I
"Para poder gozar de paz"
Un chico con apenas quince años de edad se encontraba sobre la banca del parque central en la ciudad de Tokio, Japón; sin importarle el frío invernal que yacía, con sus ojos rojos de tanto derramar lágrimas y su labio inferior sangrando a causa de sus propios albinos dientes.
Uzumaki Naruto era su nombre, de cabello rubio en punta, ojos azules como el agua y piel rosada, conocido por su alegre carácter, siempre animoso y escandaloso, con un fecundante espíritu en busca de su mayor anhelo.
A los pocos minutos, otro joven mayormente apuesto, llegó corriendo tan fuerte que su aliento se entrecortaba. Al detenerse frente a Naruto, aguardó unos instantes para que su respiración se normalizara.
Un varón de hebras azabaches, fanales profundos y abismantes, de piel palidezca y facciones perfectas. El orgulloso Uchiha Sasuke, una persona que era considerada como un tesoro, tal vez por la fortuna que heredaría al cumplir los dieciocho, o por esas habilidades que podían ser enumeradas y alabadas. Había un sinfín de ventajas que llevaba ese chico sobre los demás, tantas eran, que su carácter déspota y engreído podía ser ignorado y hasta incluso considerarse parte de su encanto.
Uzumaki era el afortunado novio del menor de los Uchiha, de aquella persona que tenía un aura impenetrable. Todo mundo podía juzgar, criticar y hablar sobre lo poco que encajaban, porque hasta hacía un par de meses, parecían no soportarse. Pero todos aquellos prejuicios de las personas no importaban, siempre y cuando no fueran la familia de Sasuke quienes se interpusieran. Y ese era precisamente el problema, porque ambos jóvenes comenzaban por tener dilemas debido a esa única razón.
-Me he enterado de lo que te dijo Itachi-
El Uchiha fue el primero en romper el denso silencio, sin tomarse la molestia de pensar sus palabras.
-Te enteraste bien-
Fue la corta respuesta por parte del otro lo que ocasionó esa mueca indescifrable en su rostro.
Naruto a veces era un idiota sin remedio que ni siquiera llegaba a comprenderse a sí mismo. Estaba más que molesto, triste y abatido, y su novio por supuesto que no tenía la culpa, pero en aquel momento solo tenía en su mente una contrariedad que le perturbaba, y no estaba dispuesto a detenerse un segundo para buscar a los verdaderos responsables de su sentir.
Un largo y pesado suspiro se escuchó, y el chico de cabellos morenos se colocó justo al lado del rubio, lo miró fugazmente para luego desviar su apagada vista hacia el cielo grisáceo.
-¿Lloverá?-
Se preguntó en voz alta.
-Si solo has venido a decir tonterías te aconsejo que te vayas, Sasuke-
Naruto cubrió su boca después de terminar su fría frase, pues quería evitar que un sollozo se escapara de ella, pero sus esfuerzos fueron en vano, las lágrimas ya habían hecho aparición y la imagen lamentable que había estado impidiendo que se viera, se exhibió.
-Lo siento-
Esas dos palabras provenientes del egocéntrico Sasuke lo tomaron por sorpresa.
-¿Qué?-
Con aquella interrogativa, giró su rostro hacia su acompañante, totalmente impactado y confuso.
-¿Enserio me harás repetírtelo?-
El mayor se removió incómodo en su asiento y prefirió desconocer esa insistente mirada que no dejaba de ponerlo nervioso.
-Me irrita que digas todo a medias, ¡Maldita sea!-
El rubio hundió su cabeza en el hueco que había entre sus muslo, colocó sus codos en ellos y entrelazó sus manos en su cuello.
-Sasuke, créeme que cuando te digo que no te entiendo, siempre te has empeñado en arruinarlo todo, y yo ya estoy harto de eso-
Naruto creía que sus palabras no eran para nada fuertes, siempre habían mantenido ese tipo de relación, en donde expresaban lo que sentían directamente, actuaban de acuerdo a sus impulsos y sus discusiones constantemente llegaban a puntos extremos, y estaba tan acostumbrado a ello, que no se percató de la verdadera situación. Sasuke estaba vulnerable y afectado, aunque no aparentemente, tanto que un simple monosílabo podía causar todo un desastre en él, pero Uzumaki no era consciente de eso, de que el mismo hacía crecer esa inseguridad en su pareja.
