Notas de la Autora: Advertencia, ésta es una historia de slash (relaciones homosexuales entre varones) pero con argumento. Esto puede o no resultar satisfactorio para los lectores de historias de este tipo. Es una verdad universalmente aceptada que casi siempre el lector de slash está más interesado en lo porno sin argumento (¿Quién no ha alguna vez revisado rápidamente los capítulos de una historia larga pensando "vamos, a ver dónde esta en el sexo"?) Para conveniencia de aquellos que prefieren eludir la trama, hay capítulos marcados con ¡Culeada!, ya te darás cuenta entonces qué puedes esperar en ellos.

Las críticas y los comentarios son bienvenidos.

"El guardaespaldas" ganó el premio Quill to parchment best Trio Era en julio de 2007.

Descargo de responsabilidad: Harry Potter y todos los personajes son propiedad intelectual de J.K. Rowling.

Traducción al castellano (con el permiso de la autora) de Haroldo Alfaro.

Autora: Luuuurve

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El Guardaespaldas

Capítulo 1: Un poco de lástima

Languideciente, esposado y magullado en una celda de los Mortífagos, lo único positivo que Harry podía pensar era que Hermione y Ron, en la búsqueda de la Copa de Hufflepuff, estaban afortunadamente lejos y libres de la penosa situación en la que él se encontraba.

Un Mortífago de odioso aspecto lo observaba de soslayo con desprecio a través de los barrotes: ─ ¿Estás cómodo, Potter?

─ Sinceramente no, Amycus ─ Los grilletes de Harry repicaron sobre el sucio suelo de piedra. Liberarse de ellos le habría tomado sólo un momento si hubiera tenido su varita, pero el tal adminículo estaba en la mano de Amycus, quien al tiempo que la sacudía dio un resoplido de risa observando los forcejeos de Harry.

─ ¿Echas de menos tu varita, Potter? Te la devolveremos pronto, cuando llegue el Señor Oscuro. Me dijeron que planea completar el duelo a muerte que habían empezado el día de su resurgimiento.

─ Ah sí, el duelo del cementerio. ¿Cómo podría olvidarlo? ─ Las muñecas y los tobillos de Harry sangraban debido a los inútiles esfuerzos que hacía para liberarse.

─ Quédate sentado quieto, Potter, no demorará mucho. Justo ahora voy a convocar al Señor Oscuro ─ dijo Amycus, y giró la cabeza sobre su hombro. ─ ¡Malfoy! Malfoy, ven aquí y vigila a Potter hasta que llegue el Señor Oscuro.

Sobresaltado al oír el nombre tan conocido, Harry intentó incorporarse en la medida que se lo permitían los grilletes. ¿Malfoy? Lucius estaba en Azkaban. Eso significaba que sólo podía tratarse de Draco o de Narcissa, su madre. La última vez que Harry había visto a Draco había sido en lo alto de la Torre de Astronomía en Hogwarts, cuando intentó (si bien no fue capaz de hacerlo) asesinar a Albus Dumbledore.

Una figura en ropaje verde oscuro, de hombros caídos y cabeza gacha cubierta con una capucha apareció a la puerta y se detuvo, parecía renuente o asustado. ─ Muévete, Draco ─ dijo Amycus con brusquedad. La figura dio un paso hacia delante y se levantó la capucha revelando un rostro pálido y puntiagudo y cabellos rubio platinado sucios.

Harry lo contempló detenidamente. Era Draco, sin dudas, pero tan cambiado que estaba casi irreconocible. La última vez que Harry lo había visto tenía todavía el habitual destello de orgullo y arrogancia propios de los de sangre pura, a pesar de la piel cenicienta y las ojeras que el haber estado durante meses bajo amenaza de muerte le había otorgado.

