Disclaimer: Ninguno de los personajes de ATLA ni LOK me pertenecen. Todos son propiedad de Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko.
Este fic participa en el reto "Una estación inspiradora" del foro ¡El Cometa de Sozin!
Holiiiii, este fic se lo dedico a Devil y a MelPocaSuerte
Les algo algo antes de empezar Kuvira tiene 28 años y Suyin 34 al inicio de la historia
Mi Última Esperanza
Otra vez sucedía de lo mismo; un nuevo día, y aquella joven con las mismas botellas -claramente vacías- de licor. Su vicio ya era algo preocupante; bebía como si no hubiera un mañana. En suma, cualquiera que la viera en estado, se sorprendería al experimentar sentimientos sumamente tristes.
Era el vivo reflejo de un vagabundo. En pleno otoño con la ropa vieja, su olor a alcohol, el largo cabello y desarreglado, la mirada vacía, su piel pálida y la falta de masa muscular y alimento que cada vez era más visible
Después de ser una mujer fuerte, alegre y admirable. Ahora resultaba deprimente verla, era un desastre de persona… una alcohólica fracasada aferrándose con fuerza a su botella de alcohol, como un niño a su juguete más querido.
La ira le recorría las venas, al ver el álbum de fotos y recortes de ella misma, antes de que "eso" marcara su vida.
Demonios...
El aire se hacía mas denso y dificil de respirar, sentía que los pulmones de ardían, sin hablar del aplastante peso que cayó sobre sus piernas, en un momento dejo de ver el mundo a su alrededor para sumirse en la inconsciencia.
Tomó la botella para beber de ella nuevamete para quitar los recuerdos de su mente.
Es difícil saberlo...
Pero existe una probabilidad del noventa y nueve por ciento de que no vuelva a caminar... y mucho menos bailar.
Lo odiaba, era desesperante, le carcomía las venas ese odio tan intenso por el accidente que marco su vida.
Y aunque no podía seguir viviendo del odio y el alcohol lo hacía.
Sin embargo ella no buscaba seguir viviendo, sino dejar de hacerlo.
La vida le había jugado mal, le dio algo maravilloso, casi le permitió tocar su sueño y cuando faltaba poco para lograrlo le arrebato todo de golpe.
¿Acaso nunca sería realmente feliz? ¿La vida siempre le sería tan ingrata?
Con cansancio dio el último trago a la botella, dejándola caer entre los demás vidrios rotos. ¿Qué más daba? Si nació sola, vivió, vivía y moriría sola.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos por las insistentes llamadas a su puerta. Kuvira empujo su silla de ruedas hasta la puerta para en gruñido abrirla y mirar a la persona que se atrevía a molestarle.
Allí estaba, una mujer de que no pasaba de los cuarenta y que sin embargo tenía algunas canas entre sus cabellos.
La joven le miro irritada y empujo con fuerza la puerta para cerrarla con un portazo acompañado de un; "¡Lárgate!" Y la mujer detuvo la puerta antes de que se cerrase y entro como si esa fuera su casa.
—vaya... ¿Qué eres alcohólica Kuvira? — pregunto con preocupación.
— ¿y si lo soy que? — le pregunto mientras colocaba un cigarrillo en su boca y lo encendía.
— ¿y ahora también fumas? —exclamo sorprendida la mujer
— ¿No te dije ya muchas veces que me dejes en paz? — exclamo molesta y aspiro nuevamente el cigarrillo
—Cierto, lo has hecho, pero no puedo—admitió mientras le quitaba de la boca el cigarrillo.
— ¿quisieras dejarme en paz? — Gruño— ¿por que te cuesta tanto comprender que si me quiero matar es mi problema?
— ¿Y que te cuesta a ti comprender que no puedo? — sonrió mientras tomaba una escoba para barrer las botellas y vidrios rotos.
—Eres imposible— gruño nuevamente encendiendo otro cigarrillo.
—no deberías ponerte en este estado...
—Perdí lo que mas ama—murmuro después de espirar el humo del cigarro.
—no lo has perdido... Existen las terapias... Podrías volver a bailar...
—Son costosas— exclamo sin ánimos— además el doctor dijo que había una probabilidad del noventa y nueve punto nuevo por ciento de no volver a caminar.
—Yo te ayudaría con eso y te lo propuse en el momento. — Suspiro—deberías estar feliz por que las vigas no te dieron en la cabeza...
—Hubiera sido mejor morir que quedar paralitica... — encendió otro cigarrillo
— ¡Basta ya!- le quita la cajetilla y el cigarro— ¡Eres un terca! Lo que haces no te devolverá la movilidad de tus piernas, deberías intentar caminar, mover incluso un dedo— le miro— ir a terapias, luchar para volver a bailar... ¿que le paso a esa mujer valiente que habitaba en ti?
—Se fue junto mis sueños y esperanzas— siseó entre dientes.
—Aun puedes bailar… y lo harás— la mujer coloco un disco dentro del estéreo de la casa de la joven. Paso sus manos por la cintura de la chica y la levanto en peso.
— ¿Q-que haces? — pregunto la aludida dejándose levantar.
—Ayudándote —Contesto sosteniendo firmemente a Kuvira sin dejarla caer… pues no dejaría que cayera nunca.
La mujer comenzó a empujar los de Kuvira con lo suyos, al compás de la música.
Estaba nuevamente en los escenarios…
Se sentía imparable…
Pero ahora su pareja Baatar era remplazada por Suyin… Su maestra de baile y la mujer que realmente amaba, por qué después de todo lo pasado ella aun seguía a su lado.
