Primero: El fuerteRey Thor: El Dios del Trueno es nombrado Rey ante la ausencia de su Padre y alterado por la repentina evasión de su hermano menor, su ira fluye y lo impulsa a encarar al joven hechicero. Su fuerza es mayor y su dominación ante el menor es notoria. Loki queda a la merced del rubio.

Thor & Loki

Reyes por un día

El fuerte Rey Thor

Ese era el día, su gran y glorioso día. Desde pequeño había soñado con sentarse en aquel gran e imponente sillón de oro. Su padre siempre le había contado historias increíbles, y sus pequeños sueños siempre habían sido ser parte de esas historias. El gran trono era algo que siempre se le antojó distante, si bien sabía que algún día él o su hermano ocuparían ese lugar, nunca se imaginó el momento en que eso se cumpliera. Todavía no estaba completamente preparado para gobernar con la sabiduría y la fuerza de Padre de Todo, pero éste último, al notar el crecimiento del hijo elegido, ante su ausencia le otorgó a su primogénito el honor de cuidar Asgard en su partida.

Thor no podía creerlo, aun no se coronaría rey, para ese día faltaba, pero se sentía tan cerca de tener la suficiente preparación para serlo, que se creía el amo de todo. Su padre, Odín, le entregó el cargo de Rey hasta su regreso. El reino imponente y pacífico de Asgard era suyo.

En esos días, su orgullo se había elevado hasta rumbos inimaginables. Pero algo lo inquietaba. Ahora y antes había pensado en varias ocasiones sobre un tema un tanto peculiar en su vida, tema que lograba quitarle el sueño y desvelarlo completamente. Había algo perturbador en los vagos e intensos momentos de meditación en donde pensamientos y sentimientos se unían formando una quimera que lo desesperaba y lo hacia perder la cordura. En algunas ocasiones esa misma perturbación no solo lo hacia enojarse, sino que también conseguía quitarle lágrimas de frustración y dolor, y en algunas otras ocasiones el resultado era una mezcla de alegría con amargura, bittersweet.

Su cuerpo y mente de dios guerrero no podían concebir lo que en algunas noches pensaba, o en cómo su cuerpo reaccionaba. Era como si ambos, cuerpo y mente, se complotaran en su contra y le hicieran bromas de mal gusto, cual Loki aburrido.

Y he aquí el dilema. Cada pensamiento suyo era filtrado y no teniendo importancia cual fuese el tema, siempre desembocaban en ese nombre, o en ese hombre. Loki, su hermano menor.

Acaso ¿había algún error en el trazo del hilo de su destino? Por algún error de la vida había terminado enamorándose de la persona que no debía. No sólo por el hecho de que fuese un hombre, en este caso eso era lo de menos, sino que el gran problema radicaba en que el hombre no era nadie más que su mago hermano. Desde pequeño había amado a su hermano, lo había protegido y cuidado como buen hermanito mayor, pero ese inocente amor incondicional que tenía por el jovencito que era parte de su familia de brillantes ojos verdes, había mutado en una considerable criatura gigantesca, en amor puro y real que pasaba los límites y barreras del amor fraternal.

Lo amaba y jamás dejaría de hacerlo pero, ¿cómo podría soportar el peso en sus hombros de semejante sentimiento? ¿Cómo su corazón aguantaría el punzante dolor de una vida conviviendo con esa persona sin poder tocarla? Ni un dios como lo era él podría con asombrosa hazaña... era la peor batalla que debería lidiar.

Era un dios, pero el del trueno, no el de los milagros.

Pensó con tristeza que el verdadero amor se le había negado. Siempre estaría en su corazón Loki, pero en la realidad de la vida cotidiana él jamás sería la persona que estaría a su lado como pareja. Aún así, definitivamente haría hasta lo imposible por mantenerlo a su lado todo el tiempo que fuera posible. Nunca había sido un hombre de pensamiento, el era de los tipos que simplemente actuaban, guiado por sus confiables sentidos y su naturaleza impulsiva. Pero en casos como estos entendía que la calma era mejor que las acciones, una sola estupidez de joven arrogante y cabeza dura, y todo hubiera acabado en desastre.

Ahora que era rey temporal, su hermano se había distanciado enormemente, y ese hecho le dolía en el alma. Justamente fue esa la razón de que su mente vagara tanto alrededor de Loki. Ya ni hablaban. Extrañaba enormemente la blanca sonrisa de su hermano menor, las bromas (poco graciosas) y la compañía de éste. Sin el joven de negros cabellos, Thor se sentía solo. Incompleto.

