Te escribo una carta porque ya nadie las usa, porque todos las han olvidado, se volvió un elemento de la memoria, de esas que se apilan en un cartón o un cajón y cuando se las ve te llega la nostalgia y esta es una para ti, especialmente para ti, te pertenece desde que la primera palabra ha sido escrita. Quizás no llegue a tus manos o quizás no tendrás a entereza de abrirla y está bien, no habría manera de culparte, supongo que me desprecias y lo que más anhelas es bórrame de tu vida, lo acepto y lo secundo porque esta carta tiene como objeto cerrar un capitulo en mi vida que lleva escrito tu nombre.
Tal vez te preguntes porque no te digo las cosas en la cara, porque no enfrento lo que he hecho, esa pregunta es sencilla, porque una vez que estemos frente a frente, juntas de nuevo, te lastimare, estoy segura de ello, buscare que sufras y que te duela tanto, porque esa es mi naturaleza y esa no es mi intención. Un día sin nombre te desahogaste y quizás querías herirme, no hay nada de malo en ello porque la naturaleza humana es así, vengativa y revanchista y si te soy sincera me dolió en el alma porque con tus ojos anegados de lágrimas me dijiste cuanto lo amabas a él, que el sufrimiento de un corazón roto te estaba matando, pero aún más dolorosa era mi tracción, el simple hecho de que un chico, el amor de tu vida, nos separó.
Te doy toda la razón es cierto e irrefutable, a ti y a mí nos separó un chico, pero la pregunta aquí es desde cuando, en que preciso momento nos perdimos, nos alejamos o simplemente nos separamos. Yo pienso que no fue el momento en que me besé con él, solo que esto fue la culminación de un drama que crecía entre nosotras, un fatalidad silente, callada y que nos hirió a ambas, empezó el día que no confiaste en mí, el preciso momento en que pensaste en la debatiente posibilidad de que él y yo podríamos estar juntos, ese es pues el momento que inicio otra fase de nuestra historia, la última.
Lo más irónico de esto es que yo nunca le amare con ese cariño cálido tuyo, yo nunca podre adorarle con la devoción que mostraba tu rostro cuando él sonreía, yo jamás podré hacer que él deje de lado sus inseguridades con mi simple presencia, porque yo lo amo de la forma más enferma posible, desde el fondo de mi egoísmo, y mi tristeza, lo amo con odio, deseo y desconsuelo, yo lo amo desde mi averno, mientras tú le dabas tu cielo. Y él simplemente cayó Vicky, cayó en la trampa mortal de mi egoísmo, porque secretamente anhelaba lo tuyo, te envidiaba por la luz que irradiabas, por la perfecta imperfección de tu sonrisa, de tu mirada, de tu alegría. Yo siempre fui tu sombra, la correcta, la aburrida la imperfecta perfecta, la que se callaba su dolor. Las inseguridades que me devoraban de a poco la esencia cada día, yo me odiaba porque tú eras el molde que no podía llenar.
ÉL sufre por la traición que cometió, por el dolor que causo, por la tristeza de tu mirada, él se odia por amarme como me ama, de una manera salvaje, tétrica y dulce como la muerte, así nos amamos como muñecos rotos, porque Teddy está fracturado, magullado y atormentado. Así vivimos sobreviviendo un día más a la realidad gris de muestro mundo mientras te marchitas con el corazón fracturado, querida hermana, a veces quisiera negar lo que he hecho quisiera rebobinar el tiempo, y dejar de ser lo que soy, de poder amarme para amar como se debe. No te lo diré nunca pero esa pequeña parte de inocente de mi alma te llora un lo siento, mientras el hueco profundo de mi odio sonríe por tu desgracias.
Siempre tuya
Dominique