-No puedo adivinar lo que quieres que diga o haga, me disculpo a causa de los actos de mi familia y no encuentro otra manera para decirlo ¿Qué jodidos más quieres que haga?-
El de orbes azules se levantó de repente, exaltado y con su cara roja de cólera.
-¡Más orgulloso no puedes ser! ¿¡Tienes idea de lo mal que lo estoy pasando por tu culpa!?-
El menor ni un solo momento había dejado de llorar, pero en aquel instante en que manifestó todas sus emociones en esos perturbadores gritos, su llanto cesó.
-Naruto, no te comprendo-
Un Uchiha totalmente tranquilo ante sus actos, se paró de aquella banca y tomó a su novio de los hombros, para obligarlo a que lo mirase directamente.
-El problema es ese, que tú nunca logras comprenderme-
El pelioscuro no soportó más y lo envolvió en un fuerte abrazo, uno que le robó el aire y desvaneció en él cualquier rastro de duda o pena.
-Te quiero-
Y con aquella sencilla declaración, el muchacho de cabellos amarillos sintió su corazón oprimirse y cuerpo temblar. A cambio solo pudo aferrarse a él con una desesperación y angustia que solo hacía preocupar al contrario.
Eran una pareja de adolescentes que se amaban con una intensidad que no se podía describir con palabras. En aquel entonces ellos realmente creían en sus palabras y en la eternidad de ellas.
…
-¡Naruto, abre una maldita vez!-
Los fuertes golpes contra su puerta y los escandalosos gritos de su hermano mayor taladraron sus oídos como espinas, despertándolo de ese sueño que lo llevó a recuerdos lejanos de ese pasado que parecía nunca haber existido.
El hombre de ahora veinticinco años dejó perdida su mirada en el techo azulado de su habitación, viajó a través de sus memorias y evocó esos viejos tiempos en los que solía ser felizmente un loco enamorado.
-Naruto Uzumaki, eres un imbécil-
Se rió de sí mismo, y con una sonrisa divertida dibujada de sus labios, se levantó de la cama.
-¡Joder, Naruto!-
Se escuchó de nuevo la voz alterada de Deidara.
Después de colocarse las pantuflas y caminar con desgano, abrió la puerta y se encontró con un rostro demasiado molesto.
-Llevo aquí media hora, ¿Crees que no tengo otras ocupaciones?-
El rubio mayor pasó chocando su hombro frenéticamente con el de su hermano.
-Pues parece que no-
Naruto bostezó y estiró sus brazos, aún tenía mucho sueño.
-Sé que no quieres ni tocar el tema, pero es necesario, necesito que tomes decisiones respecto a tus acciones de la empresa-
Se sentó en el borde de su cama y cruzó su pierna, viéndole con extraño desasosiego.
-Hemos perdido a nuestro socio mayoritario, dado que la empresa está dentro de una pequeña crisis y las acciones han bajado de valor él las ha venido, a gente con mucho más poder y prestigio que "según" nos ayudará a salir del problema-
Uzumaki menor bufó exasperado.
-No sé cuántas veces tengo que repetirte que me importa poco lo que suceda con la empresa, sigue manejando mis acciones como hasta ahora, sigue siendo el buen presidente que eres y punto-
Deidara suspiró y se levantó para después caminar hasta la salida, pero antes de poner un pie afuera de la habitación, giró su faz y miró fijamente a su hermano.
-Nuestro nuevo socio es el grupo corporativo Uchiha ¿Sigue sin importarte?-
-¿Bromeas?
Soltó una risita nerviosa que delataba su estado de angustia.
-No puedo controlar las decisiones de esas otras personas, lo siento Naru, si hubiera podido evitarlo, lo habría hecho-
-No, está bien. Igual ha pasado mucho tiempo, no tiene importancia ya-
Pronunció el menor con una mirada extraña y una sonrisa falsa.
Y sin tener nada más para abogar, Deidara abandonó esa pieza, con una pesada sensación en su pecho, que iba aumentando por cada paso que daba.
