¿Qué podría ser del agrado de una chica tan especial como esa?
Dices que San Valentín es pura mercadotecnia.
Dudaba que fuese así. Has vivido rodeada de superficialidad y fríos lujos que te han hecho pensar así.
Un tedioso consejo de papá me hizo pensar: ¿Qué podría ofrecerte que fuera especial?
El chocolate es delicioso, pero muy típico. Dudo que te guste que arranque una flor para dejarla marchitar en un jarrón.
Oh, mi querida Sam.
Tan simple como complicada.
Tan incomprendida como amada.
Era interesante y hasta gracioso que este chico con la cabeza en las nubes haya logrado comprender a esa joven tan extraña.
Tal vez siempre fuimos el uno para el otro.
Rompiendo las leyes de atracción debajo del cliché de la pareja de mejores amigos.
Algo me ha iluminado, y no fue aquella flama que me ha golpeado la cara después de una pelea con Ember.
Tras atraparla en el termo había dejado caer aquello que había robado.
Aquello mismo que los dueños me regalaron en agradecimiento por ayudarlos.
—Un collar muy especial, chico fantasma, para una chica muy especial. Hoy es un gran día, tal vez le sirva.
Sí, y sabía perfectamente quién sería la dueña de aquello.
Pero seguía en el mismo dilema.
Ella no se interesaba en estas cosas ¿Y sí no le gustaba?
Tras darle vueltas hasta que la noche cayó, guardé aquel collar.
Hoy la vería, tal vez tenga la oportunidad de entregárselo en algún momento.
Caminamos juntos por el parque. Estaba más lleno que de costumbre, pero era lógico por el día.
Sam no parecía mostrar desagrado ante el día. Era una cita normal, como las que siempre teníamos.
Llegó un punto de la noche en la que ella sacó una pequeña caja, envuelta en papel con estampado de fantasmas y un listón verde.
—Se que no suelo hacer esto, pero... Es nuestro primer San Valentín juntos y... Me preguntaba, b- bueno... Sólo toma. — Me extendió aquella cajita.
Su rostro se iluminó de un color rojizo hermoso. Aquel sonrojo, ese delineador negro, sus ojos de amatista y su piel blanca hacían un perfecto cuadro digno de estar enmarcado entre ese cabello negro.
Sacudí la cabeza, había quedado embotado y confundido. Empecé a reír lo cual a ella no le causó gracia.
—Lo siento, Sam... Es sólo que soy un perfecto tonto. Me complique tanto... — Mencioné entre risas.
—No entiendo...
Saqué de su bolsillo ese collar en color púrpura, hacía un juego perfecto con sus ojos.
—No hace falta... La pregunta es ¿Serías mi Valentín hoy?
A ella le causó risa, seguramente ahora si le divertía. Algo me decía que con sólo esa mirada que nos dimos, entendía todo el lío mental que me hice antes de llegar aquí.
Después de todo, ¿Quién me conoce como ella?
Nos tachan de pareja cliché... Pero el cliché perfecto, prefiero estar con la chica que más me conoce en este mundo que con cualquier otra que rompa mi perfecto "cliché"
Ella se lanzó hacia mí para abrazarme. Sus labios amatistas chocaron suavemente en mi mejilla, una sensación inefable, me volvía más tonto de lo que ya era.
—¡Acepto, torpe!
La había rodeado con mi brazo, para luego terminar abrazados por completo en medio de otras parejas, cada una en lo suyo.
Cada quien con su Valentín.
