Bueno esto lo escribo a petición de una personita muy especial para mí, en un inicio iba a ser un one shot pero después resulta que queda perfecto como inicio de una historia que ya veníamos trabajando yo y esa personita hace mucho, espero que te guste gatito. Marco y Ace son la pareja principal pero habrá un poco de otras que se irán revelando con los capítulos (aunque en el resumen les spoilee) el capítulo empieza con el punto de vista de marco pero va cambiando gradualmente, espero que se entienda bien.
Advertencias: Yaoi, Lemon.
También les advierto que esta no será una historia precisamente bonita y que puede que mas bien se vuelva algo triste... por si no les va bien la angustia es mejor la eviten.
Capitulo uno
De cómo te conocí
Las noches se repetían, una tras otra todas eran iguales, trabajar, ir a casa, ir a casa, trabajar, trabajar... todas salvo la noche del sábado.
El no solía frecuentar aquel tipo de lugares, no le gustaba el ambiente ruidoso y enrarecido de los bares, no entendía el afán de sus compañeros de oficina por la "vida galante" bebía, sabia beber y soportar el alcohol pero prefería hacerlo en privado, en casi soledad, quizá con un amigo pero de preferencia a solas. Fumaba, era un mal habito pero no había querido deshacerse de él, como la mayoría de las cosas en su vida no le interesaba hacerlo, su vida era gris, monótona, aburrida, lo seguía siendo, todos los días salvo el sábado.
Fue por casualidad, fue por obligación social, la despedida de soltero de su autonombrado mejor amigo, era un bar cualquiera y una noche cualquiera, ellos eran clientes cualquiera, pero la despampanante sonrisa de aquel pecoso al recibirlos se le había quedado prendida a fuego en la memoria.
Marco no pensaba que el fuera diferente a todos los otros perdedores que seguramente habían quedado prendidos de aquella sonrisa antes, pero eso no le había impedido intentar acercarse al chico, no que supiera como coquetear, no lo sabía, nunca lo había hecho, pero durante toda la fiesta no le había quitado la mirada de encima a el chico, casi se preguntaba si no había logrado incomodarle, su nombre era Ace, el seria su mesero esa noche, pronto traería sus bebidas. No sabía cómo hablarle así que ordeno en seco, aquello no era lo suyo pero el chico sonreía amplia y amablemente y antes de saberlo ya le estaba contestando aquellas sonrisas, no sabía si lo hacía de manera adecuada, el nerviosismo del chico cada que le sonreía le extrañaba ¿Estaba haciendo algo malo? no sabía si aquello era molesto o divertido.
Uno de sus "amigos" invito al pecoso a sentarse, aquello había sido molesto, pero el chico sin vacilar había aceptado, se les permitía beber en aquel lugar eh incluso probablemente le dieran al chico alguna parte por lo que bebiera, no se lo iba a pensar, lógicamente, pero aun así le incomodaba, no le gustaba la idea de que el pecoso se fuera a sentar y beber con cualquiera.- ¿Es tu primera vez?- El pelinegro le había dirigido la palabra tras unas copas y aquello sonaba terriblemente sexual aunado a el sonrojo propio del alcohol que se comenzara a manifestar en las mejillas del moreno, y quizá el sonrojo era por otra cosa, no, debía ser el alcohol.- ¿En este lugar? si.- dijo más cortante de lo que quería, no era un buen conversador, el pecoso no le había intentado hablar tras eso, pero esa era solo una noche, el siguiente sábado quizá sería diferente, el chico trabajaba solo los sábados, un ingreso extra, lo había escuchado en una conversación ajena.
Los sábados eran diferentes. Los sábados iba a aquel bar después del trabajo, invitaba a el chico a sentarse y bebían en silencio o hablaban, al principio el silencio era incomodo, después ya no importaba. Estaban ahí, juntos, intercambiando conversaciones breves, intrascendentes, superfluas, Marco recordaba cada palabra. En un principio no podía mantener al chico ahí más de unas horas, bebía sus tragos aprisa, cotilleaba sin cesar, sonreía y se escondía tras aquellas sonrisas, era hermoso, encantador, falso. -Si no te agrado también puedes decírmelo.- por la cara que había puesto el pecoso ante aquel comentario era obvio que este se había quedado en blanco, tomo su trago más tranquilo, con un sonrojo bastante subido, que casi no parecía causado por la bebida.- me agradas...- le escucho decir a él pecoso apenas en un susurro, si no fuera por la pausa en la estridente música al cambiar de canción no le hubiera escuchado. El rubio sonrió ampliamente y se acercó a rosar los labios del pecoso suavemente, apenas por la duración de un suspiro.- me gustas.- no era una declaración, solo decía aquello que ya era demasiado obvio para ambos.
