Royal Woods no tenia muchas cosas destacables o sitios turísticos que presumir, por el contrario, era un lugar bastante tranquilo. De vez en cuando sucedían acontecimientos en el lugar que aparecían en los noticieros a nivel nacional, pero ninguna tan grande como para que su nombre se quedara grabado en la memoria de todo el país. Sin embargo, esto estaría por cambiar muy pronto. Para cuando la familia Loud se dio cuenta, ya era muy tarde.

La tragedia los golpearía con fuerza sin previo aviso, durante una noche más silenciosa y tranquila de lo normal. Ni siquiera los grillos cantaban, las hojas de los árboles no se atrevían a caer debido a la fuerza del viento, y las ramas no crujían gracias al movimiento. ¿Como podrían saber que algo tan grande podría aproximarse sin hacer el más mínimo ruido?

-Vamos, vamos. No queremos que nadie se entere de esto. ¿Verdad, chicos? —Decía el Señor Lynn Loud de manera nerviosa y bajando la voz lo más que podía. Sus once hijos se quejaban con pesadez de que su padre estuviese usando una linterna y pasara de habitación en habitación llamándolos por sus nombres y despertandolos. No encontraban una razón para levantarse a mitad de la noche, y mucho menos un domingo. También era algo muy extraño que les haya pedido que cada uno prepare una pequeña mochila con un par de ropas limpias y su cepillo de dientes, como si estuviesen a punto de partir en un viaje. Por lo menos las luces de su hogar se encontraban apagadas y no les estorbaba la vista.

-¿No podemos hacer esto en la mañana? —Dijo Luna saliendo de su habitación con un par de mochilas en su espalda, seguida por una somnolienta y cabizbaja Luan que solo susurraba unas cuantas cosas poco entendibles, probablemente eran unos chistes.

-¿Ya vamos a ir a la escuela? —Las siguientes que salían de sus cuartos eran Leni y Lori con sus respectivos equipajes ligeros, esta ultima suspiró al escuchar el comentario torpe de su hermana.

-No, Leni. No vamos a ir a la escuela, estamos yendo a... —La mayor no sabía como completar su frase— Literalmente no lo sé, ¿A donde estamos yendo?

Su padre le contestó mientras bajaba las escaleras.

-Eso no importa ahora cariño, se los explicare durante el trayecto, ahora solo deben ir hacia Vanzilla lo más rápido que puedan. —Aunque sonaba algo preocupado, hacía lo posible para mantener una actitud animada.

-¡Necesitó mis ocho horas enteras de sueño de belleza! ¡Espero que este viaje sorpresa sea para algo bueno!—Gritaba Lola, arrastrando una gran maleta detrás suya, cargando decenas de vestidos de princesa y todo el maquillaje que podía llevar.

-Lola, baja la voz por favor, vas a despertar a los vecinos. —Rita elevó un poco su tono para que la gemela la escuchara, pues se encontraba en el primer piso alistando un par de maletas también.

-Hops y yo teníamos planes hoy, íbamos a visitar a sus primos en el lago. Tendré que disculparme con ellos por no ir a jugar cuando regresemos. —Lana solo cargaba consigo una caja de herramientas roja, la cual hacia un ruido de varios objetos de metal chocando entre ellos cuando se movía.

-A juzgar por la preocupación que puedo ver en el rostro de nuestras unidades parentales, y su manera de intentar pasar desapercibidos por el resto de los vecinos, puedo deducir que este es un plan de ultimo minuto. —Lisa tan solo cargaba una pequeña mochila y no se veía para nada cansada, es más, era la única que no llevaba su pijama puesta, sino su ropa habitual.

-En español, por favor. —Lincoln llevó una sola mochila, con ropa, algunos cómics, y su radio. Estaba despeinado y traía bolsas debajo de los ojos.

-Que ni siquiera ellos saben a donde irán. —Concluyó con tranquilidad la niña de anteojos.

-Un viaje sorpresa, sí, que emoción. —El sarcasmo de Lynn era tan notorio como su cansancio, cargaba una gran mochila con el doble de su tamaño en su espalda, probablemente cargaba el equipaje de Lucy también.

-No voy a dejar a Edwin así de repente, va a venir conmigo. —Lucy traía a su amor platónico entre sus brazos, aunque no parecía cansada tampoco se veía con demasiadas energías como de costumbre.

