Haber, haber. Primero que nada, hola. Bueno, ésta historia está un poco… ¿Qué digo? ¿Un poco? Está re loca. En fin, tiene mucho ooc. Es algo original, y contiene ciertas escenas que pueden no agradarles. Menores de dieciséis años, hagan el favor de salir de aquí. Éste fic, contiene palabras y escenas impropias. Supongo que ya hice aclaraciones suficientes.
-¡Sakuno, vuelve acá! – gritó mi madre mientras caminaba tras de mí
Enfurecida, abrí la puerta principal de la casa y me volví para mirarla - ¡claro! Pero volveré cuando me dé la gana – continué mi camino cerrando la puerta de un portazo.
Metí mi mano a mi bolsillo derecho y saqué una cajetilla de cigarrillos, saqué uno y lo puse en mi boca. Volví a guardar la cajetilla y saqué un encendedor para – por fin – comenzar a fumar.
Caminé con el cigarrillo encendido puesto en mi boca un par de pasos y luego lo quité para respirar un poco de aire fresco. Hacía dos días que no paraba de nevar, hacía frío por lo que decidí ir a la casa de mi novio, Atobe Keigo.
Le conocía hace poco, pero me había salvado la vida una vez, por lo que le debía mucho. Él vivía con sus padres, aunque no los veía mucho ya que siempre estaban de viaje de negocios.
Al entrar, le vi ahí en el bar con un par de amigos, y a su vez, éstos estaban con un par de mujerzuelas… eso era lo que odiaba de Atobe, aceptaba a todo el mundo en su casa. Le saludé con un leve movimiento de cabeza y me serví un poco de alcohol. Atobe despidió a sus amigos y fue a mi lado.
-¿Qué ha pasado? – estiró su vaso para que le sirviera un poco también
-Lo mismo de siempre, discusiones con mi mamá – le respondí
-Anda, bebe un poco – estiró su baso e hicimos un salud.
Le di un trago y luego me colgué del cuello de Keigo. Como de costumbre, hicimos el amor, tan solo para distraerme un poco. Me desperté con la cabeza un poco abombada, aún tenía algo de rabia. Sí, rabia con mi mamá que no era capaz de entenderme. Rabia porque tenía un puto hermano perfecto que hacía que cada cosa que yo hiciera fuera nada.
Revisé mi móvil y vi que tenía llamas sin contestar de mi madre, lo apagué para poder seguir durmiendo; pero Keigo había despertado en ese momento. Se giró para mi lado y me abrazó.
-Te quedarás toda la noche, ¿verdad? – me besó en la cara
Enseguida puse mala cara – no – me zafé de su abrazo y comencé a vestirme – me voy – una vez terminé me puse de me puse la chaqueta. Me disgustaba en sobremanera que todos me dijeran qué hacer.
-Estás actuando como una mujerzuela, ¿qué, también quieres que te de dinero? – sí, se había molestado. A Keigo no le gustaba cuando sólo iba a eso. Pero, a pesar de que yo hubiera cometido el error, él me había tratado de mujerzuela y eso me había molestado
-Supongo que es una broma – alcé una ceja
Tragó saliva dándose cuenta de que la había cagado – Perdón… ¿Por qué no te quedas? – se puso de pie y se acercó a mí para abrazarme
Lo esquivé con facilidad – no, adiós – me acerqué a la puerta de la habitación
-Nos vemos la próxima vez, entonces – me dijo antes de que yo saliera
Lo miré por encima del hombro con mirada fría – No habrá próxima vez.
-¿Qué? – Se rió un poco, pensó que estaba bromeando - ¿Me estás terminando?
-¿No he sido lo suficientemente clara? – Él me miró dubitativo – Te estoy terminando – y sin más, salí de la habitación. Encendí un cigarrillo y me puse mis audífonos para no escuchar los gritos ahogados de Keigo llamándome.
Lo sabía, últimamente mi escape para todo era salir corriendo y ponerme los audífonos. Pero no podía intentar razonar con nadie porque nadie entendía todo lo que estaba pensando. Era imposible.
Se hacía tarde, así es que sólo caminé a casa lo más lento posible para llegar cuando todo el mundo estuviera durmiendo. Abrí la puerta y fui directo a mi cuarto. Me di una ducha y luego fui a la cama.
Temprano, por la mañana. Sentí como mi mamá golpeaba la puerta de mi hermano para despertarlo, la puerta siguiente para tocar era la mía. Me adelanté a los hechos y me vestí rápidamente para salir por la ventana.
Aún había nieve, pero al menos, ya había parado de nevar. Me fijé en la casa de al lado, había un camión de mudanza. Genial, un vecino nuevo – pensé con sarcasmo - Esperé hasta que mi mamá saliera de mi cuarto para meterme de nuevo, el techo estaba resbaloso.
Tomé mis audífonos y los puse alrededor de mi cuello para ir a desayunar y luego salir a caminar. Bajé las escaleras y fui directo a la cocina, ignorando todo a mí alrededor.
