Reto especial. ¿Por qué? Porque estará mega cargado de contenido M. Mid, mi flanosa mujercita, me dejó un reto muy interesante =D

Su reto fue el siguiente en el foro proyecto 1-8:

como todos en el foro sabemos ya, eres la experta en temas de rating M. Y como experta, tenía que pedirte esto. Quiero una serie de drabbles de mimato en rating M. Pueden ser lo que se te ocurra, graciosos, románticos, o simplemente eróticos. Ya lo hemos hablado, puedes dejarlo abierto y simplemente ir subiendo capítulos cuando te inspires.


Datos del fic: ¡Atentos!

Título: Pícara amistad, traviesa inocencia.

Pareja: Mimato.

Género: Romance/humor.

Ranking: M.

Importante: El fic constará de OS, drables o hasta viñetas. Las historias no creo que estén enlazadas entre sí, pero tampoco lo descartaré. Todos los capítulos tendrán erotismo y cosas subidas de tono.

Advertencias: OOC, IC, Posiblemente algún AU. Lenguaje Soez.

Disclaimer: Digmon no me pertenece. (Muchos dan las gracias)


ºDeseo calienteº

..

Estaba excitado. Jodidamente excitado.

Quedarse ligeramente dormido en las aguas termales y tener encima, un sueño húmedo, no era lo mejor para un adolescente. Necesita buscar un lugar más apropiado para deshacerse del amigo que se había despertado entre sus piernas. Pero sabía a ciencia cierta que su cuerpo no iba a tolerar un cinco contra uno por más tiempo.

Él necesitaba de ella. A ella.

Cubriéndose medianamente lo mejor que podía, se dispuso a entrar justo cuando Taichi entraba, en toalla y frotándose la nuca. Por su gesto, pareciera acabara de tener un buen beso de despedida con Sora. Cuando sus ojos se encontraron, se estudiaron mutuamente.

—No jodas— exclamó el moreno poniéndosele una de esas estúpidas sonrisas suyas.

—Cállate— advirtió y lo hizo a un lado para salir, aunque su carcajada lo acompaño.

Lo que menos necesitaba era que Taichi se burlara de su problema hormonal. Era mejor tener una erección que faltar de ello. La impotencia no era algo que se esperase en un joven de su edad.

Recogió sus ropas y se colocó su propio kimono para salir. Sora justo estaba por entrar en la sección de mujeres, tirándose del kimono y arreglándose los cabellos. Al verle, enrojeció hasta las orejas. Una marca rojiza descansaba en una parte de su cuello y tal y como sospechaba, Taichi estaba tan fresco porque el condenado sí podía satisfacerse con su novia. Mientras que él casi tenía que echar una solicitud.

—Sora— nombró—. ¿Has visto a Mimi?

Takenouchi asintió pensativa. Probablemente intentando averiguar en qué parte exacta entre beso y beso y buscar una habitación oculta para ellos, la había visto.

—No sé si está dentro, espera— pidió.

Yamato se recostó contra la pared y cruzó los brazos, impaciente. Sora tardó poco en regresar y negarle con la cabeza.

—Debe de haber salido. Quizás… ¿Dónde el lanzamiento de Shuriken? Eso le encanta.

Yamato cabeceó afirmativamente y tras despedirse con una mano, puso rumbo al lugar. Tal y como Sora indicó, estaba ahí, rodeada de chicos que animaban sus tiros. Al verle, al girarse para coger su bebida, sonrió como si nada.

—¡Yamato! — llamó—. Vente, ven. Tengo una racha especial.

Yamato llegó hasta ella y enseguida notó el aire a su alrededor. Tíos cargados con hormonas y baboseando por su chica. Agarró a Mimi de la muñeca y rápidamente, la pegó contra él, buscando su boca.

Mimi correspondió fresca y sorprendida, con sus dientes chocando y rompiendo el beso. Se llevó una mano sin comprender hasta la boca y se dejó arrastrar a través de los pasillos.