Rita tuvo que subir al piso superior al vez que contaba a cada uno de los niños y los apresuraba para que fueran hacia el vehículo, el padre de familia ya se encontraba ahí, encendiendo el auto y calentando el motor. La madre recogió a Lily de su cuna, acurrucandola contra su pecho y esperando a que se mantuviese dormida, que despertara y se pusiera a llorar era una idea que no le gustaba. Bajó con la bebé en sus brazos y varios pañales de repuesto, no sabia que tan largo iba a ser el recorrido después de todo.

Una vez que la familia entera estuvo en Vanzilla, el señor Loud no dudó en arrancar. Aunque era claro que tenía prisa, el auto avanzaba con lentitud, haciendo el mínimo ruido posible y con las luces apagadas. El vehículo no había ni cruzado un par de cuadras cuando más de la mitad de los miembros de la familia volvieron a caer rendidos ante el sueño, los únicos niños que se quedaron despiertos fueron Lucy, Lisa y Lincoln; este ultimo se mantenía con los ojos abiertos solo porque tenia a una adormitada Lynn apoyada contra él.

-Vamos niños, hagan un esfuerzo por favor, necesito que todos se mantengan despiertos. —Dijo el señor Lynn cuando vio a varios de sus hijos durmiendo a través del espejo retrovisor. Los niños lo escucharon e hicieron lo que podían para cumplir con su petición.

-Ni siquiera hemos desayunado, ¿habrá comida en el lugar al que vamos? —Se quejó Lana, frotándose los ojos con los puños para despertar por completo.

-Te prometo que te daremos lo que quieras en cuanto lleguemos cariño, solo no te duermas, ¿Esta bien? —Respondió Rita, pensó que no tendría que regular su voz aun cuando tenia a Lily en sus brazos, pues ella dormía profundamente y no parecía que ningún ruido la fuese a despertar.

-Ojala que lo digas en serio, esto no vale malgastar mis ocho horas de sueño. —Se quejó Lola entre dientes— Y también espero que estemos yendo a un hotel 5 estrellas.

-Vamos, Lynn, quédate despierta. Tú puedes, no te rindas. —La joven deportista se daba suaves bofetadas a sí misma, intentando espantar el cansancio.

-Hey, ya escuchaste a papá, no debes de dormir. —Lori sacudía a Leni para que ella no cediera contra el sueño.

-Lo siento, no lo escuché, estaba dormida. —Acto seguido, volvió a cerrar los ojos y comenzar a roncar. Lori tendría que estar despertandola durante el resto del trayecto si seguía de esa forma.

-Oye, Luan, sé que esta durmiendo. —Lincoln sacudía a su hermana mayor, quien tenia la cabeza apoyada contra la ventana.

-No estoy durmiendo Lincoln... Solo estoy descansando los ojos. —Se excusó la comediante sin cambiar de posición. Gracias a la pesadez con la cual lo decía, Lincoln sabia que estaba mintiendo.

-¿Al menos pueden poner algo de música? Creo que eso me ayudaría a estar despierta. —Sugirió una agotada Luna, cabeceando y entrecerrando los ojos.

Su padre pensó en la respuesta por un buen rato, meditando sobre si seria buena idea hacer ruido durante su salida de noche silenciosa. Al final cedió, notando que Luna ya no tenia más fuerzas.

-Esta bien. Pero lo escucharemos con el menor volumen que se pueda. —Su padre encendió la radio y buscó alguna emisora con música, confiaba en que encontraría varias tan solo girando el dial un poco, se equivocó. Por más que buscaba alguna señal para sintonizar solo se encontraba con estática. Era extraño— ¿Que le pasa a esta cosa? Por la mañana funcionaba bien. —Comenzaba a darle un par de golpes creyendo que se trataba de alguna avería. Siguió cambiando la señal, hasta que por fin pudo encontrar una. La canción que salia de ahí era extraña, nunca antes la había escuchado, aún así, la dejó para que su familia despertase del sueño.

Solo.

-Oh, conozco esta canción. Es pegajosa. —Comentó Luna, cantando al mismo tiempo que la tonada con una voz suave para que la distrajera de su sueño— Solo, puedes hacer que este mundo parezca bueno.

-Vamos Luan, solo abre los ojos. —Lincoln insistía en que la muchacha despegase su rostro del vidrio.

