda de la esfera, ¿verdad? —le preguntó el jefe.
— Claro, claro que la conozco…
Flash Back
Una niña de 12 años se entretenía escuchando a su abuelo narrar una historia sobre los dragones. Cuando el hombre terminó, vio a su nieta más interesada en su cabello que en su historia, así que para llamar su atención le dijo: Kagome, ¿a que no sabes la historia de la esfera de las cuatro almas?
— ¿Tiene una historia? —preguntó sorprendida la niña.
— Así es… Todo comenzó con la creación de la esfera por una sacerdotisa llamada Midoriko. La esfera fue donada a nuestra aldea para que la protegiésemos, ya que la sacerdotisa murió. Cuenta la leyenda, que el poseedor de esta esfera gozará de un poder inimaginable. Por eso la esfera necesita de un protector, para que estando cerca de este no se detecte el poder de dicha esfera y, en el caso de que se detectara, luchar contra aquel que quiera arrebatársela. Y también se dice, que si un protector de la esfera muere, o le ocurre algo que le impida seguir con su cometido, en un plazo de tres días y tres noches se deberá encontrar al siguiente. De lo contrario, el destino del mundo sería terrible…
Fin del Flash Back
— Pues bien, el anterior protector de la perla falleció ayer por la tarde —continuó el jefe.
— ¿Y? —preguntó Kagome temiéndose lo peor.
— Pues que tú eres la indicada para protegerla de ahora en adelante.
— ¡¿Qué?! —replicó Kagome consternada— Tiene que haber un error. ¿Cómo podéis estar tan seguros de que soy yo?
— Verás…
Flash Back
El jefe se encontraba alrededor de una tumba junto a varias personas. De la nada una figura apareció y les preguntó por algún sitio donde dormir esa noche. Parecía humano, a juzgar por las apariencias, así que el jefe le invitó a hospedarse en su casa.
Esa noche el jefe puso al extranjero al tanto de la situación de la aldea. Normalmente, el protector de la perla deja instrucciones sobre cómo encontrar a su sucesor, pero esa vez no se había encontrado nada, y estaban preocupados por si no lo llegaban a encontrar.
— Como agradecimiento a tu hospitalidad, contestaré esa gran duda que te pesa y te hace sufrir. Pero no sé el nombre, solo te puedo decir algunas cosas de la persona indicada para ser la protectora de la esfera.
Fin de Flash Back
— ¿Y qué más pasó? —preguntó Kagome— ¿Qué te dijo para que confiases en él?
— Me contó toda mi vida, hasta me dijo cosas de las que ni yo me acordaba. Es un adivino. Y me dijo que la persona era una mujer que no se encontraba en ese momento en la aldea. Y la única mujer que estaba fuera eras tú Kagome.
— No puede ser…
Kagome estaba petrificada. No daba crédito a lo que oía.
— Por favor Kagome, nuestro destino depende de esto —dijo el jefe acercándole la esfera.
Después de unos minutos de silencio absoluto, las manos temblorosas de Kagome se cerraron sobre la valiosa esfera, y un resplandor proveniente de esta iluminó toda la aldea, al saberse de nuevo con un protector.
Le encantaba pasear por el bosque, y sobre todo, pasear por la parte del árbol sagrado al atardecer. Le traía paz y tranquilidad, y era uno de los pocos sitios en los que podía pensar sin preocupaciones. Llevó su mano hacia la esfera que colgaba en su cuello y la observó detenidamente. Suspiró. Tenía que proteger esa esfera con su propia vida… A lo mejor la podría proteger de pequeños demonios, pero dudaba de poder contra uno que fuera algo poderoso. Al menos, no necesitaba clases de arquería, como había insistido el jefe… desde pequeña le había encantado el arco y su padre y su abuelo le habían enseñado muy bien todo lo que sabían.