A partir de entonces el pecoso pasaba casi toda la noche con él, alargaba los tragos para no tener que pedir otro, para que a marco no se le acabase el dinero, necesitaba el dinero. Le gustaría no hacerle gastar pero no podía evitarlo. Debía cuidar de su hermano. Era difícil vivir solos, no estaban realmente solos, pero era como si lo estuvieran... a marco le habría gustado invitarle a vivir con él, su casa era grande, demasiado grande para él solo, pero el pecoso parecía una persona orgullosa, trabajadora, tenía jornada completa en una fábrica de lunes a domingo, los sábados, su descanso, los pasaba en el bar, quería darle lo mejor a su hermanito, le gustaría que marco lo conociera, quizá debieran salir.
Se besaban más a menudo, Bailaban, Marco odiaba bailar pero no se lo diría, Ace también, lo había rechazado la primera vez, después ya no, sus cuerpos se juntaban como imanes al bailar, la electricidad les recorría mientras marco colocaba sus manos en la cintura del pecoso y este tomaba su hombros, se besaban más a menudo bailando, cuando sus rostro estaban tan cerca era imposible no comerse a besos aquellos labios gruesos y carnosos, morderlos, lamerlos, entablar una batalla con sus lenguas, robarse el aliento.
Ace no aceptaba dejar el trabajo, pero marco ofreció a pagarle el día y de cualquier forma ya solo bebía con el... solo sería una vez, ¿Que tan malo podía ser? habían ido a casa del rubio pues no era posible ir a la del pecoso, hasta donde sabían sus padres y su hermano estaría trabajando, un día de descanso pagado no estaría mal, marco le invito a cenar antes de ir a su casa, todo había estado delicioso pero no dejaba de sentirse incomodo, el mayor portaba un traje gris con chaleco a juego y corbata violácea, ¿o era purpura? el color era bonito de cualquier forma, le sentaba, camisa blanca, se veía tan serio, tan atractivo, el sin embargo solo traía unos jeans ajustados y una camisa negra algo suelta, quizá debió haberse arreglado más, pero lo único ligeramente elegante que tenía era su traje de mesero, incluso su cabello lucia mal, se había atado el fleco y parte del cabello en una colita de caballo sobre su cabeza, no pensaba que el otro se arreglaría, se sentía un vago a su lado, pero en respecto al cabello al menos el rubio le ganaba, era algo de familia había dicho y trabajaba los sábados, era su traje de oficina... claro, no le creía, si no le conociera habría pensado que se había arreglado para hacerle sentir mal, pero no, marco no era así, pero se había arreglado para él y eso lo hacía sentir nervioso y culpable, le gustaba, marco se lo había dicho, a el también le gustaba el rubio, pero él no se lo había dicho aun, quizá esa noche lo haría.
Durante toda la cena el mayor no había hecho más que ponerlo nervioso, cada que lo veía tan elegante se sonrojaba cual colegiala estúpida, y encima ahora estaban en una cita, quizá marco lo había disfrazado de una salida de 'amigos' porque sabía que de otra forma no aceptaría, pero los dos sabían la verdad, no se habían besado toda la noche sin embargo y el hecho de que llevase toda la noche deseando justo eso no le agradaba, marco había dicho que no le obligaría a nada, que era su día libre ¿Acaso pensaba que en el bar le besaba por compromiso? no le gustaba que tuvieran ese concepto de él.- Hey marco...- Entrando a la casa del mayor se le había acercado bastante, colocándose de puntitas para alcanzar a rosar sus labios.- También me gustas...- el rubio le había sonreído de aquella forma ladina que tan seductora le parecía, no había podido evitar tomarle de la camisa y besarle de nuevo, profundo, entrelazando su lengua con la del rubio, succionando esta como si estuviera hambriento, desesperado, las manos del rubio en sus caderas mientras le acorralaba contra la puerta de entrada haciéndole estremecer, Marco le respondía aquel beso de manera lujuriosa, dominante, nunca en su vida había deseado tanto acostarse con alguien tras un beso, el que le estuviera pagando la noche casi lo hacía sentir una prostituta, pero lejos de ofenderle aquello le excitaba.- Ma... Marco...- el rubio había bajado a su cuello, mordisqueando con suavidad, succionando, marcándolo, sus manos podía sentirlas en los costados de su cuerpo debajo de la camisa suelta, quizá no había sido tan mala elección de ropa después de todo...