¿Tanto afectaba la indiferencia de su hermano en él? El ver el rostro serio y frío de Loki lo angustiaba, le partía el corazón y lo deprimía. Extrañaba a su hermano. Ahora no solo debía lidiar con el amor imposible de su hermano, sino también con la soledad de estar sin él, ni como amantes ni como hermanos. No podía aguantarlo. Tolerar uno, le costaba enormemente, ¿pero tolerar ambos? Imposible.

Así como había dejado de deslumbrarse con la sonrisa de su hermano, él mismo había dejado de sonreír. No podía evitarlo. Loki era su alegría, y sin él ni la felicidad de haber recibido el trono era suficiente. No era nada. Sin Loki no había nada en ese mundo que le importara. Cuando el joven de cabellos y ojos verde se proponía algo lo conseguía, en esta ocasión parecía que se había dispuesto a no verlo, a evitarlo. Los almuerzos y cenas eran únicamente con su madre. El entrenamiento con sus amigos sin las molestas jugarretas de Loki ya no eran lo mismo. Los días comenzaban a ser cada vez más oscuros.

El ir con anhelo y golpear su puerta con esperanza de ser recibido, siempre resultaba en frustración. No obtenía ni respuesta del otro lado. No sólo estaba perdiendo el poder ver a su hermano, sino también se le estaba negando escucharlo. Todo, absolutamente todo.

Luego de un largo día, su ira se vio desatada dentro de las cuatro paredes que conformaban su habitación. Mesas, escritorios, sillas, cama, ropero… todo estaba tirado, roto o desordenado. El Mjolnir había hecho estragos en las paredes y pisos. Se dio el lujo de gritar de rabia. Todo aquello lo estaba enloqueciendo. Se sentía patético. Pero ese era el efecto negativo que sacaba su hermano en él. No podía evitarlo. La ira era lo único que tenía, lo único que podía hacer para expresar lo que sentía y lo que tenía guardado. Sus mismos amigos habían recibido una buena paliza en el entrenamiento de hoy.

Sabía perfectamente que algún día Loki tenía que dar la cara. No podía vivir encerrado en su cuarto. El guardián del Bifrost, Heimdall, le había informado que su hermano en reiteradas ocasiones se marchaba de Asgard, y por razones que el guardián no comprendía, le era imposible saber a donde iba, en realidad, no podía verlo en absoluto. Esas palabras, esa información lo había enfurecido. ¿Qué hacía su hermano fuera de su reino? ¿A dónde iba tan seguido?

Quería saber. Tenía que saber a dónde iba periódicamente. Su hermano tenía secretos que él quería saber. Desde pequeños nunca hubo secretos, y ahora no permitiría que los hubiera. Porque no lo soportaba. No soportaba la ausencia, y mucho menos cuando desaparecía por completo de ese mundo. Loki debería de estar a su lado. Si él no hubiese sido elegido como sucesor, aun así estaría encantado y orgulloso de acompañar a su hermano, permanecería a su lado y jamás se alejaría. Él deseaba que fuera así, que Loki estuviera a la par de él, que gobernaran juntos. Pero la realidad era otra. Su hermano se le estaba escapando de las manos.

Pateando las cosas que a su camino se topaba, salió de su habitación agarrando fuertemente el mango de su poderoso martillo. No lo soportaba más. Caminando por los pasillos desiertos, enfiló al cuarto de su mago hermano. Ahora si lo escucharía. Le dejaría en claro que no podía hacer lo que se le viniera en ganas y que si de verdad no quería verlo, que simplemente se lo dijera. Pero esa distancia que se había formado entre ambos lo sacaba de sus cabales. Lo enfurecía y lo angustiaba a la misma vez.

A paso firme y monótono llegó a su destino.

Con ansiedad golpeó a la rústica puerta. Nada. Con irritación volvió a golpear. Y el resultado fue el mismo. Cerró los ojos respirando ruidosamente intentando tranquilizar sus nervios.

–Sé perfectamente que estás ahí hermano. Abre la puerta –su voz resonó por los pasillos vacíos. Detrás de la puerta nadie respondió–. Vamos, abre la maldita puerta de una vez Loki, o te juro por Odín que la derribo –agarró fuertemente el martillo y frunció el ceño–. Así tú lo quisiste –se puso en posición, estiró su brazo hacia atrás junto con el Mjolnir y con fuerza bruta, dio un fuerte golpe a la madera.

Al traspasar vio en el centro de la habitación a la persona que andaba buscando, con los ojos abiertos de par en par y su rostro incrédulo y alterado por el fuerte ruido.

– ¡¿Qué demonios crees que haces?! –Preguntó histérico Loki luego de salir de la primera impresión. Había pegado un salto al escuchar la puerta destruirse. Nunca se hubiese esperado semejante acción por parte del rubio.

