Todo era borroso a mi al rededor, como si una especie de niebla espesara mis ojos constantemente. Llevábamos tantos días en esa especie de campamento improvisado que ya había perdido la cuenta. Me recosté como pude en un árbol, inspirando profundamente. Hacía tiempo que no había agua, y ya de comida ni hablemos. El corte de mi muslo escocía, y también hacia tiempo que se había infectado. Sentía el ardor de la infección abrasándome.

Escuché pasos a mi al rededor, hojas que crujían y matorrales que se mecían. Pero ya daba igual. No importa si eran caminantes, ni bandidos. Ya no importaba que todo acabase aquí. " Oh, Denis. Perdóname. "

Mi vista se desvaneció por un momento, cerré los ojos fuertemente y allí estaba. Entre toda la neblina que cubría mis ojos a causa de la fatiga, lo más parecido a un ángel que había visto nunca. Al menos fue lo que me pareció por aquellas alas que le salían de la espalda. Y yo todo este tiempo sin creer en un cielo o un infierno. Cerré los ojos de nuevo y solté una risa ronca. Sentí como me zarandeaban suavemente.

- Oye, ey. Despierta. - escuché que me decía. Su voz era ronca, pero extremadamente agradable. Abrí los ojos, perdiéndome automáticamente en los suyos. Profundos, azules. Tenía barba de tres días, y el pelo pegado a la cara a causa del sudor. - ¿Te han mordido?

Tenía la boca seca, era incapaz de contestar. Solté un débil gemido y cerré de nuevo los ojos. Intenté negar con la cabeza, pero no tenía ni idea de si el lo había apreciado o no.

- Mierda. Oye, quédate conmigo, ¿vale? No te vallas aún. No te duermas.

Su voz me sonaba cada vez más lejana.

Lo siguiente que recuerdo es sentirme ahogada por agua, despertarme tosiendo y con los ojos muy abiertos. El ángel intentaba matarme tirándome agua con una botella. Tenía el rostro teñido de preocupación.

- Por fin despiertas. -susurró. Asentí, sin comprender muy bien lo que me me decía. Me ofreció agua de la botella, que bebí con bastantes ganas.

- ¿Y tus alas? - una vez había pronunciado la pregunta fue cuando me dí cuenta de lo ridícula que sonaba. Me sentía algo más lucida gracias al agua. El me dedicó una media sonrisa, divertido.

- ¿Te gusta mi chaqueta, eh? - se la quitó y me la tiró, dejando al descubierto una camiseta de mangas rasgadas. Dejó a un lado la ballesta que llevaba al hombro. Tenía los brazos musculosos, imaginaba que como el resto del cuerpo. Aquello hizo que notase calor en mis mejillas.

- Hace frío. - alcancé a balbucear. No entendía por que me sentía tan nerviosa en presencia de aquel chico. Era una chica fuerte, decidida. Y aún así aquel desconocido de ojos azules hacia que temblase cada parte de mi cuerpo.

- Claro, idiota. Por eso te la he dado. Tu la necesitas más que yo.

Su voz... No, no era su voz. Eran más bien sus expresiones, su forma de hablar. Eran tan familiares... Como si hubiese estado escuchándolas una y otra vez, día tras día. Fruncí el ceño, mirando hacia los restos de la hoguera que hacía días que no encendíamos.

- ¿Que ocurre? - preguntó, mirándome fijamente. No había expresión alguna en su rostro, como si la preocupación de antes se hubiese desvanecido por completo.

- ¿Cuál es tu nombre?

- ¿Y tu por qué confías tanto en una persona desconocida? Podría matarte aquí mismo. Cría estúpida. - me miró fijamente, se me secó la boca.

- Por que si quisieras matarme lo habrías hecho ya, no te hubieses tomado la molestia de despertarme. Me habrías dejado morir. Tampoco tenemos nada para que nos robes, como ya habrás podido comprobar tu. Nada de utilidad, al menos. - contesté algo enfadada. ¿Quién se creía para llamarme cría a mi? - Parece que el estúpido aquí eres tu.

- Solo lo hice por qué me das pena. - su tono de voz era frío. No me miraba, y apretaba los puños. - ¿Un caminante te hizo lo de la pierna?

