Ciudad gris.
Disclaimer: sin fines de lucro.
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Tras la gris cortina de humo y sueños rotos el vaso medio lleno de licor parecía convertirse en un espejismo entre sus manos, uno tras otro y con una lenta parsimonia el melancólico encargado del parque enjuagó la decepción de su alma con una oleada de nauseabundo resentimiento, amor y celos, todo frente a la indiferente quietud de una lampara que no dejaba de tintinear.
Ella se había ido por siempre de su vida al igual que tantas otras, atrás quedaban las noches compartiendo el silencio de su apartamento, olvidando poco a poco que a pesar de que ni la edad ni el carácter lo favorecía por algunas horas ella era completamente suya. Pero tal alivio como comprobaría resultó ser temporal; ya sea por la rutina o su famosa tendencia a arruinar las cosas la dejo ir por nuevos rumbos pues sencillamente no era lo suficientemente bueno para mantenerla a su lado, ¿cómo hacerlo cuando lo único que podía ofrecer era una vida menos que satisfactoria y el sueldo que todos los meses escaseaba?, Audrey… Audrey había sido la ventana al mundo que una vez añoró, Audrey era todo lo que Verónica no podía ser y más, mucho más.
Y ambas acabaron igual, una vez expuesto, completamente expuesto lo vieron tal como era, el patético gerente de parque atrapado en un empleo mediocre, con un sueldo mediocre en un apartamento mediocre, lo único notorio de su miserable existencia eran los instantes de emoción que despertaban sus empleados y tales empleados eran para todos los efectos su familia, su única familia.
Con ambos padres viviendo lejos y sus hermanos ocupados en quién sabe qué ese grupo de personajes que conformaban su grupo de trabajo en el parque era lo único que tenía para mantener la cordura, y ellos sí que sabían acabar con la poca cordura que le quedaba.
Si no fuese por ellos…
"¿No crees que has bebido suficiente?"
Enfrentando al barman con ojos tan apagados como su alma sacó de su bolsillo la billetera, maldiciendo el escuálido estado de sus finanzas pagó por el resto de la botella, ya se preocuparía de las cuentas del mes, siempre podía quedarse a comer en el parque y limitarse algunos gustos. Por suerte su linea de crédito no estaba hecha trizas como en otras ocasiones. Benson aguantaría, siempre lo hacia, mientras tanto abandonaría la barra y buscaría una mesa en los rincones oscuros que la escoria solía utilizar pues él era , a final de cuentas, uno de ellos.
El hombre gruñó y sacudiendo la cabeza se alejó para atender a alguien más. Benson era un cliente regular que llevaba alguno meses ausentes, tristemente, como muchos otros, era cuestión de tiempo para que lo tuvieran de vuelta desde Botadero o cualquier otro tugurio de los habituales. La ciudad tenía un modo especial de destruir aquellas diminutas muestras de esperanza que los pobres diablos como Benson a veces alcanzaban a distinguir, cual enfermedad habitaba en sus esperanzas siempre latente, esperando por el momento exacto en que los sueños estaban al alcance de la mano para luego desvanecerlos y hacer que el iluso de turno se estrellase de frente con la realidad.
Yendo a una mesa recién ocupada una joven vestida casualmente se apoyaba patéticamente sobre el amarillento mantel quemado por los focos amarillos y polvorientos, sus ojos decorados por profundos anillos oscuros eran la señal más obvia de la derrota que no la dejaba dormir, aún dolía, la herida seguía estando fresca, la humillación sería imposible de olvidar aún más tomando en cuenta lo compenetrada que estaba en su vida, ahora ni siquiera podía recurrir a sus viejos amigos, estaba completamente y absolutamente sola, tal como la primera vez.
No fue sino hasta que le pidieron su orden que notó a la maquina de chicles, alzando una ceja se preguntó qué hacía allí.
"Disculpe, ¿cuanto lleva aquí?", preguntó al mozo que la atendía mientras apuntaba a la figura ensombrecida que absurdamente reaparecía gracias al poder inmensurable del alcohol.
