N/A: Los personajes de Naruto no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto.

¡Hola a todos! Bueno este es mi primer fic asique sean buenos conmigo y no se preocupen por las críticas que yo las recibo bien, si tienen algo que decirme… sean bienvenidos.

Acá les dejo el primer capítulo de esta historia que me tiene meses en la cabeza y por fin puedo compartirla con ustedes. Espero que les guste y por favor dejen reviews. Bueno no los molesto más y disfruten de esta historia…. Gracias

Los hechos no se pueden volver atrás

La cara de su padre reflejaba claramente muchísimas emociones, arrepentimiento, angustia, pena, temor y sobre todo… culpa. Ese sentimiento le estaba carcomiendo el cerebro, ¿podía uno sentirse peor escoria? La respuesta para Namikaze Minato era clara, si.

Miraba con angustia en sus ojos al niño delante de sí, que este le observaba confundido inclinando hacia un lado el rostro.

-Oto-san ¿qué tienes? – decía con sus azules ojos a su padre con preocupación viendo como este cogía con fuerza, pero sin lastimarlo de sus delgados brazos.

-Naruto – dijo este encarándolo - escúchame con mucha atención… voy a decirte algo muy importante que te servirá en el futuro y quiero que lo recuerdes…- decía el hombre apretando el agarre de sus manos. El niño asintió dándole a entender a este que tenía toda su atención. Minato bajó la cabeza por unos segundos tratando de ordenar las oraciones que le diría a su hijo dejando salir un lastimero suspiro. No era fácil lo que iba a hacer, pero debía hacerlo. Levantó el rostro de apoco y enfocó su mirada en la de Naruto con semblante serio.-… primero que nada… quiero dejar en claro que te amo con toda mi alma y eres mi mayor orgullo, nada en este mundo es más importante que tú….- decía con una sonrisa más que sincera y llena de sentimiento.

-Yo también te amo Oto-san.- respondió este interrumpiéndolo devolviéndole la sonrisa. El rubio mayor se enterneció.

-Lo sé hijo… realmente lo sé. – se inclinó un poco más hacia el pequeño y lo estrechó fuertemente entre sus brazos. –Y espero que me ames siempre después de lo que haré. –dejó salir en un susurro que el menor no llegó a oír mientras lo tenía entre sus brazos. El abrazo duró lo suficiente como para que Minato recobrara las fuerzas necesarias para seguir con su discurso. De apoco fue rompiendo el contacto con su pequeño y volviendo al semblante serio continuó. -… hay personas en este mundo que realmente aprecian a otras… y harían lo que fuera por aquellas personas que aman con tal de ver su felicidad… pero lamentablemente hay otras que no… - paró antes de continuar. Se arrodillo a la altura del rubio y sonriéndole débilmente prosiguió. – Naruto, tal vez no comprendas esto que te estoy diciendo ahora, pero lo entenderás cuando seas mayor… por eso quiero advertirte que tengas cuidado, cuidado de aquellos que dicen ser tus amigos. No quiero que desconfíes de todos, pero que seas precavido de ahora en adelante en la gente que te rodeará por el resto de tu vida… compañeros de la escuela, amigos con los que juegas… y sobre todo en los que verás todos los días cuando seas mayor y tengas un trabajo. – el rubio menor frunció el seño desconcertado, su padre tenía razón… en este momento no comprendí para nada lo que le quería decir. ¿Qué tuviera cuidado de las personas que lo rodeaban? ¿Qué quería decir con eso?

-No te comprende Oto-san… ¿por qué me dices esto?- el rubio mayor respiró con fuerza. Debía hacerlo, debía hacerlo sin importar nada, él amaba a su pequeño, pero era por el bien de todos que lo hiciera, por eso debía advertirle primero.- ¿Oto-san? – llamó el niño al ver el semblante devastador que tenía el joven de cabellos hasta los hombros.

-Lo siento Naruto… no sabes cuánto lo siento. – las lágrimas comenzaron a escaparse de la comisura de los ojos del mayor.

Esto era confuso, no, más que confuso. ¿Por qué su padre repentinamente lo llamaba para hablarle de cosas que no comprendía? ¿Por qué lo había llevado a aquel lugar que se asimilaba a un hospital? ¿Por qué lo miraba como si le hubiera hecho algo malo? ¿Por qué la mirada de culpa se establecía en el rostro de este? ¿Por qué lloraba? Y sobre todo… ¿Por qué todo aquello le sonaba a despedida? Sea lo que sea que estaba sucediendo no le estaba gustando, y una pregunta se le formuló en la mente y sin esperar más… la dejó salir.