…
El flash dio justo en su rostro.
-Odio esto.-
Susurró un varón de gafas oscuras, mientras avanzaba con paso apresurado por la extensión de aquel aeropuerto de Tokio, siendo protegido por una considerable cantidad de hombres de negro, de los ansiosos reporteros y fans emocionadas que se abalanzaban contra él.
Sasuke, el menor de los hermanos Uchiha, el joven empresario millonario, y talentoso escritor de pasatiempo, regresaba de su larga estadía en Londres, con aire más maduro y encantador. Ésa era la noticia del día.
Uchiha finalmente llegó a la salida, encontrándose con un mercedes negruzco, y recargado en él, a un hombre de traje bruno, mirada profunda y sonrisa pretenciosa.
-Hermanito, es bueno tenerte de vuelta-
Itachi lo envolvió en un fuerte abrazo, uno que Sasuke no correspondió, porque aquel acto hipócrita solo se le ocasionaba nauseas.
Y después de aquella escena, lo último que captaron las cámaras fue el auto arrancando a una gran velocidad.
-¿Listo para enfrentar a Fugaku?-
El mayor sonrió ladinamente, con su mirada concentrada en el camino.
-No quiero ni verlo.
Contestó deshaciéndose de sus lentes, mostrando su mirada agria, sin alguna emoción reflejada en ella.
-¿Sabes por qué te ha traído de vuelta?-
Y el otro aún seguía con esas interrogativas que solo lograban aumentar su dolor de cabeza.
-No.-
Sasuke sacó su rostro por la ventana, dejando que el aire lo golpeara con fuerza, cerrado los ojos en el proceso.
-Padre te explicará a detalle en cuanto te vea-
-Estoy cansado.
El de traje negro aumentó la velocidad.
-Te llevaré rápido a casa, entonces.
-No, llévame al hotel más cercano, me quedaré ahí hasta encontrar un departamento.
Itachi frunció el entrecejo, y apretó el volante.
-¿Cuándo dejarás de jugar al niño rebelde, Sasuke? La verdad es que me estoy hartando de su actitud problemática-
-No volveré a ese intento de hogar, digas lo que digas.-
Y esas fueron sus palabras finales, porque Itachi no se volvió a molestar en discutirlas.
…
Aquel día, un chico de cabello oscuro y piel blanca pasó por una renombrada joyería, compro un anillo costoso y una caja de plata en donde guardarlo. Finalmente esa noche declararía sus sentimientos a la persona que amaba, aun si tenía que arriesgarlo todo, lo haría.
Después de sus comprar, caminó hasta su un lujoso departamento situado en un vecindario tranquilo.
-Sai, pasa-
Deidara se encontraba ajustando su corbata azul con algo de trabajo.
-¿Ya te vas?-
Cuestionó mientras se sentaba en el sillón individual de la sala.
-Sí, voy tarde. Pero aguarda, le avisaré a Naru que estás aquí.
El pelinegro asintió para luego observarlo desaparecer entre los pasillos.
A los pocos minutos apreció un recién bañado Naruto, con una toalla rodeada en su cintura, y sosteniendo otra con la mano, mientras se secaba el cabello.
Sai no puedo evitar recorrer con su mirada el escultural cuerpo de su mejor amigo, se veía sensual, apetitoso, sexy.
Una sonrisa palurda se escapó de sus labios, pero en cuanto sintió una mirada confusa sobre sí, sacudió su cabeza tratando de esparcir aquellos indebidos pensamientos.
-¿Por qué no te molestas mínimo en ponerte algo encima?-
Sai se mostró indignado y Uzumaki sonrió divertido mientras se sentada enfrente de él.
-¿Desde cuándo te incómodas?- Cruzó su pierna con suavidad, haciendo que el otro tragara duro para reprimir sus ganas. –Eres tú Sai, no importa si estoy desnudo o no.
Aquella frase había ocasionado una pequeña molestia en su corazón. Naruto solo pensaba en el como un fiel amigo.
-¿Irás a la fiesta de hoy?-
Rápidamente quiso cambiar de tema, y de eso pudo darse cuenta el rubio, pero no le tomó demasiada importancia.
