Una vida perfecta era lo que anhelaba tener Haruno Sakura, y lo había logrado a lo largo de sus cortos 23 años; trabajaba medio tiempo en el hospital más reconocido de su ciudad, tenía un departamento acogedor, una familia que la apoyaba en todas sus decisiones y a pesar de sus defectos, llevaba ya dos años y medio con el mejor novio que pudo haber encontrado, un hombre codiciado por su belleza y talento que podría estar con cualquier otra chica, pero que prefirió estar con ella.
En conclusión, podemos decir que Sakura tenía la vida perfecta que toda mujer deseaba. O eso creían, hasta que se dio cuenta de que no todo podía ser como lo planeas.

Martes 28 de Marzo, el día de su cumpleaños número 24 le había tocado trabajar un doble turno en la ambulancia, emergencias. No esperaba mucho, pues de la semana pasada no había registros de accidentes graves, por lo que pensaba que sería un día más o menos relajado…

-Sakura-sama, Sakura-sama, la necesitan en la ambulancia 3… al parecer hay un accidente cerca de la calle principal cercana al hospital- Recuerda haber visto la cara de preocupación de su compañera de trabajo. Al parecer las cosas eran más graves de lo que pensaba.

-De inmediato voy- salió corriendo de la habitación de descanso para subirse apenas llegó a la ambulancia indicada.

Los minutos pasaban rápidos y no podían moverse a la par por la congestión que en ese momento había en las calles. A los lejos se divisaban grandes e intensas llamaradas rojas provenientes de un condominio cercano, con esto grandes masas de humo amenazaban la visibilidad de los automovilistas.
Optaron, por decisión de ella, caminar lo que quedaba de camino para llegar lo más pronto posible al lugar de los hechos.
Según le informaron y por lo que había visto hasta entonces, se trataba de un incendio de proporciones ocurrido en un condominio cercano al hospital. El condominio al que muchas veces había ido para visitar a su novio.

Sacando conclusiones, él debía estar esperándola en el departamento con alguna sorpresa por ser su cumpleaños. Seguramente habría pedido permiso para salir temprano del trabajo tal como lo había hecho en sus cumpleaños anteriores.

Realmente estaba preocupada, lo consideraba el amor de su vida y sólo el hecho de pensar en que algo le hubiese ocurrido, la crispaba de sobremanera. No podía perderlo, no sin estar ella a su lado.
Luego meditaba la situación; ni siquiera habían llegado y ya se esperaba cosas horrendas del suceso. Se recriminaba internamente, quizás estaba tomando todo muy a pecho.

Cuando llegaron al condominio, estaba todo un poco más controlado gracias a la rápida acción de la compañía n°1 de Bomberos de Konoha. Esta era reconocida por su agilidad y rapidez frente a los problemas que se presentaban en la ciudad.

Sus miembros son considerados héroes por las múltiples acciones valerosas que a lo largo de su carrera han hecho, arriesgando su vida para salvar la de otros. Sobre todo su capitán, quien había ingresado hace algunos años a la compañía convirtiéndose al poco tiempo en alguien reconocido por todos, incluso fuera de las fronteras del país del Fuego.

Se dice que él ha arriesgado su vida tantas veces, que dudan de su mortalidad. Estuvo al borde de la muerte unas 7 veces en lo que va de su estadía. Sakura lo sabía, pues en más de una ocasión tuvo la oportunidad de curar a tan valeroso caballero.
Nadie sabe mucho sobre él, incluso en el noticiero lo muestran como el capitán de la compañía n°1 de Bomberos de Konoha pero nada más. Al parecer a él no le molestaba ser conocido de esa manera en la ciudad, es más, hasta se diría que le agradaba…

-Debemos revisar a los heridos Sakura-sama- Un paramédico le intentaba sacar del trance en el que estaba sometida en ese momento.

-Claro, yo me ocupo de los heridos de gravedad.

-Están dentro de la ambulancia que hace unos momentos llegó.

-Entendido, iré por ellos.- Respondía con seguridad al tiempo en que se dirigía velozmente al vehículo.

-Cuéntame la situación Naomi.

-De ellos dos, la chica es la que más complicada está; tiene una obstrucción severa que impide el paso de aire a los pulmones, directamente. Además de tener unas cuantas quemaduras producto del fuego. Aún no la han identificado...

-¿Y el otro paciente?- Pregunta revisando con la mirada a la herida que aparte de tener todas esas complicaciones, se notaba a leguas que se estaba intoxicando por dentro a causa del dióxido de Carbono aspirado.

-Se puede decir que está en condiciones similares, la diferencia radica en que él tiene quemaduras más severas que la chica, en gran parte del cuerpo, pero no ha presentado obstrucción.

-Buen trabajo Naomi, cada día vas mejorando en tus diagnósticos. Ahora puedes retirarte, yo me encargo de lo demás.

-Muchas gracias, Sakura-sama.- Se podía decir que Naomi, una chica practicante, estaba bajo la tutela de Sakura a petición de la directora del Hospital que a cambio le permitiría trabajar por medio tiempo.