-Que están abiertos, Lincoln. Ya no molestes. —Luan creyó que si tan solo pegaba los párpados por un rato no habría problemas.

-Puedo ver tu rostro en el reflejo, incluso estas babeando. —Resignada, Luan hizo caso a la petición de su hermano.

-Solo, puedeshacerlaoscuridadbrillante.

Rita creyó que si conversaba con su familia estos podrían resistir un poco más, tan solo necesitaba un tema.

-Solo tú, y tú solo puedes hacerme emocionar como lo haces tú.

-¿Tienes algún buen chiste que contar, Luan? —Tras la interrogante de su madre, las energías de Luan se renovaron y sus ánimos retornaron por completo. Tomó aire y soltó su mejor repertorio.

-¿Que le dice un jardinero a otro? —Un suspiró en conjunto se escuchó, cada uno de los niños sabía que se aproximaba un chiste malo— ¡Disfrutemos mientras podamos! —La única que rió fue ella, soltando una larga carcajada. Tan solo segundos después de reír, el cansancio regresó, y volvió a cabecearse contra la ventana.

Rita se dio cuenta de que fue una mala idea, la risa de Luan era muy fuerte, supo que fue una pésima pregunta.

-¿Donde escuchaste esa canción, cariño? —Le preguntó a la chica con acento inglés. Tuvo que dejar de cantar para responder a la pregunta, mas la radio no se detenía.

Y llenas mi corazón con amor solo para ti.

-El vecino la pone todos los días, realmente le gusta ese ritmo. Tiene buenos gustos. —Cuando dijo esto, Rita y el señor Lynn intercambiaron miradas de preocupación y tragaron saliva, temiendo de que estuviese hablando de quien sospechaban.

-¿El vecino? ¿Te refieres al señor Grouse? —El padre guardaba una pequeña esperanza de que no fuese quien pensaba, estas se vieron aplastadas cuando su único hijo respondió.

-No, es del otro, el que se mudo hace un mes. Siempre olvido su nombre, no sé porque se me hace muy difícil acordarme de él.

-Oh, es fácil, se llama... —Lisa no pudo terminar de hablar, y no solo fue porque el rostro horrorizado de sus padres llamó su atención, sino por el gritó que desató Luan de la nada.

-¡Auto! —Al menos sirvió de algo quedarse pegada a la ventana y con los ojos abiertos. Habían recorrido una diez cuadras desde que abandonaron su hogar, y justo en el momento en que cruzaban por una calle, no se dieron cuenta de que un vehículo camuflado en la oscuridad se estrelló justo a su lado derecho.

El impacto fue demasiado fuerte, volcando la Van entera con todos los miembros de la familia dentro, y haciendo que se arrastrase contra la cerca de una casa. Era claro que el choque había sido a propósito. Era una imagen digna de una película: Los Loud aferrándose a sus asientos y cinturones de seguridad, el señor Lynn dándose cuenta de lo que sucedía en el ultimo instante y pisando el freno con fuerza, y Rita agarrando a su bebé entre sus brazos y cubriéndola con su cuerpo esperando a que lo peor sucediese. Todo el vehículo quedó inutilizado y destrozado, a excepción de la radio que aun seguía encendida.

Solo tú puedes hacer todo este cambio en mí.

Su cabeza le daba vueltas, tenía una jaqueca muy fuerte, escuchaba un pitido ensordecedor y los parpados le pesaban. Ahora más que nunca tenía que estar despierta. Lo primero que vio fue una luz que le molestaba la vista, y aunque estuviese sentada, había una especie de fuerza que la obligaba a ir hacia arriba mas el cinturón de seguridad lo evitaba. Trató de cubrir sus ojos con ambas manos y observar con más claridad lo que sucedía, la luz se apartó de su vista y se posó sobre los restos del auto. La muchacha ahora pudo recordar lo que sucedió al ver que se encontraba en la volcada Vanzilla, viendo el mundo de cabeza, y un par de manos sacando a una inconsciente Lisa del vehículo a través de una de las ventanas rotas. El sonido regresaba poco a poco a sus oídos, escuchaba varios pasos en el exterior y el sonido de una alarma, quizás una grúa. No podía ver al resto de sus hermanos gracias a la poca luz que entraba al sitio, estuvo a punto de pedir ayuda a los sujetos que estaban sacando a los heridos del auto, pero se detuvo a pensarlo un poco cuando escuchó una voz familiar, una voz aterrada.

