Summary: Con la intención de demostrar a sus hijos que las apariencias engañan y que la gente puede cambiar, serpientes y leonas vivirán varios días en la mansión Malfoy sin posibilidad de escape. ¿Sobrevivirán o morirán en el intento?¿Se resistirán ellas a sus gélidos encantos?
Convivencia peligrosa
Capítulo 1. Malas noticias
Si de algo estaba segura en esta vida, era de que odiaba a Scorpius Malfoy. Y no se trataba de un odio infundado. No. Todo el mundo creía que Rose lo odiaba por sus padres, por la mala relación que tenían tanto Hermione como Ron con Draco Malfoy. Pero no, ella no era así. Había aprendido con los años que debía darle una oportunidad a todo el mundo e incluso lo intentó. El primer día de clase no fue nada bien, Scorpius sabía de la existencia de ella y de todos sus primos pero los ignoraba. La mala suerte hizo que su hermano Hugo chocara contra él, creando una guerra constante entre su familia y el rubio que perduraría a lo largo de los años. Pero ahora su mundo se había puesto boca abajo. Ron y Hermione se habían separado, algo que Rose esperaba desde hace años para ser sincera. Sus padres eran demasiado diferentes y a pesar de que las diferencias atraigan, había polos opuestos que no podían coexistir juntos y eso a Hugo no le hizo ninguna gracia. A partir de eso, Ron dedicaba todo su tiempo a cuidar a su hermana Ginny, que volvía a estar embarazada. Harry insistía que su cuarto hijo debía llamarse Fred, y todos estuvieron de acuerdo.
Así que ahí estaba Rose, con un padre demasiado distraído como para dedicarle su tiempo, un hermano que no paraba de pelear con cada Slytherin que se cruzaba y una madre que… En fin. Hermione Granger era el mayor de sus problemas. Había decidido que era una fantástica idea que pasara parte de su verano con nada más y nada menos que con Malfoy. No entendía como podía haber llegado a esa conclusión pero era muy irritante.
- ¡Rose! ¡Tenemos que irnos ya! – Gritó Hermione cargando con dos maletas de cuero enormes.
Poco a poco se fueron oyendo unos pasos lentos que bajaban los escalones de la casa a desgana.
- ¿Por qué Hugo se puede quedar con los primos y yo tengo que ir a la mansión Malfoy? No es justo… - murmuró Rose sujetando con fuerza su mochila y poniéndosela en la espalda.
- Rose – se giró su madre y se puso a su altura enfrentándola. – Sabes que Hugo es incapaz de escuchar a nadie que no sea él mismo. Si llevo a Hugo incendiaría la mansión y se carcajearía de nada objeto destruido. Confío en que eres una chica prudente y sabrás valorar si Scorpius es un buen chico.
Hermione metió las maletas en el Ford Anglia volador que esperaba en el garaje y entró en el coche ágilmente. Rose suspiró y la imitó, colocándose en el asiento del copiloto. Su madre pulsó un botón y de repente el coche se hizo invisible a los ojos de los Muggles, así que salieron volando adentrándose en la profundidad de las nubes. Hermione nunca le explicó por qué utilizaban un vehículo así y por qué vivían en un barrio Muggle pudiendo vivir cerca de La Madriguera.
- ¿Estás bien? – murmuró Hermione rompiendo el hilo de sus pensamientos.
- ¿Cuántos días? – atajó la pelirroja.
- ¿Qué quieres decir?
- ¿Cuántos días estaremos allí?
Hermione dudó si debía responder a esa pregunta pero finalmente aceptó.
- 10 días.
- ¿Luego podré estar con Hugo y los demás?
- Claro que sí, Rose.
- Entonces estoy bien – dijo mientras desviaba la mirada hacia la ventana.
Estuvieron un buen rato viajando hasta que el coche fue descendiendo acercándose a una espléndida mansión situada en Wiltshire, al sureste de Inglaterra.
