Cuero y seda

Aclaración: Robin Hood no me pertenece, yo solo me dedico a jugar con sus personajes.

Summary: Las palabras se repetían en su cabeza una y otra vez, aquellas palabras, tan simples, la habían condenado a toda una vida con un hombre que representaba todo lo que despreciaba, pero sabía porque lo había hecho, su padre, y la protección que solo sir Guy podía ofrecerles.

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"Si, acepto"

Las palabras se repetían en su cabeza una y otra vez, aquellas palabras, tan simples, la habían condenado a toda una vida con un hombre que representaba todo lo que despreciaba, pero sabía porque lo había hecho, su padre, y la protección que solo sir Guy podía ofrecerles.

Las criadas pululaban a su alrededor, ayudándola a deshacer las cintas de su vestido de bodas.

Era el momento de su noche de bodas y no podía evitar sentir como su estomago se hundía. A pesar de ser una doncella, tenía consciencia de lo que sucedía entre un hombre y una mujer por lo que no podía evitar sentir nervios, sabía que no podía negarse, el matrimonio debía ser consumado para que fuera todo legal.

Una vez su vestido fue cambiado por una camisola de dormir las doncellas abandonaron la habitación cuchicheando entre sí.

Marian se sentó en el rustico tocador que había sido desplazado hasta la habitación para su uso, decidió cepillar su cabello en parte para calmar su nerviosismo y en parte para pasar la espera. Sabía que no podría negarse, solo esperaba que no fuera demasiado doloroso.

No pudo evitar pensar en Robin, en lo triste que debía estar. Su sueño había concluido antes de siquiera comenzar. Ella era ahora la mujer del enemigo.

Sabía que él no entendería sus razones.

La puerta se abrió de pronto dejando entrar a su ahora esposo. Ella intento no mirarlo, pero era inevitable, su presencia vestida totalmente en cuero negro y su altura se imponían haciéndola sentir de pronto más pequeña. Mas frágil.

"Marian" le dijo con una pequeña inclinación de cabeza, no quería que ella notara las tumultuosas emociones que se concentraban en su corazón, al fin era suya, si bien sabia que no lo había hecho por amor si no que, por razones prácticas, por ahora bastaba, podía esperar por su amor. Podía esperar.

Guy comenzó a desprenderse de parte de sus ropas, ella oculto su rostro tímidamente, sabia lo que se avecinaba, pero sentía el miedo asentarse en su estómago. Guy camino hasta donde ella se encontraba, se arrodillo frente a ella y le tomo las manos.

"Tus manos están frías" dijo "no quiero que me temas, Marian" susurro aquello que su corazón anhelaba, pero él se negaba a admitir, la necesitaba, necesitaba su luz para luchar contra la oscuridad de su corazón.

Él se alzo y con delicadeza tomo sus labios entre los suyos. La forma de besar de Guy era completamente diferente a la de Robin, sus labios reclamaban lo que por derecho le pertenecía con movimientos suaves que cada vez iban en aumento, ella no pudo evitar la invasión de su boca, un gemido escapo de sus labios sorprendiéndola.

Sus labios de pronto se volvieron más suaves, una vez pasada la urgencia inicial por poseer sus labios, todo parecía un sueño del que Guy no quería despertar. Fue regando pequeños besos en su mejilla, oreja, cuello y clavícula bajando cada vez mas la camisola de Marian, quien de pronto se sintió tímida y se tapó sus pechos.

"Marian, no tienes que ocultarte de mí" respondió con voz ronca "vamos a la cama, prometo que no te hare daño"

Ella sabía que debía creer sus palabras.

Guy la deposito con cuidado en el centro de la cama, la cama crujió brevemente cuando Guy se le unió, volvió a besarla, sus besos eran cada vez mas persuasivos, demandantes y posesivos y ella no pudo evitar abrir la boca, rendirse a sus caricias y besos.

Aquella era una nueva experiencia para ella y no podía evitar que todos sus sentidos se sintieran a flor de piel, sin poder evitarlo sus manos fueron hasta la espalda desnuda de su esposo y lo abrazo con fuerza.

Tal vez, después de todo, su matrimonio no fuera tan malo.