–Tenemos mucho de qué hablar, hermano y una jodida puerta no impedirá que te vea –dijo atravesando la distancia que los separaba para pararse frente al menor. Al verlo el enfado que tenía se había disipado. Al fin lo tenía nuevamente frente a sus ojos. El brillo verdoso de los ojos del menor relució ante su rostro. Había ido con toda la intención de gritarle en la cara que no se fuera más, que se quedara a su lado. Quería informarle que tenía rotundamente prohibido salir del palacio. Esa era su decisión. Pero al verlo… Ni la expresión de desconcierto, la de asombro y luego la de enfado en el rostro de Loki, le hizo retroceder o continuar con lo que venía a hacer.

En ese momento sentía la imponente necesidad de abalanzarse y abrasarlo. ¡Oh Dios! Cuánto había extrañado a aquel joven de delgado cuerpo. Dejó caer el martillo. Su fuerza no servía de nada cuando estaba frente al menor.

En ese momento solo podía mirar hacia aquellos ojos que le devolvían la mirada. Su mago hermano permanecía quieto en el lugar, esperando que hiciera algo con un gesto indeterminado, neutro. En sus manos tenia un gran libro. Seguramente antes de interrumpir forzosamente éste había estado leyendo.

Su debate interior era ferviente, nunca le había gustado gritarle a su hermano, mucho menos pelearse. Pero tampoco podía llegar y decirle lo mucho que lo extrañaba. El ambiente se volvió incómodo. Las palabras no salían de su garganta y su cuerpo no reaccionaba. De pronto, la voz sedosa de Loki rompió el silencio:

– ¡Lárgate de mi habitación! –Pronunció mientras fruncía las cejas enojado por la actitud tosca del mayor.

Ni hablar, no se iría a ningún lado. En un rápido movimiento, empujó de improvisto el cuerpo indefenso del de cabellos negros y velozmente se posicionó sobre el cuerpo de Loki, agarrando las manos de éste para que no se moviera.

– ¿Qué sucede hermano? ¿Por qué me evitas, por qué viajas tan seguido, qué haces allí? –Asestó preguntas sin dejar de aferrar el cuerpo del menor contra el colchón de la cama–. ¿Por qué te alejas de mí? –Quería saber, quería comprender. Por lo menos conocer las causas de la actitud de su hermano. Algo le decía que no era simplemente la elección de su padre al haberlo sugerido nuevo Rey.

–Quítate de encima –su rostro era neutro, indescifrable.

Lo único que alcanzó a ver fue un resplandor verde antes de terminar tirado en el suelo. Asombrado, se levantó con lentitud. ¿Loki acababa de atacarlo? Las cosas no quedarían así.

–Has cometido un grave error, Loki –en ese momento el menor dejó de ser su hermano, ahora aquel joven, ante sus ojos azules, era la persona a la cual deseaba y a la cual poseería. Después de todo él era el Rey. Caminó firmemente afinando sus ojos. Se sentía como un animal ante su presa. Al notar que Loki, quien se había sentado en la cama, dio indicios de querer pararse, con destreza y velocidad saltó hacia el cuerpo del menor, adquiriendo una posición favorable; él sentado sobre las caderas de su hermano agarrándole firmemente las muñecas.

– ¿Qué rayos pretendes, Thor? –Preguntó sintiendo el pesado cuerpo de su hermano y el fuerte agarre en las muñecas–. ¡Déjame ir! –Exigió comenzando a forcejear.

Thor no respondía nada, agarró ambas manos con una de las suyas para así poder acariciar el suave rostro del menor y luego seguir una línea descendiente hacia el cuello, allí apretó un poco y acercó su rostro al pálido y algo asustado de Loki.

–Ahora me obedecerás en todo lo que yo diga ¿entendiste? –Su voz seria, su ruda actitud, todo indicaba que el rubio hablaba en serio.

Loki abrió los ojos tanto como se lo permitieron. ¿Acaso Thor se había vuelto loco? ¿Qué pretendía hacer con él? ¿Podría defenderse? En ese momento se sentía indefenso y débil. Aun no se recobraba del mal hechizo que había efectuado días atrás. Debido a eso, buscó la ayuda de libros existentes en otros mundos. De pronto, sintió una humedad en su cuello y se sobresaltó. Thor estaba lamiéndole la parte de piel que no tenía entre sus manos, subiendo hasta su mejilla, donde dejó un mojado camino. Intentó hablar, pero Thor se puso tan cerca, que su respiración se detuvo por instantes.

