Notas iniciales: Hi! Bienvenidos! He decidido tomar este reto porque #yolo. Voy retrasadísima con los días al igual que con mis deberes. XD De todas formas intentaré cumplir los drabbles que sean posibles, sino haré como que el mes de octubre es eterno.

Clothes (Ropa)

Se aseguró que los vestuarios estuvieran vacíos y a su completa disposición, antes de hacerlo. Asomó a los casilleros intentando vislumbrar alguna sombra que se hubiera colado en un descuido. No quería repetir el bochornoso incidente de hace un mes cuando Georgi le mirara confundido y ofendido por ser testigo de un acto así. Victor sabía que debía cuidarse las espaldas después de eso. El sermón de Yakov y la mirada anonadada de Yuri, quien intentaba descifrar lo poco que había logrado asimilar de la reprimenda a la leyenda del patinaje, eran más de lo que soportaría.

Su inspección no duró demasiado y cuando se supo solo en esa sala inició sin más recelos. Sus dedos se arrastraron por el gélido metal de los casilleros y delinearon las rendijas marcadas en cada compartimiento hasta detenerse en el último de la fila central. Y. Plisetsky –anunciaba la reseña. Por un instante dudó en continuar. Las palabras enfermo y delito le zumbaban los oídos. Era un adulto con madurez suficiente para comprender que violar la privacidad del más pequeño de los pupilos de Yakov le lograría a lo mínimo una orden de restricción. Pero aquello estaba al margen de sus capacidades y tolerancia.

Apenas abrió el casillero el desorden desbordó, la basura de los empaques de golosinas que Yuri amaba consumir cayeron a sus pies y las fotos familiares fueron iluminadas por la lamparilla del techo. Lo hacía por él, por ambos; o eso creía como una convicción en su vida. La verdad era que no había respuestas. No era bueno o malo, sólo un hombre con un deseo henchido por la cercanía, por la fragancia que le regalaba la camiseta que acababa de tomar, por el contacto de esa tela que había acariciado el torso del niño, que había robado su propia sensatez.

Alcanzó su límite con la nariz hundida en la camiseta negra de diseño y una mano estimulando la fantasía. Se sentía débil a la fragancia, a la ilusión de verse sosteniendo ese pedazo de tela para traslucir la inocencia escondida. Maldijo a Yakov y sus amenazas de destruir su carrera. Le gustaba la camiseta con el perfil de un tigre confrontado, las ropas de entrenamiento que dibujaban el cándido albor de la primavera y cualquier prenda que Yuri luciera en los comerciales, en las calles e inclusive en sus vacilaciones que podían traspasar la barrera humana y observar en sepia a Yuri vestirse, cubrirse de terciopelo. Nuevas imprecaciones nombraron a Lilya y su protección excesiva, a los patinadores que condescendían con los mayores para frenarle en cualquier avance. Su respiración comenzó a alterarse, su cabeza a disparar el golpe que lo anulaba.

Cuando su mente recuperó la compostura y su cuerpo cayó de bruces, agitado por el esfuerzo; se preguntó sí le agradecería por el permiso y la llave, sí le contaría a Yuri que había recurrido al único modo en que ambos podian sentirse unidos en la prohibición. Tal vez no.