-¡Déjenlos! ¡No los toquen! —Era su madre, quien calló cuando se escuchó el fuerte ruido de una bofetada. Pudo escuchar a varias personas, hombres y mujeres, discutiendo.

-¡Deja de moverte, mocoso! ¡Amarralo bien! —La voz era de un hombre molesto, tenía que estar hablando de Lincoln, no se quería imaginar que es lo que le estaban haciendo.

-¡Suelta! ¡Suelta! ¡Suelta! ¡Me esta mordiendo, maldición! —De quien fuese que estaba hablando el otro tipo, estaba segura de que se trataba de Lana, Lola o Lynn, las cuales podían dar pelea en cualquier situación, incluso en alguna de peligro.

Es la verdad.

-¡Aun queda una dentro! —Estaba en peligro, de eso no le cabía duda.

Sin pensarlo dos veces, se liberó del cinturón de seguridad, dejándose caer de cabeza. El estrecho espacio en el que se encontraba no le permitía ponerse de pie, tenía que gatear hacia la dirección contraria desde donde provenía la luz. Su corazón explotaba del miedo. ¿Quienes eran esos sujetos? ¿Por que los pusieron en peligro? ¿Alguno de sus hermanos habría salido malherido del accidente?
Sus interrogantes tuvieron que esperar a ser respondidas cuando se vio delante de un obstáculo. Maldijo su suerte al ver que la ventana de la Van por la cual quería salir estaba intacta. No tenía tiempo que perder, puso sus pies por delante y pateo con fuerza, rompiendo el vidrio y arrastrándose hacía afuera. Casi gritó cuando sintió un fuerte agarre de un par de manos en sus hombros, más se tranquilizó un poco cuando escuchó al voz del sujeto que se aferraba a ella.

-Vamonos, corre. No mires atrás, solo corre. —El señor Lynn tenía la voz quebrada, le dolía tener que dejar a tantos de los suyos atrás, mas no podía hacer mucho por rescatarlos del grupo de gente desconocida.

Tomó de la mano a su única hija libre y corrió con todas las fuerzas que tenía, por poco arrastrándola en el camino. Los extraños no tardaron en darse cuenta del par de personas que escapaban por el patio de la casa afectada por el choque. Señalaron con sus linternas hacia ellos y comenzaron a perseguirlos. Tal y como le indicó su padre, ella no volteo hacia atrás, el saber cuantos desconocidos la perseguían solo la haría entrar en pánico. Los dos lograron llegar al patio trasero del hogar, encontrándose con una cerca medianamente alta que pudieron saltar con bastante facilidad. Escucharon como es que los sujetos ni siquiera se molestaron en saltar por encima, la derribaron sin cuidado, como si se hubiesen amontonado contra ella y el peso en conjunto la hubiese destruido. Podía escuchar los gritos de las personas insultándolos y maldiciendo, diciendo que los atraparían en cualquier momento, ella estaba a punto de creerlo. La oscuridad podría ser un escondite perfecto en una situación así, mas ser las únicas personas que tuviesen varias luces siguiéndolas lo arruinaba.

Corrieron por toda la calle, viendo como es que las luces de algunos hogares se encendían también y las puertas se abrían, dejando salir a más personas. No entendía porque querían atraparlos, al menos ahora conocía la razón por la cual sus padres querían huir de su hogar sin hacer demasiado escándalo. Jóvenes, niños, ancianos, todas las personas con las que alguna vez se cruzó por Royal Woods ahora los insultaban y querían apresarlos, sin un motivo aparente.

Eres mi destino.

Escuchó a sus espaldas que la voz de su padre se alejaba, creía lo estaba dejando atrás. Pensó en frenar su paso un poco.

-¡Sigue! ¡Vete! ¡Te encontraré! —Los gritos de las personas enfurecidas también disminuían, ahora solo podía escuchar unas cuantas. Siguió corriendo por la calle ante su orden, segura de que su padre y ella estaban separados ahora. Diversas figuras se aparecían en su camino, sombras y siluetas de personas que se abalanzaban sobre ella, los esquivaba con dificultad.

Solo era cuestión de tiempo para que alguno de ellos la atrapase.