-Claro, no me lo perdería por nada del mundo.
Naruto lucía animado, pero era como si quisiera demostrar que estaba bien a propósito. Ese día estaba diferente.
-¿Ha pasado algo?-
Al escuchar aquella pregunta, el de orbes azules descubrió que su amigo lo conocía bastante bien, pero no se permitiría mostrarse tan afectado, no por algo que involucraba a loas Uchiha, no sufriría a causa de ellos, no más.
-Nada.-
Soltó una fresca carcajada, uno que logró calmar al otro.
-Bueno, pero te aviso, hoy después de la fiesta te mostraré un lugar sorprendente.
El de piel pálida había dado el primer paso para su confesión, ahora solo necesita valor para ejecutarla con éxito.
-¿Otra vez con eso?- Volvió a reírse escandalosamente. –Ok. Pero me darás dinero para el gas-
Sai asintió feliz y le regaló una extensa sonrisa, una que logró contagiarle.
…
Una fémina de cabello rubio entró a un lugar donde tres personas se encontraban decorando con globos, carteles y distintos adornos llamativo.
-¡Oigan!-
La mujer lucía emocionada, y los chicos presentes dejaron a un lado sus actividades y se acercaron a ella curiosos.
-Sasuke-Kun ha vuelto, lo acabo de ver en la tv-
Todos se asombraron por la noticia y se dedicaron mirada incomodas.
-¿Estás segura, Ino?, porque me quedó claro que nunca lo haría-
Un varón de cabellos castaños, con un enorme y blanco perro a su lado habló.
-¡Muy segura, Kiba!-
-¿Y eso que tiene que ver con nosotros? Te recuerdo que él se fue sin avisarnos, y ni siquiera una postal envió.
Otro hombre de pelambre tomado en una coleta alta se giró y caminó hacia donde estaba ante, para volver a retomar su trabajo.
-Shikamaru tiene razón Ino, a él nunca le importamos realmente, ¿Crees que ahora sí?-
Y el restante, un gordito de grandes mejillas finalmente agregó, con el cólera mostrado en sus facciones compungidas.
-Pero es nuestro amigo… -Musitó la rubia triste y herida.
-¿Y entonces, que quieres que hagamos?-
Kiba suspiró apenas perceptible.
-Lo invitaré a la fiesta de hoy-
Choji la miró sorprendido.
-¿Hablas enserio?-
-¿Por qué mentiría?-
Yamanaka demostró la seguridad de sus palabras con su expresión seria.
-¿Y Naruto?-
Esta vez fue el chico del canino quien cuestionó.
-No soy quién para decir sobre la relación de esos dos, pero creo que al menos será también algo bueno para Naruto, así podrían saldar cuentas pendientes-
Los dos sujetos suspiraron rendidos, y eso para Ino fue su entera aprobación.
…
Itachi se encontraba manejando de nuevo, después de haber dejado a su hermano en el hotel, él debía ir a tratar personalmente con los Uzumaki, nada más que pura formalidades.
Hoy conocería al tan afamado presidente Deidara, el hermano mayor del odioso de Naruto.
Aparcó su auto fácilmente y con paso firme, entró a los territorios de Uzumaki, la secretaria lo hizo entrar a aquella amplia oficina, en donde sus ojos captaron al rubio de cabello largo sentado detrás de su escritorio, jugando a tirar bolas de papel al cesto de basura colocado en el centro del lugar.
-Ah, pero si es Uchiha, tome asiento.
Deidara sonrió abiertamente y un Itachi contrariado por sus acciones, le hizo caso y se sentó.
-Creo que deberíamos discutir cierto términos de…-
Uchiha no pudo continuar su frase, porque se encontró mirando enfurecido como el otro hombre volvía a lanzar otra bola de papel sin prestarle atención.
-Oh sí, deberíamos terminar rápido con esas discusiones.
Itachi suspiró y asintió.
-Quiero poner a mi gente en el consejo de la administración-
-Esos puestos ya están ocupados-
-Ahora que el grupo corporativo Uchiha posee cuarenta por ciento de las acciones, al igual que los Uzumaki, creo que es factible considerar hacer cambios en la empresa-
Deidara apretó sus puños con fuerza, conteniendo toda su rabia en esa acción.