El Draco que ahora estaba frente a Harry no mostraba orgullo, ni tampoco esperanza. Había perdido mucho peso y las ropas le quedaban grandes, tenía el rostro más gris que nunca y los pálidos ojos hundidos y apagados. Moretones le cubrían la cara, observaba a Harry con mirada estática de desaliento y miedo. A pesar de su propia penosa situación, Harry no pudo dejar de sentir un poco de lástima. ¿Qué le habían hecho Voldemort y los Mortífagos a Draco para reducirlo a este estado?

Amycus le dio a Draco un mamporro en el hombro y el golpe le sacudió la delgada figura. ─ Escúchame bien, mocoso ─ dijo Amycus ─ Vigílame bien aquí a Potter. Es una tarea lo suficientemente simple para ti y la tienes que cumplir como se debe. El Señor Oscuro ya se está cansando de ti. No fuiste capaz de matar a Dumbledore. No mataste ni siquiera a un Muggle en la misión para crear Inferi de la semana pasada. Da la impresión de que no eres más que un tonto, débil y que simpatiza con los Muggles, y sabemos muy bien lo que les pasa a esos, ¿o no? Dije ¿O NO, MALFOY?

El grito repentino pareció sacarlo de un trance, Draco dejó de observar a Harry y elevó la mirada hacia Amycus con ojos enrojecidos. ─ Sí, señor ─ musitó.

─ Bien ─ aulló Amycus, y volvió a darle un golpe en el hombro a Draco. Rebuscó en sus bolsillos, sacó la varita de Harry y se la entregó a Draco. ─ Tómala y guárdala hasta que llegue el Señor Oscuro. Ésta es tu última oportunidad, Draco. Si me fallas terminarás como tu apestosa madre. ─ Y con horribles carcajadas salió rengueando de la habitación.

Draco lo observó salir. Deslizó sus dedos a lo largo de la varita de Harry como si tratara de dominar el impulso de usarla contra la espalda del Mortífago que se iba.

Harry esperó hasta que el sonido de los pasos se perdió y entonces habló. ─ Hola, Malfoy ─ murmuró. Parecía tan extraño estarle hablando a su viejo rival de la escuela en tales circunstancias. Suponía que Draco se burlaría maliciosamente de él.

Draco se volvió y lo miró. Tras un instante dijo ─ Potter, no puedo creer que cayeras aquí… ─ Ningún rastro de malicia en su cara. Potter nunca lo había visto tan vencido.

─ ¿Qué le hicieron a tu…? … quiero decir, ¿tu madre está bien? ─ preguntó Harry. Se acordaba de Narcissa de la Copa Mundial de Quidditch varios años antes; una mujer de pelo rubio platino que se parecía mucho a su hijo.

─ Está muerta ─ dijo Draco simplemente. ─ Mi tía Bellatrix la asesinó cuando se negó a matar a unos Muggles la semana pasada. La atacó y la mató como a un perro. No tuve siquiera la posibilidad de enterrarla. Probablemente está deambulando ahí fuera como una Inferius ─. Comenzó a titubear y agachó la cabeza.

Harry lo miró boquiabierto. Y luego dijo en un arranque: ─ ¡Que horrible! Lo siento. ─ Trató de incorporarse pero lo retuvieron las cadenas.

Draco alzó la cabeza y un resabio de su vieja acrimonia se reflejó en sus ojos. ─ ¡Por lo que a ti te puede importar, Potter. Siempre dijiste que mi madre era de nariz levantada como si siempre estuviera oliendo bosta, cada vez que yo estaba al alcance del oído! ─ Guardó la varita de Harry en los bolsillos de su toga.

─ Malfoy, realmente lo siento ─ dijo Harry. ─ Lo que dije entonces fue una estupidez. Cosas de chicos. Esto es serio. Sé como te sientes. Yo también perdí a mi madre. ─ Bajó la voz, y miró a la puerta para controlar que nadie estuviera escuchando. ─ Nunca deseé que tú o alguno de tu familia sufriera. Malfoy, eso tampoco es lo que hubiera deseado Dumbledore. Yo fui testigo de lo que ocurrió en la Torre de Astronomía ─.

