Hola a todos.

Esta es una nueva historia. Sinceramente planeo que sea larga.

Advertencia: La clasificación T se debe a que en este fic se hablará sobre violaciones y asesinatos. Son temas delicados que considero aptos solo para niños mayores de trece años. Aquí no hay lemon ni contenido explícito ni lime ni nada de eso.

Mientras tanto, gracias por leer, de verdad. Apoyen con un pequeño comentario, no les cuesta nada. Algo cortito no les llevará tanto tiempo.

Besos.

Disclaimer: El Universo de Harry Potter, sus personajes y todo lo reconocible son propiedad de JK Rowling. Yo solo juego con sus creaciones y todo es sin fines de lucro. La trama de esta historia sí es mía y su distribución y/o traducción está prohibida sin mi previo consentimiento.


Capítulo uno.

—Cuando decidí que quería ser auror, juro que nunca pensé que pasaría por todo esto —se quejó Harry, archivando un gran montón de papeles en la carpeta correspondiente.

—Ni yo, quiero decir, todo esto es mucho peor que todo ese embrollo con Voldemort —Ron estaba realizando una tarea similar, pero en otro escritorio. Él y Harry estaban adelantando papeleo en la Oficina de Archivos Privados, pero ambos sabían que el trabajo sería mucho más cómodo, si eso es posible, en sus propios despachos.

—Concuerdo totalmente contigo —Harry subió los anteojos por el puente de su nariz, pues luego de horas con el mismo trabajo se le habían caído un poco —.Y yo que pensaba que la tortura de Hermione en la mansión Malfoy fue lo peor... Qué equivocado estaba.

Ron hizo una mueca. Pensar en eso le daba náuseas, pero luego de casi cuatro años siendo auror había aprendido a tener un estómago de hierro, inmune al peor de los escenarios. —Harry, hazme el favor de no recordarme eso, ¿quieres? —pidió con voz ronca. Pensar en ese momento hacía que su mente creara situaciones en las que Hermione ocupaba el lugar de la gran cantidad de mujeres que ha visto en sus años de trabajo. Era traumante. Su Hermione lanzada sin cuidado en el suelo desnuda y con muchas heridas, signos de violación y tortura. De pronto ya no solo sintió lástima por las chicas, si no también por su familia.

—Lo siento —se apresuró Harry —.Por cierto, ¿qué tal van las cosas con Hermione? —preguntó.

—Fatal —suspiró Ron, con tono de lamento —.Ha estado muy irritante desde que confirmamos que estaba embarazada.

—¿Irritante cómo? —Harry acabó con una carpeta y la dejó a un lado para continuar con la otra. Ni siquiera se miraban mientras trabajaban, pero ya estaban acostumbrados a eso.

—Me evita todo el tiempo, y si me habla es solo para regañarme por alguna estupidez —oyó a Harry soltar un bufido y supuso que había rodado los ojos antes.

—Amigo, ya habla con ella. No pueden estar enojados toda la vida. Ella solo tiene dos semanas de embarazo y ya están peleados. Debes pensar que luego se pondrá más hormonal, y entonces tendrás que arreglártelas para no pelear, porque será una tarea difícil—demonios, había pensado mucho en eso. Sabía que Hermione luego se pondrá hormonal, y no sabía si estaba listo para todo eso.

—¿Y qué quieres que le diga? Ni siquiera hice nada para que se enoje tanto. No es mi culpa.

—Escucha bien, Ron —comenzó Harry, y Ron prestó especial atención. En verdad quería arreglarse con Hermione, y tal vez un consejo de Harry ayude —.Ella más adelante se enojará por todo, y debes acostumbrarte a que no sea culpa tuya, solo debes hacer que olvide su enfado y recuerde por qué te ama. Y otra cosa, sí es tú culpa que Hermione esté enojada.

Ron arrugó el ceño

—¿Por qué mi culpa? —preguntó con el tono más desafiante de lo que pretendía. Últimamente ha estado más a la defensiva, pero Harry no se enfadó. Hermione, por otro lado, ha comenzado muchas peleas por culpa de su tono.

—Bueno, tu reacción al saber que serás padre fue... ¿cómo lo digo?... algo idiota —terminó Harry.

—Claro que no lo fue —se defendió.

Bueno... vamos a ser papás... ya nos las arreglaremos —se encogió de hombros al final y Harry realizó una absurda imitación de él, con una voz nada propia e imitando más que nada a un simio, como el de esa película que una vez vio con Hermione.

A pesar de que no lo había admitido en ese momento, ahora lo entendía. Hermione tenía todas las razones del mundo para estar así de irritable. Ron había reaccionado muy mal cuando se enteró del embarazo de Hermione, y prácticamente dio a entender que no quería a ese bebé, y aunque es cierto que en ese momento no había planeado tener hijos tan pronto, él se había acostumbrado a la idea, y en verdad quería a ese bebé.