Hermione aparcó enfrente de los jardines. Ambas sacaron las maletas y comenzaron a adentrarse en el camino rodeado de arbustos que llevaba a la mansión. Antes de llegar había una verja que inmediatamente se abrió dándoles permiso para entrar. Rose debía admitir que era increíble. El jardín estaba muy bien cuidado y la mansión, aún antigua, tenía una belleza y una perfección asombrosa. Una vez en la puerta, Hermione picó esperando haber llegado en buen momento. Rose suspiró pero no le dio tiempo a hacer ninguna mueca puesto a que la puerta se abrió al instante.
Lo primero que pudieron ver fue un amplio vestíbulo decorado suntuosamente. En el centro, sobre una larga alfombra que cubría la mayoría de la sala, estaban los Malfoy perfectamente colocados, como si llevaran horas esperando.
Astoria Greengrass rompió el abrazo de su esposo y se acercó amablemente a recibirlas. Draco Malfoy insistió en ayudar a su madre a llevar las maletas a su nuevo aposento, dejando a Rose sola con esos desconocidos que despreciaba.
- Espero que estéis aquí como en casa, Rose. Nos alegramos mucho de que hayas aceptado a disfrutar del verano con nosotros. – murmuró Astoria cordialmente mientras el pequeño de los Malfoy ignoraba la conversación. Parecía que no se daba por aludido. – Mi hijo estará encantado de enseñarte tu habitación. – Continuó lanzando una mirada significativa a su hijo, que no tardó en suspirar y comenzar a andar hacia unas escaleras que llevaban a la planta de arriba.
Rose se quedó mirando al chico que seguía subiendo sin decir nada. Cuando llegó arriba se giró aburrido y frustrado por tener que hacer de anfitrión.
- ¿Vienes o qué?
De golpe la pelirroja dio un respingo y aceleró el paso con la maleta a cuestas mientras su madre le pedía que fuera educado con ella. Scorpius al ver que tardarían mucho si dejaba que la chica subiera ella sola la maleta, sacó la varita y con un solo hechizo ésta se elevó y flotó hasta adentrarse en una de las estancias.
- Gracias – Murmuró la chica mirando por primera vez agradecida al rubio.
- ¿No sabes usar la varita o se te ha olvidado que tienes una? – contestó Scorpius mientras abría la puerta de la que sería la habitación de Rose.
- Es increíble. – Susurró para sí misma la pelirroja al ver su nuevo cuarto. Perfectamente podría vivir en él y no se sentiría enclaustrada. Pero lo que más llamó la atención de la chica fue el gran ventanal que daba a un hermoso balcón con vistas a los jardines de la mansión. Rose se abrió paso a él y aspiró aire fuertemente. Olía a césped recién cortado. A flores y a bosque. Incluso podía decir que se podía oler la resina de algunos pinos.
- Scorpius la miró por primera vez curioso de lo que veía, pero al darse cuenta se giró y se dirigió a la salida.
-¡Espera! –Gritó la pelirroja saliendo del balcón. - ¿No vas a enseñarme tu mansión?
- No. No es nada personal Weasley, pero no veo la necesidad de enseñar mi casa a alguien que está aquí por obligación. – Scorpius hablaba claramente y la había dejado sin palabras. Cuando ella logró reaccionar él ya se había ido. Se sentía decepcionada. Realmente pensaba darle una oportunidad al chico pero él no se lo iba a poner fácil.
Mientras tanto, Hermione Granger había decidido bajar a ver el salón que estaba junto al vestíbulo. Draco Malfoy se había comportado como un caballero con ella y no podía estar más que agradecida. No esperaba ese trato con ella después de todo lo que había pasada cuando eran niños, pero sin Rose era capaz de dar una oportunidad a esta familia, ella no podía hacer otra cosa que imitarla.