-Yo soy el presidente-
-El presidente de una empresa que está decayendo en la bolsa de valores.-
-Si es así, no entiendo porque el grupo Uchiha ha decidido hacer una inversión tan mala, claro, teniendo en cuenta sus objetivos-
-Al perecer no conoce para nada los objetivos de nuestro grupo. Hemos querido esta adquisición por motivos que no le interesan para nada, pero por eso mismo, queremos hacer lo posible para subir el valor de nuestras acciones-
Una sonrisa cínica mostró el de cabellos negros.
-Pienso hacer que Sasuke ocupe el puesto de gerente general-
-¿Quiere quitarme de mi puesto? Tendríamos que hacer una junta de accionistas, y como no he hecho nada malo, es casi imposible-
Itachi se levantó y se cerró el saco.
-Supe que tuvo ciertos escándalos, veremos si eso no afecta su estatus aquí-
Uzumaki mordió su labio inferior enojado, y por educación más que por nada, se paró y extendió su mano.
-Un placer conocerlo-
El otro estrechó esa mano y sonrió sutilmente.
-Estaremos en contacto, consultaré sobre la situación al grupo Uchiha y sobre su postura ante mi proposición, entonces cuando lleguemos a un acuerdos, le avisare sobre la decisión tomada-
Y con esas calmadas frases, se fue por dónde entró, dejando en aquel rubio, un malestar estomacal.
…
Después de una larga y relajante ducha, servicio a la habitación, cinco copas de champagne y varios cigarrillos. Ahora finalmente se encontraba descansando en su cama, con apenas una bata cubriéndole.
-Maldición-
Susurró con su mirada fija en el techo de aquella habitación de hotel.
Los recuerdos de Londres vinieron a su mente de pronto. Había sido tan tonto por haberse dejado convencer por su madre. La petición para que volviera rápidamente, debido a que su padre se encontraba con problemas de salud, fue lo suficiente para hacerlo tomar un avión hacia Japón.
-Tokio-
Pronunció en medio del silencio, cuando a su cabeza se vino la imagen de un rubio sonriente que solía invadir sus sueños casi siempre. Su mirada se volvió nostálgica y sus pensamientos volaron hasta aquellos días de adolescencia, cuando vivía sin preocupaciones.
Sus cavilaciones fueron interrumpidas cuando su celular vibró y él tuvo que estirarse para cogerlo.
-¿Diga?-
Contestó sin mucho entusiasmo, mientras tomaba un tabaco y lo prendía.
-¿Sasuke? Soy Ino, ¿Me recuerdas, cierto?-
La voz al otro lado de la línea realmente logró tomarlo por sorpresa, pero no mucho, porque enseguida sus cejas de ciñeron.
-¿Cómo conseguiste mi número?-
-Se lo he pedido a Itachi, espero no te moleste, pero cuando me enteré de que volviste, no sabes cuánto me alegré, ¿Cómo has estado?-
La mujer se escuchaba nerviosa y ansiosa.
-¿A qué se debe tu llamada?-
Preguntó queriendo cortarle el rollo de una buena vez, dejando en silencio a la persona del otro lado de la línea por varios segundos.
-Hoy es el cumpleaños de Sakura y haremos una fiesta sorpresa, sería muy amable de tu parte que pudieras venir, ella estaría encantada, tal vez sería el mejor regalo que pudiera brindarle, todo estaremos-
Su tono se había tornado tímido y más bajo.
-¿Todos?-
El mismo se impactó por esa interrogativa que salió de sus belfos, sabía que preguntaba por una sola razón, y esa razón le hizo sentir un yugo contra su pecho para nada agradable.
-Sí, también Naruto-
Y la rubia se enteró de lo que Uchiha buscaba saber, pero el pelinegro solo hizo una mueca de desagrado cuando escuchó ese nombre.
-Estoy ocupado-
Dijo rápidamente para después cortar la llamada sin darle tiempo a responder. Presionó el botón de apagar y dejó que la pantalla del celular se oscureciera, para luego lanzarlo lejos de él.