Pero claro, se esforzó mucho en ocultárselo a Hermione, y ella probablemente esté pensando que él no quiere al bebé. De hecho probablemente todo el mundo esté pensando eso.

Excepto Harry, él lo conocía demasiado.

—Sinceramente, Ron, debes decirle que te mueres de ganas de ser papá junto a ella, porque últimamente la veo muy depresiva, y eso no es nada bueno para las embarazadas, podría afectar al bebé. Y no sé tú, pero yo no la he visto en las horas de almuerzo.

—No, es que la comida del ministerio le provoca náuseas —le dijo Ron.

—Entonces ¿qué come? —preguntó Harry, y solo en ese momento Ron se percató del por qué Hermione estaba tan delgada a pesar de estar embarazada.

—Esas estúpidas galletas que ni alimentan —gruñó Ron. Estaba enfadado, pero no con Hermione, si no que con él mismo.

No le habría costado nada prepararle el almuerzo a Hermione, algo liviano, tal vez sopas o ensaladas con muchos vegetales y traerlo en un frasco con un hechizo para mantener la temperatura. Se prometió mentalmente preocuparse por la alimentación de Hermione, después de todo también es la alimentación de su hijo.

—Ron, deja de ser tan idiota y hazte responsable.

—Ya lo sé, Harry. Hoy mismo hablaré con ella —le dijo Ron.

Acabó con la última de sus carpetas y comenzó con el trabajo de guardar cada una de ellas en el espacio del estante correspondiente.

—En dos días más será mi boda con Ginny, ya lo sabes. Ginny me mandó a decir que si los padrinos están peleados en su día especial ella se va a desquitar contigo.

Ron rodó lo ojos guardando la última carpeta. Ginny en verdad es una mocosa entrometida, pero él tampoco quería arruinar su día especial

—Mándale saludos a mi hermana, nos vemos en la boda —se despidió de Harry con unas palmadas en la espalda y salió de la Oficina.

En cualquier otra ocasión probablemente se hubiese quedado a ayudar a Harry, pero eran documentos confidenciales que solo Harry tenía permitido manipular. En vista de que no aportaba nada estando ahí, se dirigió a las chimeneas para volver a casa.

Mientras esperaba el ascensor pensaba en cómo decirle a Hermione que sí quiere a ese bebé y crear un momento romántico. Aunque ella nunca se lo exigió, Ron sabía muy bien que en el fondo a ella le encantan esos momentos románticos. Pero simplemente no lograba juntar las palabras correctas para armar un decente discurso que la enamore otra vez.

Cuando entró en el ascensor miró el reloj de muñeca que Hermione le regaló hace algunas navidades, era muy tarde. Al menos, era muy tarde como para que él saliera del trabajo.

Su horario habitual era el mismo de Hermione, desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Siempre iban al ministerio y se devolvían a su departamento juntos, pero hoy fue una de las últimamente más frecuentes excepciones. Se había quedado unas horas extra y pronto serán las diez de la noche. El ministerio estaba casi desierto cuando llegó a las chimeneas, y unos segundos, luego de muchas vueltas sobre sí mismo, llegó a ese reconfortante lugar que compartía con Hermione.

Era un lugar pequeño. Desde la sala de estar podía ver la cocina, un poco más atrás y a la izquierda. A la derecha estaba el baño. No tenerlo cerca de la habitación era una gran desventaja, pero no había nada que hacer. Con una de las paredes del baño se formaba un pasillo, que dirigía a su habitación, la cual no tiene puerta.

Mientras analizaba de esa manera su hogar con Hermione se dio cuenta de que un bebé no tendría su espacio suficiente en ese lugar. Obviamente tendrá que juntar algo de dinero para cambiar de hogar.

Salió de la chimenea, se dirigió al sofá en el que Hermione dormía y se arrodilló a la altura de su pancita.

Ella estaba usando su camisa de los Chudley Cannons, que se había convertido en su favorita. La levantó suavemente, descubriendo unas bragas de algodón comunes de color negro, pero no era eso lo que buscaba. Cualquiera que lo viera pensaría que es un pervertido, pero no eran esas su intenciones.

Finalmente descubrió la tripa de Hermione, que estaba un poco hinchada. No era gran cosa, pero había un pequeño y hermoso bulto en su vientre bajo, que antes era completamente plano.

Puso una de sus grandes manos ahí, se sentía durito. Al instante vinieron a su cabeza imágenes... de Hermione con un vientre mucho más grande, y su mano sintiendo una patadita.