Así sucedió luego de un par de segundos. Justo cuando giraba en una esquina, una fuerte tacleada la derribó con brusquedad, cayendo de espaldas sobre el duro y frió asfalto.

Trató de ponerse de pie nuevamente y quitarse de encima a la figura desconocida, pero esta era mucho más fuerte. Más extraños comenzaron a acercarse, los pasos se hacían más fuertes, y las linternas volvían a posarse sobre ella. Ahora gritaba, suplicándole a la persona que se le quitara de encima, que la dejase ir. Temía por lo que los extraños le fueran a hacer si la atrapaban. Sin embargo, el miedo que estaba sintiendo se transformó en sorpresa al notar quien era el cautivador cuando una de las luces llegó a iluminar su rostro.

No mostraba ningún síntoma de estar haciendo una dura tarea, ni una pizca de remordimiento, ni siquiera algo de satisfacción. Su rostro tenía un semblante lleno de ira, como si hubiese querido hacer esto desde hace mucho tiempo. Antes de que los demás extraños la alcanzaran para que dejara de forcejear, atinó a decirle algo a la figura encima de ella.

-¿Sam? —La chica no parecía escuchar que Luna acababa de pronunciar su nombre.


Cuando sostienes mi mano, puedo entender la magia que haces.

Un timbre arruinó la parte favorita del programa que Lincoln estaba viendo. No quería perderse la escena en donde Hunter llegaba al sótano de la mansión abandonada y se enfrentaba él solo a tres fantasmas, decidió pedirle a alguna de sus hermanas que atendiese la puerta.

-¡Alguien habrá la puerta! —No recibió ninguna respuesta. Tal vez no lo escuchaban por todo el escándalo que había en el piso superior, era increíble como es que podían producir toda esa bulla a mitad del día. Luna parecía estar haciendo su propio concierto privado en si habitación; Luan practicaba sus rutinas de ventriloquia haciendo reír a Lily, ambas estaban el pasillo; Lisa realizaba un experimento con una maquinaria que funcionaba a base de electricidad y desprendía ruidos muy fuertes; Lori conversaba con Bobby por su celular; Leni usaba una secadora de cabello en el baño; Lynn contaba las planchas que hacía en su habitación; Lana y Lola estaban peleando porque una de ellas no quería que unos sucios animales estuvieran en su fiesta de té. Sus padres habían salido al supermercado a realizar algunas compras, tenían la suerte de no tener que estar soportando todo ese ruido. Volvió a abrir la boca para intentarlo por una segunda vez— ¡Oigan! ¡Dejen de hacer tanto ruido!

-No estas ocupado. —El susto que le dio Lucy al aparecer de la nada fue suficiente como para darle un buen susto y caer del sofá, dejando el control remoto de la televisión en su poder. Su hermana cambió el canal sin dudar y se sentó en su lugar con una actitud indiferente, Lincoln se puso de pie de inmediato y le reclamó para que colocará su programa.

-¡Yo estaba viendo eso, Lucy! —Su hermana no se veía afectada por sus palabras.

-Hoy día va a dar un especial de Vampiros de la Melancolía, no pienso perdérmelo. —Dijo con el mismo semblante tranquilo. Lincoln quiso seguir insistiendo, cuando oyó un segundo timbre se detuvo y solo le quedó ir a atender la puerta, resignado.

Eres mi sueño hecho realidad.

Cuando abrió la puerta, se encontró con alguien que no conocía. El hombre adulto al otro lado de la entrada lo saludó con una sonrisa. Usaba unos lentes naranjas grandes y con vidrios transparentes, tenía una barba y bigote medianamente largos, y la mayor parte de su cabeza era calva además de una franja en el centro de su cabeza que terminaba en una pequeña cola de caballo. Usaba un jean azul con un gran cinturón, zapatos de vaquero marrones, una camisa blanca y un chaleco gris elegante con siluetas de flores encima. Era un poco más alto que su padre, tenía una tarta entre sus manos, y nunca lo había visto en su calle antes. Se preguntaba si era un nuevo vecino o alguien que se supone debía visitarlos.

-Hola, mucho gusto, mi nombre es Joseph. Acabo de mudarme a este vecindario y pensé en saludar a los vecinos. —El sonaba amable y le extendió sus brazos, entregando el obsequio que trajo— Traje esto para ustedes, es de manzana. Aunque creo que debí traer una tarta mucho más grande. —Bromeó el sujeto, refiriéndose claramente a sus hermanas.