-¿Me dejarás… Oto-san… al igual que lo hizo Ka-san? –eso le salió apenas como un susurro. Se le había hecho un nudo en la garganta de solo pensarlo.

Minato negó con la cabeza, no, no lo dejaría… "Por lo menos no ahora" pensó viendo como el rostro de su hijo se relajaba. Seguramente se había asustado… ¿y quién no lo haría? Si lo había llamado y le hablaba de cosas si sentido.

-No mi niño… no te dejaré… no podría hacerlo. Pero recuerda que Ka-san no te ha dejado, simplemente está en un sueño muy profundo.- y decía la verdad, por lo menos por su parte no lo haría… todo dependía de los pasas del enemigo. Y en cuanto a Kushina, ella ya había fallecido hacía mucho.

El salón quedó en completo silencio, uno mirando los ojos del otro. Azul con azul… miradas tan iguales como dos gotas de agua y a la vez tan diferentes. Una con tanta experiencia de la vida y la otra apenas viviéndola.

-Pero si tiene sentido lo que te estoy diciendo… y lo comprenderás… - y dicho esto se puso de pie sin perder de vista al rubio menor. – ¿Vienes conmigo, Naruto? –dijo extendiéndole la mano para que este la cogiera. Naruto observó a su padre y asintiendo, cogió la mano de este siguiéndole a donde fuera lo que llevara. Nada de preguntas, él confiaba plenamente en este, era su padre… el que siempre lo protegía de todo aunque apenas tuviera 7 años. No había dudas ni las habría.

Nueve años más tarde

Mataría a alguien, estaba seguro de ello, si su celular no dejaba de sonar realmente rompería algo. Ese molesto ruido no le dejaba enfocarse en la clase y aquella explicación seguramente era más que importante, pero el vibrar de este apenas lo dejaba concentrarse. Tenía que atender, seguramente sería algo importante ya que nadie solía llamarlo en horarios de estudios y además cuando dejaba de sonar, volvía a vibrar dándole a entender que seguramente era alguien de su familia. ¿O no? Tal vez no fuera su padre, ni madre y mucho menos su hermano.

Estando más que seguro que no podría enfocarse en la clase, asique tratando de distraerse con otra cosa, giró su rostro al asiento al lado suyo que se encontraba vacío. ¿Qué habría pasado con su dobe amigo para que no asistiera a clases?

Ese día era lunes y desde hacía el sábado que no sabía nada del rubio, seguramente estaba ocupado ayudando a su padre como siempre hacía. Luego de clases le haría una visita y lo reprendería por haberse ausentado.

Sintió como su móvil se rendía y no volvía a interrumpir, eso lo dejó más tranquilo. Porque aunque el aparato estaba en vibrador y no molestaba a la clase, a él le era más que difícil poner atención a su maestro.

Sería muy vergonzoso que por alguna razón el profesor se le diera a preguntarle al azabache que explicara lo que él recientemente había hecho, y se llevaría una gran sorpresa cuando este no le pudiera responder porque no había prestado atención, y eso sería más que extraño ya que él era un Uchiha… y los Uchihas saben todo de todo y cosa que el resto no comprende, él si lo hacía, ganándose unos merecidos 10 en cada examen.

Volviendo a la realidad y viendo que ahora sí podría prestar atención a la clase, puso su mirada al frente donde el profesor se encontraba leyendo en voz alta algo del libro de Ciencias del organismo. Pero la clase se vio interrumpida por unos leves golpes en la puerta. El profesor Iruka paró la clase pidiendo disculpas por la intromisión y dejando el libro sobre el escritorio, se dirigió hacia la puerta.

Sasuke, quedó viendo como el moreno abría la puerta y se encontraba con Ibiki, que este le susurraba algo al oído apenas el otro le hubiera saludado.

Era una pena, por un momento creyó que se trataba del podre dobe que seguramente se había quedado dormido y ahora llegaba tarde porque su padre lo había obligado a asistir de todos modo a las clases. Le hubiera gustado ver la cara de vergüenza del rubio pidiendo disculpas por el retraso y rascándose la nuca en aquel gesto de inocencia y nerviosismo. Pero no, era aquel hombre secretario del director, que todo el mundo se preguntaba si ese hombre era asesino, ya que muchos le temía por el porte que este mostraba cada vez que aparecía, trasmitía peligro. Pero para el resto, para él era un hombre más.

