Innecesaria y deseada perfección.

Su alma se consumía por la necesidad astronómica de conseguir la excelencia, la necesidad de ser superior a todo lo existente y por existir, la sensación del poder recorrerte el cuerpo en su totalidad; en otras palabras, la perfección.

Él no soñaba con eso, él había sido creado para eso. Era su misión y su deber obtener la fuerza suprema y derrotar a Goku. ¿Pero eso a quien le importa? Él no era Vegeta o algún otro villano de cuarta, él no le interesaba eso o conquistar el mundo. Él quería destruirlo. Destruir todo lo que no fuera perfecto para él o como él.

Era inteligente, era fuerte, era hermoso a la vista de todos. Era el encabezado por excelencia de los diarios del mundo, las pesadillas consistentes de los terrícolas. Él era todo.

¿Su nombre? ¿Acaso importa? Si con mencionar que era perfecto era suficiente para saber exactamente y sin dudar, ni por una décima de segundo, quien era ese engendro. ¿Había que agregar algo además de su perfección?

Sí, hay que agregar algo más. Simplemente fue derrotado.

El ser perfecto y superior fue derrotado por bajar la guardia. Mientras su cabeza se llenaba de halagos propios y acciones ficticias, su entorno real era consumido por una batalla cual no pudo ganar. Sí, perdió. Pero no perdió como otros villanos.

Consiguió matar a Goku, algo insignificante para ese alto personaje. Pero después de todo, había conseguido la perfección, cuya única virtud era el gran poder que acompañaba esa trasformación o mutación; evolución.

Al final, su perfección le había nublado los ojos y el juicio, no lo dejo ver como lo corrompía y lo derrotaba. Simplemente… hubiera sido más digno de un ser inteligente, no haber conseguido esa perfección… ¿Pero que sabe de eso un mortal? ¿Una maquina?

Además, ¿A quién le importa? Si lo único perfecto es la misma muerte; que se lleva a los seres perfectos consigo para coleccionarlos, Destino desgraciado que le toco al pobre de Cell.