"¿Él?, pues llegó hace un par de horas y no ha parado de beber, ¿lo conoce?, si es así quizás pueda convencerlo de que se detenga antes de que acabe en una ambulancia"
Ella no tenía idea, sabía de su rompimiento con Audrey pero no de la extensión del daño, aclarándose la garganta respondió, de todos modos no tenía que ocultar.
"Es el jefe de mi no… quiero decir, ex novio"
Tan solo decir esa palabra le producía un intenso malestar, ¿tan fuerte había caído?, Mordecai no era el primero pero había sido el más importante, tanto que la hizo actuar de la forma más indecorosa, de la forma en que se prometió a si misma jamas volvería a actuar.
"Parece que tú también necesitas algo fuerte", asintió el mozo mostrando algo de empatía y esperando que la joven no se convirtiese en una regular como tantas otras, "¿qué tienes en mente?"
CJ ya tenía la respuesta en los labios, algo tan potente como para pulverizar su corazón una y otra vez hasta que Mordecai y su triste excusa de amor se desvanecieran por siempre, algo que la aturdiese hasta el día siguiente y que la alejase de tomar decisiones aún peores.
"Quiero lo mismo que él", respondió mientras se aclaraba la garganta.
El mozo se limitó a asentir y en cuanto regresó con la botella sin marcar le trasmitió la pregunta que su jefe le había hecho.
"¿Vas a ir a saludarlo?"
La joven sintió sus entrañas retorcerse, ¿sería buena idea saludar a Benson?, no es que se llevasen mal pero con la larga lista de defectos que tenía en mente no se le hacia una buena idea, mas, sus buenas ideas últimamente llevaban al fracaso, algo de lo que seguro Benson sabía mucho.
Además no quería pasar otra noche sola, si tan solo servía para hablar tomaría aquello que estaba a mano, el menor de los males.
"Quizás… sería bueno hablar con alguien para variar"
"Hablar con Benson… claro, no es como si tuviera algo mejor que hacer", y esa era la triste realidad, no tenía algo mejor que hacer, desde que terminase con Mordecai su vida se había transformado en una espiral que parecía no tener fin, ni siquiera sabía por qué le dedicó tanto tiempo, tanto esfuerzo a alguien que en realidad no la amaba, quizás… quizás ella era la del problema. De seguro había algo mal con ella y por eso ni Mordecai ni ningún otro terminaría perdiendo en tiempo con una relación condenada desde el principio.
Bebiendo su cóctel tomó valor, realmente no perdería el resto de la noche pensando en qué y cómo las cosas hubiesen salido diferentes, Mordecai no la amaba de verdad y tendría que aprender a vivir con eso antes de que su propio corazón la destruyera, Benson bien podría tener una respuesta aunque solo sirviese para evitar seguir aquella senda.
"Hola, ¿está ocupado?", preguntó por sobre el ruido esperando alguna clase de reacción que tardaba en llegar, y en cuanto a Benson lo que su cuerpo se negaba hacer lo hizo su mente, lentamente la voz penetró el halo de tinieblas que se había apoderado de sus ojos, levantando la cabeza se encontró de lleno con ella, lucia un ceñido vestido purpura, el mismo de la boda y que se veía simplemente fantástico en contraste con la nívea complexión de su piel.
"No, ¿eres CJ verdad?, la amiga de Mordecai"
El rostro de Cloudy J se desmoronó, ¿así la recordaban?, era humillante por decir lo menos, completamente humillante.
Benson notó el efecto de sus palabras en la inusitada tensión eléctrica a su alrededor y antes de que su pequeño rendervouz pudiese escalar en una cuenta de miles de dolares se puso de pie e invitó a CJ a tomar asiento, ella se cruzó de brazos pero aparte de eso no hizo nada más, así, cuando regresó a su botella recién escuchó el quieto sollozo que lo acompañaba.
"Mordecai es un tonto, lo sé porque yo también soy uno", ofreció la maquina de chicles a modo de consolación.