Viendo que no tenía importancia lo que aquellos dos hablaran, y aprovechando que su sensei estaba muy concentrado en lo que este le decía, sacó su móvil de su bolsillo para ver de quién era esas llamadas, y vaya sorpresa la que se llevó cuando vio que en la pantalla de este decía un claro "Oto-san". Eso no pedía ser nada bueno, su padre nunca, pero nunca lo llamaba ni para saber por qué no había vuelto la noche anterior y eso era porque confiaba en que su hijo no haría nada estúpido y se cuidaría, y el recibir unas llamadas de este le decía claramente un "pasó algo malo".

-Uchiha-kun – llamó su sensei desde la puerta. Este levanto la vista del móvil y lo enfocó en el moreno.

-Si… sensei? –

-Tiene un llamado desde secretaría de su padre, parece que es algo importante.- el rostro del azabache se transformó. Lo sabía, algo malo había sucedido. Sin esperar más juntó sus cosas y se dirigió hacia el secretario seguido por las miradas curiosas de todo el curso.

-Lamento la molestia Iruka, puede continuar con la clase. –dijo Ibiki despidiéndose del sensei.

-No hay problema. –

-Con su permiso… - se inclinó con respeto y se dio la vuelta para irse por donde había llegado. –Vamos Uchiha-kun- y sin decir nada más, ambos comenzaron a caminar en dirección a secretaría.

- Si señor, él está en camino… no se haga problema… - hablaba el director Sarutobi en la línea. Unos leves golpes en la puerta le dieron a entender al director que el chico ya había llegado. –Adelante – dijo apartando un poco el teléfono de su rostro. –Él ya está aquí

-Permiso Sarutobi-sama -dijo entrando al despacho el hombre alias "pesadilla para algunos" seguido por el azabache. –He traído al joven Uchiha –

-Si… te lo agradezco Ibiki, ya puedes retirarte –

-Con su permiso – y dicho esto el hombre alias "da miedo", se fue del despacho cerrando la puerta detrás de sí.

Sasuke miró interrogante mente al hombre delante de si con el seño claramente fruncido en señal de que no comprendía lo que sucedía y no quería saberlo.

Una leve sonrisa se apareció en el rostro del anciano al notar el disgusto del azabache. Se notaba claramente que era un Uchiha, esa mirada penetrante y ese porte orgulloso que siempre llevaba a donde fuera y con quién fuera, le daba ganas de reír porque estaba más que seguro que con eso intimidaba mucho a los demás.

-Uchiha-kun, su padre está en el teléfono y quisiera hablar contigo de algo de suma importancia. Si no le incomoda saldré para que tenga privacidad. – el azabache simplemente asintió aceptando el teléfono que el director le extendía. – Si necesita algo… solo avíseme. Estaré afuera. – y dicho esto, el anciano dejo solo al pelinegro cerrando la puerta.

Una vez que el chico se aseguró que se encontraba solo, llevó el auricular al oído.

-Oto-san… ¿qué ha sucedido? – dijo sin más, sabía que aquel llamado no le iba a gustar por eso no anduvo con rodeos y fue directo al grano.

-Sasuke…ha pasado algo realmente terrible y quiero que escuches con atención y te tranquilices –hablaba con calma el Uchiha mayor aunque en su tono de voz se leía claramente tristeza.

La respiración del azabache se paró. Lo sabía, lo sabía, lo sabía… ese tonto dobe no le había dicho nada para no preocuparlo, pero ahora era peor porque estaba con los nervios de punta.

Se encontraba en un taxi que su padre le había dicho que se tomara para ir rumbo al hospital. Este le había dicho que ya había hablado con el director y que le daban permiso para retirarse del establecimiento no más terminara la comunicación. Y ahora estaba en aquel automóvil que iba a paso tortuga por el tráfico y las calles repletas de gente. Si el taxista no se apresuraba, pasaría las manos por el sillón del conductor y la ventana y le quebraría el cuello con mucho odio. Pero no, un Uchiha nunca se desespera y la tranquilidad tiene que reinar en su rostro y hasta el momento le estaba funcionando muy bien, pero si la cosa seguía así juraría sacar a la fuerza al conductor y tomar su lugar y llegar lo más rápido posible al hospital, y si tenía que atropellas gente en el camino, lo haría con mucho gusto.