- Te contaré la historia, si me dices tu nombre. Ya sabes, por lo de no confiar en desconocidos. - puso los ojos en blanco, y bufó enfadado.

- Daryl. Soy Daryl. - contestó. Sonreí y no pude evitar soltar una carcajada. El me miró enfadado. - ¿Qué? ¿Acaso te hace gracia mi nombre, niña?

- Es solo que... Es la primea vez que te veo y creo que te conozco desde hace tiempo. - dije mirando a la hoguera. Seguía sin poder mirarle a los ojos.

- Estás delirando otra vez... - susurró.

Decidí no decir nada más. Ambos nos quedamos callados durante un rato, observando la nada en la noche. De vez en cuando soplaba algo de aire frío, y yo agradecía aquella chaqueta. De vez en cuando, cuando el no me miraba, le lanzaba fugaces miradas. A veces tenía el ceño fruncido, como si estuviese sumido en alguna discusión interna. Me agarre las rodillas y cerré los ojos, sintiendo palpitar la herida de vez en cuando. Me preguntaba el por qué se había quedado conmigo, a veces se mostraba dulce dándome su chaqueta para que no pasara frío, y otras veces frío y rudo, como si le asquease mi presencia. Aquello hizo sentirme con una presión en el pecho que hacía tiempo que no sentía, y no alcanzaba a entender por qué.

Por qué aquel desconocido provocaba tantas sensaciones en mi.

- Quizás... Tenemos un médico, en nuestro campamento. - me susurró, aún sin mirarme. - Quizás pueda curarte lo de la pierna, y después podrás irte.

- ¿Por que me ayudas? Soy solo una desconocida que te has encontrado en mitad del campo.

- Ya te lo he dicho, solo me das pena. - volvió a decirme, con su tono desafiante. - Serías verdaderamente estúpida si no quisieses venir, no se por qué...

- Sí. - le corté de inmediato. Algo en el me hacía confiar. - Solo... Tengo un compañero, y no puedo irme sin el.

No es que me pareciese el chico más simpático del mundo, pero algo en el me atraía irremediablemente. No quería que se fuese, al menos no así.

Sacudí la cabeza. " No pienses en eso. No debes. Solo era el típico estúpido. No aquí. No rodeada de caminantes. "

- ¿Quién es Denis? ¿Es tu novio? - preguntó después de unos segundos en silencio. Me miraba sin expresión alguna. - No parabas de hablar de el cuando delirabas antes.

" Pero bueno, ¿quién se creía para hacerme ese tipo de preguntas? Lo acababa de conocer. Y ya parecía... ¿celoso? "

Seguía mirándome fijamente, y esta vez no aparté la mirada. Temblaba, pero quizá no del frío. Él tampoco apartó la mirada. Arrastró los pies hacia mi, se agachó y quedamos frente a frente. Se acercó a mis labios, sin llegar a rozarlos. Sin llegar a cerrar los ojos. Me sentía paralizada, ni si quiera respiraba.

Seguía mirándome fijamente, y esta vez no aparté la mirada. Temblaba, pero quizá no del frío. Él tampoco apartó la mirada. Arrastró los pies hacia mi, se agachó y quedamos frente a frente. Se acercó a mis labios, sin llegar a rozarlos. Sin llegar a cerrar los ojos. Me sentía paralizada, ni si quiera respiraba.

-¿Es tu novio? - volvió a preguntar, esta vez en un susurro. Sentía su aliento en mis labios. Cada vez me mareaba más.

Abrí la boca para contestarle, pero un sonido nos alertó a los dos. Pisadas. Y se acercaban cada vez más. Eran pesadas, como si estuviese arrastrando los pies. Suspiré profundamente y cerré los ojos. Daryl se incorporó apuntando con la ballesta hacia la oscuridad, guiándose por el sonido de los pasos.

- Daryl... -susurré. El me mandó callar con un gesto.

- Hace un tiempo que no nos vemos, ¿y esta es la forma en la que recibes a tu hermanito?

- ¿Merle? - susurró Daryl, casi sin aliento. Me miró a mi con el ceño fruncido, con una mezcla entre enfado y sorpresa.


Espero que les haya gustado el primer capitulo de la historia, espero sus reviews! ^^