Hola a todoss! He vuelto (aunque nadie aquí me conoce jaja) esta vez con una historia Yaoi.
Increíble como pasa el tiempo...
Advertencias: Yaoi. Si no te gusta no leas.
U/A
N/A: Tanto ni Naruto como los personajes no me pertenecen a mí, sino a Masashi Kishimoto.
Sin nada mas que decir... Enjoy!
Uchiha Nicore V
La bandera estadounidense permanecía serena detrás suyo. Apenas y se movía tranquila, como intentando no molestarles en aquel íntimo contacto, tan sencillo y tan abrazador. ¿Qué sería de él sin haber conocido a esa persona? La respuesta era tan horrible y, para su suerte, lejana a la realidad. Conoció con sus propios sentidos y emociones lo que significaba realmente amar a alguien. Lo suficiente para dar su vida por él. De arriesgarlo todo, todo lo que lo había forjado anteriormente como era: Su futuro, sus creencias… Y su hermoso hogar...
-Hijo, Sasuke, ¿Hoy saldrás de nuevo?- Su madre le observaba ponerse su saco- el menos llamativo que tenía- en la entrada de su hermosa casa, obviamente digna de un Lord inglés como era su padre.
-Sí madre…- Sasuke la miró por unos segundos, pensando si decirle cuándo volvería, ya que ni él mismo lo sabría hasta llegado el momento. Se arriesgó y pensó no decirle.- Ya me voy… Adiós…- Le dijo con la mejor sonrisa sincera que tenía; Nunca podría manipular a su madre.
-Está bien… Que Dios te acompañe.-
Su madre se le acercó y muy suavemente le dibujó con la yema de su pulgar en su frente una pequeña cruz, refutando con ese simple gesto y una sutil sonrisa lo anterior dicho. Sasuke le miró a los ojos sorprendido, con una expresión un tanto nostálgica. Su madre le hacía ese gesto cada vez que le dejaba ir a jugar al gran jardín de su casa con su hermano mayor, cuando todavía eran niños. Para ese entonces su madre debía agacharse un poco para poder llegar a su frente, y ahora estiraba su brazo hacia arriba. Volvió a sonreír y Sasuke se apresuró a hablar.
-Gra- Gracias madre.- Dijo, y abrió una de las dos grandes puertas de la entrada principal para salir lo más rápido que pudiera.
Cerró la gran puerta tras de sí y descendió por los escalones de su hogar, hasta donde se encontraba ya estacionado su vehículo personal, aquél que su padre había comprado cuando cumplió la mayoría de edad. Prefería ir solo a los lugares, disfrutaba mucho manejar por sí mismo, y no darle indicaciones a ningún chófer de adónde debía llevarlo. Quizá de esa manera mantenía en secreto los lugares que concurría… Aunque no fueran del todo peligrosos, odiaba la idea de que alguien más supiera sobre su privacidad. Tiró su bolso con su cambio de ropa al asiento de acompañante antes de entrar él mismo y se subió. Metió las llaves y arrancó.
"Así de fácil… es manejar."
Pensó antes de acelerar por completo y salir a la calle. Realmente amaba la velocidad, y amaba manejar. Apenas haría en 10 minutos el trayecto que le tomaría casi el doble desde su gran casa en Londres, hacia su destino: Una de sus bibliotecas preferidas lo más alejadas del centro de la Gran Ciudad. ¿La razón por la que elegía alejarse de la ciudad? Odiaba mucho caminar por las calles principales de Londres, estar tan pegado a las personas lo ponía en extremo nervioso e irritable, y manejar con mucho tráfico... Amaba conducir donde no había nadie. O casi nadie. Viviendo en la gran capital nunca conseguiría manejar por una ruta desierta, con el acelerador tocando el fondo. Pasando por las calles que ya conocía de memoria casi sin mirar, sin prestar mucha atención, dejó divagar su mente por escasos diez minutos, pensando en lo que haría en la noche al encontrarse con.. Con él. Desde hacía un mes que lo conocía. Y era por él que iría a la biblioteca. Después de todo en eso habían quedado la última vez que se encontraron, a la salida de su Universidad, el Imperial College -universidad que para su suerte pudo elegir sin la intervención o negación de su padre.- Dejó de pensar en su rebeldía de la semana, y estacionó su casi flamante automóvil ("casi" porque había pedido específicamente que su auto no fuera llamativo, para que no llamara la atención) en plena calle.