-Esto es un asco-
Dio una calada a su cigarrillo mientras se colocaba un brazo sobre su frente, mirando de a nueva cuenta, el techo como anteriormente lo hacía.
…
El Sol desapareció y la noche había caído ya.
Sai se encontraba recargado en el marco de la puerta, vistiendo una camisa y un pantalón de vestir, con el talón de uno de su pie en el piso, agitándolo de arriba abajo. Esperaba por Naruto, quien parecía tardar eternidades en el baño.
-¡Naruto! ¡Apresúrate!-
Gritó algo estragado, pero a los pocos segundos un atareado rubio salió.
-Ya- Tomó las llaves de su coche y paso de él con una sonrisa.
Esa noche Uzumaki lucía demasiado atractivo, con un pantalón ajustado, una camisa negra ceñida a su abdomen, y todo en conjunto con una loción tan propia de él que desprendía aromas indescriptibles.
Los ojos de Sai se embelesaron.
-¿Nos vamos amigo?-
Preguntó el de ojos azules sacándolo de su parálisis momentáneo.
-Oh sí, ¡Tardaste mucho!- Reclamó recuperando el aliento.
Naruto solo rió divertido.
Ambos se subieron al auto, y después de minutos de conducción y de calles sin tráfico, finalmente llegaron a la casa de Haruno Sakura, tan tradicional y hermosa, con ese ambiente acogedor que tanto les gustaba a todos.
-¡Felicidades, Sakura-Chan!-
El rubio abrazó efusivamente a la pelirrosa quien solo sonrió complacida.
-Gracias, Naruto- Correspondió a su abrazo en medio de la frase.
-Oh. Casi lo olvido-
Torpemente, sacó de uno de sus bolsillos un pequeño estuche rojo.
-Fue muy caro-
Aclaró sin ningún tipo de vergüenza, pero a cambio recibió un golpecito en el hombro por parte su amiga.
-Gracias otra vez-
Ambos compartieron otro fuerte abrazo.
La fiesta avanzó bastante bien. Algunos bebían, otros bailaban o platicaban, siempre con ese ánimo que les caracterizaba.
-Oye Ino, creí que habías invitado a Sasuke, no lo veo por ningún lado-
Le gritó Kiba al oído, mientras se tomaba de tirón un trago de Vodka.
-No vendrá. Este Sasuke, es frío y arrogante, mucho más de lo que solía ser-
La chica soltó un pesado suspiro.
-¿Más?-
La expresión del castaño fue exagerada, ocasionando una risotada en ella
-Oigan chicos, ¿Han visto a Naruto?-
Sai apareció de repente, con una mirada preocupada.
-Estaba en el baño hace nada-
El pelinegro asintió y les agradeció, para después retirarse.
-Sai es un buen chico.
-Yo también lo creo. Naruto debería darse cuenta y corresponderle-
Yamanaka añadió mostrando una pícara sonrisa.
-Espero él logre borrar a Uchiha Sasuke de su lastimado corazón-
Kiba le miró preocupado y la rubia asintió seriamente.
-Aunque Naruto jure que Sasuke solo es su pasado, estoy seguro que aún lo ama. Si lo volviera a ver, podría derrumbarse como hace años-
-Y yo toda inocente invitándolo, enserio que soy estúpida-
El chico palmeó su espalda y negó.
-Yo hubiera hecho lo mismo. Quiero ver a Sasuke tanto como tú, como todos, porque después de todo formaba parte de nuestras vidas, fue nuestro querido amigo-
Ino lo abrazó angustiada y él correspondió al gesto, hundiendo su rostro en el hombro de ella.
…
Naruto lavó su rostro con violencia, para después secarse con una toalla y mirar el reflejo de su imagen en el espejo.
-¿Qué estás haciendo Sasuke? ¿Piensas en mí tanto como yo lo hago en ti?-
Sai entró interrumpiendo su hablar consigo mismo.
-¿Qué estás haciendo?-
-¿Eh? Nada, solo tengo un poco de sueño-
El otro chico sonrió malicioso.
-A mí no me engañas, tú eres un maldito vanidoso-
Uzumaki sonrió y negó con la cabeza.
-Vamos, ¿No dijiste que me enseñarías un lugar?-
Sai sintió como de pronto el nerviosismo lo albergaba.