De repente escuchó algo y salió de sus pensamientos. Prestó más atención y lo oyó de nuevo. Parecía como un quejido. Se dirigió hacia un claro, donde estaba el pozo devora-huesos. Allí el ruido era más fuerte, y parecía provenir desde dentro del pozo. Se acercó cuidadosamente y lo más silenciosamente que pudo, preparando el arco y una flecha. Miró hacia dentro del pozo, pero no veía nada. Sin embargo, el quejido seguía. Iba a preguntar por si alguien necesitaba ayuda por allí, cuando sintió un golpe en la nuca, y cayó, y cayó, y cayó…
Abrió los ojos con pesadez. No se acordaba de nada de lo último acontecido. Miró a su alrededor y distinguió las paredes del pozo devora-huesos.
— ¡Es verdad! ¡Alguien me empujó! Y… no me acuerdo de nada más… ¿Cuánto tiempo llevaré aquí? Mamá y Souta seguro que están preocupados… Pero esto… —miró hacia arriba y no distinguió el cielo— Esto… no parece el pozo…
Subió por los peldaños del pozo.
— Un momento… ¿peldaños? —se extrañó Kagome— A lo mejor los han puesto hace poco…
Notó algo frío contra su pecho y miró bajo el kimono para ver qué era.
— La esfera… uff… al menos no la he perdido…
Cuando consiguió salir se convenció de que definitivamente no era el pozo. Aunque si lo miraba… era igual… eso era muy raro, porque el pozo no estaba techado. Decidió salir de allí, y eso hizo, rescatando antes el arco y las flechas que habían quedado olvidados en el fondo del pozo. Abrió la puerta y…
— ¡Ah! —gritó sin poder evitarlo— Pero, ¡¿qué es esto?! —exclamó dando vueltas sobre sí misma y mirándolo todo a su alrededor. Era por la mañana, debía de ser cerca de mediodía. Es decir, había estado inconsciente durante toda la noche. Pero, ¿qué significaban todas las cosas raras que veía? Distinguió el árbol sagrado a lo lejos, y se dirigió hacia allí. Justo al lado, había una casa, o al menos ella suponía que era una casa. Aunque pensándolo mejor, parecía una mansión, quizás de un joven señor que podría indicarle el camino de vuelta.
— ¡Oye, tú! —le gritó una voz.
Kagome dio un respingo y se dio la vuelta para ver a quién la había llamado. Era un joven de unos veinte años aproximadamente. Era alto y parecía atlético, y llevaba unas ropas muy extrañas. El cabello le llegaba por la cintura, y era… ¿plateado? Deslizó su mirada hacia los ojos del chico, y cuál fue su sorpresa al verlos de un color dorado brillante.
— Pero… un momento… eso son… ¿orejas de perro? ¿Un medio demonio? —pensó asustada— ¿Y si ha venido por la esfera? Debo protegerla…
— ¡Hey te estoy hablando chica! —gritó él mientras se acercaba a ella— ¿Kikyo?
Kagome instintivamente levantó el arco y lo apuntó con una de sus flechas.
— ¡No te acerques a mí, medio demonio, y no te ocurrirá nada! —dijo con voz firme.
El chico se quedó estático en su lugar.
— ¿Medio demonio? ¿Qué es eso, un insulto? Pues lo siento, pero no voy a permitir que nadie me hable de esa mane… —No pudo continuar ya que Kagome se había acercado al no verse en peligro y le estaba acariciando las orejas.
— Así que, ¿son reales? ¡Entonces me has mentido! ¡Eres un medio demonio!
— Pero, ¿de qué estás hablando? Si te refieres a las orejas y al pelo plateado, me vienen de familia, ¡y te vuelvo a repetir que no toleraré que nadie me hable de esa forma! —contestó el muchacho en un tono desagradable— ¿Acaso no sabes con quién estás hablando, niña?
Ella lo miró confundida.
— No, no tengo ni idea de quién eres. ¿Es que acaso nos conocíamos?
Él ahora estaba más confundido que ella.
— ¡Soy Inuyasha Taisho!— le respondió como si fuera lo más evidente.