Primero se concentró en la chica, que por la apariencia debían de tener casi la misma edad. Tenía un rostro bastante femenino, hermoso a la vista de cualquiera; las facciones delicadas, de nariz y labios finos, su pelo de un color indescriptiblemente bello y sedoso a más no poder, o bueno lo que quedaba de él. Llegaba incluso a darle algo de envidia, su belleza era descomunal y por suerte el fuego no había acabado con nada de eso, sólo estaba algo manchada con hollín pero no habían quemaduras en su rostro.
Preparó la indumentario para intubarla y hacerle así menos dificultoso la tarea de respirar mientras le inyectaba unos cuantos medicamentos que calmaran su dolor. Las quemaduras las había tratado Naomi con anterioridad.

Luego pasó a la siguiente camilla desplegable en la que se encontraba el muchacho. Realmente estaba irreconocible, el fuego había atacado con ferocidad su rostro por lo que debía aplicarle ungüentos especiales para apaciguar el daño. Su cabello también le resultaba hermoso, le hacía recordar el de…

-No, no, es coincidencia.

Siguió aplicando con suavidad el ungüento por su cara y parte de su cuello. Fue ahí cuando descubrió lo que temía. Un tatuaje situado en la parte izquierda de su cuello.
Su novio, maltrecho en una camilla por un incendio que al parecer comenzó en la habitación en que él estaba. Eso explicaría la gravedad de sus quemaduras, pero ¿y la chica? No la conocía ni creía haberla visto antes en su vida. Conocía a la familia de él y no encontraba parentesco alguno.

Por si cabían dudas, volvió a revisar a la muchacha. Le miró fijo, cada detalle de su rostro y nada encontraba. Su instinto femenino la llevó a recogerle el cabello, donde encontró en sus perfectas orejas, unos zarcillos de oro. Esos mismos que días atrás había encontrado en la gaveta del dormitorio de su novio, que inocentemente pensaba sería ella la destinataria de tan precioso regalo el día de hoy. Pero no, estaba de a poco atando cabos, todo calzaba, las desapariciones misteriosas e incomunicaciones que se prolongaban por días supuestamente a causa del arduo trabajo de la oficina y los viajes fuera de la ciudad.
Qué mentira… Dos años y medios tirados a la basura de un momento a otro, y el día de su cumpleaños.

Salió estrepitosamente de la ambulancia, no sabía la razón, pero quería pronto salir de aquel lugar.
De camino se encontró con varias personas: su estudiante, algunos paramédicos, bomberos, evacuados. Y todos la miraban con la misma expresión triste, no se había dado cuenta de cuándo comenzó a llorar. Por cierto, una conducta reprobable para un médico, pero nada podía hacer cuando el amor de su vida la había engañado de esa manera, el día de su cumpleaños.

-Hey, ¿estás bien?- Una muy singular voz la hizo detenerse. Aquella persona siguió caminando hacia donde ella se encontraba. –No se te ve muy feliz, ¿pasó algo?- La manera en que hablaba era tan inocente que le estremecía escucharlo. – ¡Ya sé que necesitas!- Dijo muy convencido.

Sakura seguía en la misma posición, ni siquiera se había volteado para verle de frente, estaba estática aunque sus ojos no demostraban lo mismo. De pronto sintió cómo de la nada algo la apretaba. Se volteó con dificultad, encontrándose aferrada a los brazos de un hombre.

En ese momento, poco y nada pensaba, tanto así que no se dio cuenta de que al momento en que se volteó comenzó a llorar aún más sobre los brazos de aquél caballero del que ni nombre conocía.

Pasaron unos momentos que parecieron eternos, por alguna razón no quería alejarse del manto protector que él le brindaba, de ese calor inmenso que le brindaba, de la energía y pureza que su ser le transmitía, de la suavidad con que sus manos la sostenían manteniéndola en pie. Se sentía tan protegida, tan querida… Aún no veía su rostro, pero sabía perfectamente de quien se trataba.

-¿Mucho mejor?- Pregunta tratando de buscar su mirada.

-Mucho mejor…- responde correspondiendo a la búsqueda del chico.

Nunca había visto tanta belleza acumulada en un solo rostro. Su ahora exnovio no le llegaba ni a los talones en cuanto a belleza se hablaba. Sus ojos tan expresivos y profundos, que dejaban entrever parte de su corazón y su alma, con ese color destellante que le recordaban al mar en su máxima hermosura. Su boca tan perfecta, que daban ganas de probar el néctar exquisito que dentro debía tener. Siempre mostrando su sonrisa zorruna la que le brindaba el apoyo y amor que tanto le hacía falta y que hasta ahora no había comprendido.
Sentía que él era su complemento perfecto, la pieza perdida del rompecabezas de su corazón que parchado estaba de sentimientos unilaterales, de una traición oculta. A pesar de haberlo visto unas cuantas veces en el hospital, de curar sus heridas físicas y no saber su nombre, sabía que eran el uno para el otro. No lo podía explicar, simplemente lo sentía.

-Me alegro- Sonríe tiernamente, lo que hace que las mejillas de Sakura se enrojezcan levemente.

-Gracias, Capitán. Necesitaba un abrazo…

-¿Capitán? Ah, cierto, no nos hemos presentado, pero qué maleducados somos 'Dattebayo. Llámame Naruto… Uzumaki Naruto.

-Está bien, señor Uzumaki Naruto, yo soy Haruno Sakura- Ahora es ella quién le sonríe.

-Pero que lindo nombre, bueno señorita Haruno, me tengo que marchar pero luego nos vemos en el hospital- Ella le mira un poco confundida. –Tengo un par de heridas que creo que deben ser tratadas, pero el deber y la adrenalina me llaman, así que después nos encontraremos.

-Muy bien, hasta luego entonces…