-Hija, ¿Podemos hablar? – la voz de mi mamá a mi espalda no me sorprendió, sabía que me escucharía en la cocina.
-Quiero comer en paz – fue mi única respuesta, obviamente era negativa
-Sólo quiero que me escuches – y obviamente mi mamá no sabía entender un no por respuesta
Rodé los ojos y me di media vuelta – Desayunaré fuera – comencé a caminar
Mi mamá me tomó del brazo – ¡Tienes diecisiete años! ¡Yo soy tú mamá, me debes respeto! – comenzó a gritarme
Solté el agarre y me alejé de ella – exacto, te debo respeto, no miedo. Si no quiero hablar, debes respetarlo. – me di la vuelta y salí de casa
Caminé y me metí a un café de por ahí, el hambre se me había ido. Así que me pedí un café por el frío y me perdí en mis pensamientos mirando por la ventana.
No fui consiente de cuánto tiempo pasó, ni tampoco me di cuenta del par de lágrimas que había estado botando. Sólo sentí cuando alguien comenzó a moverme el brazo.
-Disculpa, ¿Te encuentras bien? – la femenina voz sonaba preocupada, cuando la miré, la mirada maternal que me dedicó me conmovió por completo. No era mayor, pero no tenía mi edad tampoco. Quizás unos veinte y tantos.
Me limpié la cara y asentí lentamente.
-Sé que no me conoces – dijo - ¿Puedo sentarme? – estaba muda, no podía hablar, así que sólo asentí – Gracias, bueno. Sé que no me conoces, pero ¿quieres hablar? A veces contar tus problemas a desconocidos ayuda – me sonrió de esa forma de nuevo y yo dudé
Normalmente, me hubiera puesto de pie y me hubiera ido sin siquiera decir que estaba loca, pero analicé la situación y pensé que no sería tan mala idea desahogarme un poco con ella.
-Problemas en casa – fue todo lo que dije y miré por la ventana de nuevo
-Apuesto a que sientes que nadie te entiende – sonrió como si fuera lo más obvio del mundo
La miré de golpe, me había molestado aquel comentario condescendiente como los que hacía mi madre, creyendo que tenían la razón sólo porque era mayor.
Bueno, seguramente se dio cuenta de mi molestia porque habló de inmediato – lo siento, a mí también me ha pasado muchas veces – yo sólo me encogí de hombros y miré a la ventana de nuevo. – Me llamo Hikari Echizen – estiró su mano en mi dirección.
-Ryuzaki Sakuno – dije sin mirarla y –obviamente- sin estirarle la mano
- Un placer, Saku… ¿Puedo llamarte así? – yo sólo me encogí de hombros
Suspiré y me puse de pie – No quiero ser grosera – me excusé – pero quiero caminar.
-¿Quieres que te acompañe? – Me sonrió amable – Soy nueva en el barrio y me gustaría conocerlo
Me volví a encoger de hombros, dejé el dinero del café en la mesa y comencé a caminar. Sentí como Hikari salía tras de mí del lugar. Tomé un cigarrillo y lo encendí, aspiré el humo con alevosía.
-Disculpa, ¿Qué edad tienes? – me preguntó algo preocupada
-Diecisiete – respondí simple
-No deberías fumar – agravó el hecho
Aspiré un poco de humo y lo boté cerca del rostro de Hikari de forma desafiante - ¿Quién eres, mi madre? – alcé una ceja y luego me alejé. Comencé a caminar en dirección a mi casa
Ella me siguió a un lado en silencio. Cuando estábamos cerca de mi calle, se acercó más a mí, emocionada - ¿Vives por aquí?
-Sí – dije simple
-¡También yo! – respondió
¡Ay, no! De repente me di cuenta - ¿Dónde? – intenté sonar calmada
Pero mi calma se fue cuando apuntó la calle donde yo vivía. Ok, aquella chica era mi nueva vecina.
-Bienvenida al infierno Hikari – dije un poco burlona, me miró un poco confundida – Soy tu nueva vecina – dije mientras me paraba en la reja de mi casa
Ella me sonrió de forma agradable – Me alegro de ser tu vecina, Saku. Espero que nos veamos pronto, así puedes conocer a mi esposo Ryoga – dijo animada
-Estoy ansiosa – dije sarcástica después de suspirar
- Hablo enserio, una vez que esté instalada, te invitaré a cenar –
Asentí con la cabeza en señal de despedida y entré a casa. Fui directo a mi habitación, me tumbé en la cama, encendí un nuevo cigarrillo y me puse los audífonos para irme a mi pequeño lugar feliz un rato.
Ok, espero que les haya gustado. Se vienen muchas sorpresas en éste fic. Por cierto, si se preguntan por mis demás fics… les seré sincera, no me ha llegado la inspiración para seguirlos y bueno, hoy me llegó la inspiración para éste y terminé el capítulo en un rato. Bueno, déjenme un review, ¿si? Intentaré tener actualización pronto.
Gracias por leer! :)
