Eh eh eh! estoy de vuelta! ¿Me creían muerto? jaja, ¡No! ¡Estoy vivo!. Bueno, me ausenté porque pasaron muchas cosas, MUCHAS, ¿a qué me refiero?: exámenes, nuevas materias, exámenes, casi entro a la universidad, exámenes y bla bla bla.

Hoy vengo con una nueva historia que va a ser épica!. La pareja va a ser, únicamente, Naruto x Suki, alterando muchas cosas para que quede lo normal, salvo que Sokka va a quedarse con Toph.

Disclaimer: Ni Naruto ni Avatar: La leyenda de Aang me pertenecen, pero la trama de esta historia sí.

Prólogo

—¡Appa!

El grito del Avatar resonó por entre la tormenta, atronando como un desgarro profundo antes de desvanecerse bajo el agua. No pudieron escapar de su cruel destino, más no el pobre bisonte volador fue engullido por una ola gigante; una, que los sumergió en el iracundo mar.

Aang sintió como todo el aire se escapaba de sus adoloridos pulmones, privándolo de aquella sensación de vida tan cálida que ahora le escaseaba. Inconscientemente apretó los dientes, echándose la culpa por lo que había hecho, por aquella decisión tan infantil que ahora terminaría con su vida.

Lo peor era que no sólo moriría él, sino también su mejor amigo, su mascota. Y no había nada que pudiera hacer para evitarlo.

Es necesario que el Avatar cumpla su ciclo con el mundo. Tu misión, Aang, es protegernos a todos. ¡Sálvanos de la tiranía de la Nación del Fuego!

Irónico, ¿eh?. Pensar que todo se había desencadenado porque lo separarían de su hogar, de su maestro. Nunca conoció a sus padres —quienes debieron ser maravillosos maestros aire— y siempre tuvo una familia y amigos que se preocuparan por él. Pero, cuando se enteró de la verdad, ya nada fue lo mismo que antes.

Te necesitamos Aang. Sin el Avatar, el balance sería destruido.

Las palabras del monje Gyatso todavía resonaban en su mente cansada, próxima a estar inerte. Aún con la falta de aire todavía pensaba en todo lo que dejaría atrás; al morir sus sueños, deseos, amigos, todo quedaría en el olvido. Pero no había elección, ¡él no quería ser el Avatar!. Era mejor dejarle la carga a otro, a su sucesor. Ese, sin duda alguna, sería más poderoso y sabio que él.

¡Te necesitamos Aang! ¡Aang!

De repente, una luz iluminó las facciones del joven nómada, tiñendo las flechas de su cuerpo de un color blanco brillante. Sus ojos adquirieron la misma tonalidad, brindándole vida a su inexperto ser. La energía regresó a su sistema, explotando como una bomba de poder infinito.

No necesitó más que eso para salvar su vida.


Por encima de la tormenta, ahí, en el ojo entre las nubes, un ser observaba con curiosidad el área dónde se había desvanecido el Avatar. Sus facciones resaltaban bajo el haz solar que iluminaba el mar, que se abría paso por entre la tormenta.

Su cabello dorado semejaba el mismísimo brillo del Sol, brillando como un poderoso rayo de luz. Este... ser, poseía los ojos azules más profundos de entre los mortales, cuya tonalidad oceánica no se comparaba con ningún otro color en el universo. El suyo, parecía el de un zafiro.

—Parece que llegamos tarde, Helios.

La voz provocó que su dragón se estremeciera visiblemente. Sus bigotes temblaron levemente, y su cabeza no pudo evitar moverse lentamente hacia abajo, como afirmando las palabras de su amo.

"Sí, Milord. ¿Pero no hay alguna manera de...?"

El joven alzó una mano, impidiendo que el majestuoso animal continuara con su pregunta.

—Me temo que no —respondió, dubitativo—. El destino ya ha sido escrito, mi fiel amigo, y lo único que podemos hacer es esperar su retorno.

Helios gruñó bajo la deidad, contemplando cómo el enorme poder del Avatar transformaba el agua en hielo sólido. Su amo era muy inteligente, pues había divisado el futuro; sabía que el muchacho permanecería con vida.

—Muchas cosas van a ocurrir durante su ausencia —continuó el Dios—, y ninguna será favorable para mantener el equilibrio entre las naciones.

"¿El señor del Fuego va a destruirlos?"

El chico permaneció un momento en silencio, admirando el color dorado que portaba su dragón, su más fiel compañero. Juntos, eran conocidos como "Los Dioses solares" en la antigüedad. Ahora, sin embargo, ya nadie alababa a las deidades como solía ser la costumbre.

El Avatar, destinado a salvar el mundo, era una figura mucho más real a la que alabar.

—Los nómadas aire pronto dejarán de existir. A mi padre no le va a gustar eso...

"Propongo una interferencia, Lord Naruto", el atrevimiento de Helios no pasó desapercibido por el joven, pero tampoco lo reprimió. El dragón siempre fue más sabio que él, pero también más viejo. "Es posible detener a la armada de la Nación del Fuego y pasar desapercibidos. ¡No podemos dejar que el balance sea aún más perturbado!"

La deidad, ahora identificada como Naruto, esbozó una gran sonrisa, mostrando cómo se sentía ante el buen corazón de Helios. Sin embargo, nada era tan fácil. No podían trazar un plan sin la aprobación de su padre, Minato, el Señor de los Dragones.

—Aunque interviniésemos, el balance no sería restaurado —explicó el muchacho, adoptando un aire de superioridad con la postura que ahora mantenía sobre el dragón—. La destrucción generaría terror entre la Nación del Fuego, cierto, pero eso se convertiría en odio, sed de venganza. ¿Recuerdas a ese idiota que existió hace milenios? Él es un ejemplo perfecto de deshonor.

El dragón tomó un minuto para analizar las palabras de sabiduría de su maestro, asintiendo al final. "Sasuke Uchiha...", susurró, dejando que su mente se adentrara en los recuerdos de una vida pasada, una muy distinta a la de ahora. "Sí... lo recuerdo bien. Pobre ingenuo. Sin embargo, no podemos dejar que los maestros del Aire Control desaparezcan para siempre..."

—Supongo que no —reconoció Naruto, elevando la cabeza hacia los cielos por encima de la tormenta—. Tendré que hablar con mi padre sobre esto. Mientras tanto, esperaremos el regreso de Aang... en casa.

Helios repentinamente batió las alas al unísono, despejando la tormenta con un poco de su poder. La luz del Sol volvió a iluminar los mares, dejando que la esfera del Avatar fuera visible bajo el agua.

Pasarían cien años hasta el regreso de las deidades.

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Bien, acá termina. ¿Corto, no? Pero necesario. Era una introducción muy escasa para explicar ciertas cosas, y para sumergir otras en el misterio. Naruto, como podrán imaginar, es un Dios. Sí, así como suena. Y, eso significa, que también es inmortal.

Más adelante se explicará todo, preferentemente en el primer capítulo dónde se encuentra con Aang.

¡Espero sus reviews!

Ja ne!