Descargo de responsabilidad: Skip Beat sería mío si me dejaran. Pero Nakamura sensei se niega…

Porque no me lo puedo quitar de la cabeza…


¿TE LO DIGO?

¿Te lo digo?

Me confundes con él…

Pero yo soy él. Yo soy al que llamas.

Debería decírtelo…

Porque a él le permites el consuelo que de mí rechazarías. A él lo tienes en tu corazón, a mí no…

Tú necesitas a Corn, no a esta pobre imitación de senpai.

Por eso dudé… Tanto que ansío tenerte en mis brazos, tanto que he soñado que me necesites como yo a ti… Y no es a mí a quien quieres a tu lado…

Es a él…

Pero al final no puedo hacer otra cosa que abrazarte. No puedo hacer otra cosa que intentar arrancarte de ella. Porque te ha dejado rota. De nuevo… Esa mujer te daña en mil formas que te alejan más y más de mí…

Y cuando por fin me rindo a ti y cierro los ojos, te das cuenta de que yo no soy él.

Tomas mi cara entre tus manos, tal como hiciste aquella vez en Guam, con él… Y tú, Kyoko, jamás sabrás lo que me costó no besarte. Jamás sabrás lo que me costó no cerrar la distancia a tu boca…

Jamás sabrás que me ahogué en tus ojos.

Debí habértelo dicho entonces…

Pero no lo hice… Y te vuelvo a romper diciéndote que yo no soy él… Porque eso es lo que mejor hago. Dañar a quien me da la vida…

Es que yo no soy él.

Él… Siempre él. El único que tiene un sitio en tu corazón. El amigo que necesitas, al que tus lágrimas llaman.

Y me muero de celos. Los siento arrastrarse entre las sombras, acercándose, entrando en mí. Serpientes negras me aprietan el pecho. Y el monstruo de ojos verdes sacude sus cadenas estrangulado por sus propias mentiras…

Lo necesitas a él. Y yo te lo niego.

Si tan solo me vieras a mí... Si pudiera ser yo, este pobre mendigo de tus manos, quien te consolara como lo hacía él…

Pero no… Siempre con mentiras, siempre con excusas…

Porque soy un cobarde… No puedo hacerlo. No me atrevo.

Si te robo a Corn, si destruyo a tu príncipe de las hadas, ¿qué quedará de mí en tu vida?

¿Me arrancarás de tus recuerdos?

¿Huirás de mí?

¿Me odiarás?

¿Te lo digo?

No, no te lo diré…

Me odiarás.

Pero una voz en mi cabeza, Corn o Kuon, no lo sé, quizás los dos, susurra:

- Cobarde…