Añoranzas
Con el ocaso, el cielo se teñía de hermosos colores y a Krilin, sentado a la orilla de la pequeña isla, le gustaba contemplarlo, mirar hacia el horizonte y permitirse recordar.
Habían pasado tres años desde la derrota de Cell y muchas cosas habían cambiado. Como el nacimiento de Goten, o que al fin había dejado su cabello crecer. Otras, no obstante, seguían igual, como el hecho de que viera su mayor anhelo sin cumplir. Aún sentía vergüenza al rememorar la manera en que sus sentimientos hacia la bella androide habían sido descubiertos, y la cruda manera en que fueron rechazados. Y luego, la forma en que ella se despidió.
Cerró los ojos, las manos apoyadas en la arena, la cabellera movida por una ráfaga de viento. Mentiría si dijera que no había intentado buscarla, mas ¿qué le diría? El temor a lo que ella hiciera, había influido sobremanera en su decisión de dejar el asunto por la paz. Empero, en los últimos días lo reconsideró: ¿y si en verdad pudo tener una oportunidad y la desaprovechó? La balanza se inclinaba incesante hacia los pros y los contras, mas él no era un cobarde. Y tampoco quería pasar todas las tardes por el resto de su vida sin más por hacer que añorar.
«Paso firme, Krilin, paso firme», se dijo, observando el cielo oscurecerse y disfrutando del suave sonido del oleaje. «Paso firme», se repitió una vez más, antes de escuchar una voz a sus espaldas.
—¿Qué tanto miras?
Volvió el rostro con sorpresa, el corazón agitado. ¿Podría ser...?
Dieciocho, al tener la atención de Krilin sobre ella y sin saber qué decir, inevitablemente, se sonrojó y ladeó el rostro, evitando el contacto visual. Y murmuró:
—Muchacho tan feo.
Dragon Ball © Akira Toriyama.
