Disclaimer: Naruto y sus personajes son propiedad de Masashi Kishimoto.
Bajo el cielo azul, con la luna como testigo.
Me miras con desprecio, pero al mismo tiempo con miedo, miedo a perder tu vida. Te colocas en posición de defensa, lista y dispuesta a atacarme pero te observo y estás a punto del llanto.
Miró tus ojos cristalizarse y comenzar a derramar gotas de agua a causa de la desesperación al ver que no hago un sólo movimiento, crees que intento hacer más larga y enorme tu tortura, tu sufrimiento.
Te lanzas a mí creyendo que con esto estará próximo tu fin, no eres segura de ti misma, tus ojos y tu frustrado mirar me dicen eso aunque no quieras. Esquivo el golpe con un suave y rápido movimiento que te deja caer sobre el suelo. Me acerco a ti y te cubres la cara temiendo lo peor; te tomo del brazo y te levanto hasta que quedas a mi altura. Me miras con miedo y de inmediato bajas la vista, esperando el golpe final.
Por tus ojos no paran de correr amargos ríos de decepción y debilidad; tú no eres débil. Escucho tu voz susurrando suavemente mi nombre, tartamudeando y sonrojada, separando cada sílaba de dicha palabra: 'S-Sa... su... k-ke' Pronuncias a modo de pedir clemencia y que te perdone la vida. Niego con la cabeza de manera apenas perceptible, pero asegurándome de que lo notes. Lloras de manera desesperada.
Acerco mi rostro al tuyo y te tomo con brusquedad de la barbilla para que me mires a los ojos, para yo poder mirarme en esas blancas y brillantes perlas que deseo con frenesí. Por tu rostro aún corren gotas de sal, repletas de amargura y soledad. Parpadeas constantemente y el llanto se vuelve más abundante; no quiero verte llorar.
Fijo mi mirada en las facciones de tu rostro, de toda una mujer. Me detengo al llegar a tus labios, carnosos y suaves, de color carmesí y con peculiar e inigualable brillo; crees que solo me divierte verte sufrir pero te equivocas.
Acerco un poco más tu rostro al mío y por primera vez en la noche pronuncio algo en forma de susurro, de manera que sólo tú lo escuches — Hyuuga Hinata, no morirás. Tranquilízate — el llanto se detiene pero aparece más preocupación; no crees en mí. Con mi brazo libre te tomo de la cintura y te acerco más a mi cuerpo. Sin que la preocupación desaparezca de tu rostro, tus mejillas se colorean de un color rojo encendido al sentirme tan cerca.
Siento tus húmedos y delicados labios sobre los míos; el instinto y el deseo fueron mas fuertes que mi voluntad. Comienzo a mover mis labios dejándome llevar por tu belleza y el sabor dulce de tu boca, te resistes a ello e intentas separarme de ti, pero hábilmente bajo mi mano a tu espalda y no te dejo mover otra cosa, a pesar de que no quieras mi boca te obliga a mover los labios.
Dejas tu intento por alejarme de ti, cierras tus ojos, perdiéndote y dejándote llevar por este sentimiento que a mí me parece tan placentero. Torpemente intentas seguir los movimientos de mi boca y de alguna manera zafas tus brazos para abrazarlos a mi cuello de manera instintiva; suelto mi agarre y te tomo delicadamente de la cintura con ambos brazos. Ambos estamos bajo el cielo azul, con la luna como testigo, convirtiendo lo que era una batalla en esto: un beso que refleja lo que siento por ti.