–Ahora, quiero que te quites toda la ropa –ordenó ejerciendo un poco más de fuerza sobre el delgado cuello de Loki, para luego soltarlo y apartarse de su cuerpo sin dejar de mirarlo–. Vamos, quítatela –se paró ante la cama esperando que comenzara la acción.

No sabía cuál era la razón exacta, pero con movimientos lentos y pausados, comenzó a desprenderse y quitarse toda la ropa que cubría su parte superior. En ningún momento levantó la vista hacia el rubio. Estaba aturdido, y un cosquilleo inquietante comenzaba a recorrer su cuerpo de pies a cabeza.

–Toda –reclamó Thor, cuando hubo terminado la parte de arriba. Al tocar sus pantalones y comenzar a quitárselos, elevó la mirada y contempló un brillo peculiar en la mirada azul que lo observaba. La ropa interior cayó con lentitud de la cama y una lujuriosa sonrisa se dibujó en el rostro del mayor.

Parado ante su hermano mayor, Loki se encontraba completamente desnudo. Con la mirada perdida en algún punto sobre el hombro del guerrero y el ceño fruncido.

–Siéntate y abre las piernas –la repentina orden le hizo pegar un salto en el lugar. ¿Qué demonios estaba pasando? Se sentó en el borde de la cama y abrió las piernas tanto como pudo. Una vez que acotó esa orden, siguió otra–. Mastúrbate – ¿Había escuchado bien? ¿Su hermano quería que se tocara?

Sorprendido por el rumbo de las acciones, no comprendió cuando fue que su mano descendió hasta su miembro y comenzó a moverse torpemente, tímido y avergonzado al mismo tiempo. Se sentía completamente extraño. La pequeña sonrisa del dios del trueno se había transformado en un gran gesto de satisfacción ante lo que sus ojos veían. Un calor incontenible comenzó a recorrer por sus venas hacia cada parte de su cuerpo, pero un lugar en particular estaba siendo afectado considerablemente.

La mano de Loki comenzó a subir la velocidad. Sus mejillas se tiñeron de un colorado débil y de su boca escavaban suspiros. Esa imagen quedaría grabada por la eternidad en la mente del mayor. Sus piernas y manos comenzaron a moverse, no podía resistir la tentación de tocar, de profanar aquel cuerpo tan excitante. Tan erótico.

Con paso lento, se acercó al cuerpo del menor y se arrodilló. Comenzó a besar los muslos del menor con cuidado de no interferir en el incesante movimiento. Con sus manos acarició el pecho suave y desprovisto de vello del de cabellos oscuros. En varias ocasiones apretó las pequeñas y rosadas tetillas, intentando quitar un gemido del otro, pero éste se resistía. Los suspiros no le alcanzaban, quería escucharlo gritar de placer.

Lentamente y a medida que se iba poniendo de pie se acercaba al cuerpo de su hermano, obligándolo a que se acostara hacia atrás en la cama. Una de sus manos la depositó sobre la que se movía en su miembro, haciendo que se detuviera, para continuar él con la masturbación. El menor se dejó hacer. Sus besos recorrieron todo el pecho descubierto, su lengua humedeció cada lugar adecuado y sus dientes mordieron con piedad la piel blanca.

Con agilidad, una de sus manos fue capaz de desprender el pantalón y dejándolo caer por la longitud de sus piernas se los quitó completamente. Su ropa interior fue lo de menos, en pocos segundos se vio desprovisto de la ropa que le molestaba.

Sus manos traviesas jugaron con las nalgas del menor, y sus dedos traspasaron los límites, amenazando en la entrada del mago. Pero no duró mucho, uno de ellos entró sin permiso en la estrechez, para ser casi inmediatamente acompañado de un segundo dedo. El tercero esperó paciente que su hermano se acostumbrara a la intromisión.

El de cabellos negros permaneció quieto, asimilando lo que estaba pasando y lo que se venía. Los intrusos le provocaron un ardiente dolor que poco a poco se fue desvaneciendo. Y una vez que sus músculos se hubieron relajado, aquel tercer dedo ingresó para realizar movimientos estimulantes.

Los labios del rubio acariciaron los pezones rojos y duros, siguieron hasta el cuello, donde besó y luego chupó, dejando una marca húmeda y grande. La piel blanca pronto se transformó en una mancha oscura. El quejido de dolor por parte de Loki éxito aun mas al guerrero. Sus manos estaban completamente ocupadas, una masturbando a ritmo medio, y otro preparando la entrada para el siguiente paso.

Se enderezó para observar al menor. Se veía exquisito.