-Cla-claro, vamos-
Después de justificar su ida, ambos salieron de aquella casa un poco mareados por tener que despedirse de numerosas personas.
Esta vez fue Sai el quien condujo el auto rojo de Naruto.
Y luego de un breve tiempo, se detuvieron y el más alto fue el primero en bajarse.
-Espera, tienes que cerrar los ojos-
El rubio sonrió divertido e hizo lo que le ordenó, su amigo le ayudó a bajarse tomándolo de las manos.
El Uzumaki caminó a ciegas por caminos rocosos, siendo guiado por él, con plena confianza.
-Bien. Puedes abrirlos-
Sus orbes azules captaron un hermoso y maravilloso cuadro, en el un lago era iluminado por miles de luciérnagas. Era una esencia de horizonte y de frágiles sueños. Y sobre las siluetas de las miles de rocas, el viento del frío invierno lo volvió a la realidad.
-Es increíble-
Mencionó encantado.
-Lo quería compartir contigo, y convertirlo en un nuestro.
Naruto le dedicó una pequeña sonrisa, para después volver a anclar su vista a ese panorama.
…
Sasuke había salido del hotel con varias copas encima. Caminaba tambaleante entre esas piedras, con su décimo cigarrillo entre sus labios.
-Auch, auch-
Se quejó en cuanto la planta de uno de sus pies, se hirió con un vidrio que pisó.
Había dejado sus sandalias por ahí, y solo traía una remera floja y unos vaqueros. Su cabello bruno se movía al compás del viento.
Desde hacía cinco años que Uchiha Sasuke tomaba casi siempre, fumaba diario, se saltaba las comidas y dormía no más de cinco horas. Su vida se había detenido desde la última vez que piso Tokio, cuando tuvo que dejar atrás a su amor de adolescencia y enfrentar la cruda realidad.
Él nunca volvió a sentir esa desbordante felicidad que recordaba haber percibido a sus quince años, pero ése era un pasado que lucía utópico, tanto que costaba creer que había existido algún día.
Se dejó caer, molesto por la cortadura que le ardía.
-Mierda-
Gruñó al poner las palmas en el suelo, sintiendo como se encajaban numerosas piedritas afilada en ellas.
Pero mientras se concentraba en mirar a sus lastimadas mano, sintió como una microscópica bola de nieve caía sobre su rojiza nariz.
De su boca se escapó una sonora carcajada.
-¿Luciérnagas y nieve? ¿Qué sigue? ¿Lluvia de estrellas?-
Dijo pare sí mismo con ironía, mientras reía, mostrando una desencajada expresión, mirando esos millares de puntos blancos.
Y toda esa escena la habían estado observando dos personas que se encontraban en lo alto mirándole a distancia.
-Es Sasuke-
Naruto sintió como el mundo se paraba. Ante sus ojos se encontraba un Sasuke más maduro y con una apariencia tan informal, que jamás creyó ver en él. Fumaba un cigarro y reía a carcajadas, con el lánguido caer de sus brazos sobre las piedras.
-Naruto-
Sai miró preocupado como el rubio no dejaba de mirar pasmado al Uchiha.
-Sasuke, él es Sasuke, mi Sasuke, está ahí-
Sus manos temblorosas cubrieron su boca, y sus ojos empezaron por derramar dolorosas lágrimas.
No podía evitar velo en ese instante durísimo, donde ese muchacho gesticulaba y soñaba por ese hombre que era inconsciente de su presencia cercana.
-Sácame de aquí, por favor-
El pelinegro se alertó cuando vio como el rubio perdía las fuerzas en sus piernas, y se dejaba caer abruptamente.
Y se guardó esa caja platinada de nuevo, corrió en el auxilio de su amigo y lo cargó en peso hasta su auto, para después arrancarlo a toda velocidad.
Naruto golpeó la ventana con su puño.
-Odio sentir esto, odio que me haga sentir esto después de tanto tiempo-
-Naru-
Pronunció angustiado.
