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Sumary: ¿Quién dijo que lograr ser un ninja de Konoha fuera fácil? Una vez terminada la guerra ¿cómo pasar de Taka a ser shinobi de la Hoja? Suigetsu nos lo contará // Feliz cumpleaños Lenna! //


Cómo convertirte en un ninja de Konoha

Capítulo 1. El que algo quiere, algo le cuesta

He de advertiros que la historia que voy a contaros no va de grandes hazañas, yo no soy Uzumaki Naruto, así que si estáis esperando que os cuente cómo Konoha consiguió vencer a Akatsuki, o cómo Sasuke consiguió su venganza y volvió a su aldea, vais listos.

Podría hacerlo, de hecho estaba presente cuando todas esas cosas ocurrieron y lo único que tengo que decir sobre ello es que me alegro de que se terminara, no sabéis lo agotador que es tener que ir siempre corriendo a todos los sitios con Sasuke lanzándote miradas asesinas, no lo recomiendo. Eso por no hablar del constante peligro de muerte… Konoha nos persigue, Akatsuki nos persigue, la mayoría de las villas ninja nos persiguen… venga ya, ni que regaláramos dinero. ¿Y las batallas?… oh, Madara va a destruir la villa… oh, ahora tenemos que proteger al Kyuubi, al que por cierto unas semanas antes queríamos matar, no sé si lo habréis notado pero Sasuke es bastante bipolar. Volviendo al tema, demasiado drama para mi gusto, pero seguro que lo habéis oído miles de veces y si no buscad por ahí.

Si estáis todavía ahí parados seguramente es que queréis escucharme, pues bien, los afortunados espectadores que hayan resistido la tentación de irse a buscar historias sobre héroes y la gran guerra de Konoha, tendrán el privilegio de conocer cómo conseguí esto…

Efectivamente damas y caballeros, lo que sujeto en mi mano es una autentica y genuina banda distintiva de Konoha.

Oh, venga. Ni que muchos de vosotros tuvierais una, no tenéis muchos motivos para reíros ¿nee?.

Comenzaré por el principio. Tal vez algunos me hayáis reconocido y otros quizá hayáis oído hablar de mí, me llamo Hozuki Suigetsu y esta es la historia de cómo llegué a ser un ninja de Konoha.

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Todo comenzó cuando la guerra por fin acabó, con Madara a varios metros bajo tierra los ánimos estaban ya bastante relajados. Sasuke estaba de vuelta, muchos lloros, besos y abrazos, no creo que sea necesario entrar en detalles morbosos.

El caso es que una vez que Taka se disolvió, me vi en la tediosa obligación de hacerme esta pregunta, ¿Y ahora qué hago?. No tuve que pensar mucho para decidir quedarme en Konoha, buen clima, chicas guapas, sueldos aceptables… ¿qué más podía pedir?.

Supongo que querréis saber qué pasó con el resto de los que acompañábamos a Sasuke, siento decepcionaros al no poderos contar una gran historia, la verdad es que no pasó nada interesante. Juugo hizo buenas migas con los Inuzuka y se pasa el día visitando sus animalejos, y Karin decidió dejar de ser shinobi, al parecer se cansó de que todos la mordieran, no la culpo por ello, es un don bastante desagradable, excepcionalmente colabora en alguna misión de búsqueda pero el resto del tiempo trabaja en la floristería Yamanaka.

Después de este paréntesis volvemos a lo importante, yo.

Cómo veréis había decidido quedarme en la villa de la Hoja, y el sueldo de ninja me atraía demasiado como para retirarme, así que me presenté felizmente ante la Hokage.

Incluso antes de cruzar la puerta intuí que aquello no iba a ir bien.

Casi me atraganté con el sorbo de agua que estaba dándole a mi cantimplora cuando vi salir a un ninja despedido por la puerta del despacho al que yo quería entrar.

- ¡Antes de venir a pedir vacaciones prueba a trabajar un poco! ¡Eres peor que un Nara! – oí bramar a una voz desde el interior de la habitación.

El ninja desconocido por su parte se limitó a levantarse con cara de dolor y salir cojeando por el pasillo mientras se frotaba la cabeza.

Genial, pensé. El mal humor de la Hokage era famoso en toda la villa, y en más de una ocasión la había visto descargarlo físicamente contra alguien, frecuentemente ese alguien era Naruto.

- Qué se le va a hacer – suspiré resignado y acorté la distancia que me separaba de la "puerta de la muerte".

