I
Quinn llegó al baño corriendo, sin detenerse a nada, por los pasillos solitarios, ya a aquellas horas, del instituto. Acababa de tener la conversación más dura y triste de toda su vida. Tal vez, sólo superada por el momento en que su padre la echó de casa sin contemplaciones.
Aquel día, al igual que hoy, sentía que su vida se acababa, que todo su mundo se desquebrajaba por segundos.
"Rachel tú no perteneces aquí, no puedes odiarme por enseñarte tu camino"
Aquella frase se repetía una y otra vez en su mente, mientras se miraba al espejo. Sabía, desde siempre, que Rachel era talento en estado puro, su lugar era Broadway, dónde brillaría como ninguna estrella había brillado antes, ni siquiera las estrellas que la diva tanto admiraba.
Finn no merecía que Rachel perdiese el tiempo y los esfuerzos con él. Porque Finn, al igual que Quinn, no saldrían de aquel pueblo, no dejarían de ser un par de perdedores durante toda su vida.
Así que ella había sido dura y honesta con Rachel, si tenía que sacrificarse y estar con Finn para que Rachel se olvidara de él y se centrase en su futura carrera en Broadway, lo haría. Si tenía que hacerse ver, ante el mundo, como una zorra sin sentimientos, y que Rachel la odiase más que a nadie, siempre y cuando eso hiciera que se centrase en Broadway, lo haría también.
Quinn se volvió a mirar en el espejo, después de golpear el mármol del lavamanos con su puño. Nunca había querido pararse a pensar lo importante que era Rachel para ella, ni siquiera se detuvo a recapacitar cuando tenía su cabeza puesta en su hombro el día anterior, en la habitación de su compañera de Glee Club. Pero después de que su corazón se rompiera mientras pronunciaba "Rachel tú no perteneces aquí", y después ver salir a la morena corriendo y llorando tras sus palabras, ya no tenía dudas, Rachel era para Quinn, más importante que se propia felicidad y su propio futuro, porque simple y llanamente, la amaba con todo su corazón.
Quinn se había quedado sentada ante el piano, con la mirada perdida en las teclas, recapacitando lo que había ocurrido, hasta que sintió que su mirada comenzaba a nublarse y fue entonces cuando salió corriendo hacia el baño.
Se maldijo por lo que sentía y maldijo al mundo, porque después de todo lo que había sufrido con su embarazo no deseado, y más tarde teniendo que dejar a Beth, ahora tenía que dejar ir a otra de las pocas personas que eran importantes para ella, quizás a la que más.
Con todos esos pensamientos se dejo hundir en el mar de lágrimas que fluían de sus ojos, estaba harta de que a pesar de lo que pudieran pensar los demás, las barreras que construía para protegerse de los demás ante sus sentimientos, se desquebrajaban con regularidad cuando se quedaba a solas, acabar llorando se había convertido en algo habitual, y la mayor parte de las veces, aunque no se lo fuese a confesar a nadie, era por Rachel.
La puerta del lavabo se abrió de golpe y su mirada llorosa se encontró con la de Santana, pudo ver lágrimas en el rostro de su amiga/enemiga, antes de que esta se las secara con las mangas de su camiseta. Quinn se apresuró a hacer lo mismo.
¡Vaya Q, sabía que trabajar con Berry era un autentico trauma, pero no pensaba que fuera tan drámatico! – exclamó sarcástica.
No es eso – contestó tajante Quinn, mientras se arreglaba el maquillaje.
¿Entonces? ¿Tan penosa es la canción? – volvió a preguntar irónica, mientras miraba su imagen reflejada en el espejo y comenzaba a arreglarse, con total seguridad en sí misma.
Realmente no tengo ni idea de cómo será la canción, la escribirá ella sola – intentó explicar, mientras se pintaba los labios.
¿Y eso? Pensaba que Berry y tú estabais trabajando duro con esa canción –la miró de reojo.
Tuvimos una pelea antes de comenzar siquiera a escribir la primera letra.
¿Me lo explicas? – preguntó alzando una ceja.
No es nada – mintió Quinn.
¡Sí, ya… por eso llorabas, porque aun sufres por las hormonas del embarazo! – exclamó suspicaz.
S, es algo muy mío, y no sé si eres mi amiga, o mi enemiga – se sinceró.
Te comprendo, pero por si no lo has notado… últimamente estoy sufriendo bastante – Santana no podía creer que hubiera dicho aquello en voz alta, pero una vez dicho ya no había vuelta atrás y añadió - y me gustaría tener a mi amiga Quinn conmigo.
Y si tanto quieres mi amistad…. ¿por qué narices me pegaste la Mono? ¿Y por qué diablos me robaste a Sam? – preguntó algo enojada.
Siento lo de la Mono, pero merecías una lección, no sé porque sigues jugando a la reina de la promoción con dos tontainas como Sam y Finn. No creo que sea eso, lo que quieres en tu vida. De todas maneras, últimamente he sido más zorra que habitualmente, no es nada personal, estaba cabreada con el mundo – la miró pensativa- ¿Quieres un helado mientras compartimos nuestras penas?
¿Cómo en los viejos tiempos? – Quinn preguntó, haciendo memoria de cuantas veces ambas habían ido a la heladería cercana al instituto, para hablar de todos sus problemas, aunque aquello había sido antes del Glee Club, e incluso antes de que Brittany entrase a formar parte de las animadoras.
Como en los viejos tiempos – contestó reflexionando.
- Fin del primer capítulo-
