Hola, bueno. Este fanfic también lo eh comenzado a publicar en el Foro DZ. Algunos se los digimons son creados por mi, y mas adelante serán descritos con mayor claridad.
Prólogo.
El ambiente es oscuro, sin vida. Una ciudad totalmente destruida. El cielo estaba cubierto de una nube de oscuridad esperando la orden para soltar su gran lluvia acida sobre los restos de escombros que quedaban en la antigua ciudad de Phylsia.
En lo más profundo de la ciudad, en los sótanos de los edificios caídos se escuchaba un leve sonido, una radio que producía el mismo sonido molesto una y otra vez. Alguien tratando de comunicarse, sin respuesta. Una voz indefinida logra escucharse en casi un susurro por la pequeña bocina del aparato. "¿Están ahí?... elegidos, yo se que están ahí. Ayuda… por favor…. Ayuda."
-¿Es una broma? –Mencionó aquella extraña figura sumida en la oscuridad comenzando a caminar hacia el pequeño dispositivo que se encontraba en el suelo.
-Bueno, ellos aun tienen esperanzas. Después de todos los elegidos ya habían… -El comentario de la pequeña figura en forma de diablillo quedó interrumpida.
-Eres patético, lemvimon. –Habló una voz femenina entre los presentes. –Que ellos hayan vencido a apocalymon alguna vez no significa que siempre tengan la victoria de su lado. Fue solo suerte -.
Una risa aguda y burlona se escuchó después de aquellas palabras. La radio comenzó a sonar de nuevo en el pequeño silencio que se pronunció. "Elegidos… los necesitamos, no hemos perdido la fe… elegidos... elegidos…".
-Es muy fácil subestimar a los elegidos, son humanos, parecen ser débiles, pero son más fuertes de lo que ustedes creen. – Se escuchó hablar una voz convertida casi en un susurro, que incluso a los otros cinco digimons que se encontraban en ese lugar les daba un poco de nervios.
-Sigo creyendo que son una estupidez. –Mencionó la voz grave del lugar que había hablado en un principio.
-Yo digo que hagamos algo antes de que ellos lleguen a este lugar. –Mencionó la voz aguda y burlona.
-¿Tu qué piensas, zaphrimon?. –Preguntó la voz femenina.
El digimon mencionado no contestó. Como siempre.
-Como quieras… -Dijo la voz femenina. –Señor, creo que deberíamos intentar engañarlos. No creo que logremos evitar que ellos lleguen al digimundo, sabemos que los emblemas sagrados les protegen, pero podremos confundirlos, asustarlos, hacer que caigan con sus propios miedos -.
-Lo dejo en tus manos, Nephimon. –Mencionó aquella voz. –Zaphrimon, acompáñala. Y no dejen que ellos descubran que hemos llegado. Tengo algunas cosas en mente.
-Sí, señor. –Respondió Nephimon.
Zaphrimon simplemente comenzó a caminar hacia la salida del lugar, y Nephimon, terminando con su humillación hacia su señor, se encaminó hacia donde su compañero se dirigía, creando así un portal que los llevara hacia el mundo real.
