Félix era como un día nublado. Era frío, de color gris. Uno que con una palabra, gesto o acción podías hacerlo explotar. Para algunos los cielos nublados son los días más tristes, Bridgette estaba en ese "grupo" antes de que lo conociera. Antes de darse cuenta que un cielo nublado puede tener las gotas cálidas.

Cuando cerraba los ojos, ella, podía verlo entregar el paraguas aquel día de lluvia.

Se dio cuenta que con esa acción, las personas frías tienen su lado tierno. También que a pesar de todo, hasta en la tormenta más grande puede salir un arcoíris.

Y mucho tiempo después, se dio cuenta de que las personas sin sentimientos también se enamoran.

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— Bridgette —Llamó Félix al verla tan distraída al observar la lluvia chocar contra el cristal. Ella se giró parpadeando varias veces al notar su presencia— ¿Otra vez, te distraes con la lluvia?

Ella sonrió.

— Amo la lluvia... —Declaró— Como te amo a ti.

Félix se sonrojó, aun, seguía comparándolo con un día nublado.