Sacando su mano de la ya preparada cavidad, agarró su miembro completamente excitado y palpitante. No podía resistir un segundo más. Comenzaba a dolerle tanta fogosidad. Se acomodó entre las piernas débiles del menor y se preparó para penetrarlo. Ni bien hubo metido la punta de su pene, todo el cuerpo del mago se tensó, aquello no se comparaba en nada a los dedos, se sentía mucho más grande y duro. Aun así, el rubio continuó con su acción de penetración. Y por un momento agarró las manos de Loki, que comenzaban a empujarlo para que se quitara.

–Cálmate –fue lo único que dijo y soltó ambas manos, las cuales no volvieron a intentar apartarlo, sino que se aferraron desesperadamente a las sábanas verdes. Thor continuó entrando con lentitud, por más que deseaba dar una estocada profunda, lo que menos quería era lastimar a su hermano.

Asiéndose de la tela, mordiéndose el labio y cerrando los ojos con fuerza, Loki soportó la completa intromisión de aquel miembro. Todo su cuerpo quemaba y se estremecía. Estaba tan a la deriva que ni bien escuchó la voz de Thor que le pedía calmarse, se había dejado hacer, relajando cada músculo de su ser. Era doloroso, pero lo aguantaba.

Thor comenzó a empujar, salir y volver a empujar repetitivamente. Le resultaba delicioso y endemoniadamente placentero poseer a su amado hermano. Sentía que pronto eyacularía, era inimaginable la corriente eléctrica de placer y deseo que corría por sus venas en ese momento. Sus roncos gemidos aumentaban a la par de sus embestidas, que eran cada vez más aceleradas y profundas. Quería escuchar a Loki, necesitaba escucharlo. Agarrando con una mano firmemente la cadera de éste, propinó estocadas hasta el fondo y con la otra mano retomó el movimiento en el miembro del mago. Y ahí escuchó por primera vez un débil pero audible gemido por parte del otro, era exquisito.

–Vamos hermano, di mi nombre –era demasiado para su cuerpo, nunca se hubiese imaginado que tener a su hermano seria tan glorioso y tan irrefrenablemente delicioso. Estaba viviendo las mejores sensaciones de su vida, y el final comenzaba a asomar. Su mano se movía tan rápido como él.

El hechicero había comprendido que aquello le gustaba, cada músculo, cada célula de su ser lo estaba disfrutando. El dolo había durado poco y en conjunto con la estimulación en su miembro, dejó que su mente se pusiera en blanco. Aquello no estaba bien, pero no le importaba. Solo se sorprendió cuando los labios de Thor buscaron los suyos, y al encontrarse, un apasionado beso nació. No supo por qué, pero lo correspondió gustoso. Era la primera vez que se besaban, y el cariño se podía degustar en ambas lenguas. Al separarse centímetros, Thor le susurró de forma suplicante:

–Por favor hermano, dilo… –Cerró los ojos y dejó que el beso se intensificara, que los movimientos se volviera frenéticos y salvajes. Comprendió que de su garganta los gemidos de placer ya no eran retenidos y comenzaban a salir de su ser con anhelo. Ya no podía mas, aquello ardía en su ser. Un par de espasmos acudieron a él y su espalda se curvó, ladeó la cabeza y se aferró, esta vez, a la ancha espalda de Thor. Fue entonces que lo dijo, el nombre de su rubio hermano resbaló de su boca y sin esperar más la esencia blanquecina salió de su cuerpo y manchó su abdomen junto con la mano del guerrero. Por su parte éste no pudo contener los gemidos al sentir como la entrada lo apretaba al haber llegado al orgasmo, y su éxtasis subió considerablemente. Sus caderas se movieron y de un último empujón que llegó a lo más profundo, Thor dejó que su orgasmo fluyera por su cuerpo. Se sentía feliz. Completo.

Sin salir de la entrada de Loki, se agachó y beso con ternura los labios rosados del menor. Éste parecía cansado y respiraba agitadamente. Sonrió y abrazó el cuerpo delgado acomodándose para no descansar todo el peso sobre el otro.

–Loki… eres todo para mí, ¿lo sabías? –El aludido no respondió y conscientemente se hizo el dormido. Aun no estaba preparado para escuchar lo que ya sabía hace tiempo. No estaba listo para soportar un amor que no sería aceptado por nadie y mucho menos estaba listo para saber, que tarde o temprano, Thor debería desposarse con una mujer como futuro rey que sería.

Aún no estaba listo para seguir sufriendo.

Y Thor, sintiéndose algo dolido, se aferró al cuerpo de su hermano hasta quedar efectivamente en un sueño profundo.

Luego de ese día, todo tendría que volver a la normalidad.