La mano en uno de sus pezones le había hecho soltar un suave gemido y mientras el deshacía el nudo de la corbata ajena y le desabrochaba el chaleco y la camisa el rubio le acorralaba aun contra la pared con una de sus piernas contra la propia hombría y podía sentirse a sí mismo despertar entre aquellas caricias sucias, soltando un jadeo algo ruidoso al sentir al otro retirarle la playera, cuando le diera la vuelta para ponerlo con el pecho contra la puerta pudo sentir el ya duro falo del mayor frotándose contra sus nalgas por encima de la ropa, quería aquello dentro y solo se mordía los labios para evitar suplicar por el.- Ace... me tienes completamente duro.- la voz áspera y seria le hacía estremecer, era tan impersonal que casi era morbosa -¿Y tú?- la pregunta le había hecho sonrojarse, más cuando sintiera una de las manos del otro comenzar a palparle por encima de sus pantalones, estaba duro, mucho, no había forma de negarlo.
Las manos del rubio le acariciaban todo, su abdomen, sus piernas, aquel miembro hinchado, la lengua ajena ya en su cuello ya en sus orejas le hacía suspirar y gemir como una puta barata, quizá no se hubiera sentido como una de no estar moviendo sus propias caderas contra el miembro del otro para sentirle aún más, para excitarlo, dios deseaba que aquel rubio idiota le violara.
Cuando Marco se dignara bajarle los pantalones junto con la ropa interior solo había soltado una ligera exhalación, el rubio no se los había quitado, solo los había bajado hasta sus pantorrillas, haciéndole separar las piernas ahí donde estaban, no pasaron más de unos segundos antes de que sintiera aquella húmeda lengua en su entrada, haciendo que esta se contrajera por inercia aunque se encontraba deseosa, la excitación le tenía algo dilatado, el licor bebido durante la cena también, no había dolido cuando el chico introdujera aquel primer dedo, solo algo de incomodidad ante el segundo, el tercero había dolido, pero podía aguantar, aquellas manos gruesas le acariciaban la hombría a la vez que le profanaban, era un dolor delicioso.
El rubio había sido tan cuidadoso como descarado, no había habido romanticismos idiotas, ni palabras empalagosas, él no era una damisela frágil y el otro no le trataba como tal, se gustaban, se deseaban, eso era suficiente de momento, casi se preguntaba con cuantos se habría acostado Marco pues parecía saber bien lo que hacía, esa sería su primera vez con un hombre; oficialmente.
Una vez que el moreno estuviera lo suficientemente dilatado para su gusto le había hecho inclinarse un poco hacia el frente antes de desabrocharse la propia ropa y comenzar a follarle ahí donde estaban, estaba demasiado excitado para pensar en llevarle a la cama, si al menor le apetecía podrían repetir en esta después, los gemidos del pecoso habían inundado el estrecho espacio del recibidor enseguida, no había nadie para oírlos así que no los detendría, se le había introducido en aquella piel tan privada con calma, disfrutando el momento, pero no se había detenido a pensar en si el otro lo disfrutaba tanto como el, si no lo hacía se aseguraría de que así fuera, pues mientras le embestía de manera rítmica y constante tomaba con una de sus manos el miembro del pecoso, masturbándole a aquella misma velocidad con la que le hacía suyo, el sentir las caderas del otro moviéndose al ritmo de las suyas para encontrarle y hacerle chocar más hondo y más fuerte le estremecía, el cuerpo del menor bien podría haber sido el de un dios y le desacraría hasta el cansancio aquella noche.
En su garganta no había lugar para otra cosa que no fueran gemidos y el nombre de aquel rubio, al llegar al orgasmo había gemido el nombre del otro ruidosamente y de no ser por aquella mano en su abdomen y aquella en su cadera su peso se habría venido abajo sobre sus piernas, se sentía temblar de placer cuando sintió la cálida esencia que le inundaba, la frente del rubio en su hombro y el pesado aliento de el contrario le habían hecho darle un momento de respiro a el mayor, también el necesitaba alcanzar su aliento, a donde quiera que aquel hubiera huido.
Le hubiera gustado quedarse aquella noche… por primera vez en la vida aun su pequeño hermano no era capaz de hacerle conjugar ganas suficientes de regresar a aquella horrible casa.- ¿Y ahora qué hago?- no había notado que estuviera hablando en voz alta hasta que sintiera la mirada del mayor, haciéndole sonrojar profusamente, pero bien, si ya había iniciado ahora no iba a emprender retirada.- marco… no quiero irme de tu lado, creo que me eh enamorado.-
Nueva historia, ya que mi otra historia está a punto de terminar… y bueno, este es el primer capítulo de lo que promete ser una larga serie, aunque ya veremos cómo se dan las cosas.
En este capítulo solo me centro en Marco y Ace, pero ya iré añadiendo otros personajes conforme avancemos.
Gracias por leer y los comentarios son más que bienvenidos :)