-Me duele, me duele, ¿Cómo hago?- Un sollozo se escapó de su roja boca. -¿Cómo hago para sacarme de aquí todo lo que siento?-
Presionó con sus manos su pecho, las presionó tan fuerte esperando sacar ese corazón acelerado por la garganta, quería eso, necesitaba eso, para poder terminar con su sufrimiento.
-No le digas a Dei, no quiero que se preocupe-
Sus lágrimas cesaron de repente, y cansado, se desplomó en el asiento.
El chico de piel pálida solo se limitó a mover su cabeza afirmativamente. No podía pronunciar palabra alguna, más bien no quería, no sabía que decir. Uzumaki estaba destrozado, todo por culpa de ese Uchiha.
Después de un largo camino lleno de enloquecedor silencio, finalmente llegaron a la residencia Uzumaki.
-Puedes llevarte el auto, mañana paso a recogerlo- Con calma le indicó.
Sai solo pudo observar la espalda de Naruto alejarse.
Cuando el rubio entró a su departamento, lo primero que visualizó fue al comedor, y en él a Deidara escribiendo con habilidad en su laptop.
-¿Aun trabajando?-
-El grupo Uchiha quiere destituirme de mi cargo, solo porque el año pasado me involucré con ese cantante, ya sabes, Sasori-
El menor se aproximó y se recargó en la pared con los brazos cruzados.
-¿Por qué no me vendes tus acciones?-
-¿Eh?-
El mayor de los Uzumaki levantó la mirada sorprendido.
-Siempre quisiste dedicarte a pintar, y lo haces muy bien, pero como no tienes tiempo no has podido terminar ni siquiera una obra.-
-¿Me estás diciendo que te harás cargo por mí?-
Naruto sonrió apenas.
-Pienso darme un largo descanso de mi carrera como actor, y en ese tiempo podría llevar las cuentas de la familia, para que tú puedas vivir de la forma en que más desees-
-Las acciones de la empresa fueron compradas a nombre de Uchiha Sasuke, ¿Eso te dice algo?-
El menor pareció no inmutarse ante esas palabras marcadas de fuerte reprimenda.
-El grupo corporativo Uchiha busca una adquisición hostil, quien apoderarse de nuestra empresa familiar, y no voy a permitírselos-
-Dei, ¿Crees que podrás borrar lo que hiciste? Te metiste en un follón con ese cantante, te van a quitar la presidencia en un soplo-
-¿¡Y quieres que me arriesgue a que trates directamente con Sasuke!?-
El rubio sonrió levemente.
-Sasuke no me importa, quiero proteger el patrimonio familiar, lo único que tenemos de nuestros padres, ¿Es mucho pedir?-
Deidara suspiró pesadamente y pasó una mano por su rostro y luego por su cabello.
-¿Estás seguro? ¿Te crees capaz de ganar la batalla?-
-Confía en mí, haré todo lo posible-
Sabía que Naruto tenía una razón más que la de salvarse del absorbimiento del grupo Uchiha, lo sabía y no quería aceptarlo.
-Está bien, lo dejaré todo en tus manos-
El menor asintió con seriedad.
-Itachi probablemente convocará a una junta de accionistas, para ese entonces tú estarás al poder de todas las acciones de los Uzumaki-
Naruto resopló y le mostró una pequeña sonrisa.
Ambos se despidieron, y él hijo menor se marchó a su habitación, para encerrarse en ella precipitadamente.
Se recostó en su cama y masajeó el puente entre sus cejas. Un terrible dolor de cabeza le amenazaba.
-Maldición-
Musitó fastidiado.
Había actuado impulsivamente, como solía hacerlo, sin pensarlo detenidamente. Pero ahora estaba ahí, analizándolo, razonándolo.
Quería vengarse de Sasuke, hacerlo sentir lo que él sintió todo este tiempo. Amargura.
La oportunidad se presentaba, frente a sus ojos, no podía desaprovecharla solo por tener un par de dudas insignificantes. Echaría a andar un plan, y haría sufrir a ese hombre que lo llevó hasta el dolor y el rencor.
-Es la última vez que lloro por ti Sasuke.-
Dijo al momento en que una lágrima logró escaparse de uno de sus orbes, fue solo una, que recorrió sus pómulos y se perdió en la comisura fruncida de sus labios secos.
Continuará.