—¿Yamato? — cuestionó—. Espera… ¡Espera!

Ishida se detuvo en una de las puertas de los cambiadores, empujándola al interior y cerrando tras ellos. Serio, esperó por lo que ella tuviera que decir. Pero Mimi parecía un pez al que has privado de agua. Le miraba con los ojos entrecerrados y las manos en la cintura.

Yamato quería esas manos en otro lado. Como en su espalda, por ejemplo, clavándose las uñas en su piel mientras la penetraba con todas sus ganas.

—¿Por qué has hecho eso? — cuestionó finalmente.

Yamato enarcó una ceja.

—Diciembre. Mi concierto de navidad. Seis chicas a mi alrededor.

Mimi cerró la boca con fuerza al recordar la escena. La chica había entrado al círculo taconeando, muerta de celos, y le había atrapado sus partes con su mano mientras le metía la lengua hasta el fondo de la garganta.

Hubo sus buenos momentos, porque luego tuvieron sexo de reconciliación en los vestuarios.

—¿Por qué me estabas buscando? — inquirió Mimi entonces, con una sonrisa de oreja a oreja—. ¿Solo para ver que me portaba bien y no te ponía los cuernos?

Yamato entrecerró los ojos, observando el hueco de su cuello que se perdía en uve contra hacia su pecho, deslizándose por su vientre y apretándose en sus caderas. Algo que, efectivamente, solo hizo más feliz y demandante a su amigo entre las piernas.

—Llevas toda la semana ignorándome.

Mimi hizo una mueca sorprendida. Se puso de puntillas, mordiéndole el mentón.

—Oh. Pero soy la encargada de organizar esto y…— Yamato la miró tan fijamente que solo pudo suspirar—. Estás enfadado.

—Estoy caliente— contrarrestó. Tachikawa enrojeció y él llevó una mano hasta su cadera.

Un empujó en la zona correcta y sus caderas encontrarse. Su sexo osciló contra ella en demanda de hacerse notar. Mimi soltó un suspiro de sorpresa, mirándole con los ojos abiertos de par en par.

—¡Yamato! — exclamó con fingido escándalo.

—No soy de piedra— respondió meneando sus caderas contra ella—. Excepto aquí.

Mimi lo empujó con todas sus fuerzas. Yamato se chocó contra la puerta, sin esperárselo. Ella retrocedió hasta otra puerta con intenciones de escapar. Ishida la siguió lentamente, como un depredador.

Ella se detuvo y él aprovechó para estrecharla una vez más entre sus brazos.

—Yamato, mira esto— susurró ella encogiendo el cuello que él estaba más empecinado en saborear.

Solo levantó los ojos, satisfecho, cuando dejó una pequeña marca en su piel.

Frente a ellos más aguas termales. La zona privada que solo los empleados utilizaban. Más limpia incluso que la que estaba cara al público. Radiante y tentadora. Ambos se miraron a los ojos y Yamato solo tuvo que empujar la puerta con el pie antes de volver a centrarse en ella.

—Puede ser peligroso— susurró ella. Esta vez, tembló cuando sintió sus labios contra su piel—. ¡Ah!

Apretó los dedos sobre su kimono, descendiendo el cuello, abriéndolo y tuvo que agacharse para que sus labios pudieran llegar al hueso de su hombro. Lamió con cautela. Ella jadeó, desviando la mirada.

—¿No vas a huir esta vez? — gruñó.

Su mano izquierda se desvió peligrosamente por su trasero, apretando sus nalgas y más allá. Mimi se estremeció y guiñando un ojo, apretó los labios mientras negaba con la cabeza.

—Pero… estoy sucia. Deja que me lave antes.

—No— negó—. Voy a ensuciarte igual.

Subió hasta sus labios, mordiéndolos. Mimi suspiró y se aferró a su cuello, de puntillas. Sus bocas se unieron estrechamente y de un tirón, la recargó contra sus caderas.