Decidí asomarme poniendo mi mejor cara de buenos días y regalándole una amable sonrisa a la vieja Tsunade, tal vez eso ablandara un poco su corazón pensé inocentemente. Con el tiempo comprendí que esa mujer por las mañanas no tenía corazón, por la tarde empezaba a crecerle un poquito pero en seguida le echaba pozales de sake para que volviera a hacerse pequeñito y arrugado como una nuez.

Tanta teta para tan poco amor. Tal vez por eso le crecieron tanto los pechos para llenar el hueco. Tampoco os la imaginéis como una bruja desalmada, es sólo que tiene mala ostia.

El caso es que allí estaba yo, mi impecable sonrisa se deslizó de mi cara como helado de vainilla al notar la mirada de la Hokage sobre mí como si de un momento a otro fuera a saltar y devorarme el cerebro. Sí, he visto películas de zombis y por las ojeras que tenía Tsunade en ese momento podrían haberla fichado para una de ellas.

Tal vez no había sido el mejor momento para ir a hablar con ella. Puede que la guerra hubiera terminado pero todo estaba patas arriba y cómo jefa de la villa estaba hasta el cuello de trabajo, que si tratados con otras aldeas, reconstrucción de casas y propiedades, y hacerse cargo de distribuir un montón de misiones estúpidas que incluso un genin ciego podría cumplir.

- ¡¿Qué? – espetó la rubia, afortunadamente desde el otro lado del escritorio.

Luche contra mi recién adquirido instinto de amenaza zombi y entré con andar despreocupado.

- Buenos días Hokage-sama – saludé con voz suave intentando parecer casual.

Entré tranquilamente y me despatarré en la silla frente a su mesa. Recordad que había decidido ignorar todos mis instintos y eso incluye el de supervivencia. Aunque no soy tan estúpido, el de amenaza zombi seguía latiendo en la parte posterior de mi mente listo para hacerme huir si a esa vieja se le ocurría intentar morderme.

- ¿Quién… - la Hokage me miró entrecerrando los ojos - ¿quién se supone que eres tú?

Creo que la expresión incrédula y descolocada que puse en ese momento reflejó mis pensamientos "Esta anciana está senil". Por Kami, llevaba semanas danzando por allí, había luchado en la batalla contra Akatsuki, venga ya, incluso había estado en el hospital.

- Suigetsu – respondí tranquilamente.

Tsunade me recorrió con la mirada seguramente aun preguntándose de dónde había salido y por qué estaba allí. Levanté una ceja suspicaz, a ver, soy un tío con los ojos violetas, los dientes picudos y una gran espada en la espalda, cualquiera diría que no soy fácil de olvidar, es decir, a cuanta gente conocéis que responda a esa descripción. Os recuerdo que Zabuza-sempai está muerto y por lo que más queráis Kisame era azul, no se parecía nada a mí, yo tengo infinitamente más sex-appeal ¿nee?.

- Ah, ya te recuerdo – "por fin" – eres uno de los muchachitos que trajo Uchiha. El de la espada.

¿De verdad había tardado cinco minutos enteros en llegar a esa conclusión? La miré con decepción. Además qué es eso de "muchachitos que trajo Uchiha". Sin embargo, soy una persona diplomática así que asentí cordialmente cambiando mi cara de "¿cómo diablos llegaste a ser Hokage?".

- ¿Y qué quieres? – preguntó Tsunade haciendo repiquetear sus uñas sobre la mesa con pose impaciente.

- Bueno, cómo he decidido quedarme en Konoha, pensé que sería bueno presentarme para ver si podías encargarme alguna de esas misiones que hacéis por aquí – comenté señalando la pila de peticiones que llenaban la mesa de la Hokage.

Un brillo extraño se apoderó de los ojos miel de Tsunade. Seguramente había dado en el clavo al ofrecerme para eso ya que una gran cantidad de ninjas aun estaban recuperándose en el hospital, lo que dejaba a la aldea con pocos efectivos para realizar todas esas misiones ridículas que se aglomeraban en el despacho, eso unido a que en esos momentos Konoha no poseía mucho dinero. Es lo que pasa con las guerras, suelen llevar a la bancarrota.

En resumen, Tsunade necesitaba un ninja pardillo al que putear con misiones de mierda y pagarle poco. Y como caído de los cielos allí estaba yo, con una especie de cartel luminoso en la frente que decía "explótame".

- Así que quieres ser un ninja de Konoha ¿eh? – dijo la rubia con una sonrisa que me heló la sangre.

- Efectivamente – respondí yo intentando ignorar su mirada calculadora. Me estaba poniendo nervioso, sentía que había algo de todo el asunto que se me escapaba.

- En ese caso necesitarás una de estas – añadió sacando de su cajón una de las bandas que yo había visto adornando a todos los ninjas de la villa.