Estaba feliz, muy feliz. Y ni siquiera se dio cuenta cuando Hermione le pregunto por qué sonríe.

—¡Ron! —Ron pareció despertar de un trance, y con una sacudida de cabeza la miró directamente a los ojos, ella sonrió "¿Por qué sonríes?"

Al oír esas palabras inconscientemente Ron sonrió aún más

—Estaba pensando en cuando nuestro bebé dé una patadita —susurró redirigiendo su atención a su estómago.

—Sobre eso... —cuando volvió a mirar a Hermione su sonrisa y el brillo en sus ojos había desaparecido "hay algo que debo decirte" ella estaba sentada en el sofá, y Ron ocupó el espacio que había dejado detrás. Ella se apoyó en su pecho y él posó sus manos en su vientre.

—¿Qué sucede, preciosa? —preguntó luego de depositar un húmedo beso en su cuello descubierto.

Para ser sinceros, ese había sido el mayor contacto, tanto físico como verbal, que han tenido desde hace dos semanas. Y honestamente Ron ni siquiera sabía cómo habían llegado a ese punto. Era solo suerte, y él no se merecía esa suerte.

—Hoy... fui con el medimago, ya sabes, me agendó una cita para hoy la última vez que fuimos... ¿lo recuerdas? —afortunadamente ella no podía ver su rostro, así que solo sintió su asentimiento. Pero Ron estaba tan arrepentido de haberlo olvidado, él quería acompañarla. De ahora en adelante irá a cada uno de los controles que tenga Hermione —. Bueno... descubrimos que... es... un embarazo... de gemelas.

Esas dos últimas palabras lo descolocaron completamente, pero mucho más el saber que serán gemelas. Serán dos niñas.

Ni siquiera sabía por qué. No era lo más común, pero le emocionaba la idea de tener dos hijas. —¿Cuántas semanas son? —preguntó rápidamente.

—Ya son cuatro, y las bebés están perfectamente bien —demonios, esa frase... es simplemente lo mejor que ha oído en la vida—. Ron... el hecho de que vamos a ser padres juntos... no significa que... que estés atado toda la vida a mí" terminó volteándose y mirándolo fijamente a los ojos.

—¿A qué diablos te refieres? —si Hermione se estaba refiriendo a lo que el creía que se refería...

—Sabes a lo que me refiero —dijo suavemente —. Que si en algún momento quisieras terminar conmigo...

—Hace dos meses ¿cómo te imaginabas en veinte años más? —preguntó. Tenía una aproximación a la respuesta que daría, porque estaba bastante seguro que sería muy similar a la suya.

Ella pareció descolocada con la pregunta, pero luego miró al techo y se mordió el labio inferior

—Bueno... me imaginaba casada contigo, con una casa... no una mansión, pero sí algo suficiente para nuestros hijos —terminó sonrojada hermosamente.

—¿A sí? —acarició su mejilla con su áspero pulgar y recuperó su mirada, pardo por la pobre iluminación de la chimenea y unas cuantas velas. La luz seguía apagada — ¿Y cuántos hijos quieres tener conmigo? —preguntó rodeando sus hombros y acercándola mucho más a su cuerpo. No sabía en qué momento Hermione había cambiado de posición para estar sentada sobre su regazo, acurrucada entre sus brazos y escondida en su pecho.

—Muchos. Tal vez cinco... o seis —Su sorpresa no fue mucha cuando por mera coincidencia él ha pensado en la misma cantidad desde que tenía catorce años. Y ahora, en sus plenos veintidós años estaba muy feliz de comenzar con el primer par de hijos.

—Yo estaba pensando en exactamente el mismo futuro para nosotros —susurró en su oído, provocándole un escalofrío —. Y, a pesar de que nos adelantamos un poco, me encanta que comencemos a formar nuestra familia. Y me encanta que estés embarazada de mis gemelas. Serás una madre fantástica.

Y solo con esas cuatro últimas palabras, Ron supo que había apagado todas la posibles inseguridades de Hermione. El que no tenemos dinero, no hay tiempo para dos bebés, qué pensará el resto, qué pasará con su trabajo... Todo eso se fue a la basura cuando Hermione oyó esas palabras, y Ron juró que siempre que tenga la oportunidad va a provocar esa hermosa sonrisa en su rostro.

Diablos, ¿cómo es posible amar tanto a una mujer? Bueno, lo estaba descubriendo. Y con Hermione entre sus brazos, afortunadamente logró olvidar por completo la imagen del cadáver ver de una mujer que encontró ayer. Y afortunadamente, con el calorcito que emanaba su chica, olvidó por completo la cantidad de casos de asesinatos de los que tendrá que encargarse luego de la boda de Harry.