Luego de diez interminables minutos, la calle de despejó dándole toda la libertad del mundo al conductor de ir hacia su destino, que no desaprovecho para nada y no más ver que nadie se le interpondría en el camino, aceleró con fuerza y arrancó con gran velocidad sorprendiendo al azabache que se tuvo que agarrar del asiento para no salir volando por la ventana. Y si, el taxista había visto la mirada asesina que le dirigía el chico por el espejo si no se apuraba, y él no jugaría con su suerte.

Llegando en menos de 11 minutos al edificio, Sasuke le arrojó el dinero por encima de la cabeza al conductor y sin esperar nada más, salió disparado hacia la entrada de tan prestigioso hospital.

Corría, corría y corría por los pasillos de aquel blanquísimo edificio rumbo al 2° piso, donde su padre y compañía lo esperaban.

Los gritos de las enfermeras se escuchaban fuertes diciéndole que no se podía correr en el hospital, pero el pelinegro simplemente las ignoró.

Doblando en una de las esquinas del lugar, pudo visualizar a lo lejos a su padre de pie con la ropa muy ensangrentada, cosa que no le gustó para nada, ¿esa sangre era de su padre? No quería saberlo. Y al lado de este se encontraba su madre, que caminaba de un lado a otro.

Dejando de correr, el Uchiha se acercó lo último que le quedaba a paso firme. No podía dejar de observar a su padre con semblante preocupado, esperaba que este se encontrara intacto.

-Oto-san, Ka-san – llamó una vez al lado de ellos. Los aludidos lo miraron y el primero en acercarse fue su madre, que si esperar que su esposo dijese nada, abrazó con fuerza el cuerpo de su hijo rompiendo en llantos.

-Ya Mikoto, no siguas llorando. –dijo con voz neutra el hombre. Sasuke simplemente estrechó a esta con la misma intensidad para tranquilizarla.

-Tranquila Ka-san… - decía al oído de esta. - ¿Dónde está Naruto? –preguntó sin más a la mujer ya no soportando el suspenso.

Mikoto se alejó de su hijo para hablarle, pero lo era muy difícil articular palabras y con aquel nudo en la garganta, no podía hacer otra cosa que llorar.

-Está siendo atendido, el balazo que recibió lo dejó bastante mal… aunque… él aun no sabe lo de Minato. – Fugaku bajó la mirada, estaba derrotado. Si hubiera sido más rápido eso no hubiese sucedido.

-Oto-san… - llamó este esperando que el otro le mirara- ¿Es cierto que Minato-san está muerto? –

Fugaku respiró fuertemente, aun no lo podía creía o mejor dicho… no lo quería creer. Su amigo, su mejor amigo desde la secundaria, el que lo había acompañado siempre, el que se había graduado con él, el que había estudiado la misma profesión, su compañero de trabajo… yacía muerto en una de las habitaciones del hospital. Y él no pudo hacer nada para proteger a su camarada.

No era trabajo fácil el ser detective, pero él sabía los riesgos que se corrían al trabajar de eso y más aún cuando el enemigo te asecha todo el tiempo. Se sentía morir, sentía que era su culpa, si hubiera estado más atento eso no habría pasado… o ¿no?

No sabía cómo encarar el hijo de este, cómo le hablaría después de lo que había sucedido. Él era un Uchiha… y los Uchihas no le temen a nada ni a nadie, pero esto era diferente, jodidamente diferente, el padre del hijo que jugaba con Sasuke, el que iba siempre a su casa, había muerto y en sus narices.

Recordaba muy bien la escena y la desesperación de Naruto al querer socorrer a su padre, y él impidiéndoselo para protegerlo como Minato le lo había dicho. Había abandonado a su amigo, era de lo peor.

Sasuke entendió el silencio de este tomando su pregunta como un sí. La noticia le había caído como balde de agua fría, el padre de su mejor amigo… estaba muerto. No sabía cómo lo tomaría el rubio ya que ahora no tenía a ninguno de sus padres.

Unos pasos se escucharon acercándose fuertes, con prisa que no era nada más ni nada menos que el hijo mayor de los Uchihas. Itachi Uchiha.

-Sasuke – llamó ya muy cerca de ellos. El aludido se volteó para mirarlo.

-Hola aniki – salido este al recién llegado con mirada alejada.