Cuando entró al salón se quedó petrificada de lo que sus ojos veían. Todo era hermoso e increíblemente caro, suponía. Había una gran chimenea de mármol a un lado del salón, y en medio colgaba una lámpara de araña. Bajo ella había una gran mesa alargada en la que posiblemente podían comer 20 personas, pero tan solo había 5 sillas. Pero lo que más distrajo su atención era el montón de retratos colgados en las paredes que la miraban y murmuraban a su paso. Por lo visto no era bienvenida para ellos.
- Discúlpales – murmuró una voz a su espalda haciéndola sobresaltarse- Es difícil hacer comprender a un retrato que los tiempos cambian.
La Gryffindor se giró y observó detenidamente a su anfitrión. Llevaba un traje que camuflaba su camisa blanca. Sostenía dos copas de vino y sus ojos grises brillaban ahora divertidos al ver que la chica no se atrevió a dar un paso hacia él. Draco se acercó a ella y le ofreció una de las copas, a la que no pudo negarse.
- Tienes una mansión maravillosa. Muy luminosa. Mucho mejor que la última vez que estuve aquí. – Dijo la Gryffindoriana mirando los enormes ventanales que daban a la casa un aspecto mucho más libre. Al girarse se dio cuenta de que la mirada del rubio se había ennegrecido.
- Disculpa, no pretendía…
- No. Así es. Astoria y yo estuvimos de acuerdo en darle un cambio a nuestro hogar. Queríamos que Scorpius creciera aquí, pero rodeado de luz y no oscuridad.
Hermione se quedó pensando en sus palabras y lo observó detenidamente. Draco Malfoy había cambiado y ella no se había dado cuenta hasta ahora. Por un momento se sintió culpable hasta que se dio cuenta de que Draco la observaba intentando desenmarañar su expresión.
- Un vino exquisito. – Afirmó la Gryffindor intentando desviar su atención de ella.
- Una vez alguien me dijo… Que el sabor de un buen vino mágico varía según la compañía. Supongo que no podía ser mejor.
Hermione se ruborizó y desvió la mirada del hombre que tantos problemas le había ocasionado en el pasado.
- ¡Señor Malfoy! - gritó una pelirroja que corría ahora hacia ambos.
- Rose, no corras por los pasillos…
Draco sonrió divertido y miró atentamente a la niña. Tenía muchos rasgos del estúpido Weasley pero aún así tenía la mirada felina de su madre, y eso lo tranquilizaba.
- Disculpe señor. Estaba buscando a la señora Greengrass pero no la encontraba.
- Se ha marchado. Tenía un compromiso esta tarde pero volverá para cenar. ¿Necesitas alguna cosa?
- No, solo… Estaba buscando a su hijo, señor.
- ¿Scorpius no ha sido un buen anfitrión?- Gruñó frunciendo el ceño ahora preocupado. Había advertido a su hijo que se comportara como un hombre.
- ¡No, señor! Él… ha sido muy bueno. Me ha enseñado su casa – mintió.
- De acuerdo, en ese caso supongo que estará en los jardines. A Scorpius le encanta practicar con la escoba.
Rose le dio las gracias y se despidió de ambos saliendo en dirección a la única entrada que conocía. No entendía por qué había mentido pero rápidamente se quitó ese pensamiento de la cabeza y se adentró en los jardines entre los arbustos. Los jardines eran más grandes de lo que pensaba, incluso había una parte más profunda llena de árboles que se asemejaba a un bosque. Suspiró. Jamás lo encontraría. Justo en ese instante escuchó un siseo en su oreja y cuando se giró, vio una Snitch dorada que revoloteaba a su alrededor. Fue a cogerla pero la Snitch fue más rápida y la esquivó.
- ¡Accio Saeta Relámpago! – Gritó la pelirroja y poco después apareció su escoba. La chica se subió ágilmente y empezó a perseguir la Snitch que volaba haciendo Zig-zags entre los árboles. Cuando estaba a punto de atraparla algo chocó contra ella desestabilizándola y justo cuando iba a caer se agarró a ello haciendo que cayera consigo. Afortunadamente en ese momento volaba a poca altura y parecía no haberse roto nada. Abrió los ojos y se dio cuenta de que estaba encima de Scorpius que se retorcía para quitársela de encima.