Lincoln recibió el objeto y respondió el saludo con una sonrisa también, si sus padres no estaban era su deber dar una buena primera impresión. Todo el alboroto que sus hermanas causaban no ayudaba mucho.

-Un placer conocerlo, mi nombre es Lincoln Loud. —Ambos escucharon una explosión que hizo retumbar toda la casa, Lisa acababa de hacer volar otro de sus experimentos— Disculpe todo el ruido, seguro que puede escucharlo desde su hogar. —Dijo tratando de sonar gracioso. El tal Joseph no se mostraba molesto por el caos, solo rió de nuevo.

-No hay necesidad de disculparse, sé lo que es vivir en una familia muy grande, no puedes controlarlos a todos siempre. —De repente, la expresión de Joseph cambió a una de sorpresa y colocó ambas manos delante de su rostro, como si quisiese atrapar algo. Un balón de fútbol terminó entre sus dedos gracias a sus rápidos reflejos.

-¡Lynn! ¡Papá y mamá dijeron que no podías jugar dentro de la casa con la pelota! —Lincoln se dio la vuelta para ver a una de las mayores bajando por las escaleras, no se había percatado en donde había terminado lo que acababa de patear. Cuando su mirada se cruzó con la del calmado Joseph, la emoción del deporte desapareció y se convirtió en una mueca extrañada, quería reconocer al sujeto con el cual estaba hablando Lincoln.

-Esto es tuyo. —Joseph le devolvió el balón entre sus manos, aun con su actitud serena y tranquila.

-Si, perdón. —La chica también le sonrió y extendió su mano para estrechar la de Joseph, este correspondió— Soy Lynn. —Inmediatamente después, notó la tarta que tenía Lincoln— ¿Eso es lo que creo que es? —Se la quitó sin previo aviso y se la llevó a la cocina, dispuesta a darle un gran mordisco.

-¡Lynn! ¡El señor Joseph lo trajo para todos! ¡No puedes comértelo tú sola! —El niño estuvo a punto de ir por ella, entonces recordó que aun tenía que atender a la visita en su puerta.

-No te preocupes, después de todo, la traje para todos ustedes. —El hombre hizo el ademan de retirarse. Lincoln creyó que se había ofendido por las acciones de Lynn.

-¡Espere! ¿No quiere pasar?

-Lo siento, no puedo quedarme, tengo que ir a trabajar en la Iglesia local, deberías venir a visitarme un día. —Le mostró el rosario que traía debajo del cuello de la camisa— Un gusto, Lincoln, salúdame al resto de tus hermanas y a tus padres, ¿de acuerdo? Diles que vendré a verlos en otra ocasión, quizás traiga a mis hermanos también. —Le guiñó el ojo y se despidió meneando la mano, Lincoln hizo lo mismo con la suya.

Tras cerrar la puerta, fue corriendo hacia la cocina, no quería perderse una rebanada de esa tarta.

Mi único...


-Así es, Bobby. Una doble cita, con Carol y su novio. —Lori hablaba con su pareja por octava vez en el día, sabía bien que si los cuatro se tomaban una Selfie perfecta obtendrían cientos de seguidores y me gustas en su publicación, quizás miles— El viernes, en la tarde. No te preocupes, esta vez puedes usar lo que quieras.

Escuchaba como es que le había ido durante el día a su novio en la Bodega de su departamento, apoyada en la ventana exterior de su habitación, observando la calle despejada de autos y personas. Hasta que vio algo fuera de lo común: Un hombre desconocido parecía haber abandonado su casa, y ahora recorría la calle en dirección hacia algún lugar. Colocó su mano derecha en el bolsillo de su pantalón en el mismo lado y sacó un celular, se lo llevó a su oreja y comenzó a charlar con alguien.

Al mismo tiempo, se sacó los lentes de los ojos por un instante y los apoyo en el cuello de su chaleco. Y, como si supiera que estaba siendo observado, dirigió su mirada hacia Lori. La chica se sorprendió un poco al ver sus ojos, aunque había una gran distancia, pudo sentir como es que reflejaban un odio profundo que le llegaba hasta el alma, además de unas bolsas debajo de estas. Le sonrió mostrando sus blancos y perfectos dientes.

Y solo tú.


"Antes de Joseph"