-Siento mucho lo de Naruto –

-Sí, yo también… aun no lo hemos podido ver… está siendo atendido – hablaban estos dos ignorando a sus padre ya que estos hablaban en susurros.

-Señores – llamó de repente una enfermera que había salido de una de las habitaciones.

Todos los presentes le miraron esperando a que esta hablara.

-El paciente Namikaze Minato como ya sabéis ha fallecido, si alguno quisiera verlo puede hacerlo. Ya hemos límpido la sangre de su cuerpo.-

-Yo iré – dijo Fugaku a la enfermera.

-¿Seguro de lo que dices cariño? –Mikoto sabía cómo le estaba afectando todo aquello a su marido y sabía que no sería fácil aquello para este.

-Sí, estoy seguro y quisiera ir solo si no les molesta- todos los Uchihas asintieron sabiendo de sobre que el mayor necesitaba un tiempo a solas con su fallecido amigo, asique viendo como este se alejaba tomaron asiento cerca de ahí.

Pasaron unos minutos, donde ninguno decía nada, cada uno metido en sus propios pensamientos hasta que la puerta se abrió nuevamente dejando salir a otra enfermera.

-¿Fugaku Uchiha? – llamó a los presentes.

-No, mi padre se ha ido con otra enfermera para ver al otro paciente –habló Itachi poniéndose de pie.

-Oh… de acuerdo… solo quería informar que el paciente Namikaze Naruto ya ha sido atendido y si queréis verle están en la libertad de hacerlo –informó está viendo como el azabache se ponía de pie al igual que el primero y se dirigía hacia ella. - ¿Quiere que lo lleve? – El menor de los Uchihas asintió.

-Muy bien, sígame por favor - y dicho esto la enfermera se adelanto y comenzó a caminar rumbo a la habitación que rápidamente fue seguida por el menor de los Uchihas.

Mikoto junto a Itachi se quedaron en la sala de espera, por más que quisieran acompañar a Fugaku y a Sasuke para ver a los Namikazes, sabían que estos necesitaban un tiempo a solas con sus respectivos amigos y por eso había decidido dejar ir solo a ellos.

L a enfermera que lo había guiado hasta donde descansaba su rubio amigo, se fue en cuanto estuvieron delante de la puerta, diciéndole que le dejaría ya que tenía a otros pacientes que atender, cosa que el azabache asintió sin decir nada.

Ya dentro de aquella blanquezca habitación, el ojinegro contempló desde el marco de la puerta a su amigo, que conectado a un respiratorio descansaba con semblante cansado.

-"Cuando despierte será muy difícil decirle lo que ha pasado"- se dijo Sasuke recargando su espalda a la puerta ya cerrada del cuarto.

Se quedó mirando como subía y bajaba el pecho del rubio en una respiración pausada y tranquila, perdiéndose en sus propios pensamientos, cosas como que de ahora en adelante como protegería a Naruto ya que ahora que este no contaba con el apoyo de sus padres fallecidos, contaría con él. Porque si importar qué, este le protegería de todo sin importar los riesgos.

Con movimientos suaves se despegó de la fría pared para acercarse a la cama, cogió una silla que se encontraba cerca de él y la situó a un lado de la cabeza del rubio. Con tranquilidad se sentó en esta y la acercó un poco más a la cama, quedando así muy cerca del cuerpo de este.

-Naruto- dejó salir en un susurro casi inaudible. –Mi querido amigo. –Llevó su mano hasta debajo de las sabanas que cubrían completamente al chico para coger el brazo de este y sacarlo de entre las tibias telas. Con las yemas de sus dedos recorrió la superficie de la piel del joven durmiente en una mientras de cariño, aunque este no pudiera verle. Mientras le acariciaba el brazo, llevó su otra mano hacia los dorados cabellos rubio y con delicadeza enterró sus dedos en estos. Su pelo se encontraba más suave de lo común, dándole una placentera sensación al chico azabache.

-¿Por qué te tiene que suceder esto a ti? No lo mereces… no tu –una sonrisa de tristeza se posó en el rostro níveo de Sasuke. No era justo que todas esas desgracias le pasaran a su mejor amigo, siendo él tan buena persona.

Desde que había conocido a Naruto, siempre se había sorprendido por el tan alegre carácter que este poseía para con todos, siempre había sido una persona muy amigable y simpática, cosa que él no era, por eso se había interesado en el rubio porque nunca nadie le había llamado la atención como el ojiazul lo hacía, era diferente a todo el mundo y podía entender a las personas sin reprocharles nada, escuchaba siempre que uno necesitaba desahogarse, todo él era un misterio. Igual a Minato.