Uno… Dos… Tres…
En otra laguna mental volvió a las tardes de primavera en la cuales ensayaba junto a su mentora
Siempre dispuesta a ser la mejor, se esforzaba al máximo y si caía una, dos, tres incluso diez veces, ella se volvía a levantar, después de todo era su pasión, su sueño y estaba dispuesta a darlo todo para cumplirlo.
Nunca decepcionaría a Suyin, ella lograría su objetivo...
Ser la mejor
Giro, tap, tap, tap
Kuvira sentía como el escenario iba encendiéndose en llamas nuevamente, pero cuando la viga y los escombros iban a caer justo encima de ella Suyin le aparto con una vuelta.
Se sentía en las nubes… Suyin le sonreía amablemente mientras que ella se sentía maravillada por bailar de nuevo.
Esa sensación de sentirse libre, de no seguir reglas, de olvidar todo. Absolutamente todo menos a su nueva pareja de baile.
De vuelta a la realidad la chica miro a su acompañante quien mantenía una expresión tranquila y serena, dejándose llevar por la música.
—Suyin…— murmuro.
— ¿si?
—No pares… por favor… quiero quedarme más tiempo entre tus brazos. —la chica recostó su cabeza sobre el hombro de la mujer mientras dejaba que guiara a sus paraliticas piernas.
—descuida… jamás me iré…
Después de esa tarde mágica, Suyin le devolvió la esperanza a Kuvira animándola a ir a terapias…
Suyin le acompañaba a diario, nunca le falló, iban a muy buen paso.
Pasaban mucho tiempo juntas, llegaban los roces accidentales, las excusas para pasar más tiempos juntas, parecía que se estaba formando una conexión entre ambas mujeres…
Paso un año y Kuvira ya lograba mover sus pies…
Dos años y ahora podía caminar un poco.
Tres años…
— ¿Porqué no quieres que te acompañe hoy? — pregunto preocupada Suyin
—Me han pedido que asista sola… pero puedes recogerme ¿verdad?
—Claro… no te preocupes por eso.
—Tranquila no es nada malo— le sonrió Kuvira a la afligida Suyin.
Tres treinta de la tarde… Kuvira ya tenía dos horas de atraso.
Le esperaba frente a la salida del centro de terapias de Ciudad Republica.
Pero sus ojos comenzaron a desbordar lágrimas cuando le vio cruzar la puerta caminando sin problemas.
Allí estaba de pie y caminando normalmente. Era demasiado para ella, después de verle mas de tres años en silla de ruedas, deprimida, bebiendo sin control e incluso intentando atentar contra su propia vida, era increíble verla así. Fuerte, feliz con renovadas ganas de vivir.
—No puedo creerlo…— le miro sorprendida.
—Todo gracias a ti…— sonrió acercándose a Suyin y abrazándole— todo gracias a ti… Suyin… siempre me has ayudado y no sabría ni como pagártelo, mi deuda contigo es demasiado grande.
—Kuv…— sonrió
—Vamos…— la tomo de la mano— tengo planes hechos para hoy… claro solo si no te molesta.
—Claro que no…— Contesto dejándose llevar por la joven
Caminaron mucho rato hasta llegar al muelle, eran aproximadamente las cinco de la tarde, el calor era fuerte como solía ser en primavera.
—De ahora en adelante del camino yo te guiaré…— dibujo una sonrisa en su labios mientras le vendaba los ojos a Suyin.
—Cuanto misterio— rio suavemente.
Suyin sentía como las manos de Kuvira le guiaban para subir a lo que ella suponía que sería un bote.
Durante un rato ambas estuvieron en silencio rodeadas del sonido de las olas y la brisa marina. Hasta que Kuvira decidió romper el silencio.
— ¿Cómo te sientes con los ojos vendados? — pregunto.
—Algo Desorientada a decir verdad.
—así me sentía yo después de todo este tiempo… pero tu siempre estuviste junto a mi… tomándome de las manos y guiándome. — Kuvira tomo las manos de Suyin guiándola nuevamente haciéndola bajar del barco y caminar, subir escalones hasta llegar a su destino.
Kuvira quito la venda de los ojos de Suyin permitiéndole ver el paisaje a su alrededor.
Una construcción de piedra, piso de marfil blanco, enredaderas en columnas y un mirador en el que se podía apreciar el perfecto paisaje de pinos en la parte alta, descendiendo un poco selva tropical y al bajar la playa perfecta. El cielo pintado de tintes rojizos y naranjas con la puesta del sol.
—Siempre me ha gustado este lugar…—Sonrió.
—Es bellísimo Kuvira…— exclamo observando la majestuosidad de lugar.
—Suyin…— le llamo
— ¿Qué pasa? — miro a la chica.
— ¿has amado alguna vez?... — pregunto tímidamente.
—Si… supongo que si— sonrió— ¿Y tu?
—A decir verdad… si… siempre había pensado e mis sueños y ambiciones antes del amor y esas cosas cursis… pero he descubierto que si amo ha alguien en especial…— Kuvira tomo las manos de Suyin y le miro a los ojos
— ¿A quien amas? — pregunto.
—A ti… Suyin Beifong… Me enamore perdidamente de ti— Su sonrisa era tranquila y tímida— no me importa si no soy correspondida, fuiste mi última esperanza, la única que realmente me apoyo, la mujer de la que me enamore sin saberlo.
—Kuvira…— La mujer se sorprendió por la confesión de la chica. — yo también te amo… y siempre lo haré
—Te amo— se acerco y le dio un suave beso en los labios.
—Yo también te amo— se acerco a Kuvira para profundizar el beso.