CJ le obsequió una diminuta sonrisa, "No pienso que sea un tonto, bueno, no tanto, es solo que… siento que jugó conmigo, de verdad me gustaba, Benson"
"Y a eso se reduce todo, un corazón roto y el conocimiento de que no hay nada más por hacer, pobre chica, ojala nadie tuviese que enfrentarse a eso",pensó Benson, la botella que debería de sentirse más ligera arrastraba su mano pero al menos era más rápida en producir su efecto que las alitas de pollo o una estancia de meses sintiéndose patético junto a saxo triste.
Ella esperaba una respuesta, y él no podía hacer más que decir lo obvio, claro, editando algunos detalles.
"Es raro ver esa clase de dedicación hoy en día, eres una buena chica Cloudy Jay, sé que encontraras a alguien mejor"
"Lo dudo", confesó la nube, "Ya viste los desastres que hago, tengo pésimo temperamento y nadie en su sano juicio se arriesgaría a estar conmigo"
"Ni que lo digas", se burló Benson.
"Al menos tú no lastimas a nadie cuando pierdes el control", retrucó con rabia, antes de hundirse nuevamente en la tristeza.
Incluso su pasión comenzaba a consumirse.
"No, solo soy un triste hombre maduro que no ha hecho nada con su vida, créeme CJ yo perdí el control de mi vida hace años, creí que podría hacer cualquier cosa que me propusiese y mira donde estoy, emborrachándome de nuevo..."
Su desesperación era palpable, la atmósfera caótica y a la vez miserable hizo que se acercaran de a poco el uno al otro.
"¿Crees que vale la pena Benson?, aquí estamos tú y yo mientras Mordecai y Audrey siguen sus vidas como si nada, no es justo, no somos malas personas, ¿por qué siempre tengo que perder?"
"La vida no es justa cariño, nunca lo ha sido. Mordecai es un buen muchacho solo que es algo despistado, maduró mucho contigo"
"¡No es el primero!", quería gritar la nube, "¡No es el primero que lo hace!"
"Fui solo una practica para él, para que aprendiera a hacer las cosas bien con Margarita", farfulló en voz baja.
El viento resopló con violencia, Benson rodó los ojos y se acercó para acariciar la mano de Cloudy Jane.
"Calmate, ¿de verdad crees que beber hasta la inconsciencia te ayudara?, no vale la pena CJ, no lo vale"
Sonaba tan hipócrita de sus labios que sabía que CJ no lo pasaría por alto.
"¿Y qué hay de ti?, por lo que he escuchado no es la primera vez que vienes a este lugar"
Se recargó sobre el respaldar de la silla y evitó mirarla al rostro, "Yo no tengo arreglo, Verónica, Audrey, ¿sabes cuantas veces he arruinado todo?, mi trabajo y esos chicos son lo único que tengo, pero a veces venir aquí me ayuda a seguir"
CJ no aceptaría una vida así, ni para ella ni para nadie, simplemente no lo haría.
¿Pero qué tal si terminaba así de todos modos?, si al final, ese era su destino.
"Pero debe existir otra manera, algo para no terminar como…"
La maquina de chicle presintió lo que diría, en un instante estaba de pie frente a ella, con su rostro casi rozándola y sus labios justo por sobre las mejillas ahora sonrojadas de la nube.
"No terminaras como yo si eso es lo que te molesta", le susurró antes de regresar a su puesto.
CJ sintió una punzada en el pecho, su corazón había latido de un modo que la hacía temer.
"Lo siento Benson, no pensaba con claridad", se excusó, pero la maquina de chicles sencillamente negó con la cabeza.
"No hay de que disculparse, fuiste honesta y a decir verdad tampoco quiero que acabes decepcionada de la vida. No quiero que termines como yo"
"Gracias…", fue su escueta respuesta, sintiéndose al fin algo más aliviada.
La noche era joven, el mozo los observó desde la barra junto a su jefe, un pequeño punto luminoso en esa tumba viviente que era el bar, ambos se preguntaron por cuánto tiempo duraría antes de regresar a sus respectivas labores.