Draco lo miró parpadeante. ─ No es posible, sólo estábamos allí Dumbledore y yo ─ dijo con cierta alarma.

─ Yo estaba allí escondido bajo mi Manto de Invisibilidad. Había dos escobas, ¿recuerdas? ─ dijo Harry.

Draco asintió lentamente con la cabeza.

─ Dumbledore me inmovilizó, por eso no pude intervenir. Yo vi lo que ocurrió. Que se te hizo imposible matarlo. Escuché cuando ofreció ayudarte, cuando te ofreció protección.

Draco giró para echar una mirada furtiva hacia la puerta y luego se acercó a la reja.

─ Dumbledore me ofreció refugio para mi familia ─ dijo Draco con voz queda y amarga ─ Ojalá hubiera tenido tiempo para aceptar. Mi madre estaría aún viva.

Harry no dijo nada pero miró a Draco con compasión. El Slytherin se recortaba como una figura solitaria. Todo en su mundo se había alterado más allá de lo reconocible. Nadie mejor que Harry sabía lo que uno sentía en tal circunstancia.

Mordiéndose el labio, Draco se agachó. No continuó enseguida, parecía que estaba juntando valor para hablar. ─ ¿Es cierto que eres el Elegido? ─ susurró.

─ Sí, es cierto. ─ dijo Harry. De pronto se sentía cansado y dolorido. El ataque de los Mortífagos lo había sorprendido en Godric Hollow horas antes y todavía no había podido recuperarse. Y en la próxima hora se enfrentaría con una muerte segura. Difícilmente Voldemort le permitiría escapar esta vez.

─ ¿El único que puede vencer a… Ya Sabes Quién? ─ insistió Draco. Su cara estaba más pálida que nunca bajo las magulladuras pero sus ojos brillaban.

─ ¿Voldemort? ─ Harry observó la mueca de disgusto de Draco. ─ Sí, se supone que ése soy yo. Yo soy el Elegido. ─ concluyó Harry con voz sin inflexión.

Draco se aferró a los barrotes, metió su cara entre dos de ellos y se agachó más aun hasta que sus cabezas estuvieron a un mismo nivel. ─ Harry ─ dijo en un susurro torvo. ─ El duelo a muerte será contra el Señor Oscuro y al menos cincuenta Mortífagos. No tienes ninguna posibilidad. ─ No había triunfo ni burla en su voz, sólo una preocupación inmensa rayana con el pánico.

Harry nunca antes había escuchado a Draco pronunciar su nombre. Respiró hondo y trató de que su voz reflejara una valentía que realmente no tenía ─ Ya me tocó enfrentarme contra cincuenta Mortífagos la última vez. Me escaparé. ─

─ No podrás, el duelo será en un lugar subterráneo y habrá barreras que te impedirán aparicionar. Te perseguirán por el recinto y finalmente te matarán, Harry. ─ El tono de voz había subido por el pánico y estrujó los barrotes con tal fuerza que las manos se le pusieron blancas.

─ La Orden me salvará.

Draco sacudió la cabeza negando. ─ No podrán. He oído que están reuniendo fuerzas para un ataque, pero les tomará tiempo abrirse paso hasta llegar al escondite subterráneo y para entonces tú estarás muerto. ─

Harry tironeó inútilmente de sus cadenas. ─ Lo lograré. Tengo que lograrlo ─ Arqueó una ceja atribulado mirando a Draco. ─ Me sería de gran ayuda poder disponer de mi varita ahora. ─

Lo había dicho como una broma y esperaba una réplica despreciativa. Pero no recibió ninguna. El rostro de Draco pareció paralizarse. ─ Me matarían. ─

─ Lo siento ─ dijo Harry con voz queda, notando el miedo en sus ojos grises. ─ Realmente lo siento pero ¿acaso no te has dado cuenta de que te van a matar de todas formas? Es sólo cuestión de tiempo.─

Draco sacudía la cabeza frenéticamente, los ojos se le enrojecían. ─ ¡No pueden hacer eso. No deben!