La madre de Naruto había muerto cuando este tenía los seis años, había sido asesinada por unos hombres que perseguía la policía, o sea que perseguía Minato, por esa razón estos por venganza habían acabado con la vida de la mujer como advertencia para el rubio. Después de eso Minato nunca se lo había perdonado, siempre se culpaba por la muerte de su esposa, por no haberla protegido correctamente y ahí era donde aparecía Fugaku, para consolarlo y darle su apoyo incondicional. Esos dos eran como Naruto y Sasuke en ese momento, siempre juntos, siempre uno contando con el otro.

En ese momento, viendo a Naruto tendido en la cama, le hacía pensar que quería protegerlo sin importar qué. Recordaba todas las veces que se prometían cosas, que siempre estarían juntos como los mejores amigos al igual que sus padres, que se recibirían de la secundaria y luego estudiarían para ser detectives, quería enorgullecer a Minato y a Fugaku, querían seguir sus pasos. Pero correría el mismo peligro que estaban corriendo sus padres, de solo pensar que en un futuro él podría estar en el lugar de Fugaku y su rubio amigo en el de su padre, le hacía estremecerse. No quería perderlo, aunque estuvo a punto de hacerlo si su padre no le hubiera salvado, iba a estar eternamente agradecido por eso.

Podía recordar también cuando él junto a Naruto tenían unos 15 años y el rubio le había dicho que se sentía confundido, que por alguna extraña razón se sentía atraído por el azabache, cosa que a Sasuke no le agradó para nada. Luego de la declaración de su amigo, el Uchiha decidió alejarse de Naruto, no por mala persona ni nada de eso, solo era porque no quería estropear su amistad con este, pero no sirvió de nada ya que cuando se alejó, Naruto se enojó mucho con él diciéndole que se lo había contado para que este le ayudara no para que terminaran su amistad. Se pelearon como nunca antes lo habían hacho, se golpearon con mucho rencor dejando así de ser amigos.

No se volvieron a hablar por 7 meses, cada uno tratando de olvidarse del otro, cosa que les era muy difícil ya que ellos se conocía desde los 3 años y se había hecho inseparables. Conocían todo del otro, sus gustos o disgustos, sus preferencias, las chicas que les gustaban, todo de ellos lo sabía, exceptuando que al rubio comenzó a ver al azabache con otros ojos, ya no eran de pura amistad, en su mirada había otra cosa que Sasuke ignoraba. Hasta que Naruto obviamente ya no sabía qué hacer, por eso se lo había dicho al azabache para que este le ayudara.

Pero las cosas no habían salido como lo planeado, Sasuke le había dicho que no podían ser más amigos ya que Naruto no sentía lo mismo que él y el azabache no podía corresponderle, así estuvieron siete meses, alejados, tratando de seguir con sus vidas, cosa que de apoco Naruto había podido hacer pero el Uchiha no.

Sasuke se dio cuenta que sin Naruto su vida no era lo mismo, no importaba si no podía corresponderle, necesitaba la amistad del rubio. Por eso ya decidido, fue hasta la casa de este, que hacía mucho no pisaba, y habló con Naruto diciéndole que quería que volvieran a ser amigos, cosa que el rubio con una sonrisa de lo más sincera aceptó.

Luego de eso volvieron a ser inseparables, Naruto enamorado de Sasuke y este tratando de ayudarle a que lo superara, pero por desgracia nunca lo consiguió pero no le importó ya que el rubio había dejado ese tema a un lado y seguía comportándose como siempre, como si nunca se le hubiera declarado.

Y ahora después de un año de eso, se encontraba a un lado de la cama del hospital donde el Namikaze descansaba por culpa de un balazo.

Era increíble la cantidad de cosas que recordaba solo con ver en ese estado a su amigo, no se quería imaginar la cantidad de cosas que recordaría si este hubiese muerto… no… eso nunca pasaría, por lo menos él no lo permitiría.

Ya un poco más tranquilo, dejó caer su cabeza encima del brazo del ojiazul observándolo, se veía tan calmo pero estaba más que seguro que en cuanto este despertara y supiera lo que había sucedido con su padre nadie, ni el mismo lo podría calmar, Naruto iba a sufrir delante de sus ojos… otra vez.