La agitó un instante ante mis narices y cuando estiré una mano para cogerla con un "sí, gracias", la muy desalmada la apartó de mi alcance.

Esta vez, abandoné todo mi comportamiento diplomático y le lancé una mirada envenenada torciendo la boca. Aunque a ella no pareció importarle, ya que siguió mirándome sonriente con la bendita banda todavía balanceándose en su mano.

- Bueno, esto no se consigue así como así, Suigetsu – me dijo con falsa dulzura. Ah, ahora sí que se acordaba de mi nombre ¿no? Me retracto de todos mis pensamientos sobre que esta señora era una vieja senil, en realidad es una vieja calculadora y maléfica, por supuesto que llegó a Hokage, me extraña que no llegara a dominar el mundo.

- ¿Ah, no? – pregunté con cara de pocos amigos.

- Tienes que ganártela – añadió ella sonriente – ya sabes, el que algo quiere algo le cuesta.

Entrecerré los ojos, ¿ganármela? No me jodas, todos los estúpidos niñatos recién salidos de la academia tenían una y no sabían agarrar un kunai decentemente, Sasuke había sido un traidor buscado durante años y en cuanto llegó le plantaron la banda en la frente, y ahora resulta que yo tenía que ganármela. Bravo, Suigetsu, acabas de ser nombrado el pardillo del año.

- ¿Y cómo se supone que voy a ganármela? – pregunté inclinándome sobre el escritorio para que pudiera ver mis ojos entrecerrados de sospecha.

- Oh, ya sabes, algo rutinario – rió la rubia moviendo la mano para quitarle importancia – un tiempo en periodo de prueba realizando misiones para, bueno, ver cómo te desenvuelves y tu lealtad hacia la aldea, esas cosas.

No sé por qué pero todas esas palabras se resumieron en mi mente con sólo dos "trabajo gratis".

- Así veremos si te adaptas a la vida de la aldea – seguía hablando la Hokage.

- Está bien – acepté con dejadez moviendo las manos.

Al instante, Tsunade guardó silencio y chascó los dedos.

- ¡Shizune! – bramó.

No pasaron ni treinta segundos cuando una chica con una enorme pila de papeles entró por la puerta apresuradamente.

- ¿Sí, Tsunade-sama? – preguntó dejando los papeles en un milagroso hueco de la mesa que yo no habría sido capaz de ver.

- A partir de hoy, Suigetsu está en periodo de prueba para ser ninja de la Hoja así que puedes asignarle misiones – declaró la rubia con aplomo.

- ¿Periodo de prueba? – murmuró la recién llegada extrañada. Lo que me hizo suponer que la Hokage acababa de inventarse esa estupidez para no tener que pagarme y colocarme las misiones que nadie quería.

- Ya me has oído – gruñó Tsunade lanzándole una mirada censuradora.

- Está bien – Shizune se volvió hacia mi mirándome con algo de lástima – Suigetsu-san ven mañana a primera hora y te diré cuál será tu misión.

- Seguro – murmuré caminando hacia la puerta y alzando una mano para despedirme – no sé por qué tengo la sensación de que acaban de timarme – dije antes de salir.

Una vez en la calle caminé despreocupadamente sorbiendo agua de mi cantimplora con ademán distraído.

Así que tenía que ganarme una banda ¿eh? Bueno, pues sería mía fuera como fuera porque mi razón para quedarme en Konoha acababa de adquirir nombre y apellido…

¿Pensáis en una chica? Oh, no, no. Siento desilusionaros, la razón de la que os hablo es mucho mejor y se llama Ichiraku Ramen. Kami, desde dos calles atrás se me hacía la boca agua sólo de olerlo.

Sólo esperaba haber llegado antes de que Naruto acabara con las existencias, después de todo tenía que disfrutar de mi último día libre ya que a partir de mañana empezaba mi periodo de esclavitud.


¡Felicidades Lenna-enana! Oh! La pequeña se hace mayor T.T qué rápido crecen… ahh pero no lo bastante, para mí siempre serás pequeñaja muahaha. Espero que te guste mi pequeño regalito ¬¬ porque si no mis matones irán para allá (es broma n.n). Quería enviarte un Sasuke-kun y un Suigetsu en un paquete postal pero me los he quedado yo :P

Bueno, espero que a todos os guste este nuevo fic, será cortito unos tres o cuatro capítulos que tratarán como es obvio de Suigetsu-bello-kun jaja. Es algo que se me ocurrió pensando en todos los pobres estudiantes en prácticas que trabajan sin cobrar ejem.

Besos Ela.