—No voy a poder esperar mucho— susurró contra su boca.

Mimi ahogó un gemido de súplica, con las mejillas azoradas, movió sus caderas contra él.

—Siempre crees que eres solo tú el que no puede más.

Los dedos femeninos se abrieron paso por sus cabellos y tiró hacia atrás hasta que Yamato levantó la barbilla y le besó, con todas sus ganas, como él mismo la había educado, dura, pasional y con su lengua remarcando lo que ansiaba más abajo.

La frotó contra sí, guiándola hasta la cercanía a las fuentes y la dejó lentamente en el suelo. Sus bocas se despegaron a regañadientes, para dejar paso a sus besos, descendiendo por su cuerpo medida que la desnudaba. Mimi le ayudó en el trayecto y él se entretuvo con sus senos, enterrándolos entre sus dientes, mamando como si fuera la primera vez.

Descendió el kimono hasta sus pies, besando la cumbre de su sexo, sus muslos y apretó sus nalgas entre sus dedos. Volviendo a levantarse lentamente, mientras ella tiraba de su kimono hasta desnudarlo, arañándole la piel, mordiéndole y lo empujó contra el agua.

Yamato perdió el equilibrio, empapándose y al salir, la vio entrar lentamente, ondeando sus curvas como si de una bandera llamativamente sexy se tratara a la par que liberaba los cabellos con una sacudida erótica de su cabeza.

—Joder— masculló.

Se levantó hasta ella, besando su vientre y tirando de su cuerpo para hundirse. Sus labios volvieron a encontrarse. Ella se volvió, acariciándole los brazos.

—Mimi— gruñó al frotar su ansiosa erección contra ella.

Ella se apoyó contra las rocas, frotando sus nalgas contra su miembro erecto. Yamato sintió que palpitaba y ayudándose del agua, no esperó demasiado. Mimi gritó su nombre cuando la invadió. Sacudió sus caderas contra él cuando estuvo preparada.

Y entonces, no tuvo que redimirse.

Con una mano sobre la espalda femenina se hundió en ella, disfrutando de su nombre salir de sus labios, de sus cabellos sacudiéndose contra sus pálidos hombros y sus senos rebotando bajo ella.

Mimi se aferró a las piedras, separó las piernas y lo recibió hasta su centro, volviéndose loca por momentos.

Yamato era esa clase de amante cuando llevaba tiempo sin atenderle; brusco, excitante y posesivo.

Sentía su interior sacudirse, apretarlo como si quisiera succionar con todas sus ganas, encontrar el resultado que Yamato podía otorgarle.

Yamato metió una mano entre sus piernas. Mimi le notó moverse hasta que sus dedos atraparon el lugar más sensible de toda mujer. Pasando sus dedos al roce de sus acometidas sobre su clítoris la hizo sacudirse en un ramalazo de placer que le estalló en el vientre, le subió por la columna y emboto sus sentidos. Lo sintió arremeter contra ella dos veces más antes de la cálida semilla estallara en su interior.

El rubio jadeo contra su espalda, subió la mano de entre sus piernas para pasar entre sus senos y levantarla contra sí, buscando su boca.

—No hemos terminado— avisó.

Oh, claro que él no había terminado. Era otra cualidad que Mimi sabía que él poseía. Algo que quizás solo los adolescentes a su edad eran capaces de lograr. Tener un aguante soberbio.

Con una sonrisa contra sus labios habló.

—¿Y quién te ha dicho que hayamos terminado, Ishida? — se burló.

Esto no acabaría nunca.


Notas de autora:

Tenía idea de hacer algo de aguas calientes hace tiempo, pero como hice el Taiora, pues no se dio. Pero aquí esta.

Espero sea tu agrado Mid. Si no, intentó otro D:!

¡Gracias por su lectura!

Asegúrense de coger sus respectivas botellas de sangre en la salida.