Hola:

Soy nuevo por aqui, pues vengo de Potterfics luego de todos los problemas que hay por allá. Pero bueno

Espero que les guste y dejen reviews, gracias.

Aclaraciones:

Aquí ni Remus ni Tonks mueren en la batalla de Hogwards. Remus muere de una enfermedad mágica, y ahía es cuando comienza la historia.

Disclaimer: Todos los personajes son de JK y demás marcas propietarios.

Prefacio: Cuando tu recuerdo se ve a través de la luna


Luna

La luna estaba en lo más alto del cielo, su resplandor iluminaba cada centímetro de espacio sin cubrir que estuviera sobre la tierra. Era tan brillante, tan sublime, tan resplandeciente, tan… melancólica. Cada vez que ella un rayo de luz proveniente de la luna penetraba su piel sentía como cada poro se erizaba, y como hasta el mas mínimo detalle se lo recordaba.

Le recordaba su piel, sus caricias, su cuerpo… pero tan bien traía a su mente amargos recuerdos de sufrimiento y de dolor para su amado, que ahora estaba muerto. Sus ojos ya no tenía vida, su piel estaba aún más blanca de lo normal y su cuerpo frío no respondía a sus caricias. Ahora sólo estaba inerte, dentro de una urna enterrado a tres metros bajo tierra.

Puso su mano en el cristal de la ventana, marcando cada dedo y viendo como el frío empañaba la huella luego de que ella retirara la mano. Alzó la vista, y se fijó de nuevo en ella, en la luna. En sus ojos se reflejaba el resplandor del satélite, y esa misma luz hacia que pijama pareciera tan blanco como la nieve.

Se agachó hasta quedar sentada frente a la ventana, sin apartar la mirada de la luna en ningún momento. Pasó sus manos alrededor de sus piernas y se quedó allí, intentado calentarse un poco, pues el frío aire de noviembre no la ayudaba en nada. Bajó la mirada y una lágrima recorría su mejilla, mientras su mente jugaba con sus recuerdos.

—Remus, no me dejes… Remus —pronunció Tonks al lado de su marido moribundo.

El pelo juguetón de Tonks estaba blanco y opaco, su cara surcada de arrugas estaba ensombrecida mientras que sus ojos estaban inundados de lágrimas, que se peleaban por salir.

Remus estaba postrado en una cama, mientras de miraba con los últimos instantes que le quedaban de vida a su esposa sufrir terriblemente. Sus manos no respondían, y ¡cómo se moría de ganas de limpiarle las mejillas llenas de lágrimas! sólo movía la cabeza negando, intentando decirle que no llorase.

—Tonks… por favor, n-no llores…

—¡No, no! ¡no hables! guarda el poco aliento que te queda —le interrumpió Tonks, poniendo un dedo en su boca. Pero Remus levantó la mano con un gran esfuerzo, y retiró la mano de la mujer.

—No, T-Tonks… tengo que decirte una cosa —Remus respiró entrecortadamente, y luego de un minutos volvió a dirigirse a su esposa—. ¿Sabes?, t-tú eres lo mejor que me ha pasado, a pesar d-de que al principio no quería e-estar contigo. Y, ambos sabemos q-que el primero en morir tenía que ser yo, por eso quiero pedirte que no s-sufras por m-mí —Tonks intentó interrumpirlo, pero Remus de nuevo la detuvo con un gesto, y ambos simplemente se observaron.

Tonks siguió mirando a su esposo, que por lo visto estaba a punto d desfallecer. Ella, entendiendo que le quedaba poco tiempo de vida a su amado, se acercó lentamente hasta Remus y posó sus labios en los de él. Luego de un corto tiempo, la mujer se separó de su esposo y él susurró las últimas palabras de su vida.

—Te amo —fueron sus últimas palabras antes de cerrar los ojos, y quedarse quieto… sin ningún signo de vida alguna.

Tonks rompió a llorar y las puertas se abrieron mostrando a un joven de pelo castaño oscuro que caía libremente por su frente. El chico se acercó hasta su madre, y la abrazó mientras la levantaba y la sacaba del cuarto. De los ojos cambiantes del chico, caían lágrimas al igual que los de su madre.

Los dos salieron del cuarto, mientras el chico le repetía una y otra vez a su madre la misma frase.

—No llores, lo mejor de él, su amor, sigue en tu corazón.

Y ahora que lo pensaba bien, su hijo tenía la razón: su amor aún vivía y residía en su corazón, aunque eso no la había ayudado mucho en todo el dolor que estaba sintiendo, en como recordaba los últimos momentos que lo vio con vida.

Una brisa fría erizó su cuerpo, y penetró tan dentro de su ser que en algún momento creyó morir por el frío y la soledad que la embargaba. Miró de nuevo la luna, la luna llena, estaba igual que todos los meses, igual que cuando sin más remedio Remus se transformaba una noche al mes en un licántropo, aunque gracias a la poción matalobos se podía quedar en un cuarto apartado, al final del jardín sin hacerle daño a nadie de la casa.

Su voz se escuchaba en la distancia, haciendo que se estremeciera hasta la más mínima célula de su cuerpo. Le parecía que cualquier brisa era un susurró de su amado: "te amo"… "siempre estaré contigo"… y aunque le diera mucho dolor, se apartó de la ventana. No quería seguir martirizándose más, pensando que cada soplo de viento era una frase que su amado le mandaba.

Tonks se sentó en la cama, abrazándose para terminar de quitarse el frío, pero la puerta se abrió haciéndola estremecer de nuevo.

—Mamá, estás aquí. Te he buscado por toda la casa —el joven de no más de veinte años se acercó hasta sentarse al lado de su madre. Su cabello ahora estaba más oscuro, su nariz estaba chata y sus labios más claro de lo habitual.

—¡Ted! te he dicho que no me gusta esa nariz, representa mezquindad —puntualizó Tonks.

—¡Oh mamá!... bien —el chico cerró los ojos, y luego de unos minutos su nariz paso de chata a una linda nariz refinada y perfilada—. Mamá, te buscaba para decirte que…, eh… tengo que irme.

—¿De verdad debes irte?... Teddy, sabes que estoy sola en esta casa y después de la muerte de tu padre —Tonks se atragantó, y no pudo seguir. Recordarlo hacia daño.

—Sí, mamá… pero te prometo que ha mas tardar pasado mañana estoy contigo, y traigo a Nique para que te acompañe cuando tenga que salir de nuevo, ¿de acuerdo?

—Bien, ahora dame un beso… nos vemos dentro de dos días —dijo la madre mientras Teddy Lupin se acercaba y le daba un beso en la frente a modo de despedida.

Su hijo salió de la habitación, y luego de su partida todo se volvió frío de nuevo. Las brisas volvieron junto con su melancolía. Convencida de que no podría dormir, se paró de nuevo y fue hasta la ventana y adoptó la misma posición en la que había estado minutos atrás: sentada con las manos alrededor de los pies y contemplando la luna.

Mirar la luna traía recuerdos, algunos lindos y otros no tantos; pero al final sabía que eran sólo eso, recuerdos, aunque algunos terminaran con una sonrisa y otros con una lágrima rodando por su mejilla, eran sólo eso, recuerdos. Y, aunque sólo fuesen recuerdos, quería estar así todos los días que hubiera luna llena, mirándola, queriendo revivir cada momento feliz que había vivido. Es por eso que de ahora en adelante, cada luna llena estaría así, como lo estaba ahora: recordando en la luna.


Espero que les halla gustado y que me dejen review diciendo que les pareció, gracias.