Kagome se puso pensativa.
— No, lo siento pero no me suena.
Inuyasha se quedó mirándola. El parecido con su ex-novia era impresionante.
— Tú no eres de aquí, ¿no? —preguntó finalmente.
— Pues, a decir verdad, no sé ni siquiera dónde estoy —repuso la chica triste.
— Al menos, te acordarás de tu nombre… —dijo Inuyasha después de un breve silencio.
La chica asintió.
— Me llamo Kagome —pero luego cambió de expresión al percatarse de la forma en la que el chico le había hablado— ¡Oye, que no he perdido la memoria! —repuso enfadada.
— Ah, ¿no?, entonces, ¿porqué no sabes ni dónde estás? —le dijo el chico mirándola de reojo con una media sonrisa.
— ¡Porque me caí! ¡Me caí dentro del pozo y cuando salí el bosque no estaba! ¡Ni el camino para llegar a mi aldea! —exclamó Kagome.
— ¿El bosque? —preguntó Inuyasha confuso. Empezaba a creer que la chica que tenía delante estaba algo mal de la cabeza.
— ¡Sí! ¡El bosque que rodeaba al pozo devora-huesos, que ahora está dentro de un santuario, allí! —gritó señalando el lugar— ¡Y lo único que me suena es el árbol sagrado, que debería ser parte del bosque también!
— ¡Ya está bien, no grites, que tengo las orejas sensibles, estúpida! —le gritó también Inuyasha tapándose las orejitas.
— Lo siento —dijo la chica apenada bajando la cabeza.
Inuyasha se fijó en que estaba a punto de ponerse a llorar.
— No, por favor, no soporto ver llorar a alguien, y menos a una chica… —pensó— Está bien, pero no llores —le dijo con una voz extrañamente suave.
Kagome levantó la cabeza y vio que Inuyasha había girado la suya hasta ponerse de perfil, evitando así la mirada de ella.
Kagome se sorprendió de la reacción del chico, pero sonrió dulcemente.
— Bueno, aquí antes había un bosque, pero lo talaron para construir este templo. Pero eso fue hace más de 200 años, así que…
— ¡¿Qué?!¡¿He estado dormida más de 200 años en el pozo devora-huesos?! —se sorprendió con las manos en la cabeza.
— ¡¿Qué dices tonta?! ¡Eso es imposible! A no ser que seas inmortal, lo cual dudo… —se burló.
— Y yo que pensé que podíamos llevarnos bien… —pensó Kagome poniendo mala cara.
Entonces Inuyasha se fijó en algo. La chica llevaba un kimono, un carcaj con flechas, y un arco. Aparte de eso, decía que vivía en una aldea, y que el pozo que estaba en su templo estaba rodeado por un bosque…
— Oye, tú, ¿por qué te vistes así? —le preguntó.
— En primer lugar, no soy "tú". Te he dicho antes que me llamo Kagome. Y en segundo lugar, yo soy quién debería preguntar por tu ropa, ¿qué clase de hombre eres? ¿Un joven señor? Esas ropas no las había visto nunca —preguntó examinando de cerca la camisa roja que llevaba puesta Inuyasha.
— Keh, como sea. ¿Qué es eso de joven señor? ¿Nunca has visto una camisa? —preguntó el chico esperando la confirmación de sus suposiciones.
— ¿Camisa? —preguntó ella extrañada— ¿Así se llama el raro haori que llevas?
— Esto no puede ser… —se dijo más para sí mismo Inuyasha.
Ella lo miró a los ojos con expresión interrogante. Por un momento, él se perdió en sus lagunas azules, pero reaccionó y apartó la vista.
— Creo… creo que has venido desde el pasado. Estamos en el año 2000.
— ¡¿Ehhh?!
Fin del cap. 1
¿Qué tal? ¿Os ha gustado? Por favor si veis algún fallo no dudéis en decírmelo. Gracias a todos los que han llegado a leer el capítulo entero, me hacéis feliz =)
