Disclaimer: "Rompiendo las leyes físicas" es un fanfic basado en la serie Bones. Booth, Brennan y el resto de los personajes mencionados son propiedad intelectual de su creador, Hart Hanson, de la antropóloga forense Kathy Reichs y de la cadena Fox. Yo no intento violar las leyes de copyright, ni obtengo ningún tipo de remuneración económica por escribir esto. Sólo escribo para divertirme y con la idea de compartirlo para que más gente lo disfrute.

Tipo: Booth/Brennan. Este capítulo es para todos los públicos.

Nota de la autora: Este es mi primer fanfic. Estando en casa de repente se me ocurrió que, si los protagonistas por fin se juntaban en la sexta temporada, tenía que ser así. Así que me he animado a escribirlo. El principio es un poco angst, pero prometo que se animará.

Gracias a Pandora Lover, a la que conozco en la vida real, por meterme en este mundillo, por las correcciones y por ayudarme con el rating.

Capítulo 1: Una mala noticia.

Habían pasado dos meses desde su reencuentro en el estanque del centro comercial junto a la cafetería.

Brennan entró al despacho de Angela y, fiel a su estilo, soltó directamente lo que quería decir.

-¿No tienes la sensación de que Booth está diferente?

-Hola a ti también –contestó Angela- ¿Diferente?

-Sí, no sé explicarlo, más triste, preocupado. Es como si sus ojos… no sé. Como si hubiera perdido su optimismo.

-Yo no he notado nada, Brennan. Aunque bueno, yo no paso tanto tiempo con él como tú –sonrió-. ¡Has aprendido a ver!

-A ver no se aprende, las células fotosensibles del ojo… ¡ah! Metáfora, lo pillo.

-Mira, cielo, si crees que Booth está diferente, o más triste, o lo que sea, habla con él. Hablar contigo siempre lo anima.

-Sí, no sé por qué.

-¿No sabes por qué, cielo? –sonrió-. Ve a su despacho.

Cuando entró al despacho de Booth se lo encontró sentado en su sillón, llorando como un niño.

-¡Booth! ¿Qué te pasa? ¿Qué ocurre?

-Huesos, es… es horrible –sollozó Booth.

-¿Qué es horrible? -Se acercó más a él-. ¿Qué ha pasado?

-Mi abuelo, Huesos, él… ha muerto.

-¡Hank! –exclamó ella sorprendida. Se acercó a él y lo abrazó al tiempo que Booth rodeaba su espalda con sus brazos como si fuera su tabla salvavidas, como si pudiera acabar con todo el dolor y la tristeza que le había producido la noticia. Ella recordó lo que sentía cuando se abrazaba a su compañero. Como si el único sitio del mundo en el que encajaba su cabeza fuera su hombro. Ahora que era Booth quien la abrazaba a ella quería que sintiera que estaba en casa.

-¿Qué voy a hacer sin él, Huesos? Él siempre ha estado ahí, él me crió cuando mi padre me abandonó… Rompió a sollozar otra vez.

Aquel comentario le recordó a Brennan la promesa que había hecho al viejo Hank:

"-Me encanta el chico. Estoy más orgulloso de él que de nadie en el mundo.

-Creo que él piensa igual. No tenía a nadie más cuando su padre se fue. Tuvo suerte contigo.

-Nunca tuve el valor de decirle que fue culpa mía.

-¿El qué?

-Si fuera mejor persona, tal vez se me habría ocurrido otra solución. Pero el día que vi a mi hijo pegar a Seeley, pegarle a un niño pequeño, no pude más. Le dije: ¡Lárgate! No te mereces ser padre, ¡lárgate! Y nunca volvió. Así que me quedé con los dos chicos.

-Eres un buen hombre, Hank.

-No sabía qué más hacer. ¡Estaba pegando a mi nieto!

Mira, cuando llegue el momento, cuéntaselo. Y si, si lo necesita, abrázale, ¿vale?

-Vale."

No sabía qué más decirle, no sabía qué hacer para consolarle. Aunque sabía que el corazón no se puede romper, sentía que ver a Booth así se lo rompía.

-Lo peor… -sollozó Booth- Lo peor es pensar que no volveré a escucharle llamarme Gamba

-Booth, ¿te acuerdas de lo que me dijiste cuando mi madre murió? Me dijiste que estaba ahí, que siempre podría hablarle y que, de alguna manera, me escuchaba.

-Sí, pero Huesos, tú no crees en esas cosas.

-Ya, pero tú sí. Tienes que estar ahí, tienes que ir a su entierro.

-Claro que iré. Pero me ha dejado tan solo…

Brennan le miró y simplemente le dijo: "No estás solo". No era más que una frase, algo que se dice por compromiso, como una contestación automática. Pero cuando miró a los ojos de su compañera, vio que había algo más. Sus ojos le decían que podía contar con ella, que nunca lo abandonaría. Brennan siguió hablando: Sabes que nos tienes a todos los cerebrines. Todos te queremos.

Brennan se había sentido increíblemente expuesta cuando le dijo que no estaba solo. Sin embargo, él la había entendido.

-¿Cuándo es el entierro?

-Mañana a las 7.

-Ahí estaremos.


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