No son míos. Más quisiera yo...

Este es el segundo ff de House que publico aquí. He quedado especialmente orgullosa xD así que quiero hacerlo llegar lo más lejos posible.

Gracias a todos los que leáis, y dedicado especialmente a toda esa gente maravillosa del Housepital que me encontró aquí y me llevó para allá.

1. Stacy (Ain't no sunshine, Otis Redding)

Cruzar la puerta de la sala de estar parece una prueba imposible de realizar.

Ya ha sido difícil salir del dormitorio, tragarse las ganas de llorar, sacar la maleta al vestíbulo. Ha sido muy, muy difícil hacerse a la idea de que esta vez cruzará la puerta para no volver, y si no fuera porque quedarse parece aún más difícil nunca se habría planteado siquiera marcharse. Se mira al espejo del pasillo, se arregla el pelo y ensaya por última vez la expresión de firmeza. No se permitirá derrumbarse delante de él. Tiene que seguir interpretando el papel de la fuerte hasta el último momento, hasta que la puerta se cierre y sepa que él ya no la ve.

Eres una traidora, y lo sabes. Eso es lo que le dice a su propia imagen en el espejo. Sabe que es horrible y rastrero hacer lo que va a hacer. Pero no se le puede exigir a nadie que sea un héroe y aguante más de lo que puede soportar. Como decía Hart, uno de sus autores preferidos de la teoría jurídica, la fuerza de voluntad es limitada.

Como un autómata, camina hasta la sala de estar y antes de decir nada observa a su marido, que al parecer no la ha visto entrar. Está sentado en el sillón, mirando hacia la ventana, las muletas tiradas de mala manera a su lado. Las odia. Las odia y se odia a sí mismo porque desde lo de la pierna, casi un mes atrás ya, se siente como un despojo de lo que era antes. Y ella le odia por odiarse. Es complicado, pero Greg House no es el hombre que ella conoció. Está destrozado y ella no... no está dispuesta a que la destroce a ella también.

Cierra los ojos para contener las posibles lágrimas, pero curiosamente no las hay. Sólo el peso en el pecho, la culpabilidad y ese sentimiento entre la aversión y el odio que no solamente le produce él, sino también su propia actitud. Y sin permitirse un momento más de debilidad, toma aire y pronuncia las dos palabras que creía que nunca se atrevería a pronunciar.

-Me voy.

Él ni siquiera hace el amago de volverse. Sabía que reaccionaría así, de la misma manera que está reaccionando frente a todo últimamente. Durante un instante ella piensa en acercarse, en besarle por última vez, en decirle que... que no sabe qué demonios la está impulsando a marcharse. No lo hace.

-Lo siento, Greg, yo... he estado haciendo todo lo que he podido, te juro que hago lo que puedo, que intento ayudarte, pero no sé cómo y ya no aguanto más, no puedo, no soy capaz de...

No te excuses. Ni siquiera lo intentes. No te esfuerces en parecer la buena cuando no lo eres, piensa.

-He llamado a James, estará aquí en cinco minutos.- logra concluir, con la mayor frialdad de la que es capaz.

Espera que él diga algo, que la mire, que le grite incluso, le da igual. Pero él no hace nada, y eso facilita seguir con su plan. Da media vuelta y se dirige hacia la puerta. Coge la maleta y la arrastra hacia la calle. Lo está haciendo. No puede creerlo, pero lo está haciendo. Como si fuera otra la que interpretara el papel y ella sólo lo viera de lejos.

-Lo siento.- repite.- Es que... necesito tiempo. Necesito pensar.

Es la última frase que pronuncia. Espera otro segundo más por si él acaba por reaccionar, y acaba saliendo. Lo que nunca llega a ver es que durante todo el tiempo, él ha estado mirándola a través de su reflejo en la ventana, ni que cuando escucha el sonido de la puerta al cerrarse tras ella, cierra los ojos durante un segundo. Sabe que la ha perdido. Lo que no sabe es por qué finge que no le importa.