Rose se levantó envarada y Scorpius la imitó más lentamente, aún dolorido por la caída. Entonces miró a la causante de su dolor.
-¡Por qué me has agarrado! – gritó furioso – ¿No sabes jugar al Quidditch o qué?
- ¡NO ME GRITES!- Masculló furiosa la Gryffindor- ¡No te hubiese agarrado si no me hubieras empujado!
- Así es el deporte.
- Así lo será para un Slytherin.
- ¿Qué has dicho? – gruñó el rubio mirándola fijamente. Podría haber deshecho un iceberg con el fuego de su mirada.
Se acercó a la pelirroja enfrentándola y ella comenzó a retroceder. Cada vez Rose estaba más asustada y no se dio cuenta de que detrás tenía un árbol que le dificultaba la salida. Comenzó a meter su mano en el bolsillo de su pantalón preparada para sacar su varita, pero en ese momento todo el odio del Slytherin se desvaneció y soltó una risotada.
- ¿Pensabas que iba a atacarte? – Se rió el rubio mientras se pasaba la mano por el pelo. No podía creérselo y le era imposible dejar de reír. Rose se puso roja de la furia y se dio media vuelta dirigiéndose a la mansión avergonzada.
- Vamos, pelirroja, ¡No te enfades! – continuó aguantándose la risa mientras la seguía- Te merecías un susto…
Rose se giró de golpe y el rostro del rubio quedo a tan solo unos centímetros de ella. Sus miradas se encontraron por primera vez y él dejó de reírse.
- No soy tu pelirroja, tengo nombre. – Murmuró la chica y después se giró y se alejó, dejando a Scorpius algo desconcertado y frustrado. Por primera vez no supo que decir.
La joven Gryffindor no volvió a salir de su habitación en lo que quedaba de tarde y tampoco nadie se preocupó de buscarla. Estaba aburrida. Cuando empezó a llegar un delicioso olor por la puerta supo que era la hora de la cena así que bajó corriendo hasta el salón. Era la primera vez que apreciaba lo que veía y no se refería a la estancia. En la enorme mesa estaba su madre sentada bastante tensa al igual que Draco Malfoy. Scorpius había empezado a comer ignorando las quejas de su padre y Astoria… Astoria estaba esplendida con su vestido largo de color crema y sus zapatos negros de tacón. Llevaba un recogido que la hacía aún más elegante. Podía haber pasado por modelo.
- ¡Rose! Justo iba a ir a buscarte, te estábamos esperando para cenar – murmuró con dulzura Astoria mientras fulminaba con la mirada a su hijo.
Rose no tuvo otro remedio que sentarse en el único asiento que quedaba libre junto a Scorpius y este, en vez de ignorarla como solía hacer, no la paraba de mirar con curiosidad. Fue la cena más tensa de su vida. Afortunadamente Rose no se fijó en lo enrojecida que estaba su madre y en las miradas que Draco y ella cruzaron durante toda la cena. Por suerte Astoria tampoco se fijó.
FIN DEL PRIMER CAPÍTULO
¡Y aquí está por fin! El principio de una bonita historia de amor en la que no solo Draco y Hermione son los protagonistas, sus hijos tendrán mucho que decir… Este va a ser nuestro primer fic de más de un capítulo así que esperamos que os guste, eso sí, preparaos para escenas muy divertidas y picantes…
¿Draco y Hermione o Rose y Scorpius? ¿Cuál es vuestra pareja preferida?
Por otra parte, queremos informaros de que tenemos todos los capítulos de esta Historia escritos así que no tardaremos en publicar las continuaciones.
Gracias por todas las reviews que leemos diariamente y sobre todo a las que amáis La tentación de la sangre… ¡No os desesperéis! ¡Escuchamos vuestras peticiones y las tenemos en cuenta!
Gracias a todas nuestras lectoras y lectores y nos veremos en el próximo capítulo.
¡Disfruten y hasta pronto!