─ ¿Planeas decirle a Voldemort que es lo que debe o no debe hacer? Draco hizo una mueca, como si el nombre hubiera sido un golpe, y Harry no pudo sino sentirse conmovido. Con una voz mucho más amable, y usando por primera vez el nombre de pila de su rival, Harry dijo: ─ Draco, tú no estás hecho para esto, puedes hablar mucho… ─ Harry recordó con disgusto las veces que Draco había insultado a Hermione llamándola "Sangresucia". ─ Puedes decir el discurso, pero no puedes llevarlo a la práctica. No eres un asesino, Draco. No eres un Mortífago.─

Draco se mordió el labio. ─ Eso fue lo que dijo Dumbledore en la Torre. Tenía razón. Yo no puedo hacer esto. No es como… ─ respiró hondo tratando de recomponerse. ─ Nada es como me lo había imaginado. ─

─ Pensaste que ibas a formar parte de un grupo de héroes de sangre pura cuando en realidad no son más que un grupo despreciable de matones asesinos.─ Harry lamentó inmediatamente el arranque verbal, los ojos de Draco brillaron de enojo y sus manos soltaron los barrotes.

─ ¿Es eso lo que piensa Perfecto Potter? ─ espetó Draco. ─ El Elegido que cree que puede destruir al Señor Oscuro y a cincuenta de sus seguidores con un solo golpe pero que ni siquiera es capaz de aprender Oclumancia. Sí, de eso estoy enterado. ─ dijo mientras Harry se retorcía furioso en el suelo. ─ Cuando luchaste contra Amycus en Godric Hollow, él pudo anticipar todos tus hechizos de ataque antes de que pudieras lanzarlos. No serviste para nada, Harry. El Elegido necesita un guardaespaldas. ─

Harry iba a replicar pero se contuvo. Desde que habían empezado a discutir el rostro de Draco había recobrado vida. Le brillaban los ojos y mostraba sus dientes blancos y parejos. El atisbo de una sonrisa curvó las comisuras de Harry. ─ Tienes razón. ─ dijo.

─ Tengo razón… ¿en qué?

Harry miró hacia la puerta y volvió a bajar la voz hasta un susurro. ─ Voy a ofrecerte refugio, tal como lo hizo Dumbledore, si me das mi varita. Pero si quieres además ofrecerte como voluntario para ser mi guardaespaldas, eso es aun mejor.

Draco abrió la boca y la mandíbula le temblaba como si hubiera perdido la capacidad de hablar. ─ Estás loco. ─ pudo articular finalmente. ─ ¿Por qué insensata razón iba yo a arriesgar mi vida para servirte de guardaespaldas? ─

─ Para vengar a tu madre. ─ susurró Harry con expresión solemne. ─ Como una forma de compensación por los males que has cometido como Mortífago. Para entrar a formar parte un grupo de héroes verdaderos. Para recibir los elogios y las ponderaciones que has deseado siempre. ─ observó a Draco considerar las razones. El Slytherin temblaba y se sostuvo de los barrotes para mantenerse firme. El sudor le brillaba en la frente y la respiración se le aceleraba.

Casi como si hablara consigo mismo, Draco dijo suavemente: ─ Te detesto, siempre te he detestado. ─

─ Sigue haciéndolo, Draco. ─ susurró Harry. ─ A mí no me importa. Pero únete a mí. Podemos ayudarnos el uno al otro… ─ extendió una mano tanto como se lo permitían las cadenas, y recordó la vez, tantos años atrás, cuando Draco le había extendido la mano en señal de amistad y él la había rechazado. Era evidente que Draco también se acordaba. La asustada y vacilante mirada de Draco primero se endureció y luego fue cediendo y finalmente se disolvió en una débil sonrisa y un corto gesto de asentimiento. Atisbó nuevamente la puerta sobre su hombro, rebuscó en sus bolsillos, sacó la varita de Harry y se la entregó del lado del mango a través de la reja.

Harry la empuñó triunfante.

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