"Vamos, aun me queda media botella, eso si quieres acompañarme", ofreció Benson, demasiado alerta como para regresar a su departamento y animado por el prospecto de pasar algo de tiempo con una persona diferente.
CJ suspiró contenta, algo de la angustia que la había guiado hasta ese lugar comenzaba a disiparse.
Alcanzó la botella y bebió a gusto el amargo licor, no era propio de una dama, pero eso estaba bien, pues ella jamas fue una, ¿cómo serlo cuando su naturaleza dictaba todo lo contrario?
"Claro, suena como una buena idea"
La noche fue larga como tantas otras y después de media hora toda noción de recato era descartada, no valía la pena ahondar en que los había llevado a ese lugar, ya tendrían la mañana para arrepentirse pero mientras jugarían a que no eran los derrotados despojos de una guerra mal librada pues tras la intoxicante ilusión de una noche de olvido ni Audrey ni Mordecai podrían alcanzarlos, estaban más allá de las endebles barreras impuestas y vivirían en absoluta y honesta libertad.
Y luego, enfrentarían al gris y cruel mundo ignorando todo salvo esos estallidos de alegría, hasta la siguiente noche en otro bar.
…
…
…
Para cuando cerraron el bar y los corrieron a ambos, ni el cielo ni la tierra eran los mismos.
Era casi de madrugada y ambos jadeaban, Audrey los vio llegar con una expresión que denotaba abiertamente todo lo que sentía, decepción y disgusto, obviando la punzada de remordimiento Benson acarició el estomago de CJ, la sensación era indescriptible, sus ministraciones no fueron ignoradas y se vio recompensado por una lluvia de besos.
"No pensé que tuvieses tanta energía"
"Aún no estás acabado Benson, aún no", se dijo a si mismo,sujetándose a las fibras de esperanza que le ofrecían esas palabras supo que era el inicio de algo bueno, y como era de esperarse no tomó en cuenta nada más. Benson abusaba constantemente de su acercamiento practico a la vida sin darse cuenta siquiera de lo maleable que era a las muestras de afecto, mal carácter a un lado, lo peor de su personalidad no saldría por mucho tiempo y esa era la señal inequívoca de que volvería a caer.
Y quizás por eso era tan fácil, bajas expectativas de alguien que lo celaría al punto de la locura y que bien podría matarlo, pero al menos ofrecía una cosa, solo una cosa que remediaba todo, pues no era nada serio, una aventura a media noche que bien podría ser olvidada al día siguiente y la seguridad de que el fin no había llegado, por eso más que nada volvió a montarla, sus pulmones ardían como nunca y no estaba cerca de detenerse.
Por su parte Cloudy Jay no tenía problemas en corresponder, arqueando la espalda, gimiendo, rasgando su piel y muriendo una y otra vez, un capullo de cemento para guarecerse de los tétricos personajes que deambulaban de madrugada, la genérica y nada especial estancia adornada con sabanas carmesí parecía desaparecer a su alrededor, aquello era el éxtasis, un desafió constante a la mediocridad cotidiana que sería resquebrajada en el siguiente orgasmo, nada en su mundo era normal, no tenía por qué serlo ni conformarse con ello.
De tal modo cuando al fin logró atraparlo entre sus piernas y acorralarlo quedando ella al tope olvido todo lo que la había llevado a ese lugar.
Ella era la diosa a los ojos de Benson, y ambos se sentían completa y absolutamente vivos, atrás quedaba la ciudad gris, oculta tras ilusiones inconclusas y el llamado próximo de las aves, desnuda ante los astros que casi ahogados en el fulgor profundo y brutal de sus luces apenas podían observar la tierra y bajo los armatostes de concreto.
En un lugar que negaba la naturaleza falaz de la ciudad, de amantes lunáticos y borrachos, del final inevitable y palabras inaudibles.
En la cúspide de otro orgasmo bañado de desesperanza y soledad, hasta el día siguiente…
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