Flores de sangre

Abro los ojos y de repente el inmenso dolor que durante tres días me había estado consumiendo desaparece. No logro recordar qué fue lo que me lo provocó, pero eso ahora mismo no me preocupa. En estos momentos solo hay un pensamiento en mi mente: el hambre. No he pasado tanta en mi vida, lo cual es lógico teniendo en cuenta que nunca en mi vida había estado tanto tiempo si comer.

A pesar de mi hambre logro concentrarme un poco y decido respirar hondo, cerrar los ojos y disfrutar de la paz. Me siento muy bien, pero es extraño: me siento más a gusto si no respiro que si lo hago….

No puedo más. Necesito comer algo o voy a estallar. No sé dónde estoy, pero me da igual, me arde la garganta y tengo que hacer algo para calmarme. Miro hacia los lados y descubro que estoy tirada en una acera sucia y maloliente en medio de una calle cuyas paredes están muy descuidadas. Da la impresión de que no es muy transitada, así que decido levantarme y salir de aquí lo más rápido posible. En pocos segundos he recorrido la calle entera, me sorprendo a mí misma de mi propia rapidez pero sigo adelante hasta que no puedo más. Estoy débil y sé que en cuanto me lleve algo a la boca recuperaré mi energía.

De pronto aparece una señora mayor por delante mía. No debe tener menos de setenta años, lleva una bolsa roja en la mano derecha y en la izquierda asoman unas pulseras por debajo de la manga de la camisa: una es de oro con bolas de coral y una inscripción que dice "Manuela Ramírez", la otra lleva una cruz colgada. Me asombro con mi capacidad de observación.

Pero hay algo en mí que cambia, noto como mi cara se vuelve más siniestra y algo en mi interior duele y me impulsa a saltar sobre esa señora. Mi propio yo desaparece y solo puedo sentir el latido de su corazón y el fluir de su sangre. ¿Qué me está pasando? "Daria, para, tú puedes controlarte, no eres así" dice una voz en mi mente que cada vez suena más suave. "Daria, ¿Qué estás haciendo?" Me quedo quieta y un grito ahogado sale de mi garganta. "Daria, quieta" No puedo más… "Daria, no, no, no…"