Acomodando su sombrero lo suficiente para tapar sus ojos, salió rápidamente del auto, ya que realmente no estaba de humor para que nadie descubriera su estadía allí y lo atiborraran de preguntas innecesarias. Cruzó la calle impaciente, mirando para todos lados, y cuando se sintió lo suficientemente seguro para entrar a su biblioteca favorita, estiró su brazo para abrir la puerta de la misma, pero se encontró con la mano de alguien más abriéndola al lado suyo.
-Hola. ¿Qué leerás hoy, chico estudioso?- La fastidiosa y hasta alegre voz de aquella persona lo sobresaltó en demasía, pero se contuvo de pegar un salto.
-¿Qué te he dicho de que hablemos en público?- Se giró para encararle con una de sus delirantes sonrisas ladeadas. Típico gesto despectivo, típica actitud altanera en su presencia. Inevitable e imposible de cambiar.- Ven, entremos, que un poco de cultura no te haría mal.-
Respondió Sasuke mientras terminaba de abrir por sí sólo la gran puerta de madera de la impotente biblioteca, y entraba dándole la espalda a su interlocutor.
-Oye, sabes que no soy de entrar en lugares así... Aunque yo tuve la idea de encontrarnos aquí. ¿Qué te parece si mejor vamos a algún gin palace?- Sin obtener respuesta, el chico metió sus manos en los bolsillos y le siguió sin decir nada más, observando las paredes e hileras repletas hasta el techo de libros. "Wow" pensó. "y yo que nunca he leído nada más que revistas...". –Ey, Sasuke. Responde cuando te preguntan, imbécil.-
-Calla. No insultes en una biblioteca.-
Fue la única respuesta que dio el aludido, sin siquiera girarse y continuando su trayecto hacia donde se encontraba la sección que buscaba, con ese tipo pisándole los talones. Podía ver por el rabillo del ojo cómo miraba pensativo los estantes, mirando los lomos de los libros, alternados entre más nuevos hasta los más viejos, de distintos colores y tamaños. Sus celestes ojos mostraban verdadera curiosidad, pero sabía de sobra que esa persona nunca leería ningún libro de no más de cien páginas. Rió para sus adentros y siguió buscando algún título que le llamara la atención, algo para alquilar y leer en un par de días. No supo por qué se distrajo y miró al chico a su lado; Ese rubio, vestido completamente informal, con quien había quedado juntarse.
"¿Qué tan bajo caí?" Se preguntó al verlo en detalle.
Tenía las manos en los bolsillos de sus jeans, y miraba curioso para todos lados. Su expresión realmente era extraña, para un chico que "estaba contra el sistema", según sus propias palabras. Naruto era un ser muy extraño, realmente.
-No respondiste mi pregunta.- Dijo de la nada Naruto, fijando sus azules ojos en los carbón de Sasuke.
- No creo que eso te interese realmente, "qué leeré". Si lo haré, si a eso te referías a "eso". Ya va un mes que lo hago, no será diferente hoy.- Le sonrió provocativo.
-…Así me gusta...- Le devolvió la sonrisa.- Entiendes las indirectas, pero... Me refería también a... ¿Qué tal si nos divertimos esta noche?-
Sasuke observó a Naruto con una nueva expresión, sorprendido. Aquella invitación significaba algo distinto a que simplemente le entregara lo que había encargado. Significaba "viajar". No manejar, porque esa invitación la había formulado Naruto.
Naruto era quien "conducía" en esas circunstancias. Y había algo más que amaba además que conducir, y eso era "viajar". Viajar con él, en esas extrañas salidas que tuvo el placer de conocer la segunda vez que compró su "producto". Realmente se iría al infierno si se dejaba llevar por un sujeto como él. Pero ya no creía que tuviese remedio. Viajar con él era realmente interesante. La costa de la Isla era hermosa de noche.
-Claro… ¿Me llevarás, mi apuesto príncipe?- Dijo en tono de burla, lo suficientemente bajo para que nadie más que Naruto le escuchara.
-Hasta el fin del mundo, mi princesa.-
Sí. Esa noche viajaría.
